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La conquista de Jersón, ¿una oportunidad para negociar con Putin?

La gente se reúne en la estación de tren mientras carga sus dispositivos electrónicos y espera para subir a un tren de evacuación, en Jersón.

Justine Brabant (Mediapart)

Mark A. Milley no es cualquiera. Este general de 64 años no sólo ocupa el impresionante puesto de Jefe de Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos. También es el hombre que se atrevió a contradecir a dos presidentes al admitir, en 2021, en contra de las declaraciones de Donald Trump y Joe Biden, que Estados Unidos había "perdido" la guerra en Afganistán.

Por eso, cuando menciona la hipótesis de negociaciones entre Kiev y Moscú para poner fin a la guerra en Ucrania este invierno, su palabra no debe tomarse a la ligera. Aunque esta idea no parece contar con el consenso de los aliados de Kiev, y mucho menos de los propios ucranianos, es una señal del debate que se está produciendo en silencio entre las clases dirigentes americanas.

"No se sabe con certeza lo que nos depara el futuro a partir de ahora, pero creemos que hay posibilidades de encontrar algunas soluciones diplomáticas", dijo el general en una entrevista en la CNBC el 10 de noviembre, un día después de que Rusia anunciara su retirada de la ciudad de Jersón.

La retirada rusa de Jersón, confirmada dos días después por la entrada de las tropas ucranianas en la ciudad, supone una gran derrota para Moscú. Para algunos, entre ellos el Jefe del Estado Mayor americano, también es una oportunidad para que Kiev entre en negociaciones con Rusia desde una posición de fuerza.

Mark A. Milley expuso sus argumentos en "reuniones internas" de la administración americana, cuyo contenido ha sido revelado por The New York Times. "Los ucranianos han conseguido casi todo lo que podían esperar razonablemente en el campo de batalla antes de la llegada del invierno", un invierno que muy probablemente complicará los combates y congelará la línea del frente, por lo que "deberían intentar consolidar sus avances en la mesa de negociaciones", defendió en resumen.

Sin embargo, el tema sigue siendo delicado y la mayoría de los que se aventuran a proponer negociaciones lo hacen con cautela, subrayando que esta decisión corresponde ante todo a los ucranianos, no a sus aliados. Pero este debate podría subir de intensidad en los próximos meses si, como anticipan muchos observadores, el frente se estabiliza y las consecuencias económicas y energéticas de la guerra se dejan sentir más concretamente en los aliados de Ucrania, empezando por Europa y Estados Unidos.

Revisión al alza de los objetivos de la guerra de Ucrania

Se han venido mencionando regularmente desde el comienzo del conflicto las posibles negociaciones entre Kiev y Moscú . Llegaron a iniciarse conversaciones en marzo y abril de 2022 pero se suspendieron por la acusación mutua de falta de sinceridad en su voluntad de negociar.

Pero desde entonces, las victorias militares han llevado a Kiev a revisar sus objetivos bélicos: el objetivo ya no es hacer que los rusos vuelvan a sus posiciones anteriores a febrero de 2022, sino recuperar todos los territorios ganados por Rusia desde 2014 -incluidas las repúblicas separatistas y Crimea-, según explicó el ministro de Exteriores ucraniano en mayo.

El descubrimiento de posibles crímenes de guerra cometidos por las fuerzas rusas, seguido de la anexión por parte de Moscú de cuatro nuevas regiones en septiembre, terminaron por convencer a Kiev de que negociar con Vladimir Putin era "imposible".

Tengo la impresión de que la Administración [norteamericana] está tanteando el terreno

Charles A. Kupchan — Exasesor de Obama en asuntos europeos

Antes de las declaraciones del general Milley, ningún alto funcionario político o militar se había aventurado a sugerir tan explícitamente a las autoridades ucranianas que era hora de volver a la mesa. La Casa Blanca tomó rápidamente distancias del análisis del general. "Estados Unidos no está presionando a Ucrania", dijo ese mismo día Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional del presidente Joe Biden.

