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Steve Bannon, el padrino de la ultraderecha que confía en Vox

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Aunque su nombre vuelve a resonar con fuerza, su figura lleva tiempo ocupando portadas. Steve Bannon (Norfolk, Virginia, 1953) viaja con una pesada mochila a sus espaldas. En ella guarda una trayectoria que da sentido a sus aspiraciones ahora en territorio europeo. La voz del exbanquero de Goldman Sachs, que comenzó a ganar relevancia pública de la mano de Donald Trump, aspira a soldar una extrema derecha europea en pleno auge.

La popularidad del también exmarine creció al calor de la web de noticias Breitbart News, un portal vinculado a la ultraderecha que Bannon comenzó a dirigir en el año 2012, después del fallecimiento de su fundador, Andrew Breitbart. La página web, autoproclamada como plataforma de la conocida como alt right o derecha alternativa –ampliamente analizada por el investigador Marcos Reguera en este artículo–, fue decisiva en la campaña a favor de Donald Trump. El sitio digital, marcado por una línea supremacista blanca, supuso el trampolín de Bannon hacia una colaboración estrecha con el líder norteamericano, cuya relación precipitó a su vez el fin de la dirección del estratega al frente de la página web.

Bannon fue determinante como asesor estratégico en la campaña del presidente estadounidense. Tras su apuesta decidida por un candidato por el que nadie apostaba, Bannon se ganó la confianza de Trump, quien con su llegada al poder le nombró asistente permanente en las reuniones del Consejo de Seguridad Nacional, en enero de 2017, desatando un tsunami de reacciones internas y externas. Aquello duró poco. En abril, el presidente de EEUU desplazaba a Bannon de su lugar en el organismo, y aunque lo mantenía como asesor, su papel en la Casa Blanca terminó definitivamente en el mes de agosto.

Con la expiración de su carrera política dentro del Gobierno tuvieron que ver los sucesos en Charlottesville, Virginia, cuando un neonazi arrolló a varias personas que participaban en una marcha antifascista, acabando con la vida de una de ellas. El vínculo: Trump condenó entonces la violencia de ambas partes, levantando así ampollas entre la oposición y la opinión pública. Aquella afirmación se gestó supuestamente en la cabeza de Steve Bannon. Todos los dedos le señalaron y exigieron su cese. Aunque Bannon siempre afirmó que él mismo llevaba tiempo tejiendo su renuncia, el hecho es que se cerraba así su etapa entre las paredes de la Casa Blanca. Un final de todo menos cordial, en parte también como consecuencia de las declaraciones de Bannon en el libro Fire and Fury, de Michael Wolf, contra Trump, su familia y su Administración. Aquello provocó la reprobación inmediata del presidente y la ruptura definitiva de la alianza.

Pero no fue una despedida de la trinchera política. El estratega enseguida adivinó una oportunidad en un personaje que, de nuevo, hizo saltar las alarmas de la política global: Jair Bolsonaro. Bannon prestó ayuda al ahora presidente de Brasil en su campaña de cara a las elecciones que se celebrarían en el país en octubre de 2018. Y tuvo éxito. Ahora, y después de varios años con la sombra de la ultraderecha acechando en territorio europeo, Steve Bannon da un salto de continente. Con las elecciones europeas a la vuelta de la esquina, el próximo 26 de mayo, su nombre resurge con el propósito de impulsar una "revolución populista" en el continente.

Aterrizaje en Europa

De su retorno a la primera línea del juego político se hizo eco el diario El País, a través de una entrevista publicada el pasado lunes 25 de marzo. En ella, Steve Bannon habla de su relación con Viktor Orbán –primer ministro de Hungría– o Matteo Salvini –vicepresidente de Italia–, a quienes considera "los políticos más importantes hoy en Europa".

Su idilio con Salvini surge, de nuevo, en un contexto de campaña electoral. "Los partidos tradicionales perdieron la tracción", comenta respecto a los comicios italianos celebrados en marzo de 2018, "rompieron el viejo paradigma de izquierda-derecha". Precisamente en Italia sitúa Bannon el germen de lo que considera una "revolución populista" inminente. A finales del pasado año, el estadounidense viajó al país para tejer un flamante proyecto europeo de cara a las elecciones europarlamentarias, que tendrán lugar en mayo de este año. "Si aquí funciona la revolución, Italia estará en el centro de la política mundial", dijo el septiembre pasado en la capital italiana. Para entonces hacía algo más de un año del nacimiento de The Movement, una suerte de red de alianzas de extrema derecha entre varios líderes europeos, con sede en Bruselas y registrada oficialmente por Mischaël Modrikamen, presidente del Partido Popular Belga.

