Miles de personas salieron en la noche del viernes a las calles en Ankara y Estambul para frenar un intento de golpe de Estado en Turquía. Esos ciudadanos respondieron a un llamamiento expreso realizado por el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Una facción del Ejército se sublevó, decretó la ley marcial e intentó hacerse con el control de centros neurálgicos del país, desde el Parlamento hasta la televisión pública estatal. Sobre las 2.00 de la madrugada del sábado (hora española), fuentes de los servicios de inteligencia turcos indicaron que la intentona golpista había fracasado.
Este sábado comenzó la respuesta de las fuerzas leales al presidente Erdogan: más de 2.800 militares fueron detenidos y 2.745 jueces destituidos. Del total de detenidos, 150 golpistas fueron arrestados en el cuartel general del Ejército turco en Ankara, lo que dio por concluida la operación en la sede principal de las Fuerzas Armadas. Entre los arrestados se encuentra el excomandante del Estado Mayor de la Fuerza Aérea turca Akin Ozturk, considerado como uno de los jefes del intento de golpe de Estado, y el número dos del Ejército de Tierra, el general Adem Huduti, apresado en la provincia de Malatya, informa la agencia de noticias oficial, Anatolia.
"Unos 150 conspiradores, presuntos miembros de la Organización Terrorista Fetulá, estaban en el cuartel general del Estado Mayor y en la gendarmería anexa del centro de Ankara", informó la agencia de noticias oficial, Anatolia.
Tres fiscales entraron en el inmueble para recibir la rendición del grupo, entre los que había trece oficiales de alto rango de la Marina, explicó la fuente citada por Anatolia.
Este domingo, el ministro de Justicia turco, Bekir Bozdag, elevó a más de 6.000 el número de personas detenidas por su supuesta relación con el golpe de Estado fallido, según declaraciones recogidas por la cadena turca NTV Haber. Y avisó: "La gran limpieza limpieza continúa".
El papel de Fetulá Gulén
Turquía vivió el viernes de madrugada los momentos más tensos de su historia reciente con la declaración, en torno a las 21.30 del viernes, de un fallido golpe de Estado ejecutado por un grupo de militares contra el Gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan, que responsabilizó del acto a su némesis, el clérigo residente en Estados Unidos Fetulá Gulén, informa Europa Press.
Nadie, sin embargo, ha asumido por el momento la responsabilidad de un levantamiento que ha dejado al menos 265 muertos –17 policías, dos civiles, y un general golpista– y escenas de guerra en Estambul y Ankara, puntos calientes de la fallida asonada. Fuentes médicas apuntan ya más de mil de heridos.
La comunidad internacional mantuvo un incómodo silencio antes de proporcionar, con el presidente estadounidense, Barack Obama, a la cabeza, su apoyo al "Gobierno democráticamente elegido" de Turquía tras la primera comparecencia del presidente Erdogan, siete horas después de que se escucharan los primeros disparos en las calles de ambas ciudades.
La declaración de Obama fue acompañada con la repulsa conjunta emitida por los principales partidos de oposición turcos, incluido el prokurdo Partido Democrático de los Pueblos, acusado por el presidente Erdogan de participar en la guerra que Turquía libra contra las milicias del Partido de los Trabajadores del Kurdistán.
La facción rebelde, que se sepa hasta el momento, estaba formada por más de un centenar de militares, equipados con tanques e incluso un helicóptero de combate que han provocado el pánico entre la población antes de que el presidente turco lanzara –desde una llamada por teléfono móvil– una súplica a la rebelión callejera contra los sublevados.
La llamada de Erdogan, unida al respaldo internacional y el apoyo político interno, reactivó a una población que se daba por convencida del triunfo del golpe en torno a las 23.05 horas, cuando los golpistas tomaron la sede de la cadena estatal TRT, declararon la ley marcial, ratificaron su falsa victoria y anunciaron incluso la apertura de un nuevo proceso constituyente.
Sin embargo, el golpe no ha caído en silencio. A lo largo de la noche se registraron fuertes enfrentamientos en el Parlamento de Ankara –rodeado por tanques sublevados que abrieron fuego, causando graves daños al edificio–, así como en las inmediaciones del aeropuerto de Ataturk y, en lo que parece ser hasta el momento el ataque más sangriento de la noche, contra la sede de las fuerzas especiales en el barrio de Gulbasi, Ankara, donde los golpistas mataron a 17 policías.
Los otros dos fallecidos podrían tratarse nada menos que del jefe de campaña de Erdogan y de su hijo de 17 años, aunque sus identidades no han podido ser verificadas. La cifra total de víctimas se desconoce por ahora. En cualquier caso, tratándose de las primeras horas, es de esperar que sea significativamente mayor, dadas las escenas de gran violencia que han sacudido los principales núcleos urbanos de Turquía.