El día anterior, el 9 de noviembre, el propio Biden había enviado un mensaje ambivalente. En cuanto a las posibles negociaciones con Moscú, había dicho: "Veremos si Ucrania está dispuesta a hacer compromisos con Rusia", para a continuación asegurar que no intentaba torcer el brazo a sus aliados.

¿Qué hacer con estos mensajes contradictorios? "Tengo la impresión de que la administración (americana) está tanteando el terreno", analiza Charles A. Kupchan, ex asesor de Barack Obama en asuntos europeos, que se muestra partidario de las conversaciones. "Quieren introducir la posibilidad de la diplomacia sin que parezca que les dicen a los ucranianos lo que tienen que hacer", continúa Kupchan, profesor de la Universidad de Georgetown, para resumir con esta imagen: "Es como poner la mesa, pero no significa sentarse a la mesa.”

La carta retirada de los demócratas

Aunque la mayoría de los parlamentarios americanos siguen siendo partidarios de la masiva ayuda militar que Estados Unidos presta a Ucrania desde febrero (y que, según Washington, asciende a casi 19.000 millones de dólares), también parecen inclinados a poner sobre la mesa la cuestión de las negociaciones.

El 18 de octubre, el congresista republicano Kevin McCarthy -probable nuevo presidente de la Cámara de Representantes a partir de enero- rechazó la idea de un "cheque en blanco" a Ucrania. Luego tuvo que garantizar a su propio partido que no iba a defraudar a Kiev.

Una semana después, los demócratas también estaban divididos. Tras publicar una carta en la que se pedía a Biden que "redoblara sus esfuerzos para encontrar un marco realista para un alto el fuego", un grupo de treinta parlamentarios se vio obligado a emitir un comunicado de aclaración (precisando que no se ponía en duda el apoyo estadounidense a Ucrania), para terminar retirando su misiva, asegurando que no se pretendía publicar tal cual.

Al mismo tiempo, se han publicado columnas a favor de las negociaciones por parte de personalidades americanas consideradas de izquierdas, como Katrina Vanden Heuvel, ex directora del semanario progresista The Nation.

Un argumento menos obvio pero muy presente es la carga que el conflicto está empezando a suponer para las economías occidentales

El principal argumento de la mayoría de estos defensores de una solución diplomática rápida es el mismo que el presentado por el general Milley: el invierno congelará el conflicto y evitará que Ucrania recupere más territorios en un futuro inmediato. Esta tregua podría permitir que las fuerzas rusas se reorganicen bajo la dirección de su nuevo jefe, Sergei Sourovikin, entrenen a sus decenas de miles de soldados movilizados y causen miles de muertes adicionales sin ningún progreso tangible.

Para otros, menos numerosos, no es la perspectiva de que baje el ritmo de las victorias ucranianas lo que les preocupa, sino lo contrario: una victoria demasiado aplastante para Kiev, sinónimo de "humillación" para los rusos. Proporcionar armas a los ucranianos para reconquistar Crimea, un territorio con un estatus singular en el imaginario político ruso, podría constituir una "línea roja" para Putin y empujarle a represalias especialmente cruentas -nucleares, por ejemplo-, según creen algunos observadores.

Un tercer argumento esgrimido, por último, es menos confesable pero está muy presente: el peso que el conflicto empieza a ejercer sobre las economías occidentales. Este es el principal argumento del republicano Kevin McCarthy, que se opone a un "cheque en blanco" por el contexto de "recesión", pero también el de varios políticos franceses.

Señales cambiantes del presidente Macron

También en Francia existe este debate, alimentado en los últimos días por varias declaraciones públicas. "Hay que ser muy ingenuo para pensar que las victorias ucranianas pueden poner fin a la guerra. Creo que esta guerra debe terminar, y pienso que la única salida es diplomática, no militar", dijo Marine Le Pen el 15 de noviembre.

La mayoría de los partidarios de la reanudación de las negociaciones son, sin embargo, más prudentes en sus declaraciones que la presidenta del grupo Rassemblement National. Antes de abogar por "hacer todo lo posible para volver a las conversaciones" y proponer un "referéndum de autodeterminación" para Crimea, el diputado François Ruffin se encarga de explicar que "se aventura en la geopolítica con precaución" (véase su entrada en el blog publicado en el Club de Mediapart).

