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"Todos sabemos cómo es": un actor intocable en el ecosistema cultural francés

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Marine Turchi (Mediapart)

Al escuchar los numerosos y coincidentes testimonios que denuncian la violencia sexual y sexista por parte de Gérard Depardieu, surge una pregunta: ¿cómo ha podido el actor rodar unas doscientas películas desde los años setenta sin que su comportamiento con las mujeres perjudicara su carrera? ¿Pudieron los productores y directores desconocer las acusaciones que pesaban sobre él?

Durante nuestra investigación, la mayoría de nuestros interlocutores nos dijeron que el comportamiento del actor era "notorio". Varios relataron discusiones en la industria cinematográfica en las que, cuando se menciona el nombre de Gérard Depardieu, "cada uno cuenta su propia historia", como dijo un actor.

Presidenta de la Asociación de Directores de Casting (Arda) hasta mayo de 2022, Nathalie Chéron no ha recibido "alertas formales y directas", como hace regularmente. Pero la directora de casting, responsable del comité de denuncias de los Premios César 2023, asegura que este comportamiento es un tema de discusión recurrente "entre la gente de la profesión" y menciona conversaciones informales del mismo tipo que los testimonios recogidos por Mediapart.

"Todos sabemos cómo es Gérard Depardieu", afirma el productor Emmanuel Jacquelin. En el mundo del cine, ¿cómo ignorar su comportamiento con las mujeres? ¿Tener a Depardieu en su película le haría sordo y ciego?

Este "todo el mundo lo sabe" –una frase que a veces se utiliza de forma precipitada o excesiva en ciertos casos– se ve reforzado por el hecho de que varias mujeres han asegurado haber sido advertidas sobre él en el rodaje de una película. Por su parte, Gérard Depardieu desmintió "formalmente" a Mediapart "todas las acusaciones susceptibles de caer en el ámbito del Derecho Penal".

Elementos ya públicos

Investigar el comportamiento de Gérard Depardieu con las mujeres es llevar a cabo una investigación complicada. Las acciones del actor son a veces silenciadas, a veces trivializadas o ridiculizadas. Aunque, en parte, ya sean públicas. Una mano en las nalgas, un beso sorpresa, comentarios sexuales, insultos sexuales: basta con repasar los artículos, entrevistas, vídeos y libros sobre el actor para descubrir que algunas de estas acusaciones se vienen haciendo desde hace mucho tiempo.

En imágenes del rodaje de Los fugitivos (1986), por ejemplo, se le ve besando a una maquilladora en el proceso de hacer un empalme entre dos tomas. "Dios mío", reacciona ella.

En el cómic Cinq années dans les pattes de Depardieu (cuyos pasajes sensibles han sido validados por el actor), el dibujante Mathieu Sapin describe lo que podría equivaler a una agresión sexual: vemos a la sobrina del presidente de Azerbaiyán muy disgustada tras un selfie con Depardieu, y este explica: "Llevaba una cadena. Sentí la cadena cuando le puse la mano en el culo". Contactado por Mediapart, el dibujante no respondió.

En L'Express, la columnista canadiense Catherine Beauchamp relató que en 2010, el actor, que la conoció en una reunión de negocios en el hotel Hyatt, le dijo supuestamente que "se la había puesto dura" y que "la tomaría en una habitación de hotel".

La actriz Chantal Ladesou declaró a France 5 que el actor le había pedido que le enseñara los pechos después de que ella le explicara que no le habían ofrecido el papel en Les Valseuses porque se había negado a mostrarlos.

Le Monde informa de que en el rodaje de una película de Jean-Paul Rappeneau, "en el momento mismo del 'acción', sabiéndose encuadrado de cintura para arriba", Depardieu habría "seguido pellizcando las caderas de la asistente por debajo". En un artículo publicado en Le Parisien, es otra intérprete y guionista quien que sufre pellizcos "en las nalgas entre toma y toma".

En 2010, cuando una periodista le preguntó por qué había dedicado la película Mammuth a su hijo fallecido, Gérard Depardieu replicó: "¡Para qué quieres que te lo cuente, zorra!". El mismo tratamiento dio tres años después a un corresponsal de iTélé en Rusia. "¡Puta! ¡Vete a la mierda!", le gritó supuestamente, descontento con uno de sus reportajes. "¡Es una zorra!", mantuvo cuando Le Canard enchaîné le preguntó por este episodio.

