Cientos de presas hidroeléctricas construidas y propuestas pueden dañar la vida en la Amazonia atrapando el flujo de nutrientes y modificando el clima desde Centroamérica hasta el Golfo de México.
Estos hallazgos, publicados en Nature, surgen de una colaboración internacional multidisciplinaria de investigadores de diez universidades, dirigida por científicos de la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos.
Para satisfacer las necesidades energéticas, los planes de desarrollo económico de Sudamérica han propuesto 428 presas hidroeléctricas, 140 actualmente construidas o en construcción en la cuenca amazónica, la red más grande y compleja de canales fluviales del mundo, que mantiene la mayor biodiversidad de la Tierra. Los ríos y bosques circundantes son la fuente del 20 por ciento del agua dulce del planeta y los ingredientes valiosos utilizados en la medicina moderna.
Aunque se ha justificado la creación de estas represas hidroeléctricas para proporcionar energía renovable y evitar las emisiones de carbono, se ha prestado poca atención a las perturbaciones de los diques presentes en las llanuras de inundación del Amazonas, las selvas tropicales, la costa noreste de Sudamérica y el clima regional.
Los ríos de la cuenca amazónica se mueven como una danza, intercambiando sedimentos a través de distancias continentales para llevar nutrientes a "un mosaico de humedales", explica en un comunicado el autor principal del estudio, Edgardo Latrubesse, geógrafo de UT Austin y profesor de Medio Ambiente. Los sedimentos transportados por los ríos proporcionan nutrientes que sustentan la vida silvestre, contribuyen a los suministros alimentarios regionales y modulan la dinámica de los ríos, lo que resulta en un alto hábitat y diversidad biótica para organismos acuáticos y no acuáticos.
"La gente dice otra presa, otro río. No lo es, es el Amazonas -afirma Latrubesse, afiliado al Instituto Teresa Lozano Long de Estudios Latinoamericanos-. Tenemos que poner los riesgos sobre la mesa y cambiar la manera en que la gente está mirando el problema, estamos destruyendo masivamente nuestros recursos naturales y el tiempo nos insta a encontrar algunas alternativas racionales para la preservación y el desarrollo sostenible".
En el estudio, Latrubesse y sus colaboradores presentaron el Índice de Vulnerabilidad Ambiental de la Presa (DEVI, por sus siglas en inglés), que fue desarrollado para determinar los impactos actuales y potenciales de las presas sobre los ríos y sus ecosistemas en la cuenca del Amazonas. Los valores de DEVI cuantifican en una escala de 0 a 100 la vulnerabilidad de un área al potencial cambio del uso de la tierra, la erosión, la contaminación de la escorrentía, el sedimento atrapado y los cambios totales en los sistemas de río debido a las presas.
Muchas represas ubicadas en áreas de alto rendimiento sedentario
"No tener un enfoque integrado es negar cómo funciona la naturaleza en la cuenca del Amazonas", dice el coautor del estudio Víctor Baker, profesor de Hidrología y Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Arizona, Estados Unidos. "Nuestro papel es mostrar cómo obra la naturaleza y que la naturaleza está integrada", afirma. Los investigadores descubrieron que muchas de las represas existentes están ubicadas en áreas de alto rendimiento sedimentario, como la Cordillera Andina, que proporciona más del 90 por ciento del sedimento detrítico a todo el sistema.
Los ríos Marañón y Ucayali son los más vulnerables en esta área (DEVI de 72 y 61, respectivamente), con 104 y 47 represas planeadas o construidas en cada río, respectivamente. Los investigadores estimaron que entre el 68 y el 80 por ciento de la superficie de la represa más baja prevista en estos ríos permanecerá desprotegida de la influencia de la represa, modificando la dinámica de los ríos, alterando la creación de lagos y meandros y disminuyendo las inundaciones y la sedimentación. Miles de especies de aves, peces y árboles están en riesgo.
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El río Madeira, que representa cerca de la mitad del sedimento total del sistema del Río Amazonas transportado desde Bolivia y Perú y es el hogar de la población de peces más diversa en el Amazonas, tiene los valores más altos de DEVI (mayores de 80) y se enfrenta a riesgos extremos por potenciales cambios del uso de la tierra, la erosión, la contaminación por escorrentía y el sedimento atrapado. Aquí se construyeron dos grandes presas, las represas de Santo Antônio y Jiaru, lo que provocó una disminución del 20 por ciento en la concentración media de sedimentos en Madeira a pesar de las inundaciones inusualmente altas en 2014 y 2015.
Los investigadores esperan que una mayor cantidad de sedimentos ricos en nutrientes pronto quedarán atrapados por el efecto de atrapamiento adicional de 25 presas previstas más aguas arriba. Otros ríos grandes en las tierras altas centrales de Brasil también están siendo afectados, según los investigadores. La investigación del río Tapajós, donde aún no se ha interrumpido directamente el caudal principal, se han construido recientemente 28 presas en sus principales afluentes, mostrando que el río y sus principales afluentes serán retenidos si los promotores avanzan con las 90 presas propuestas y la deforestación continúa a su ritmo actual.
"La dimensión de los impactos puede ser no sólo regional, sino también a escala interhemisférica -alerta Latrubesse-. Si se construyen todas las presas previstas en la cuenca, su efecto acumulativo provocará un cambio en los sedimentos que fluyen al Océano Atlántico que pueden obstaculizar el clima regional".
Cientos de presas hidroeléctricas construidas y propuestas pueden dañar la vida en la Amazonia atrapando el flujo de nutrientes y modificando el clima desde Centroamérica hasta el Golfo de México.