La ONU lanza la batalla por la prohibición de las armas nucleares pese al boicot de las nueve potencias atómicas

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La ONU continúa su avance hacia la erradicación definitiva de las armas nucleares. El pasado miércoles, aprovechando la presencia de numerosos líderes internacionales en la Asamblea General, la organización capitaneada por António Guterres abrió a firma de los Estados el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares, un texto aprobado el pasado mes de julio que prohíbe taxativamente el desarrollo, pruebas, fabricación, uso y posesión de armamento atómico. En pocas horas, el acuerdo, que entrará en vigor tres meses después de que 50 países lo ratifiquen, fue rubricado por más de 40 países miembro. "Es un importante paso hacia el objetivo global de un mundo libre de armas nucleares", señaló Guterres, que calificó el tratado como "el resultado de una creciente preocupación" por el riesgo que plantea la existencia de armamento atómico y las consecuencias humanitarias y ambientales "catastróficas" de su uso.

El último paso dado por Naciones Unidas llega en medio de la escalada de tensión entre Corea del Norte y Estados Unidos. La tirantez entre Washignton y Pyongyang volvió a incrementarse la pasada semana después de que el régimen de Kim Jong-un volviera a sobrevolar Japón con el lanzamiento de otro misil, una prueba que, según el líder norcoreano, "incrementó el poderío bélico nuclear" del país. Declaraciones, recogidas por la agencia estatal KCNA, que fueron respondidas con dureza por el presidente estadounidense, Donald Trump, en su primer discurso ante la Asamblea General de la ONU: "No se puede aceptar que esta banda criminal se arme con misiles nucleares. Tenemos una gran paciencia pero si nos vemos obligados a defendernos o a defender a nuestros aliados, no tendremos otra opción que destruir totalmente a Corea del Norte. Ya es hora de que se dé cuenta de que la desnuclearización es su único futuro posible".

A pesar de las buenas palabras, el secretario general de la ONU se mostró prudente y señaló que todavía es necesario seguir trabajando "duro" para eliminar "todos los arsenales", con "diálogo, alianzas y medidas prácticas". Naciones Unidas es consciente del respaldo que recibió el texto en la Asamblea General del pasado mes de julio. Sin embargo, no pasa por alto que un importante número de Estados ha rechazado tajantemente sumarse al acuerdo. Entre ellos, los nueve países con capacidad nuclear –Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido, Corea del Norte, India, Pakistán e Israel–, que en conjunto poseen casi 15.000 ojivas atómicas, según datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés). "¿Hay alguien que piense que Corea del Norte prohibirá el uso de armas nucleares?", señaló el pasado mes de marzo la embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley, para justificar la posición de su país.

Tampoco se han sumado el resto de países no nucleares de la OTAN. De hecho, el mismo día que se abrió el tratado a firma, el Consejo del Atlántico Norte, máximo órgano de decisión de la organización, emitió un comunicado en el que justificaban su postura alegando que "buscar prohibir" el armamento atómico a través de un texto al que no se van a adherir los Estados que actualmente poseen armas de estas características "no será eficaz, no reducirá los arsenales nucleares y tampoco afianzará la seguridad de ningún país ni la paz y estabilidad internacionales". "Corre el riesgo de lograr lo contrario, creando divisiones y divergencias en un momento en el que un enfoque unido se necesita más que nunca para las amenazas de proliferación y seguridad", señaló la OTAN en el escrito, en el que pidieron a sus socios y aliados que se estén planteando firmar que "analicen seriamente las implicaciones para la paz y la seguridad internacional".

