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California aprueba una ley histórica dirigida a producir electricidad 100% limpia a partir de 2045

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“No será fácil, no será inmediato, pero hay que hacerlo. [...] para responder a la amenaza existencial del cambio climático”. El hombre que se expresaba en estos términos este lunes 10 de septiembre es Jerry Brown. El octogenario, ocho años mayor que el presidente de los Estados Unidos, vive en California, y sin llegar a ser un revolucionario, irrita (y mucho) a Donald Trump.

Jerry Brown seguirá siendo, todavía durante los dos próximos meses, gobernador independiente de California, el estado más poblado de los Estados Unidos. Desde hace dos años, esta figura del Partido Demócrata (gobernador de California entre 1975 y 1983 y de nuevo desde 2011), ha adoptado sistemáticamente el punto de vista opuesto al de Donald Trump. Especialmente cuando se trata del clima. Junto con otros gobernadores y alcaldes de las principales ciudades de Estados Unidos, anunció que seguiría vinculado al Acuerdo de París firmado en 2015, que Trump optó por abandonar.

Mientras Trump desregulaba la protección del medio ambiente, Brown ha ido desafiando, una a una, estas decisiones. Y pretende hacer de su estado, el más poblado e innovador de Estados Unidos, un lugar a la vanguardia en la lucha mundial contra el cambio climático.

El lunes, al comienzo de una cumbre climática en San Francisco, dos meses antes de que concluya su carrera política (no puede optar a la reelección), firmó una ley esperada por activistas medioambientales, productores de energía libre de carbono, pero también por Leonardo DiCaprio y el exgobernador de California Arnold Schwarzenegger.

Este texto, la Senate Bill 100, obliga a su estado a dejar de producir electricidad a partir de combustibles fósiles en 2045, momento en el que California debe haberse convertido en un estado “neutral” en términos de producción de gases de efecto invernadero. En 2017, las energías renovables, incluidas la solar y la eólica, representaban el 30% de la producción de electricidad (incluidas las importaciones), aún menos que el gas natural y el petróleo (34% para una y 4% para la otra).

En Estados Unidos, Hawai, con una población de 1,5 millones de habitantes, cuya existencia se ve amenazada por el calentamiento global, es el único estado que ha establecido objetivos tan ambiciosos hasta la fecha. Pero California, la quinta economía más grande del mundo, donde vive uno de cada ocho estadounidenses y que crece el doble de rápido que otros estados americanos, es otra dimensión.

“California es la mayor economía del mundo que se compromete de esta manera”, asegura a Mediapart (socio editorial de infoLibre) Kevin de León, senador por California y promotor de la ley. “Se trata de un día histórico”, advierte. “Estamos enviando un mensaje al resto de la nación y al mundo: independientemente de quién ocupe la Casa Blanca, California continuará liderando el cambio climático”. Al senador le gusta señalar que con cerca de 500.000 empleados, el sector de energía limpia en Estados Unidos ya emplea a diez veces más personas que la industria del carbón estadounidense, convertida en símbolo por Donald Trump durante su campaña presidencial.

California, que ha aprobado numerosas leyes ambientales en los últimos años, se ha fijado el objetivo de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 40% hasta 2030 (tomando como referencia los niveles de 1990). Brown también es miembro de la coalición mundial Under 2°, que representa a 187 ciudades, estados y gobiernos locales, y a un total de 1.300 millones de personas, que se ha comprometido a mantener el aumento de la temperatura mundial por debajo de los dos grados centígrados, el umbral de calentamiento “máximo” recogido en el acuerdo de París como capaz de limitar “los peores impactos del cambio”. Un umbral no obstante que ya se está superando.

En concreto, la ley, conocida como SB 100, a la que se han opuesto muchas organizaciones de empresarios, exige a los proveedores de electricidad que comercialicen un 60% de electricidad libre de carbono para 2030 y un 100% 15 años más tarde. Hasta ahora, este objetivo ha sido del 50%. Kevin de León asegura que la ley, si bien contiene una dimensión obvia exhibición política, puede conllevar “sanciones” y acciones legales contra los reticentes.

Pero en un mercado eléctrico desregulado, el objetivo declarado es más bien estimular la iniciativa privada y atraer talento para hacer de California un nuevo Silicon Valley de la energía. “Ofrecemos a los emprendedores la oportunidad de crear las tecnologías para alcanzar este objetivo; los mejores ganarán”. De León asegura que la meta de 2045 puede llegar a alcanzarse diez años antes. “Esta ley envía una señal a los mercados, inversores, científicos y empresas”, dice entusiasmada Susannah Churchill, directora de Vote Solar, una organización con sede en California financiada parcialmente por fabricantes de energía solar. “Atraerá a los que tienen el dinero y las ideas”.

“A largo plazo, más del 60% de la electricidad estará vinculada a las energías renovables”, afirma De León. “El resto será una combinación de energías limpias que ya existen, como la energía geotérmica, o que aún no han sido inventadas”. No se excluye el uso de la energía nuclear, que hoy representa el 10% de la producción californiana, al ser considerada como una energía “limpia” en el sentido de la ley, porque no es carbono. Sin embargo, De León considera “muy improbable” que el átomo, aprobado por las autoridades francesas, sea la solución del futuro en California. “¡Simplemente porque es demasiado caro! No imagino a ningún inversor metiendo dinero en este sector. A menos que estés loco o seas muy rico, ¿por qué malgastar tu dinero así?”. California tiene ahora dos instalaciones nucleares: una no funciona desde hace cinco años y está a la espera de ser desmantelada, la otra será cerrada en 2025.

De León espera que el ejemplo californiano inspire a otros países. “El cambio climático se ve demasiado a menudo como un tema científico, cuando se trata de una cuestión política. La reducción de la huella de carbono mejora el crecimiento y crea puestos de trabajo, al tiempo que reduce realmente la producción de gases de efecto invernadero”.

Sin embargo, al sacar adelante con él la ley el lunes, el gobernador Jerry Brown destacaba las limitaciones de una iniciativa de este tipo dados los desafíos mundiales. “California y el resto del mundo todavía tienen un largo camino por recorrer antes de llegar a cero carbono”.

La producción de electricidad, en el marco de la ley SB 100, sólo afecta al 16% de los gases de efecto invernadero, muy por detrás del tráfico automovilístico, una importante plaga medioambiental en California. El propio Brown a menudo es acusado por los activistas, como Naomi Klein, de no hacer lo suficiente en contra de la industria petrolera, concediéndole nuevos permisos de perforación mientras la propia industria le financia.

Los impresionantes e históricos incendios forestales de este verano, unidos a los recientes desastres climáticos en California, muestran la urgencia de la situación. Un informe publicado a finales de agosto por la Agencia de Recursos Naturales de California, una agencia gubernamental, presenta una preocupante visión general de las amenazas climáticas a medio plazo que enfrenta el estado más poblado de Estados Unidos si no se altera seriamente la actual tendencia al calentamiento: temperaturas sofocantes que causan un aumento de las muertes, dos tercios menos de reservas de agua, un preocupante aumento de los incendios y un aumento de medio metro en los niveles de agua de aquí a 2050.

 

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Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

“No será fácil, no será inmediato, pero hay que hacerlo. [...] para responder a la amenaza existencial del cambio climático”. El hombre que se expresaba en estos términos este lunes 10 de septiembre es Jerry Brown. El octogenario, ocho años mayor que el presidente de los Estados Unidos, vive en California, y sin llegar a ser un revolucionario, irrita (y mucho) a Donald Trump.

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