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"Debería ponerse sobre la mesa el debate sobre la licitud de que países como España contribuyan de manera indirecta a la guerra de Yemen"

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“Yemen es un país al que hemos desatendido. Ha hecho falta que dijeran que es la mayor catástrofe humanitaria para que se empezase a hablar de él”, sostiene Leyla Hamad, investigadora de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y miembro del Panel Oriente Próximo y Norte de África de la Fundación Alternativas.

“Las bombas vendidas a Arabia Saudí son de alta precisión y no se van a equivocar matando a yemeníes", afirmaba la portavoz del actual Gobierno socialista a mediados del mes de septiembre. Se tambaleaba así entre la prohibición de suministro de armas para perseguir el cumplimiento ético de las políticas exteriores y el beneficio económico de las relaciones comerciales con un país como Arabia Saudí, que vulnera los derechos humanos y que pertenece a la Coalición que participa en la guerra de Yemen.

Este dilema político sobre qué priorizar pone en una tesitura al Ejecutivo: si finalmente decide cumplir con el compromiso del derecho internacional, asume que perderá votos para las siguientes elecciones; a pesar de que según Hamad fue un anuncio muy aplaudido por parte de un sector de la población española. No obstante, otro no lo aplaudió tanto, pues “hubo muchas presiones pensando que se podía dañar todo el tema de las corbetas de fabricación española”. El argumento de la posibilidad de acabar con los puestos de trabajo, de momento, queda por encima de los valores del partido socialista. Así cita Leyla Hamad el choque de intereses que produce esta situación: a pesar de ello, “debería ponerse sobre la mesa el debate sobre la licitud y la conveniencia de que Europa y otros países contribuyan de esta manera indirecta a la guerra yemení. Frenar el abastecimiento de armas perseguiría un doble objetivo: adoptar un rol activo en el intento por acabar con la guerra, y contribuir a cimentar la confianza y la visión de neutralidad necesaria a la hora de abordar un proceso negociador”. Para ello, recomienda la elaboración de una posición firme que incluya a Gobierno y oposición.

La importancia de la necesidad de mediación para solucionar el conflicto de este país de Oriente Medio radica en los siguientes datos: tiene 22 millones de personas en necesidad de ayuda humanitaria –lo que representa el 76% de la población–, en consecuencia del conflicto en su terreno nacional, que suma tres años y medio. Sin embargo, como señala a infoLibre la investigadora, la opinión pública no sabe mucho sobre lo que pasa allí. Y esto lo han fomentado los medios de comunicación: “No nos han hablado de Yemen: los medios de comunicación no han llegado a contarnos todos los procesos políticos, las guerras…”, denuncia Hamad, en referencia a la escasa cobertura mediática.

La investigadora ha publicado un documento en el think tank Fundación Alternativas –centro de pensamiento, ideas y propuestas progresistas para el cambio político, económico, social y cultural de la sociedad, como se define en su propia página web– donde relata la situación de Yemen, con sus respectivos protagonistas, y la respuesta europea al conflicto. En ese texto, la autora menciona que la Unión Europea ha tenido un papel marginal e incluso inactivo en el proceso de mediación, quizás también porque “Estados Unidos se ha centrado mucho en la cuestión yemení siempre por la misma perspectiva” (el terrorismo y la seguridad internacional), lo que ha influido en la visión de los socios europeos: “Estaban tan obsesionados viendo qué pasaba con AlQaeda o el Estado Islámico que se perdía la imagen completa,” recrimina.

En el memorando, ella propone un rol más activo de la Unión Europea en tres planos: “Por una parte, debe asistir y complementar la mediación de Naciones Unidas. Por otra parte, debe tratar de acercarse a los actores que hasta el momento han estado excluidos de la negociación pero que son parte fundamental del conflicto y lograr que sus demandas y aspiraciones sean escuchadas. Por último, debe comprometerse a frenar el abastecimiento de armas a las distintas partes en conflicto como elemento activo para contribuir al fin de la guerra.”

El texto publicado explica que, a raíz de las direcciones de la UE y Naciones Unidas, se ha creado una alarma: “Alemania, Bélgica, Países Bajos, Suecia, Noruega, Finlandia y Grecia han revisado sus contratos con los países implicados en la guerra y han establecido restricciones parciales o anulaciones totales en la venta de armas”; no obstante, España y después Alemania rectificaron su postura ante el anuncio de recortes en la venta de armas y han reanudado el suministro. ¿Qué pasa si no se cumplen estas directrices iniciadas por Naciones Unidas y el Parlamento? De momento, no se baraja la idea de imponer sanciones a aquellos países que no rescindan sus contratos de exportación, pues, según la entrevistada, las capacidades de los organismos citados son limitadas y es difícil que haya una demostración clara de que se haya “cometido una flagrante violación de derechos humanos” de acuerdo con la normativa.

Leyla Hamad considera que hay que mantener un equilibrio: “En el caso de la ONU, tenemos un proceso de mediación abierto. El nuevo enviado especial para Yemen, Martin Griffiths, no puede presionar mucho porque los resultados pueden ser peores si los dos bandos dan la espalda”.

Proyección internacional

Naciones Unidas ha empezado a señalar a Arabia Saudí. La investigadora asevera que esta organización empieza a redactar informes en los que ya no solo se dice que los huzíes son los malos y que se tienen que retirar, también se está empezando a decir que hay que prestar atención porque Arabia Saudí también está cometiendo violaciones del derecho internacional.

Según la especialista en el conflicto yemení, el interés de Riad es no desprestigiar su proyección internacional, “estos países tienen una persuasión de la lealtad muy elevada, pues igual no necesitan tanto los 400 misiles que les iba a vender España, sino que España esté respaldando. Lo que no pueden permitirse ahora es decir que han perdido un socio o un aliado”. “Es un momento especialmente difícil para Arabia Saudí y Emiratos Árabes porque la opinión pública se les viene encima: en EEUU hay sectores de la población en el congreso que están machacando mucho sobre analizar qué clase de socios tenemos”.

Por su lado, España tiene una relación muy cercana con los saudíes. Ambas monarquías se han unido y han creado “lazos serios”: hemos construido un AVE en este país, menciona.

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La invisibilización del conflicto

Leyla Hamad razona varios motivos por los que Yemen ha sido olvidado por Occidente: “No nos ha interesado mucho, primero porque los intereses que tenemos (desde España) allí son casi nulos. Las relaciones diplomáticas las cortamos en 2011. Y una cosa que me parce importante es el tema de refugiados”.

A través del Mediterráneo, llegan refugiados que tienen como origen Siria. “No existen olas de refugiados yemeníes” que afecten a Europa, “ni imágenes”. Al final, “el tema de los refugiados mueve mucho dentro de la opinión pública”, argumenta. “La incidencia que tienen al exterior es nula: Yemen tiene tres millones y medio de refugiados, pero dos millones y medio son desplazados internos”. Yemen, “rincón olvidado”, es el país más pobre de su área: sus habitantes “ni siquiera pueden salir” de sus fronteras.

“Yemen es un país al que hemos desatendido. Ha hecho falta que dijeran que es la mayor catástrofe humanitaria para que se empezase a hablar de él”, sostiene Leyla Hamad, investigadora de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y miembro del Panel Oriente Próximo y Norte de África de la Fundación Alternativas.

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