Incertidumbre, violencia y miedo
El cierre de los puentes del Bósforo y de Fatih Sultan en torno a las 21.30 horas apuntaban lo que comenzaría media hora después. Los residentes de Ankara y Estambul atestiguaron el vuelo a ras de los tejados de aviones y helicópteros de combate y el sonido de varios disparos. El Gobierno turco confirmó el golpe de Estado en torno a las 22.00 horas a través del primer ministro, Binali Yildirim. El presidente Erdogan estaba en esos momentos con su familia, disfrutando de unas vacaciones en la ciudad de Bodrum, en el suroeste del país.
Los golpistas procedieron a tomar la sede de la cadena turca TRT, donde emitieron su comunicado. Primero, anunciaron la creación de una junta militar interina, llamada "Consejo de la Paz", garante de una "nueva Constitución" y con la voluntad de "conservar todos los acuerdos internacionales mantenidos hasta el momento" antes de declarar la ley marcial y el toque de queda.
Erdogan hizo su aparición 25 minutos después de esta declaración. Lo hizo a través de un teléfono móvil en una llamada de voz e imagen mediante la aplicación Facetime a la cadena CNN Turk, donde sentó las bases de su mensaje de contraataque que repetiría durante las próximas horas: acusó de la asonada a una "estructura de poder paralela" –la definición que emplea para describir las tácticas de su enemigo Gulen, mientras fuentes cercanas al clérigo desmentían toda participación– y llamó a sus partidarios a combatir a los tanques en las calles antes de anunciar "el máximo castigo para los implicados".
A partir de ahí, violencia. Primero con el ataque efectuado supuestamente por el helicóptero de combate en manos de los golpistas sobre población civil –el helicóptero fue destruido minutos después por un caza de combate–, y a continuación con una operación de los sublevados contra el Parlamento turco en Ankara, bombardeado con proyectiles de tanque.
No sería hasta en torno a las 01.00 de este sábado cuando el presidente estadounidense, Barack Obama, declaró su apoyo incondicional al Gobierno turco, poniendo en marcha una cadena de apoyos seguida por la Unión Europea, España, México, Alemania y más países, mientras partidos de oposición al presidente –republicanos, nacionalistas, y la formación prokurda del HDP– lanzaban un mensaje a favor del sistema democrático en el país y contra el golpe de Estado.
La llegada de Erdogan a Turquía en torno a las 03.00 de la madrugada en un baño de multitudes terminó por desactivar el golpe pero no ha dio ni mucho menos por zanjados los enfrentamientos.
Los testigos siguieron avisando de bombardeos y tiroteos, estos últimos en la plaza Taksim de Estambul, donde unos 30 soldados sublevados se rindieron a la Policía, al tiempo que Erdogan volvía a señalar, ya en suelo turco, al clérigo Gulen y denunciaba haber sido víctima de un intento de asesinato fallido en el hotel de Bodrum, bombardeado poco después de que lo abandonara.
"Proceso de limpieza" en el Ejército
"El Gobierno elegido por el pueblo turco está en disposición de gobernar y va a seguir haciéndolo",
turco proclamó en la breve rueda de prensa que ha ofrecido a su llegada a Estambul.
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Erdogan sostuvo que lo ocurrido es "un acto de traición" de "unos pocos que no han sabido digerir la unidad nacional" y, en lugar de "ser leales a su país", se han decantado por "recibir órdenes de Pensilvania", donde reside Gulen.
"Pagarán un alto precio", avisó y anunció que "decenas" de militares sublevados habían sido detenidos, instando a los restantes a "dar marcha atrás en este error inmediatamente" y entregarse a las fuerzas de seguridad.
Para el jefe de Estado esta asonada ha demostrado la "necesidad" de iniciar "un proceso de limpieza" en las Fuerzas Armadas con el fin de erradicar las "estructuras paralelas", término que suele usar para referirse a los simpatizantes de Gule.
Miles de personas salieron en la noche del viernes a las calles en Ankara y Estambul para frenar un intento de golpe de Estado en Turquía. Esos ciudadanos respondieron a un llamamiento expreso realizado por el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Una facción del Ejército se sublevó, decretó la ley marcial e intentó hacerse con el control de centros neurálgicos del país, desde el Parlamento hasta la televisión pública estatal. Sobre las 2.00 de la madrugada del sábado (hora española), fuentes de los servicios de inteligencia turcos indicaron que la intentona golpista había fracasado.