Presiones y boicot de las potencias nucleares

Aunque la cuestión sobre el desarme nuclear definitivo lleva años sobre la mesa, fue el pasado mes de diciembre cuando la ONU decidió pisar el acelerador. Así, dos días antes de Navidad, la Asamblea General aprobó la resolución 71/258, un texto en el que se acordaba celebrar una conferencia en Nueva York del 27 al 31 de marzo y del 15 de junio al 7 de julio "para negociar un instrumento jurídicamente vinculante que prohíba las armas nucleares y conduzca a su total eliminación". Además, se exhortaba a los Estados a que hicieran "todo lo posible" para concertar ese instrumento jurídico vinculante a la mayor brevedad posible. La resolución salió adelante con 113 votos a favor –entre ellos, Corea del Norte–, 35 en contra –Rusia, EEUU, Reino Unido, Israel, Francia y la práctica totalidad de miembros de la OTAN no nucleares– y 13 abstenciones –con China, India y Pakistán al frente–.

El texto definitivo fue sometido a votación el pasado 7 de julio. El acuerdo multilateral recibió el respaldo de dos tercios de la Asamblea General: 122 Estados a favor, uno en contra –Países Bajos– y una abstención –Singapur–. No estuvieron presentes en la conferencia las nueve potencias nucleares. Con excepción de Holanda, tampoco el resto de países de la OTAN que no disponen de armamento atómico. En este rechazo contundente a formar parte del tratado han jugado un papel importante las presiones ejercidas desde EEUU. En octubre de 2016, Washington hizo llegar una carta al resto de miembros de la OTAN en la que les pedía –y así lo hicieron– que votasen en contra de la resolución 71/258 de la ONU que fijaba el calendario para la aprobación del tratado. Presiones que, incluso, se llegaron a individualizar. El pasado mes de agosto el secretario de Defensa estadounidense mandó una carta a su homólogo sueco en la que le avisaba de que la cooperación en materia de defensa entre los dos países se podría resentir si Suecia firmaba el tratado –algo que, efectivamente, se estaban planteando–, según reveló el diario Svenska Dagbladet.

España ya ha anunciado que no firmará o ratificará el acuerdo multilateral porque no pueden salirse de la senda marcada por sus socios de la Organización del Tratado Atlántico Norte. En todos estos meses, el Gobierno de Mariano Rajoy no se ha desviado ni un ápice del guión marcado. Como el resto de miembros de la OTAN, España ni asistió a la conferencia que Naciones Unidas celebró en los meses de marzo, junio y julio ni emitió su voto sobre el tratado. El Ejecutivo conservador rechazó enviar a sus diplomáticos a Nueva York a pesar de que el Congreso de los Diputados aprobó –con la abstención del PP– el pasado mes de junio una proposición no de ley (PNL), presentada por el PSOE, en la que se instaba al Gobierno a "participar activamente" en las reuniones de Naciones Unidas. Ahora, dos meses después, los socialistas han vuelto a registrar otra PNL en la que exigen al ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, que explique por qué se desoyó el mandato de la Cámara Baja.

Prohibición definitiva

El Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares es un texto contundente que se articula alrededor de 20 artículos. Establece que todos los Estados parte se comprometen a no desarrollar, ensayar, producir, fabricar, adquirir, poseer o almacenar armamento atómico, así como a no "usar o amenazar con usar armas nucleares" ni tampoco a transferir o recibir la transferencia de esta clase de arsenales. Además, cada país firmante que tenga armamento atómico propio o de otro Estado pero en territorios bajo su jurisdicción tendrá que eliminarlo "lo antes posible". Así mismo, los Estados se comprometen a proporcionar asistencia –incluida atención médica, rehabilitación y apoyo psicológico– a todas aquellas personas bajo su jurisdicción afectadas por el uso o el ensayo de armas nucleares y a adoptar las medidas "necesarias y adecuadas" para restaurar el medio ambiente en las zonas contaminadas.