Más recientemente, en 2017, en pleno caso Weinstein, como invitado de Nagui en France Inter, Depardieu se jactó de haber "presentado dos, tres niñas pequeñas" a los soldados estadounidenses en Châteauroux: "Le dije: 'Ponte botas y luego tienes que ponerte un poco de agua de colonia, te advierto, les gusta”.

En cuanto a sus comentarios sexuales, se encuentran en numerosos reportajes y entrevistas. Como esta conversación con el Petit Journal en 2013, durante la promoción de la película sobre el asunto Sofitel, en la que el actor interpreta a DSK: el actor evade las preguntas de los periodistas y dice "¡Sexo! ¡Coño!"

Y luego está lo que ya nadie puede ignorar: una denuncia por "violación" y "agresión sexual" hecha pública en agosto de 2018, que le ha valido a Gérard Depardieu una acusación desde diciembre de 2020, revelada por la AFP en febrero de 2021. En este caso, el actor se beneficia obviamente de la presunción de inocencia, pero la justicia consideró, en esta fase, que disponía de suficientes "indicios graves o coincidencias" –según los términos del Código Penal– para procesarle.

La invisibilidad de las acusaciones de violencia sexual

A pesar de esta larga serie de elementos de trascendencia pública, en algunos medios de comunicación y en el mundo del cine es como si estos testimonios no existieran.

Gérard Depardieu sigue rodando (dieciocho películas o series en los últimos cuatro años), incluso con grandes nombres: Ilusiones perdidas (2021), de Xavier Giannoli; Adiós a París (2021), de Édouard Baer; Maigret (2022), de Patrice Leconte; Robuste (2022), de Constance Meyer. "Él trabaja mientras yo paso el tiempo intentando sobrevivir". Charlotte Arnould, la actriz que presentó una denuncia por violación, se quejó así en Twitter.

El actor sigue siendo celebrado en las redes sociales e invitado a grandes programas como Journal intime (en 2019 y 2022), Touche pas à mon poste (en 2020) o La Grande Librairie, el prestigioso programa literario de France 5 (en 2022, lo que le valdrá un artículo en Le Monde en el que se le aclama como "El gran Depardieu"). En cada ocasión, es recibido con honores, presentado como un invitado "excepcional", "el más grande actor", "el más grande cómico", un "monstruo sagrado", y nunca se le cuestiona sobre sus relaciones o su comportamiento con las mujeres.

Cyril Hanouna le recibió con un caluroso "Gérard, no sabes cuánto me alegro de verte, ¡te quiero mucho!". Y un año y medio después, cuando el presentador comenta en su programa la noticia de su imputación, se ocupa de defenderle: "Hemos entrevistado a mucha gente, nos dicen: 'Es un caballero'".

En los artículos dedicados al actor, cuando se menciona su comportamiento con las mujeres, suele ser en tono humorístico, o minimizando los hechos. Se habla de "desmesura", de "provocación", de "exceso", de un hombre "bon vivant", "sin límites", "irreverente", un "ogro". "Gérard es imposible. Demasiado seductor con las mujeres, demasiado arrollador, demasiado vivo, va más allá de todo", escribió Le Monde en un retrato dedicado al actor en 2013.

En 2018, Le Parisien dedica su portada al "extravagante señor Gérard, trazando un "retrato de un hombre sin tabúes", un "gran sentimental", un "hombre de piel dura", que "se burla de la justicia" y cuya "voz sincera" "perturba un mundo cortés". La denuncia de la actriz Charlotte Arnould, que se había hecho pública un mes antes, se desestima en unas pocas líneas en un breve recuadro.

La misma banalización se desprende de los relatos de las mujeres recogidos por Mediapart. Cuando se lo confían a colegas o familiares, se les dice que deberían haber reaccionado con firmeza. Deberían haberle "echado", "abofeteado", "puesto las manos encima" como respuesta. O que era "humor" y que estaban "demasiado tensos".

