Los checos no usan Amazon, pero Amazon usa a los checos

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Klára Votavová (Jacobin | Mediapart)

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La pandemia de 2020 ha sido sinónimo de crecimiento récord para Amazon. El tercer trimestre, por ejemplo, fue el más exitoso hasta la fecha: la empresa anunció un aumento de las ventas del 37% en comparación con el mismo periodo del año anterior. Según Forbes, la riqueza personal del fundador Jeff Bezos aumentó en 70.000 millones de dólares entre octubre de 2019 y noviembre de 2020.

Los esfuerzos de Amazon para proporcionar la infraestructura necesaria para todo, desde compras en línea hasta servicios basados en la nube, han llamado la atención de los reguladores de Washington y Bruselas. Los defensores de los derechos humanos hablan de violaciones de los derechos de los empleados, de evasión fiscal, de uso indebido de datos personales, de importante huella medioambiental y del papel de facto de la organización como regulador del acceso de otras empresas a los clientes.

Estas prácticas han salido a la luz por las huelgas y las protestas mundiales Make Amazon Pay (Haz que Amazon pague) del Black Friday, organizadas por la multinacional Uni Global Union junto con la Internacional Progresista, entre otros grupos.

En la República Checa, sólo se pueden realizar comprar en Amazon a través de su página alemana, lo que conlleva retrasos para los clientes y precios relativamente altos. Pero aunque Amazon registra menos actividad en ese país que las plataformas locales, la empresa cuenta con empleados checos, que abastecen principalmente el mercado alemán. Como demuestra una investigación de Voxpot, Amazon utiliza al país como una especie de almacén y de fuente de mano de obra barata para servir a los consumidores ricos del otro lado de su frontera occidental.

“Nadie puede ganar tanto dinero preocupándose por los derechos de los demás”, apunta Kateřina Příbrská, veinteañera, mientras caminamos por la ciudad de Most, en el norte de Bohemia. Kateřina tiene mucha más experiencia con la empresa de Bezos que la mayoría de los checos. Trabajó durante más de dos años en el único centro de distribución checo de Amazon en Dobrovíz, en el centro de Bohemia, antes del nacimiento de su hijo en 2019.

Kateřina se formó como costurera y renunció a sus planes de ingresar en un instituto especializado en diseño gráfico debido a sus dificultades de aprendizaje. Intentó ganarse la vida cosiendo, pero su salario mensual era de 8.000 coronas checas (unos 307 euros), mientras que tenía que pagar 2.000 al mes sólo de transporte. Después probó otros trabajos.

“Nunca me quedo mucho tiempo en un sitio porque soy hipersensible. No soporto la injusticia”, dice. Si consigue reunir suficiente dinero tras su permiso de maternidad, le gustaría abrir una sastrería que emplee a personas con discapacidad. No quiere volver a Amazon, aunque sigue participando activamente en la sindicalización de la empresa.

El distrito de Chomutov, por el que pasé con Kateřina, constituye un interesante telón de fondo para nuestra conversación sobre el trabajo en una empresa cuyas incesantes innovaciones están llevando al extremo los imperativos capitalistas de aumento constante de los beneficios, de la eficiencia y la productividad.

Este paisaje de Bohemia del Norte sigue marcado por los restos del antiguo régimen comunista, desde sus tristemente célebres minas de lignito hasta sus plantas químicas, casas inundadas y pueblos semiderruidos desplazados a pocos kilómetros. Estos restos son testigos de los planes de otros visionarios cuyas opiniones sobre la organización del trabajo son muy diferentes a las de Bezos y sus colegas de Silicon Valley. Parece oportuno contemplar las huellas dejadas por las visiones igualmente audaces de los capitanes del capitalismo digital.

Pregunto a Kateřina por la reputación de Bezos entre los empleados checos de Amazon. ¿Hablan de él con respeto, como un personaje mítico? “Solemos burlarnos de él. Cuando falta dinero para algo, decimos que probablemente Jeff lo necesitaba para sus cohetes”, explica.

Sin embargo, el poder de Bezos (propietario de la empresa de vuelos espaciales Blue Origin) sorprendentemente puede dejarse sentir en Dobrovíz. Las instrucciones uniformes sobre las condiciones de trabajo y los salarios en todos los centros de distribución de Amazon proceden directamente de la sede central de la empresa en Seattle, para ejercer un control meticuloso sobre todos ellos.

Pero no todo es uniforme: cuando Seattle decretó una prima por el coronavirus de 500 dólares para todos los empleados de las plataformas de distribución, los checos recibieron algo más de la mitad de esta suma. El salario por hora de los mozos de almacén del país, 160 coronas checas (6,14 euros), es sólo la mitad del de los alemanes (12,15 euros); los polacos reciben incluso menos que los checos.

Cualquier persona interesada en trabajar para Amazon en la República Checa entrará en el centro de distribución a través de las empresas de trabajo temporal Randstad o Adecco, tras la firma de un contrato de duración determinada. Antes de navidades, Amazon contrató entre 3.000 y 4.000 personas sin realizarles ninguna entrevista, simplemente efectuó un examen médico. La mayoría de ellos fueron despedidos después de la fiebre navideña, cuando aún estaban en periodo de prueba.

“La empresa lo hace de una manera tan desagradable, por ejemplo, la gente viene a trabajar y, un día, comprueba que le han desactivado la tarjeta. Entonces, a esos trabajadores se les dice que se busquen la vida para volver a casa o que esperen el autobús, que no sale hasta diez horas después de que haya terminado el turno. En 2016, cada mañana pasaba mucho miedo de no poder llegar a mi puesto de trabajo”, rememora Kateřina.

