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Mugabe, de aclamado liberador de Zimbabue a odiado presidente

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El presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, ha dimitido de su cargo este martes y ha puesto fin a 37 años de presidencia, que empezaron con la promesa de la liberación colonial de la antigua Rodesia y tornaron en constantes conflictos que han imposibilitado la estabilidad del país, recoge Europa Press.

El tercero de seis hijos, Mugabe nació en 1924 en la aldea de Kutama, al suroeste de la capital, Harare, en el seno de una familia católica. Su padre era ebanista y pertenecían a la etnia mayoritaria en el país —entonces Rodesia—, shona.

Recibió una educación católica por parte de jesuitas y se licenció en Artes en Fort Hare (Sudáfrica), donde coincidió con Nelson Mandela. Posteriormente obtuvo otras licenciaturas en Magisterio, Administración y Derecho.

Pese a que de niño jugaba al tenis, de mayor prefirió el críquet, del que se presentaba como un gran entusiasta. En 1960, con 36 años, regresó de Sudáfrica y comenzó su militancia en el Partido Nacional Democrático como director de propaganda.

Fue arrestado tres meses en septiembre de 1962 y de nuevo un mes en marzo de 1963, tras lo que huyó a Tanzania, desde donde fundó ese mismo año con el reverendo Ndabaningi Shitole la Unión Nacional Africana de Zimbabue (ZANU), que pasó a dirigir como secretario general.

Lucha revolucionaria

Desde entonces, su actividad de lucha revolucionaria por la liberación de Rodesia se intensificó, lo que le llevó en 1964 a prisión acusado de terrorismo. Permaneció diez años entre rejas, durante los que realizó sus estudios de Derecho.

Después de su liberación, en 1974, Mugabe intensificó aún más su actividad de guerrilla y la del ZANU contra el régimen de Ian Smith, que había declarado en 1965 unilateralmente la independencia de Rodesia del Reino Unido y ejercía el poder de una forma racista contra la mayoría negra.

Finalmente, el acuerdo intercomunitario de Londres (1979) puso fin a la guerra, que dejó más de 30.000 muertos, y desembocó en unas elecciones democráticas que dieron mayoría absoluta a Mugabe con un 62,9 por ciento de los votos en 1980. El 18 de abril de ese mismo año se declaró la independencia total de la República de Zimbabue. A partir de ese momento Mugabe no dejaría el poder.

Mugabe se puso al frente de un país conocido como el granero de África. Impulsó la sanidad y la educación, convirtiendo su sistema educativo en uno de los mejores del continente. Construyó escuelas, hospitales y carreteras, fomentó el turismo y consiguió una base económica sólida, basada en la exportación de alimentos.

Expropiación de tierras

Sin embargo, la situación política no se estabilizó. En 1981 comenzó una guerra civil entre el ZANU y el partido opositor Unión del Pueblo Africano de Zimbabue (ZAPU) por el control del país durante la cual Mugabe llevó a cabo paralelamente una limpieza étnica contra los ndebeles que se prolongó cuatro años y en la que murieron unas 30.000 personas.

Con él llegaron también las expropiaciones de tierras. Tras la fundación de Rodesia en el siglo XIX por el británico Cecil J. Rhodes, se expulsó a la población negra de sus propiedades, que se dieron a los colonos blancos. Tras la independencia de Zimbabue, los blancos poseían el 70 por ciento de las tierras de cultivo, a pesar de que solo representaban el uno por ciento de la población.

Mugabe comenzó el proceso contrario para devolver las tierras a la población negra, pero derivó en un fenómeno violento contra los terratenientes blancos y las propiedades se repartieron por relaciones de amiguismo con el presidente. El propio Mugabe se adjudicó cinco fincas y construyó en una un palacio residencial conocido como Graceland, el mismo nombre que tiene la mansión de Elvis Presley.

La crisis económica se agravó entonces por la concentración de la riqueza y la falta de criterio de los nuevos propietarios para la explotación de algunas de estas tierras.

En el cargo a pesar de todo

En 1987, la ahora Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF) y el ZAPU se reconciliaron y Mugabe consolidó su poder al ser reelegido en las elecciones de 1990. Seis años después contrajo matrimonio con su actual esposa, Grace, conocida por llevar un tren de vida de ostentoso lujo, en una boda a la que acudieron 12.000 invitados.

En las elecciones posteriores, la sombra del fraude electoral ha enturbiado las victorias de Mugabe, aunque el mandatario seguía contando con gran apoyo y participación en las áreas rurales.

Desde el año 2000 la situación del país ha caído en picado. La represión y la crisis económica han llevado a Zimbabue a perder gran parte de la inversión extranjera y se estima que unos 5 millones de zimbabuenses se han desplazado a Sudáfrica.

Sin embargo, Mugabe parecía seguir en forma y en 2013 fue reelegido con el 61,9 por ciento de los votos. La represión a políticos y activistas de la oposición le han valido la imposición de sanciones por parte de la Unión Europea y Estados Unidos, además de la pérdida de los títulos honoríficos que la comunidad internacional le había otorgado.

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A sus 93 años, Mugabe abandonó su idea de presentarse a la reelección en los próximos comicios de 2018, en favor de un traspaso de poderes —supuestamente a la primera dama—. El pasado 8 de noviembre Mugabe destituyó al que hasta entonces era su vicepresidente, Emmerson Mnangagwa, lo que prendió la mecha a una crisis política irreversible.

Este movimiento se interpretó como el paso previo para traspasar el poder a Grace Mugabe y perpetuar a su familia y círculo más estrecho de aliados. El propio ZANU-PF se manifestó totalmente en contra de esta decisión unilateral y promovió una moción para pedir la dimisión de Mugabe. Desde la semana pasada, las protestas se han sucedido en las calles y las Fuerzas Armadas han tomado el control de las instituciones.

Este martes, ante la presión ejercida por el Ejército y el partido, el que ha sido el presidente más longevo del mundo, ha dimitido de su cargo tras 37 años de mandato que abrirán un nuevo período en Zimbabue.

El presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, ha dimitido de su cargo este martes y ha puesto fin a 37 años de presidencia, que empezaron con la promesa de la liberación colonial de la antigua Rodesia y tornaron en constantes conflictos que han imposibilitado la estabilidad del país, recoge Europa Press.

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