En un contexto en el que uno de cada cuatro niños en todo el mundo vive en un país afectado por el conflicto o los desastres, el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef) hizo este martes un llamamiento por 3.600 millones de dólares con el que espera no solo garantizar la supervivencia de 48 millones de niños sino también darles una perspectiva de futuro.
El año 2017 ha sido "devastador para los niños", reconoce el director ejecutivo adjunto de Unicef, Omar Abdi, en el prólogo del informe Acción Humanitaria para la Infancia 2018, subrayando que casi 50 millones de menores se vieron obligados a abandonar sus hogares debido a la violencia, la pobreza o los desastres naturales.
Para los niños afectados por conflictos como los de República Democrática del Congo (RDC), donde hay más de 2 millones de niños con desnutrición aguda severa; Irak, donde 4 millones de niños necesitan ayuda humanitaria; Sudán del Sur, donde 4 millones de menores se enfrentan a la hambruna, enfermedades y reclutamiento forzado; Siria, donde la guerra ha convertido en refugiados a 2 millones de niños; o Yemen, donde 11 millones de niños requieren ayuda humanitaria, "la vida diaria es una pesadilla", denunció Abdi.
En el último año, estos niños "no solo se enfrentaron a la amenaza constante de la violencia, sino que muchos se vieron desplazados de sus hogares, pasaron hambre y contrajeron enfermedades mortales" ante la falta de servicios de salud y agua y saneamiento en su entorno, ha agregado el responsable de Unicef.
Un buen ejemplo de ello son los más de 680.000 rohingya que buscaron refugio en Bangladesh desde agosto de 2017 a raíz de campaña de represión de las fuerzas birmanas tras una ola de ataques de insurgentes de esta minoría musulmana. Según Unicef, el 58% de ellos son niños.
La jefa de operaciones de Unicef en Bangladesh, Sara Bordas, explicó por videoconferencia durante el acto de presentación celebrado en Madrid que el mayor problema al que se enfrentan es "la falta de espacio" lo que dificulta la construcción de puntos de agua, letrinas, centros de salud o espacios amigos para la infancia que ayuden a devolver una cierta "normalidad" a los niños.
Según Bordas, aunque la situación es complicada y el campamento de Kutupalong alberta a casi 600.000 refugiados pese a que tendría que haber unos 200.000, "no hay mortalidad por desnutrición entre los niños, sino por enfermedades como la difteria". También es clave para que los niños puedan superar el "trauma" que han vivido el ofrecerles apoyo psicológico.
Al principio, cuando llegaron, explicó la responsable de Unicef, la mayoría solo dibujaban helicópteros y soldados atacando sus localidades y matando a gente, ahora empiezan a dibujar "cosas que les hacen felices" y eso demuestra que el trabajo que se está haciendo con ellos está funcionando. Dos de los niños con los que ha hablado durante la presentación, uno de los cuales perdió a sus padres y no quiere regresar a Birmania, estaban dibujando flores.
Otro de los casos paradigmáticos de la situación de los niños en el mundo es el de Siria. El representante de Unicef para este país, Fran Equiza, puso el acento en las múltiples amenazas a las que se enfrentan los niños, empezando por las bombas y las minas, pero también porque pueden ser reclutados o morir de hambre o enfermedades.
Para Equiza, una de las prioridades debe ser garantizar la educación de los niños y que estos no solo vuelvan a aprender, sino que también "aprendan a convivir entre ellos" ya que uno de los efectos del conflicto es que se muestran "mucho más violentos" que antes, tanto con sus compañeros como con sus profesores.
En los últimos doce meses también se registró un número sin precedentes de brotes de cólera, especialmente en países en conflicto como RDC, Irak, el noreste de Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y Yemen, y cuya propagación en la mayoría de los casos vino propiciada por el colapso de los servicios públicos.
Además, en 2017 hubo 1,4 millones de niños en riesgo de morir de hambre en Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y Yemen como resultado del impacto combinado de conflicto, desplazamiento, sequía y escasez de agua e infraestructuras, según Unicef.
Detrás de cada dato hay un niño
"Detrás de todas y cada una de estas emergencias... detrás de cada estadística inconcebible... y detrás de cada historia desgarradora de violencia, desplazamiento y hambre... hay un niño", lamentó Abdi, subrayando que se trata de niños que deberían estar en la escuela pero no pueden ir porque está dañada o destruida o que "están solos y asustados porque han quedado separados de sus familias".
"Ya sea el niño un migrante, un refugiado o un desplazado interno, un niño es un niño y todos y cada uno de los niños deberían ser protegidos", reclamó el director adjunto de Unicef. "Sabemos que si seguimos trabajando juntos podemos dar a cada niño al que llegamos una mejor opción no solo de sobrevivir hoy sino de prosperar bien en el futuro", añadió.
Para poder ofrecer esa ayuda, Unicef solicitó 3.600 millones de dólares (algo más de 2.900 millones de euros) con los que espera dar asistencia a 82 millones de personas en 51 países en todo el mundo, incluidos 48 millones de niños. De ese total, el 25% se destinará a educación, el 21% a agua y saneamiento, el 18% a nutrición y el 12% a salud, entre otros destinos.
Con dichos fondos, la agencia de la ONU espera poder tratar a 4,2 millones de niños con desnutrición aguda severa, inmunizar a 10 millones de niños contra el sarampión, garantizar el acesso a educación básica formal e informal a 8,9 millones de niños y ofrecer apoyo psicosocial a 3,9 millones de niños.
La principal petición de fondos es para Siria, con más de 335 millones para los niños afectados por el conflicto dentro del país y más de 951 millones para los refugiados sirios en los países vecinos. La segunda mayor partida es para Yemen, país que se enfrenta a la mayor crisis humanitaria actual, según la ONU, con casi 337,5 millones, seguida de República Democrática del Congo, con 268 millones; Sudán del Sur, con 183 millones; y Somalia, con casi 155 millones.
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En 2017, Unicef solicitó 3.360 millones de dólares para ayudar a 81 millones de personas, incluidos 48 millones de niños, una cifra que al terminar el año ascendía a 3.790 millones al revisarse y añadirse nuevos llamamientos de fondos. De ese total, solo se recibieron el 65% de los fondos, por lo que pese a la "generosidad de los donantes", quedaron necesidades sin atender. De hecho, más de la mitad de los fondos se destinaron a la respuesta a tres crisis: Sudán del Sur, Siria y Yemen.
El director ejecutivo de Unicef Comité Español, Javier Martos, destacó la solidaridad mostrada por los españoles, que en 2017 aportaron 5 millones de euros, 1,5 millones de los cuales se destinaron para asistir por los afectados por el terremoto en México, otros 1,5 a Siria, 800.000 dólares a República Centroafricana y 300.000 a Sudán del Sur.
"Vamos a continuar trabajando sin descanso para que cada niño, esté donde esté, pueda continuar yendo a la escuela, tenga acceso a agua y a atención médica y esté protegido", ha prometido. Los niños que viven en los países afectados por conflictos o desastres se enfrentan a "un sufrimiento inimaginable y no vamos a dejarlos solos", remachó.
En un contexto en el que uno de cada cuatro niños en todo el mundo vive en un país afectado por el conflicto o los desastres, el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef) hizo este martes un llamamiento por 3.600 millones de dólares con el que espera no solo garantizar la supervivencia de 48 millones de niños sino también darles una perspectiva de futuro.