¿Por qué deja tantas víctimas el tifón Haiyan?

Néstor Librando, carpintero de 31 años, cuenta que se guareció en un edificio militar con sus dos hijos, de dos y tres años, cuando el tifón Haiyan alcanzó la ciudad costera de Tacloban, capital de la provincia filipina de Leyte. El viento rondaba los 310 km/h, hasta alcanzar una velocidad punta de 330 km/h, mientras que las calles quedaban anegadas por unas lluvias torrenciales. El tifón provocó una marea con olas de entre 3 y 6 metros de altura, que arrasaron la ciudad. Librando luchó durante horas contra la tempestad, antes de verse arrastrado fuera del edificio por el oleaje. El menor de sus hijos se le escapó de los brazos y se ahogó.  

En otro punto de Tacloban, Emily Ortega, de 21 años, embarazada, tuvo que nadar después de que una ola de 6 metros rompiera contra el edificio. Sobrevivió gracias a que se agarró a un poste. Cuando pudo encontrar refugio en el aeropuerto, dio a luz una niña.  

Estos relatos de los supervivientes ilustran la magnitud del desastre causado por el tifón más violento de la historia de Filipinas y, quizás, de la historia. Todavía se ignora el número exacto de las víctimas de Tacloban, una ciudad de 220.000 habitantes. Sin embargo, dada la magnitud de los daños materiales, las autoridades filipinas estiman que hay al menos10.000 fallecidos solo en esta localidad. Hasta el momento, el balance oficial es de 1.744 muertos y de 2.500 desaparecidos, pero estas cifras se quedan cortas: las comunicaciones todavía no han sido restablecidas, los servicios de salvamento aún no han llegado a las zonas más afectadas y al menos hay 600.000 personas desplazadas.  

Pero, ¿por qué ha sido tan dañino el tifón Haiyon? ¿No es posible pronosticar cuál será su recorrido y mitigar, al menos en parte, las consecuencias?  

La depresión que dio origen a la formación del tifón la detectó el 2 de noviembre el Joint Typhoon Warning Center,  en Pohnpei, una isla de Micronesia. La JMA, la Agencia meteorológica japonesa la siguió y la calificó de tormenta tropical, bautizándola como Haiyan el 4 de noviembre. El 6 de noviembre, fue clasificada tormenta de categoría 5 (la más elevada) y supertifón. Varios meteorólogos estimaban entonces que Haiyan representaba una grave amenaza para Filipinas (véase, por ejemplo, el sitio AccuWeather.

La noche del 7 de noviembre, el tifón alcanzó la ciudad de Guiuan, al este de la provincia de Samar, alcanzando una velocidad récord de 315 km/h y la velocidad punta de 375 km/h. Si estos valores, estimados por observaciones vía satélite, se confirman, Haiyan pasaría a ser el tifón que ha alcanzado tierra más violento de la historia. En esos momentos, todos los pronósticos mostraban ya que el tifón pasaría a Tacloban o muy cerca de allí. Las autoridades filipinas prepararon la evacuación de 800.000 personas, que fueron conducidas a edificios públicos más sólidos que sus propias casas: iglesias, escuelas o edificios públicos.  

¿Por qué estas medidas no bastaron? La primera respuesta tiene que ver con la intensidad excepcional de la tormenta. Con independencia de las características todavía desconocidas del tifón, Haiyan se encuentra sin lugar a dudas entre los 20 ciclones tropicales más fuertes que se han formado nunca en la superficie del globo y, posiblemente, ocupe uno de los primeros puestos, por su intensidad. Los supervivientes describen su paso similar al de un Boeing 747 que sobrevuela el tejado de una casa. Consecuencia: incluso los edificios de ladrillo y de mortero elegidos para albergar a los evacuados cedieron.  

La violencia de la tormenta se unió con una situación geográfica desfavorable, según el blog meteorológico del Washington Post.  

De hecho, Tacloban se encuentra en el extremo de una bahía en forma de embudo, en el golfo de Leyte. El epicentro del tifón pasó a algunos kilómetros de Tacloban, de forma que la ciudad quedó expuesta a la peor parte de la tormenta, que devastó el 80% de los edificios. Además, las peculiaridades de la bahía contribuyeron a amplificar el efecto del viento, hasta crear una marea, derivada de la tormenta, que hizo subir el nivel del agua a lo largo de la costa, entre 3 y 6 metros, prácticamente como en un tsunami. Las casas del litoral fueron arrasadas, pero también las construcciones más robustas. “Según me han dicho los habitantes de Tacloban, estaban preparados para el viento, pero no para el agua”, ha explicado René Alemedras, representante del Gobierno filipino.  

Si bien hay numerosas víctimas entre los evacuados a los edificios convertidos en refugios, muchos no hicieron caso a las órdenes de evacuación, al subestimar los riesgos o por temor a los saqueos, por lo que han fallecido en sus propias casas. La ausencia de un poder político central fuerte en Filipinas tampoco ha facilitado las tareas de evacuación.

No obstante, aunque toda la población hubiese respondido a las órdenes de evacuación, los refugios previstos no habrían sido suficientes. En Tacloban, la única solución realmente protectora habría sido llevar a cabo una evacuación masiva a otra región, como la que se hace especialmente en EEUU, cuando se avecinan fuertes tormentas. Así, cuando el huracán Katrina golpeó en 2005 Nueva Orleans, entre el 80% y el 90% de la población había sido evacuada con éxito (pese a todo, la tormenta provocó 1.464 muertos). En octubre pasado, se evitó un desastre con la llegada del ciclón Phailin, que alcanzó la región de Andhra Pradesh, en India. Las autoridades pudieron evacuar a 900.000 personas y el balance se limitó a 44 muertos.

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Sin embargo, el ciclón Phailin era menos violento que Haiyan y parece que llegó debilitado a la tierra. Sobre todo, la geografía de la región era más favorable que en el caso de Tacloban. La ciudad filipina se encuentra en una isla montañosa, de donde es difícil salir con rapidez. Por si fuera poco, la densidad de población de la región de más de 1.000 habitantes por km cuadrado complica todavía más las evacuaciones.  

Si la geografía física y humana de Filipinas los expone a las calamidades naturales, Haiyan no es, ni de lejos, el tifón más mortífero que se conoce. A día de hoy, el que ha causado más víctimas es el ciclón Bhola, que mató del orden de entre 300.000 y 500.000 personas en Bangladesh en 1970. Entre los 35 ciclones más violentos de la historia, la mayoría han ocurrido en Bangladesh o en la bahía de Bengala, en India, China o Japón. Bangladesh es especialmente vulnerable: 150 millones de personas viven en una región situada a prácticamente el nivel del mar. Globalmente, la gravedad de las catástrofes naturales se ve amplificada por una conjunción entre las condiciones meteorológicas, la geografía, la densidad de población, la pobreza y la incompetencia de las autoridades políticas.

Traducción: Mariola Moreno.

Néstor Librando, carpintero de 31 años, cuenta que se guareció en un edificio militar con sus dos hijos, de dos y tres años, cuando el tifón Haiyan alcanzó la ciudad costera de Tacloban, capital de la provincia filipina de Leyte. El viento rondaba los 310 km/h, hasta alcanzar una velocidad punta de 330 km/h, mientras que las calles quedaban anegadas por unas lluvias torrenciales. El tifón provocó una marea con olas de entre 3 y 6 metros de altura, que arrasaron la ciudad. Librando luchó durante horas contra la tempestad, antes de verse arrastrado fuera del edificio por el oleaje. El menor de sus hijos se le escapó de los brazos y se ahogó.  

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