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En mayo, Benny Briolly, concejala de izquierdas del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), huyó de Brasil tras recibir numerosas amenazas de muerte. Su huida, que tuvo mucha repercusión mediática, obligó al Gobierno brasileño a incluirla en un programa de protección estatal, una medida que ella llevaba tiempo reclamando y que le permitió regresar al país el 28 de mayo, aproximadamente un mes después de exiliarse. Este episodio, lejos de ser un caso aislado, ilustra la vulnerabilidad en la que se encuentran actualmente muchas representantes políticas de izquierdas.
En febrero, Mediapart (socio editorial de infoLibre) entrevistó a algunas de ellas. Su perfil es similar: mujeres negras, lesbianas y algunas trans, atacadas por su condición y por su compromiso político. Aunque Benny Briolly no es la primera mujer que se ha visto forzada a exiliarse por miedo a perder la vida, su uso como instrumento político para denunciar al Estado brasileño y obtener medidas de protección supone toda una novedad.
Concejala de su ciudad natal, Niterói, en la periferia de Río de Janeiro, Benny Briolly comenzó su carrera como asistente parlamentaria de Talíria Petrone, otra representante política amenazada de muerte. Ambas eran personas cercanas a Marielle Franco. Sus carreras políticas, llenas de obstáculos, demuestran que los cargos no las protegen. “Desde que fui elegida, las amenazas y los ataques han ido a más”, explica Benny Briolly.
Amenazas de muerte, físicas y por internet, acoso, agresiones en la calle; ha pasado por todo ello. Y, recientemente, ha recibido cartas en las que figura su dirección e intimidándola para que renuncie al cargo, si no quiere morir. Las medidas de seguridad con las que tienen que convivir estas mujeres a diario (coche blindado, alojamiento secreto, guardaespaldas) no corren a cargo del Gobierno federal, sino que tiene que costearlas su partido, el PSOL, que no dispone de los recursos de las grandes estructuras políticas. Dicha situación llevó a Benny Briolly a llevar el problema al ámbito político y mediático exiliándose.
Un aumento de la violencia política
Tras ser incluida en el programa estatal de protección de los defensores de los derechos humanos, la concejala es una excepción, aunque su lucha se inscribe en una perspectiva política que pretende ir más allá de ella. Además, la inclusión en esta lista oficial de personalidades amenazadas no conlleva automáticamente una protección real y, en su caso, las medidas no continúan. De momento, ni la Secretaría de Seguridad Pública del estado de Río de Janeiro ni la Policía militar han aceptado hacerse cargo de su protección.
Según el último barómetro de la Coalición de Solidaridad de Brasil, en 2020, la violencia política en el país registró un aumento de casi el 40%, con respecto a 2016. En este periodo, se contabilizaron 125 asesinatos y agresiones físicas. Aunque las mujeres tienen una presencia menor en política, son más blanco de la violencia. “La violencia que vivo no es un hecho aislado, es recurrente contra los parlamentarios negros y trans […]. La lógica patriarcal y racista de deshumanización de nuestros cuerpos se ve cada vez más obstaculizada por nuestro proyecto político y nuestra presencia en las asambleas legislativas y en los ayuntamientos”, explica Briolly.
Discursos de odio transmitido por Bolsonaro
El hecho de que no se hiciera justicia tras el asesinato de Marielle Franco en 2018, cuya instrucción sigue enredada en los retrasos y la lentitud institucionales, pesa sobre la vulnerabilidad de estas mujeres frente a sus agresores. En las amenazas, las referencias a los asesinos de Marielle son numerosas, erigiéndolos en héroes castigadores. “La ejecución de Marielle Franco es el caso más extremo de esta violencia y la ausencia de justicia en torno a su asesinato nos expone aún más; seguimos esperando respuestas y la violencia política sigue agravándose”, insiste Benny Briolly.
Si está claro que el discurso de odio transmitido por el presidente Bolsonaro tiene un papel clave en el empeoramiento de esta violencia en Brasil, la situación podría cambiar pronto. De hecho, después de que se hayan retirado las acusaciones de corrupción que llevaron a la cárcel a Lula, el expresidente brasileño ha anunciado su regreso a la carrera electoral. Muchos sondeos recientes le dan como ganador frente al actual presidente, ya debilitado por su mortífera gestión de la pandemia de Covid-19.
Benny Briolly prevé una derrota de Bolsonaro en las próximas elecciones presidenciales, pero se muestra cautelosa en lo que a las esperanzas de cambio se refiere: “El conservadurismo brasileño se encuentra estructurado por el racismo anclado por casi 400 años de esclavitud, así como por los genocidios de negros y autóctonos. La violencia contra nuestros pueblos se reactualiza constantemente”.
Más que la expectativa de un retorno a la era pre-Bolsonaro, esta mujer mira la situación desde su experiencia política y sus pertenencias colectivas. Para Benny Briolly, los cambios en marcha van más allá de la oposición entre un Lula y un Bolsonaro. En el centro de estos cambios, la lucha contra la violencia política es un frente de batalla que no se puede ignorar: “En los últimos años, los movimientos negros, de mujeres y LGBTQI+ han ganado en fuerza, lo que ha significado que hemos empezado a ocupar espacios de poder. El Gobierno de Bolsonaro y el bolsonarismo son, principalmente, reacciones a nuestros avances”.
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Traducción: Mariola Moreno
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