La escisión social en Georgia se agranda tras una semana de protestas europeístas
La escisión social en Georgia se agranda cada vez más al cumplirse este miércoles una semana de protestas y disturbios contra la decisión del Gobierno de congelar las negociaciones de ingreso en la Unión Europea (UE), un tema muy sensible en el espacio postsoviético.
Las luces rotas y las pintadas antigubernamentales en el edificio del Parlamento en el centro de Tiflis traen a la memoria la guerra civil que estalló tras la caída de la URSS (1991-92), que le costó la vida a más de un centenar de personas y provocó posteriormente sangrientos conflictos con las regiones separatistas de Abjasia y Osetia del Sur.
La historia se repite. En este caso el motivo no es la oposición al presidente Zviad Gamsajurdia, sino las controvertidas decisiones adoptadas por un Gobierno que aleja peligrosamente a su pueblo del sueño europeo y lo devuelve a la órbita de Rusia, país con el que Georgia libró una guerra en 2008.
Brecha generacional
Como ocurriera en el Maidán ucraniano -paralelismo hecho por el propio Kremlin-, los jóvenes georgianos son participantes activos en los violentos enfrentamientos que asolan Tiflis y las principales ciudades del país caucásico, aunque los georgianos más adultos, desde médicos a profesores, también salen a la calle a protestar.
"Yo quiero sólo a Europa. Rusia es muy peligrosa, ya nos arrebató el 20% de nuestro territorio", comentó a EFE Salomé, estudiante universitaria que acude cada tarde a las inmediaciones del Parlamento. A lo que el amigo que le acompaña, Saba, añade: "No queremos ser esclavos de Rusia, queremos vivir en la UE".
"Sueño Georgiano, un partido ruso", es uno de los eslóganes preferidos por los manifestantes.
Los jóvenes reconocen que, aunque "el 80% de los georgianos" apoyan la adhesión en la UE, discrepan con sus padres en los métodos. "Mis padres se creen los lemas del partido gobernante sobre que ingresaremos en la UE de manera pacífica y digna. ¿Acaso Georgia puede imponer tales condiciones? Estoy convencida de que debemos cumplir todas las condiciones de ingreso. Por eso, voy cada día a los mítines", comenta Sofico, estudiante de la Universidad Estatal de Tiflis.
Las escuelas se suman
Los escolares no les van a la zaga. Los medios georgianos informan profusamente sobre huelgas totales o parciales en diferentes centros escolares. A su vez, en la ciudad costera de Poti, grupos de estudiantes se dirigieron al edificio del Ayuntamiento con carteles que decían "No a Rusia" o "Queremos una educación europea", al tiempo que cantan el himno nacional.
Frente a una prestigiosa escuela secundaria en la Avenida Rustaveli, a escasa distancia del Parlamento, los manifestantes animan a los escolares a sumarse a las protestas e incluso colgaron una bandera de la UE en un monumento en las inmediaciones.
Eso sí, no todos están contentos, principalmente con que los manifestantes anden por los corredores de los colegios con megáfonos. "Me dirijo al Gobierno. Si no dejan en paz a los niños, nosotros, los padres, nos encargaremos de los provocadores como se merecen", comentó a EFE David.
En la misma línea, Lia considera que, "como mínimo, es muy peligroso, ya que cada acción está desembocando en choques" con los antidisturbios, al tiempo que acusa a los radicales de desacreditar las protestas opositoras.
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Lo que es más peligroso para el Gobierno es que también se ha solidarizado con la oposición el principal banco del país, el Banco de Georgia, que aseguró en una declaración que "no hay alternativa a la integración europea". Además de los edificios gubernamentales, también está pagando un alto precio la moneda nacional, el lari, que ha pasado de 2,9 a 3,5 laris por cada euro.
El turismo georgiano, que se había beneficiado de la llegada de turistas rusos con la mejora de las relaciones con el Kremlin, ya empieza a notar el impacto de las tensiones políticas. Para Sueño Georgiano las protestas son una pesadilla, ya que la economía debía crecer este año un 7-7,5 %, según el Banco Mundial.
La única buena noticia es que esta noche se abren los debates en televisión entre representantes de la oposición y la sociedad civil, y el primer ministro, Irakli Kobajidze, quien aseguró hoy en rueda de prensa que "las autoridades tienen todo bajo control y que no habrá un Maidán".