"Las próximas elecciones europeas serán muy excitantes, habrá un gran choque de trenes entre los europeístas tipo Macron y aquellos que defienden naciones independientes", auguraba el pasado año Bannon. Y añadía: "Los movimientos populistas y nacionalistas de derechas ganarán. Van a gobernar. Se verán Estados-nación, cada uno con sus propias identidades y fronteras". A dos meses de los comicios, el estratega estadounidense trata de pisar con firmeza para dinamitarlo todo, aunque no son pocas las miradas que observan con recelo y descrédito sus tentativas.

El abrazo a Vox

Y en esa hoja de ruta España parece tener un papel clave. El norteamericano maniobra con la mirada puesta sobre la extrema derecha en el país, especialmente en el partido liderado por Santiago Abascal. "Están cerca de Bolsonaro y Salvini. Los detalles cambian en cada país, pero la filosofía es la misma: llevar la toma de decisiones cerca de la gente, soberanismo, seguridad y economía. La victoria de Vox es que ya ha trasladado su conversación al resto de la derecha: partidos como Ciudadanos y PP ya hablan como ellos. A eso lo llamo colocar el producto", afirma en su entrevista con El País.

En su agenda está viajar a España en los próximos días, precisamente para iniciar conversaciones con los ultra, de quienes reitera que "lo más importante que han hecho hasta ahora es empujar a los partidos de centro derecha a un discurso populista, nacionalista y soberanista". El viaje lo confirmó el propio Bannon en una rueda de prensa celebrada en Roma el pasado martes. Durante aquella intervención insistió en su intención de colaborar con "diez o doce partidos", entre ellos el de Santiago Abascal, el equipo de Viktor Orbán o Alternativa para Alemania (AfD).

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Una dinámica que no brota de la nada, sino que bebe de todo un proceso de fermentación previo, como ya advertía el diario Mediapart–socio editorial de infoLibre– en septiembre del año pasado. El 7 de marzo de 2018, en Zúrich, se reunió con Alice Weidel, líder de AfD y Christoph Blocher, cabeza de la Unión Democrática de Centro (UDC), partido gubernamental antiinmigración. El 9 de marzo en Lille, en el Congreso del Frente Nacional, lanzó a su audiencia: "Dejad que os llamen racistas, xenófobos, nativistas. Llévadlo como una insignia de honor porque, cada día que pasa, somos más y más fuertes, mientras ellos se hacen más débiles". En abril, viajaba a Budapest para celebrar la reelección del primer ministro Viktor Orbán y en julio, en Londres, se entrevistó con las figuras de la derecha radical europea.

Para Bannon, quien además admitió haber iniciado sus contactos con Vox hace aproximadamente dos años, en verano de 2017, el partido español es "la demostración clara, más que cualquier otro partido, de cómo se puede pasar de tener cero influencia a jugar un papel importante en un país". Las elecciones, afirma, "están en sus manos" y pueden "conseguir un resultado asombroso en España".

La influencia real de Steve Bannon es objeto de debate entre analistas y expertos. Genio del mal o simple pieza de un fenómeno político-social en crecimiento, lo cierto es que Bannon aspira a convertirse en el nexo que conecte a la derecha más dura con el objetivo de calar en las instituciones. Las elecciones españolas serán un examen, antesala de la convocatoria europea y una cita que el estratega observa con lupa.

Aunque su nombre vuelve a resonar con fuerza, su figura lleva tiempo ocupando portadas. Steve Bannon (Norfolk, Virginia, 1953) viaja con una pesada mochila a sus espaldas. En ella guarda una trayectoria que da sentido a sus aspiraciones ahora en territorio europeo. La voz del exbanquero de Goldman Sachs, que comenzó a ganar relevancia pública de la mano de Donald Trump, aspira a soldar una extrema derecha europea en pleno auge.

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