Aunque considera que aún es demasiado pronto para iniciar conversaciones, el ex diplomático Michel Duclos sostiene que "no es demasiado pronto para iniciar un diálogo a puerta cerrada entre Ucrania y sus principales apoyos sobre lo que podría ser una posición negociadora cuando llegue el momento", señalando el riesgo de escalada, especialmente nuclear, del conflicto.

El propio presidente Macron envía señales contradictorias, que van desde el apoyo declarado a la vuelta a las fronteras de 1991 (incluyendo por lo tanto Crimea y las repúblicas separatistas) hasta una repetida obsesión por "evitar la escalada" y "no humillar a Rusia".

Sería bastante inapropiado que la comunidad internacional tratara de imponer una agenda forzada para el cese de las hostilidades en un momento en que el ejército ruso sigue ocupando una parte importante del territorio ucraniano

Pieyre-Alexandre Anglade — Diputado del LREM

Este discurso ambivalente ¿no se considerará, en todo caso, una vuelta a las fronteras de 1991 como una humillación por parte de Moscú? así como la relativa debilidad de la ayuda militar francesa a Ucrania se consideran ampliamente, fuera de Francia, como síntoma de una posición conciliadora de Francia hacia Rusia.

Sin embargo, en la mayoría de los casos, algunos adoptan una línea más clara. "Corresponde a los ucranianos fijar sus objetivos militares. Han sufrido un ataque brutal, total, masivo en su país. Pero ellos lo tienen claro: quieren recuperar todo su país, el Donbás y Crimea", dice el diputado LRM (partido de Macron, ndt) Pieyre-Alexandre Anglade, miembro de la delegación parlamentaria francesa que fue a Kiev a finales de septiembre.

"Por lo tanto, sería bastante inapropiado que la comunidad internacional intentara imponer una agenda forzada para el cese de las hostilidades en un momento en que el ejército ruso sigue ocupando una parte importante del territorio ucraniano", afirma este diputado, que también es presidente de la Comisión de Asuntos Europeos de la Asamblea Nacional. A finales de mes, junto con su grupo, tiene la intención de presentar una resolución afirmando "un apoyo muy claro al pueblo ucraniano" y pidiendo, entre otras cosas, la restauración de la integridad territorial de Ucrania, incluidas las repúblicas escindidas y Crimea, dijo.

Lecciones de la historia

Los que se oponen a un alto el fuego inmediato argumentan que son los ucranianos quienes deben decidir y éstos no desean negociar por el momento; que desde la reconquista de Jersón, parecen estar en una posición fuerte y que tienen interés en aprovechar esta dinámica favorable; que incluso si se llegara a un acuerdo, podría no respetarse (como fue el caso de los acuerdos de Minsk); y que Vladimir Putin, si no es duramente derrotado, podría aprovechar la próxima oportunidad para intentar de nuevo anexionarse a sus vecinos.

Tras las declaraciones del general Milley, la analista estonia Kristi Raik, directora del Instituto de Política Exterior de Estonia, señaló la "inquietante diferencia" de enfoque entre Ucrania y sus aliados occidentales sobre cómo poner fin a la guerra. Mientras que "Ucrania ve la clara derrota de Rusia como algo absolutamente necesario para una paz duradera", analizó, "en Occidente muchos siguen temiendo la derrota de Rusia más que su victoria parcial o un acuerdo de compromiso".

Kristi Raik contrasta el "pensamiento occidental" mayoritario de que "el compromiso negociado es la mejor manera de resolver un conflicto" con lo que considera lecciones de la historia: "Si se observa la historia del enfoque imperialista de Rusia hacia sus vecinos, no hay razón para creer que Rusia respetaría un compromiso negociado. Toma todo lo que puede y vuelve a la carga cuando ve una oportunidad. No se le debe dar esa oportunidad”.

Crimea se coloca en el centro del tablero de la guerra de Ucrania

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Traducción de Miguel López

 

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