El presidente estadounidense, Donald Trump, ha planteado una serie de medidas para fomentar el trabajo que incluyen una revisión de las ayudas en forma de bonos de comida que podrían perder este año hasta 750.000 adultos sin discapacidades.
El objetivo es animar a los adultos sin impedimentos físicos o mentales a trabajar y dejar así de percibir las ayudas públicas. Sin embargo, activistas y oposición advierten de que el resultado podría ser el hambre para los receptores del Programa de Ayudas para la Nutrición Suplementaria (SNAP, por sus siglas en inglés).
En 2016 casi cuatro millones de adultos sin dependencias ni discapacidades recibieron estas ayudas y tres cuartas partes de ellos no trabajaban, según los datos del Departamento de Agricultura. El secretario de Agricultura, Sonny Perdue, ha argumentado que estas personas deberían poder conseguir un empleo ahora que la tasa de paro es la más baja en muchos años.
"Creemos que el propósito del sistema de bienestar es ayudar a la gente a ser independiente y no caer en la dependencia permanente", afirmaba Perdue durante una comparecencia en el Congreso. "Creemos que estamos ayudando a la gente a recuperar la dignidad del trabajo y el respeto de quien aporta a su familia", argumentaba.
En concreto, la iniciativa de Trump limita a tres meses las ayudas del programa STAMP y si trascurrido este periodo el perceptor no trabaja, realiza trabajo voluntario o consigue un trabajo en formación de al menos 20 horas semanales, se le retirará la ayuda.
En realidad estas son ya las condiciones legales, pero en muchos estados se rebajan los requisitos en especial en zonas de alto paro. La normativa que impulsa la Casa Blanca dificulta enormemente esta relajación de los requisitos.
"La gente cree que las personas capacitadas que pueden trabajar deben hacerlo", apuntaba el congresista republicano Scott Desjarlais durante la comparecencia de Perdue.
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La otra cara de la moneda es la de personas como Alton Royal, quien acude a un centro franciscano de Baltimore para conseguir comida. Royal explica que recibe 185 dólares al mes del programa STAMP que puede gastar en comida y asegura que no consigue trabajo porque tiene una herida en una pierna y antecedentes penales. "Aún así tengo que comer. Tengo que seguir intentando conseguir un trabajo, pero hay barreras", ha argumentado en declaraciones a la cadena de radio pública NPR.
En otros casos se trata de gente que vive en la calle, padece algún tipo de enfermedad mental o drogadicción. También hay gente que trabaja, pero que no gana suficiente para cumplir con las 20 horas semanales de mínimo. "Todo el mundo que conozco quiere trabajar. Todo el mundo", ha remachado Royal.
Un profesor de Agricultura y Economía de Consumo de la Universidad de Illinois, Craig Gundersen, ha argumentado que no existen pruebas de que recibir comida desanime la búsqueda de empleo. "Esta idea de que la gente se está aprovechando del sistema sencillamente no es cierta", ha apuntado. De hecho, considera que el programa de ayuda alimentaria fomenta el trabajo, ya que reduce gradualmente estas ayudas cuando aumentan los ingresos.
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha planteado una serie de medidas para fomentar el trabajo que incluyen una revisión de las ayudas en forma de bonos de comida que podrían perder este año hasta 750.000 adultos sin discapacidades.