Las mujeres de Kuwait impulsan su propio #Metoo

2

Justine Clement (Orient XXI)

A fines de enero de 2021, tras haber sido perseguida por un hombre en un automóvil, la bloguera Ascia al-Faraj denunció en una red social el acoso sexual que sufrió. Unas semanas más tarde, el asesinato de una joven liberó la palabra de las mujeres en Kuwait, foco de un movimiento feminista sin precedentes en la región.

Cuando denunció en la red social Snapchat el “problema” que tuvo con un conductor que la había acosado mientras manejaba, la célebre bloguera Ascia al-Faraj seguramente no imaginaba que estaba impulsando un movimiento inédito. Gracias a su notoriedad en las redes sociales –más de 2,6 millones de abonados–, al-Faraj enseguida dio en el blanco y su mensaje fue retomado principalmente por la cuenta de Instagram @lan.asket (No me callaré). Creada el 28 de enero de 2021 por la médica kuwaití Shayma Shamo, en poco tiempo la cuenta reunió más de 60 testimonios y 17.700 abonados. Ese movimiento cobró impulso luego del asesinato de Farah Akbar. El 19 de abril de 2021, cuando se encontraba con su hermana en un automóvil, Farah Akbar fue secuestrada por un hombre que unas horas más tarde tiró su cuerpo apuñalado frente al hospital Al-Adan. La víctima había hecho una denuncia contra él diez días antes por acoso y amenazas de muerte. Mientras espera su juicio, el hombre, que reconoció el homicidio de la joven, fue liberado bajo fianza.

“Necesitamos encontrar una manera de denunciar el acoso sexual del que somos víctimas. Es una etapa necesaria para este país”, explica Ascia al-Faraj. Aunque el código penal kuwaití criminaliza cualquier acto de violencia, varios testimonios publicados en las redes sociales se quejan de la atención insuficiente brindada en los casos de acoso sexual, en los cuales las autoridades desalientan a la víctima a hacer la denuncia, ya que podría “empañar el nombre de su familia”.

La culpabilización de las víctimas

Los testimonios con el hashtag #lan_asket indican que la denuncia del acoso sexual se ve obstaculizada por la omnipresente culpabilización de las víctimas. Aquellas que se atreven a hablar del tema con sus allegados observan que la atención no se concentra en el agresor sino en la agredida, a quien suelen preguntarle cosas como: “¿Qué llevabas puesto?”, “¿Por qué estabas en la calle a esa hora?” o “¿Qué actitud tenías con tu agresor?”. Una de ellas relató que tras el acoso sexual que padeció, su padre le aconsejó llevar hiyab.

Este proceso de victimización y de inversión de la culpabilidad –preponderante en muchos países– se ve desacreditado por la diversidad de los perfiles de las víctimas, de cualquier nacionalidad y edad, que en algunos casos llevan jeans y en otros hiyabs y burkas. También varía la situación en la que ocurre el ataque: de día o de noche, las víctimas son perseguidas en auto, agredidas verbalmente en los semáforos o encerradas en los estacionamientos. También se denuncian acosos sexuales en los centros comerciales, lo que rompe con la idea de que las víctimas solas “van hacia el peligro” en lugares aislados. Estos testimonios revelan un problema sistémico de acoso sexual en Kuwait.

Para Shayma Shamo, la creadora de la cuenta de Instagram @lan.asket, la noción de “eib” (vergüenza) con la que crecen las jóvenes en Oriente Medio impide que semejantes situaciones se tomen en serio. Las mujeres también son garantes del honor de su familia y responsables de cierta reproducción social, puesto que les dan nacimiento a los futuros ciudadanos. Ese rol simbólico con frecuencia las compele al silencio, dado que en el imaginario colectivo, sus dificultades personales afectan finalmente al conjunto de la sociedad. Aunque según la Constitución de Kuwait las mujeres son iguales a los hombres y se benefician de un marco legislativo progresista, los fallos que les incumben parecen regirse por prácticas conservadoras sólidamente arraigadas. El divorcio, discrecional para los hombres, debe responder en el caso de las mujeres a criterios específicos, como el abandono o la diferencia de religión.

Según el artículo 153 del Código Penal (“crímenes de honor”), la ley también ofrece una “sentencia más clemente” a los hombres que matan a una mujer por “relaciones sexuales ilegales”. Estas diferencias de tratamiento también son parte de una construcción social particularmente fuerte de la virilidad. Entre los testimonios de la página de Instagram, un solo hombre describe esa presión masculina luego de haber sido víctima de acoso sexual: No sabía cómo decírselo a mi propia familia porque yo era un hombre acosado por otros hombres”.

Retraso en el terreno de la política

Sin embargo, Kuwait representa una excepción política en la península arábiga, donde es considerado el país más abierto y liberal. La mayor parte del poder está concentrado en la familia real al-Sabah, pero la oposición se fortaleció considerablemente con la creación de la Asamblea Nacional (majlis al-umma), en 1960. Ese poder legislativo, que históricamente ha estado en manos de las élites tradicionales y urbanas, se “popularizó” para llegar a las clases medias del país, impulsando el dinamismo de la sociedad civil. La libertad es por cierto evidente si se observa el éxito de la aplicación Club House, donde las personalidades mantienen diálogos con los internautas.

