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Bruselas quiere usar fondos comunitarios para fomentar la industria de defensa aprovechando la guerra

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Idafe Martín Pérez

Bruselas —

Bruselas es sede a diario de decenas de reuniones de mayor o menor importancia, pero pocas tan discretas a pesar de ser oficial. Esta última semana y durante tres días (martes, miércoles y jueves) se reunieron en la capital europea los directores de armamento de los ministerios de Defensa de los 27 acompañados de su homólogo estadounidense. Las reuniones (hubo varias, en la OTAN y en el Consejo de la UE), sirvió para hacer balance del material militar entregado hasta ahora a Ucrania, de la capacidad de la industria militar europea y estadounidense para reponerlo y de cómo están los arsenales militares, porque empieza a haber agujeros.

Los gobiernos europeos usan desde hace meses un fondo para cubrir esas estanterías vacías. Se llama Facilidad Europea para la Paz, ya presupuestó 2.500 millones de euros y se prevé que llegue al menos a los 4.500 millones. El dinero, que gestiona la Comisión Europea, sirve para pagar lo gastado en envíos de armamento a Ucrania. La reunión de Bruselas tenía dos objetivos, explicó una fuente comunitaria: el diseño de una estrategia para que los equipos militares enviados a Ucrania sigan funcionando (mantenimiento) y, más importante, la compra de material para reponer existencias.

Las prioridades y los debates oficiales esconden el elefante en la habitación. La Comisión Europea se pregunta por qué usar fondos comunitarios (esos 2.500 millones que podrán ser hasta 4.500 millones) en comprar armas estadounidenses cuando se podrían comprar en Europa, alimentando así la industria militar europea, que sólo produce el 40% del armamento que compran los ministerios de Defensa europeos.

Estados Unidos está de acuerdo en que Europa debe comprar más armas porque espera venderle la mayoría. Washington anunció a principios de septiembre préstamos por 2.300 millones de euros para que los países vecinos de Ucrania puedan comprar armas estadounidenses. A finales de abril había anunciado 700 millones.

La Comisión Europea tiene otros planes. La Facilidad Europea para la Paz se diseñó con el objetivo de ayudar a la exportación de armas europeas (vender armamento europeo en África) pero con la guerra en Ucrania se le dio la vuelta. Si un país europeo envía armas a Ucrania por valor de 100 millones de euros, recupera el dinero gracias a ese fondo.

El Ejecutivo europeo, con una presidenta que fue ministra de Defensa, va dando más pasos. En julio propuso crear un mecanismo de compras conjuntas de armamento. Para ello quiere animar a los gobiernos poniendo, del presupuesto comunitario, 1.000 millones de euros al año. Esas compras deberán hacerse en Europa.

Los 27 tienen en el taller un proyecto más ambicioso. Se trataría de crear un mecanismo, copiado del estadounidense Foreign Military Sales, que suspende parte de la normativa europea de contratos públicos (para eliminarlos en las compras de armamento) o del IVA (para que la venta de armas quede exenta). Se trata de no subvencionar la compra de armamento que no sea europeo.

Sobre el papel pareciera que los 27 deberías estar de acuerdo, pero no hay consenso. Los países con industria militar más potente (Francia, Alemania, Italia, España) lo ven con buenos ojos pero los más atlantistas (Polonia, Chequia, los bálticos) y con industrias militares menores no están convencidos. No quieren atarse las manos y no poder comprar a Washington lo que deseen.

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Bruselas quiere dar un papel más importante a la Agencia Europea de Defensa. Es un órgano técnico sin peso político que podría tener un papel mayor como coordinador de compras de armamento. Pero todo dependerá de lo que decida hacer Alemania. Cuando al inicio de la guerra el canciller Olaf Scholz anunció un fondo extraordinario de 100.000 millones de euros para poner a la esclerótica Bundeswehr al día, en Bruselas se frotaron las manos. Pero Berlín no parece tener la intención de gastar todo ese dinero en Europa y ya en marzo anunció la compra de 35 aviones de combate estadounidenses, los F35 de última generación.

Ursula von der Leyen, alemana y ex ministra de Defensa, no podrá hacer cambiar al Gobierno alemán pero espera atraer inversión con la palanca de los 7.900 millones de euros con los que se dotó en 2021 (y hasta 2027) al Fondo Europeo para la Defensa. Es dinero para ayudar a financiar proyectos militares en los que participen varios Estados y empresas del continente. Entre ellas españolas como Indra. Y fue la primera vez que se usaron presupuestos comunitarios ordinarios para financiar Defensa. Su estrella es por ahora el dron militar Eurodrone, que todavía no funciona.

Antes ya hubo programas menores. Como los 90 millones de la Acción Preparatoria para la Investigación en materia de Defensa que estuvo activo de 2017 a 2019 o los 480 millones en 2019 y 2020 del Programa Europeo de Desarrollo Industrial en materia de Defensa.

Bruselas es sede a diario de decenas de reuniones de mayor o menor importancia, pero pocas tan discretas a pesar de ser oficial. Esta última semana y durante tres días (martes, miércoles y jueves) se reunieron en la capital europea los directores de armamento de los ministerios de Defensa de los 27 acompañados de su homólogo estadounidense. Las reuniones (hubo varias, en la OTAN y en el Consejo de la UE), sirvió para hacer balance del material militar entregado hasta ahora a Ucrania, de la capacidad de la industria militar europea y estadounidense para reponerlo y de cómo están los arsenales militares, porque empieza a haber agujeros.

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