Para Xavier Bohigas, investigador del Centro Delàs de Estudios por la Paz, el acuerdo supone un paso de gigante que va mucho más allá del Tratado de No Proliferación (TNP) y de los diferentes tratados de prohibición de ensayos nucleares. "En este caso, se prohibe tajantemente la utilización y la posesión de armamento atómico, mientras que el TNP, aunque limita el acceso a estos arsenales y recoge la reducción de los mismos, establece que hay Estados que pueden tenerlos. Hasta el momento, nunca ha habido un acuerdo de prohibición", explica Bohigas en conversación telefónica con infoLibre. El investigador celebra, sobre todo, que el texto aprobado y abierto a firma sea "escueto y claro", sin "demasiadas ambigüedades". "¿Incluye mecanismos de control? Evidentemente. ¿Podrían ser mejores? Seguro. Pero vamos, no creo que el problema sea este", completa.

Pero, ¿le resta fuerza la no adhesión de las potencias nucleares? Bohigas cree que no. En este sentido, el miembro del Centro Delás de Estudios por la Paz sostiene que el "primer paso importante" es que exista dicho tratado y que lo respalden un buen número de países. "Esto crea presión sobre el resto de Estados que no se han adherido, porque se va generando una opinión a nivel mundial en contra de las armas nucleares que les deja fuera", detalla el investigador. Eso fue justo lo que pasó, añade, en los acuerdos internacionales sobre prohibición de armas químicas o minas antipersona. "En este último caso –apunta–, siempre se pensó que nunca se unirían aquellos países que fabricaban esta clase de bombas. Y al principio fue así. Sin embargo, esa lista se ha ido reduciendo en los últimos años", sentencia Bohigas.

15.000 ojivas nucleares en nueve países

Las nueve potencias atómicas –EEUU, Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte– poseían a comienzos de año 14.935 cabezas nucleares, según el análisis anual que publicó el pasado mes de julio el Instituto de Estudios para la Paz de Estocolmo. De ellas, 4.150 se encuentran montadas ya en misiles, 5.275 operativas pero sin ensamblar y 5.510 a la espera de desmantelamiento. Por tanto, el número de cabezas atómicas operativas se situaba a comienzos de año en 9.425. Si bien la cifra de ojivas se ha reducido respecto a 2016 –a comienzos de ese año había en el mundo 15.395, sumando las tres categorías descritas anteriormente–, estos países han seguido incrementando su inversión en armamento nuclear. "Todos los Estados poseedores de armas atómicas están en proceso de modernizar sus arsenales", relataba el SIPRI.

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Distribución de cabezas nucleares en el mundo. Fuente: SIPRI

El 93% de cabezas nucleares en el mundo, unas 13.800, están en manos de Rusia –7.000, de las que 4.300 están operativas y el resto en proceso de desmantelamiento– y Estados Unidos –6.800, de las que están listas para su uso unas 4.000–. El 7% restante se lo reparten entre Francia –300 ojivas (290 operativas)–, China –270, todas ellas operativas–, Reino Unido –215 armas atómicas, operativas en su totalidad–, Pakistán –entre 130 y 140, todas operativas pero ninguna montada todavía en misiles–, India –entre 120 y 130 cabezas, todas listas para su uso pero todavía sin ensamblar–, Israel –80 ojivas dispuestas para ser montadas en cohetes– y Corea del Norte –entre 10 y 20, aunque el SIPRI desconoce cuántas pueden estar preparadas para su uso–.

La ONU continúa su avance hacia la erradicación definitiva de las armas nucleares. El pasado miércoles, aprovechando la presencia de numerosos líderes internacionales en la Asamblea General, la organización capitaneada por António Guterres abrió a firma de los Estados el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares, un texto aprobado el pasado mes de julio que prohíbe taxativamente el desarrollo, pruebas, fabricación, uso y posesión de armamento atómico. En pocas horas, el acuerdo, que entrará en vigor tres meses después de que 50 países lo ratifiquen, fue rubricado por más de 40 países miembro. "Es un importante paso hacia el objetivo global de un mundo libre de armas nucleares", señaló Guterres, que calificó el tratado como "el resultado de una creciente preocupación" por el riesgo que plantea la existencia de armamento atómico y las consecuencias humanitarias y ambientales "catastróficas" de su uso.

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