A otras les dijeron que debían sentirse halagadas por el "interés" de Depardieu. Al parecer, uno de sus amigos comentó a la escritora y actriz Alysse Hallali que era "elegante que Depardieu te metiera mano". La actriz Sarah Brooks, por su parte, se encogió de hombros: "Me dijeron: 'De todas formas, donde está, ya nadie puede decirle nada'. Y eso es lo terrible". Al parecer, una actriz le dijo a Jeanne*, una antigua actriz: "¡No me digas que no estás contenta de que te cuide!".

Entre los actores, directores y productores entrevistados, muchos restaron importancia a la situación, hablando de "bromas torpes" sin "intención sexual", de simples comentarios "vulgares" lanzados al aire, de "bromas" y de un "personaje pintoresco". "Es Depardieu. Todo el mundo conoce al personaje, todo el mundo lo aprueba", replicó un actor que presenció como su mano alcanzaba unas nalgas. "Gérard es como es, habla alto, dice cosas malas. Cuando llega al plató y cuenta chistes verdes, ¿quién puede pararle?"

Los defensores del actor participan en esta minimización. Como Caroline Barclay, una vieja amiga de Depardieu, que, en un programa de famosos, habla de la "mano en las nalgas" que el actor le habría dado por sorpresa recientemente. Pero asegura que "él provoca" y eso le hace "reír". Y la actriz le defiende en la investigación por "violación": "Al fin y al cabo es Depardieu. Así que creo que hay muchas niñas que quizás también estén muy contentas de ir a su casa, de dejarse seducir".

Esto es también lo que declaró en Facebook el famoso agente y productor Dominique Besnehard en cuanto se hizo pública la denuncia, asegurando que la investigación "acabaría en un psiquiatra": "¿En qué momento dejarán de hacer acusaciones estas aprendices de actrices advenedizas para darse a conocer? Todos conocemos a Gérard Depardieu, es un personaje rabelaisiano, barroco pero también cariñoso".

Este tipo de reacciones hacen saltar a la directora de casting Nathalie Chéron. "Cada vez, la gente dice: 'Otra pequeña actriz que quiere hacerse publicidad'... Hay que parar: hace falta valor para hablar, y las actrices lo hacen desafiando el miedo a entrar en una lista negra y el riesgo de que no pase nada".

Es para denunciar este silencio y esta complacencia por lo que Alice Godart, cofundadora de Paye ton tournage –colectivo que registra la violencia sexista y sexual en el mundo del cine– decidió mencionar la acusación del actor en cada una de sus intervenciones ante los medios de comunicación. "Rara vez se mantiene este pasaje, salvo el pasado mes de septiembre, durante una emisión en directo", explica.

En las redes sociales, tampoco duda en intervenir. Un ejemplo entre otros: bajo la veintena de fotos de Depardieu publicadas desde 2018 en Instagram por la actriz Marina Foïs –acompañadas de corazones, y "me gustas" por personalidades del medio–, Alice Godart ironiza: "Es en preparación de un caso #MeToo...". Contactada, la actriz –-que también es miembro del colectivo 50/50, que defiende los derechos de la mujer en la industria cinematográfica– no quiso hacer comentarios.

La complacencia francesa

Esta complacencia francesa hacia Gérard Depardieu viene de lejos. Un episodio lo ilustra: los Oscar de 1991. Ese año, cuando el actor optaba a la estatuilla al mejor actor, la revista estadounidense Time exhumó, en el marco de una entrevista que había concedido en 1978 a la revista Film Comment, unas afirmaciones en las que hablaba de su participación en su "primera violación" a los 9 años, con su "amigo Jackie".

"Después de eso, tuve muchas violaciones, demasiadas para contarlas", dijo Depardieu. "Pero no había nada malo en ello. Las chicas querían ser violadas. En realidad no se trata de violaciones. Es sólo una historia sobre una chica que se pone en una situación que le gusta".

Al ser preguntado por Time, el actor habría confirmado sus palabras, añadiendo: "Pero era absolutamente normal en esas circunstancias". En aquel momento, Depardieu y sus abogados afirmaron que se trataba de un doble error de traducción, y que él había dicho que había "asistido" –no "participado"– en violaciones. La revista estadounidense afirma entonces que las palabras del actor no fueron "ni malinterpretadas ni mal traducidas".