Kuwait también es un precursor de la emancipación femenina en la región. Desde la década de 1950, la educación de las mujeres cuenta con un apoyo importante. Antes de la creación de la Universidad de Kuwait, en 1966, las estudiantes más meritorias eran enviadas a universidades en El Cairo o Beirut. Altamente calificadas, luego se lucían en puestos de responsabilidad. Las kuwaitíes también son beneficiarias de una representación muy moderna e independiente de la mujer en el arte, las series televisivas y los medios de comunicación.

Sin embargo, el terreno de la política todavía sigue retrasado. El país otorgó en 2005 el derecho de voto y de elegibilidad a las mujeres, y en 2009 fueron elegidas las cuatro primeras diputadas a la Asamblea Nacional. A pesar de ese cambio innovador en la región, las mujeres adhieren muy poco a una agenda política feminista. Como en la mayor parte de las sociedades, antes que nada intentan calcar el trabajo de sus colegas hombres para ganar la legitimidad y la credibilidad suficientes. Como explica Mary Ann Tétreault, profesora y especialista de Oriente Medio, la brecha entre los géneros sigue siendo extremadamente visible en el país, y para hacerse escuchar, “las mujeres, en política, se comportan como los hombres […] y se retiran del rol de representantes de su género” (1).

Las últimas elecciones legislativas de diciembre de 2020 confirman una cierta impotencia de las mujeres en política, ya que ninguna diputada fue electa ni reelecta, a pesar de la cifra récord de 29 candidatas. A eso se agrega la heterogeneidad del movimiento de emancipación de las mujeres en Kuwait, surgido en la década de 1950. Los conflictos generacionales y las múltiples corrientes (universal, islámica, poscolonial…) complican la posibilidad de alcanzar una unidad sobre la cuestión de los derechos de las mujeres. Finalmente, la base electoral tribal de otras fuerzas políticas, así como el surgimiento del Movimiento Constitucional Islámico (ICM) –vinculado a la Hermandad Musulmana– durante esas mismas elecciones de diciembre de 2020 no permitieron un avance concreto en materia de libertad individual de las mujeres.

Sin embargo, el asesinato de Farah Akbar cambió el panorama. Cinco diputados solicitaron la creación de una comisión de investigación parlamentaria destinada a examinar y luego sancionar las negligencias de las autoridades competentes en la protección de la víctima. Además, los diputados Osama Al-Shaheen, Al-Saqabi, Al-Mutairi y Al-Matar presentaron un proyecto de ley destinado a abolir el ya mencionado artículo 153 del Código Penal (“crímenes de honor”) que, según Al-Shaheen, “es mal utilizado por algunos criminales”.

Ese artículo apunta a reducir las penas de los culpables de esos actos, porque el comportamiento de la víctima presuntamente casi justificaría su propio asesinato. El pedido de los diputados se hace eco de la campaña Abolish article 153, impulsada desde el año 2015. La Oficina Nacional de Derechos Humanos inició una investigación y asegura querer terminar con este fenómeno de violencia que actualmente afecta a la sociedad kuwaití.

Manifestación frente a la Asamblea Nacional

El 21 de abril de 2021, en una acción destinada a demostrar la magnitud de su movimiento, se reunieron decenas de mujeres frente a la Asamblea Nacional para reclamar más protección. La reciente creación de la Women’s Alliance hace soplar un viento de unidad. El 28 de abril de 2021, la cuenta de Instagram @lan.asket señaló que esa Alianza representa “la integridad de la nación kuwaití”. Compuesta por cerca de veinte organizaciones diversas y otrora divididas, la Alianza exige la creación de una línea telefónica para facilitar las denuncias, la contratación masiva de mujeres policías e incluso el aumento de las penas para los autores de violencias contra las mujeres.

Este nuevo #MeToo kuwaití se inscribe en el movimiento de liberación de la mujer surgido hace casi 70 años. Le aporta un nuevo impuso a través del “feminismo electrónico”, pero se sitúa en la línea de trabajo previa de grandes asociaciones, como Women’s Cultural and Social Society (WCSS) o The Girls Club. También es el resultado de una toma de conciencia de una juventud kuwaití más atenta y más comprometida con estos asuntos sociales que podría generar un verdadero cambio político, sobre todo porque los diputados elegidos son cada vez más jóvenes.

Como en otros países de la península arábiga y más allá, Kuwait parece estar en contradicción entre la imagen de apoyo a la emancipación de las mujeres y la realidad de las violencias que ellas sufren. Sin embargo, es el único país de la región que posee un movimiento de denuncia del acoso sexual, lo cual revela la fuerza y la libertad de la sociedad civil. Al ocupar el espacio público como lo hace actualmente, la sociedad puede esperar un verdadero cambio político para lograr un avance social desde su centro.

(Traducido del francés por Ignacio Mackinze)

El cambio climático en Oriente Próximo desestabiliza a las fuerzas armadas de Estados Unidos

Ver más

Aquí puedes leer el texto original en francés.

Notas

  (1) Mary Ann Tétréault, durante el seminario “MENASource Discussions: Prospects for Kuwait”, organizado por Atlantic Council, 27 de agosto de 2013.

A fines de enero de 2021, tras haber sido perseguida por un hombre en un automóvil, la bloguera Ascia al-Faraj denunció en una red social el acoso sexual que sufrió. Unas semanas más tarde, el asesinato de una joven liberó la palabra de las mujeres en Kuwait, foco de un movimiento feminista sin precedentes en la región.

Más sobre este tema
>