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Cuatro claves sobre el referéndum escocés

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Edu Granados (Edimburgo)

El referéndum escocés ha revolucionado la situación política en el Reino Unido. En los próximos meses se abren dos grandes interrogantes: el futuro del Partido Nacionalista Escocés, ante la anunciada dimisión de su líder, Alex Salmond, y los movimientos de Londres, donde veremos si David Cameron cumple sus promesas de cesión de poderes al pueblo escocés, atendiendo también posibles peticiones de Gales e Irlanda del Norte. Todo esto con una Escocia más despierta que nunca, en la que no se ha terminado de digerir el referéndum y ya se piensa en la elecciones presidenciales del año que viene. Abróchense los cinturones.

1. El peso de las promesas

14 de las 16 encuestas previas al referéndum vaticinaban una victoria del No. Así fue: ganó la unión. 55%-45% con una participación histórica del 84% del electorado. Los analistas atribuyen estos resultados a las promesas de los políticos del frente unionista (conservadores, laboristas y liberal-demócratas) lanzadas al pueblo escocés a última hora. De los 32 consejos municipales en los que se divide Escocia, 28 votaron 'no', mientras que tan solo cuatro dijeron 'sí' a la independencia.

Como se esperaba, los votos favorables se repartieron entre las poblaciones más pobres, mientras que el 'no' se impuso en las zonas más adineradas. En cuanto a las ciudades, destaca Glasgow (con un 11% del electorado) que se erigió como fortín independentista con seis puntos de diferencia, si bien fue la región de Escocia con menos participación (75%). Dundee registró la victoria más holgada de los independentistas (57%-43%). El 'no', en cambio, se hizo fuerte en grandes ciudades como la capital, Edimburgo (61%-39%), Fife (45%-55%) y la ciudad petrolera de Aberdeen (59%-41%). En Stirling, la región donde William Wallace se enfrentó a los ingleses hace cientos de años, ganó el 'si' por 20 puntos de diferencia.

Según el profesor de políticas de la Universidad de Edimburgo Charlie Jeffrey, no hubo una excesiva lealtad a los partidos en la votación: “Hemos visto resultados favorables al 'sí' en lugares laboristas como Glasgow y North Lanarkshire, mientras que en baluartes independentistas como Angus y Perthshire ha ganado el 'no”.

Repasando las edades de los votantes en ambas opciones, destaca, como preveían las encuestas, el apoyo de los mayores de 65 años: se supone que el 73% votó 'no'. Al igual que las mujeres: 56% optaron por la unión. Del otro lado, un 48% de los jóvenes de entre 18 y 24 años votaron 'sí', lo mismo que hicieron el 59% de los escoceses de entre 25 y 34 años.

2. El futuro de Cameron

El primer ministro británico, David Cameron, sale vivo del referéndum escocés. Podría no haber sido así: su dimisión era un secreto a voces en caso de victoria independentista. Con todo, le queda mucha tarea por hacer. Lo primero: cumplir su palabra y otorgar más poderes al pueblo escocés, como prometió durante la recta final de campaña en caso de que ganara el 'no'. Y así ha sido.

En la comparecencia del viernes por la mañana ante la residencia oficial de Downing Street, en Londres, el presidente anunció el nombramiento de Lord Smith of Kelvin como encargado de controlar el proceso de devolución de competencias en materia de gastos, impuestos y política social. La reforma legislativa se espera antes de las elecciones generales que se celebrarán en mayo de 2015. Así, el Gobierno británico publicará a finales de octubre un documento con propuestas que será cuestionado hasta noviembre, cuando se presentarían en Westminster las iniciativas planteadas. La fecha límite, prometida por Cameron, es enero, cuando se publicará un borrador de un nuevo Estatuto de Autonomía de Escocia para que la Cámara de los Comunes lo vote.

Aunque no solo los escoceses piden más competencias. También Gales, Irlanda del Norte y diferentes ciudades de Inglaterra se han sumado a esta petición que obligará al Gobierno británico a realizar una reforma territorial más justa. No será fácil: los tories de Londres no están tan dispuestos a ceder competencias y el frente de conservadores, laboristas y liberal-demócratas que prometieron dicha reforma parece estar cada vez más separado.

3. El día después del nacionalismo escocés

“Mi tiempo ha terminado, pero para Escocia la campaña continúa y el sueño nunca debería morir”, proclamó Alex Salmond en su discurso de dimisión. El proceso independentista iniciado por él mismo no logró la victoria en las urnas pero ha conseguido presionar las teclas adecuadas despertando reacciones en Londres que juegan a su favor. Con un nuevo panorama político en Escocia, muchos se preguntan quien retomará la hoja de ruta del SNP. Las miradas se dirigen a la vice primera ministra, Nicola Sturgeon.

El nombre del sucesor de Alex Salmond se conocerá,en principio, en noviembre, durante la Conferencia Anual del Partido. La persona elegida tendrá el cometido de negociar con Westminster la transferencia de nuevos poderes a Escocia y de redirigir las ambiciones nacionalistas después de la derrota en las urnas.

Partidos políticos escoceses como los verdes o los socialistas esperan verse favorecidos ante un posible periodo de inestabilidad política en el SNP, mayoría en el Parlamento escocés. Además, un conjunto de movimientos sociales como Radical Independence, Women for Independence o el movimiento por el desarme nuclear, todos ellos adyacentes a la campaña separatista, podrían aprovechar para aparecer en la escena política escocesa después de su gran acogida durante estos dos años de campaña.

4. ¿y los ciudadanos?

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La situación del pueblo escocés hoy es muy distinta a la de hace dos años, cuando comenzó el debate sobre la consulta. Escocia ha demostrado ser un ejemplo de limpieza democrática ante toda Europa. Muchos se preguntan cómo han podido convivir los partidarios del 'sí' y del 'no' sin ningún tipo de problema. Aunque, con los resultados del referéndum confirmados, bien puede comprobarse una división de las voluntades entre sus ciudadanos.

Los escoceses afirman que el debate sobre el referéndum ha saneado la imagen de la política en la sociedad. En los días previos al referéndum, muchos voluntarios aseguraban que, “fuese cual fuese el resultado final”, estaban decididos a participar en un partido político. Ahora, los escoceses de a pie se sienten escuchados y cuentan con herramientas para formar parte del juego político. Por eso no hay una sensación de derrota en la campaña del 'sí', a pesar de haber perdido por más de lo esperado.

También influye el hecho de que la ambición independentista en Escocia no se trate, en la mayoría de los casos, de una reivindicación cultural o patriótica. El pasado jueves, a las puertas de un colegio electoral, un votante decía: “Los escoceses ya nos sentimos escoceses. ¿Para qué íbamos a votar por ello?” Es ese carácter de reivindicación democrática en la independencia escocesa lo que ha hecho que la política se acerque al ciudadano.

El referéndum escocés ha revolucionado la situación política en el Reino Unido. En los próximos meses se abren dos grandes interrogantes: el futuro del Partido Nacionalista Escocés, ante la anunciada dimisión de su líder, Alex Salmond, y los movimientos de Londres, donde veremos si David Cameron cumple sus promesas de cesión de poderes al pueblo escocés, atendiendo también posibles peticiones de Gales e Irlanda del Norte. Todo esto con una Escocia más despierta que nunca, en la que no se ha terminado de digerir el referéndum y ya se piensa en la elecciones presidenciales del año que viene. Abróchense los cinturones.

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