En su autobiografía, Vivant (Plon, 2004), el actor, volviendo sobre este episodio, afirma esta vez que ni participó ni presenció estas violaciones, "que existían cuando [él era] niño", en el seno de las "bandas" juveniles. Reconoce una "torpeza", pero denuncia el "puritanismo de los americanos" y un "linchamiento": "Pedí perdón, pedí perdón, pero nada sirvió de nada. Me arrastraron por el barro y no me dieron el Oscar".

Independientemente de que el actor hiciera o no estas declaraciones en esas revistas en Estados Unidos, lo que preocupa sobre todo es el tratamiento mediático de este episodio en Francia. Mientras que en 1991 el asunto causó indignación al otro lado del Atlántico, en Francia sólo se mencionó como una "cábala" para desestabilizar al actor francés en la carrera por el Oscar.

En aquella época, Le Monde señalaba que "este tipo de campaña no tiene nada de excepcional en Estados Unidos", puesto que "las ligas de la virtud ya han tenido como objetivo", en su "vida privada", a "Roman Polanski, acusado de haber abusado de un menor". Gérard Depardieu recibió numerosas muestras de apoyo, entre ellas la del Ministro de Cultura, Jack Lang, que se declaró "indignado por este golpe bajo". Aún hoy, los medios de comunicación siguen defendiendo sin matices esta tesis del "error de traducción" (ejemplos aquí y aquí).

Esta complacencia no se limita al comportamiento del actor con las mujeres. Durante nuestra investigación, varios de nuestros interlocutores describieron a un actor que "se creía por encima de todo" en el plató: llegaba "cuando quería", a veces "muy borracho", se permitía "eructar o tirarse pedos para provocar", ya no se aprendía sus líneas (que en realidad le son dictadas por un auricular) y podía abandonar el plató bruscamente durante varias horas.

"Tenía la impresión de que era un rey, que todo lo que hacía había que aplaudirlo", recuerda Hélène Darras, una extra de la película Disco. "Un día se tiró un pedo durante una escena, se quedó en blanco y todo el mundo se rio y aplaudió. Otras veces interrumpía las tomas porque estaba borracho". Para Jeanne, que trabajó con él en el rodaje de La Môme (2007), "lo único que quieren los productores y los directores es que haga su jornada de rodaje. Así que hay que evitar que se enfade".

Lo mismo ocurre con su actitud fuera del plató, ya sea por conducir borracho una scooter, orinar fuera del lavabo en un avión a punto de despegar, su proximidad a dictaduras o regímenes autoritarios (Rusia, Chechenia, Uzbekistán, Corea del Norte, Cuba, etc.) o su exilio fiscal.

Así lo denunciaba el actor Philippe Torreton en 2012 en un artículo en Libération: "El problema, Gérard, es que tus viajes por carretera conducen siempre a la misma zanja: la del 'sólo pienso en mí', la del dinero, los compinches dictatoriales, los pedos jodidos y las micciones aéreas, la de los comentarios ultraliberales...". Grandes nombres del cine, como Catherine Deneuve, Brigitte Bardot, Fabrice Luchini, Patrick Bruel, los directores Xavier Giannoli y Josée Dayan, le han defendido. "Cuando se ataca a Depardieu, hay que tener una filmografía sólida", replicó Luchini. "El hombre es oscuro, pero el actor es inmenso", se defendió Deneuve.

Interrogado por Mediapart sobre todos estos elementos, Gérard Depardieu no respondió.

Le perdonamos lo que ya no perdonamos a los demás: Rusia, su actitud hacia las mujeres

Durante nuestra investigación, el actor de Cyrano fue descrito como "un rey con la corte a sus pies", una estrella "intocable", "deformada por la fama". Si damos crédito a Libération, el escritor Michel Houellebecq se quejaba de no recibir el mismo trato de favor: "A Depardieu se le perdona todo, ¿por qué me cargan todo a mí?".

"Le perdonan lo que ya no perdonan a otros: Rusia, su actitud con las mujeres", confirma este guionista, testigo del comportamiento de Gérard Depardieu en una película, pero que no desea declarar bajo su nombre, porque "teme por [su] carrera". "Se considera folclore mítico. Hay un 'oh, no pasa nada' global, porque se beneficia de una especie de intocabilidad que proviene de su cultura de la provocación, y también de la inmunidad del icono".

Esta forma de "inmunidad" se basa en varios factores, según nuestros interlocutores. Su inmenso talento como actor, por supuesto, pero también la humanidad que puede mostrar en el plató. Varias personas, incluidas las que denuncian su comportamiento, lo describen como "muy agradable", "simpático", "agradable", "encantador, incluso conmovedor", "entretenido", "accesible", que viene a presentarse a todo el mundo, almuerza con el equipo o trae "helados del supermercado para todos".

Algunas personas también explicaron que les resultaba difícil relacionar "el actor genial" y "el hombre investigado por violación", bien porque sienten una gran admiración por él o porque han estado a su alrededor personalmente. "No quiero profundizar en eso", confesó uno de ellos.

Otra explicación es su poder económico en una industria donde todos se conocen. "Hoy en día, se siguen haciendo películas con el nombre de Depardieu; él mismo tiene el poder de acudir a los productores para impulsar primeras películas, así que nadie puede hablar", afirma Alysse Hallali. 

Para el productor Emmanuel Jacquelin, si se sigue contratando al actor para películas es, sin duda, "porque es un gran actor; porque hasta la fecha no ha sido condenado por la justicia y uno puede preguntarse: ¿estoy legitimado para decretar que es culpable y que no debe trabajar más? Pero para este antiguo jefe de producción de la serie Marsella, "el problema está aguas arriba": "¿Hay que contratarlo? Porque una vez contratado, como cualquier protagonista, sería difícil despedirle si tuviera problemas. No es un simple peón al que se puede sustituir, es la columna vertebral de la película y la financiación se puede construir sobre su nombre". Para él, en cualquier caso, la responsabilidad se "diluye" dentro del mundo del cine, y no recae únicamente en los productores.

Algunos señalan que la reciente introducción de referentes de "violencia sexual" en los rodajes y la formación impartida a los productores por el CNC (Centro Nacional de Cinematografía) han aumentado la vigilancia.

Todo el mundo lo sabe, nadie hace nada, porque se trata de Depardieu. Hay una especie de resignación

Hay una última explicación, que resume el guionista antes citado: "Depardieu está mitificado. Todos los franceses tienen un recuerdo de él en una película, dio grandes emociones. Para muchos directores, representa la historia del cine, un mundo y unos códigos antiguos, Gargantua y Les Valseuses. Esta es la Francia de Chirac, la que piensa que una palmadita en el trasero nunca viene mal".

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Nathalie Chéron recuerda que un día le dijeron: "Sí, pero comprenda, Depardieu es el terruño y en Francia no tocamos el terruño". Para la directora de casting, "todo el mundo lo sabe, nadie hace nada, porque se trata de Depardieu. Es una estrella, un gran actor. Hay una especie de resignación".

En febrero de 2022, se alzaron voces. No por el comportamiento del actor con las mujeres, sino por su amistad con Vladimir Putin, en un momento en que este último lanzaba una guerra contra Ucrania. Ante la emoción suscitada en la opinión pública, y bajo la presión del teatro que acogía sus conciertos de canciones de Barbara, Gérard Depardieu se vio obligado a denunciar la "locura inaceptable" del dirigente ruso y a anunciar que donaría los beneficios de sus actuaciones "a las víctimas ucranianas".

Hoy, algunos se distancian. Como el director Fabien Onteniente, que, tras haber rodado dos películas con el actor, no volverá a contratarle, por "su comportamiento con las mujeres" pero también por "su postura sobre Rusia y Putin". "Ahora tengo una imagen demasiado dañada de él, se ha convertido un poco en una caricatura de sí mismo, ha ido más allá de la poesía que podía representar. Rodar es algo maravilloso, que no debe ir acompañado de lágrimas y drama".

Al escuchar los numerosos y coincidentes testimonios que denuncian la violencia sexual y sexista por parte de Gérard Depardieu, surge una pregunta: ¿cómo ha podido el actor rodar unas doscientas películas desde los años setenta sin que su comportamiento con las mujeres perjudicara su carrera? ¿Pudieron los productores y directores desconocer las acusaciones que pesaban sobre él?

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