Los afortunados que pasan de ser trabajadores temporales a empleados de Amazon (los llamados “tarjetas azules”) tienen que superar el periodo de prueba y luego firmar un contrato indefinido. Así, Amazon cuenta con unos 3.000 empleados fijos.

Los trabajadores manuales de Amazon trabajan en turnos de diez horas, cuatro veces por semana. En teoría, el sueldo inicial de 160 coronas checas por hora sube cada año, en función de una evaluación anual de la competitividad calculada con relación a los salarios de otras empresas. Este año, sin embargo, no hubo aumento y los empleados recibieron en su lugar el siguiente mensaje: “Estimados empleados, acaba de finalizar la revisión salarial de este año, en la que comparamos los salarios de trabajos similares. El resultado del análisis salarial arroja que nuestros salarios base siguen siendo competitivos y, por lo tanto, nuestro plan de remuneración sigue siendo el mismo. Valoramos mucho el trabajo que hacéis para nuestra empresa y, sobre todo, para nuestros clientes. Muchas gracias. Si tenéis alguna pregunta, no dudéis en poneros en contacto con el departamento de recursos humanos o con vuestro responsable. Atentamente, Amazon”.

El precio que se paga por hora es inferior a la media checa, pero relativamente decente para los obreros de las regiones más pobres, como Ústí Nad Labem. “Incluso el salario que se percibe durante una baja por enfermedad es a menudo más alto en Amazon que lo que la gente suele cobrar aquí en el norte cuando va a trabajar cada día”, explica Ivo Mayer, presidente del sindicato ZO OSPO Amazon.

Antes de trabajar en Amazon, su mujer cobraba un sueldo mensual bruto de 14.000 coronas checas (537 euros) como costurera. Sin embargo, añade que esto también incluye tres horas diarias de autobús, no remuneradas, así como los retrasos antes y después del trabajo.

“Si cuento los trayectos, mis ingresos brutos son de 80 coronas checas (3 euros) la hora. Así que no tienes tiempo para nada más que para trabajar y dormir”, precisa otro empleado.

Las largas jornadas de trabajo y los desplazamientos explican que Kateřina no quiera volver a Amazon. “Es incompatible con mis valores familiares”, señala. Dice que su marido, también empleado de Amazon, se va a trabajar a las 4 de la mañana y llega a casa a las 7 de la tarde. En su opinión, una situación así sólo podría resolverse con una guardería en régimen de internado, en la que se dejaría al bebé durante cuatro días completos. Esta solución, dice, es bastante común en Most. “Yo no le haría eso a mi hijo”, insiste.

“Trabaja duro. Pasalo bien. Haz historia”

Según Mayer y Příbrská, Amazon es único en el sentido de que cada empleado sabe hacer de todo: ser capaz de recibir, almacenar, seleccionar y empaquetar mercancías para los clientes. Durante lo que se denomina “pick (recogida)”, los empleados recorren hasta 16 kilómetros por turno.

Los dos sindicalistas señalan que el tristemente célebre sistema de control por escáner no es tan estricto como a veces se dice. Por ejemplo, no les resulta difícil ir al lavabo siempre que cumplan las normas horarias. Pero ni ellos ni la dirección de Praga pueden explicar cómo se determinan realmente estas normas.

“Es una especie de algoritmo; sólo lo conocen unas cinco personas en Europa. Se basa más o menos en los resultados de centros de distribución comparables, donde se determina la media que hay que alcanzar”, explica Ivo.

Si una persona no alcanza la media, puede ser sometida a un procedimiento llamado ADAPT. Después de unos cuantos fracasos, puede suponer el despido. Pero explican que en esta evaluación semanal también cuenta la palabra de cada uno de los responsables individuales.

Estos sindicalistas checos coinciden con los informes de otros países sobre la hostilidad, a veces extrema, que tiene Amazon hacia los sindicatos. Según sus informaciones, los dirigentes de Amazon han recibido instrucciones de denunciar a todos aquellos que mencionen la palabra “sindicatos” para que Amazon pueda despedirlos antes de que consigan organizarse.

La persona que fundó los sindicatos en Dobrovíz en 2016 mantuvo en secreto sus intenciones hasta que informó a Amazon de la creación de la organización. Según la legislación laboral, los miembros de los comités sindicales no pueden ser despedidos. En lugar de los sindicatos, cuyo papel está estipulado por la ley y que tienen derecho a representar los intereses de los empleados, Amazon está creando los llamados “foros de empleados”.

Sin embargo, según Ivo, estos sirven de distracción para Amazon, lo que le permite evitar ocuparse de los verdaderos problemas de los empleados. A pesar de los reiterados esfuerzos, la organización sindical de Amazon no ha podido firmar un convenio colectivo que mejore los derechos de los empleados por encima de lo que estipulado la legislación checa.

Próxima parada: Dobrovíz-Amazon

La localidad de Dobrovíz está a varios kilómetros al oeste de la periferia de Praga, y combina un centro histórico con una típica urbanización suburbana satélite. Se encuentra cerca del aeropuerto y de la carretera exprés R6, un importante enlace entre Praga y Europa Occidental. Esta buena accesibilidad atrae a los residentes de Praga que buscan una vida más tranquila fuera de la ciudad, así como a los promotores de parques logísticos.

El polígono industrial local se creó hace veinte años. La empresa promotora Panattoni Europe alquila sus edificios a ocho empresas. El edificio más grande, de 95.000 metros cuadrados, lo tiene alquilado Amazon, cuyo centro de distribución –que ocupa una superficie de trece campos de fútbol– es el mayor edificio industrial independiente de la República Checa. Sólo con mirarlo, es evidente que los pickers pueden recorrer hasta 16 kilómetros al día en sus pasillos.

Todo está tranquilo en el aparcamiento adyacente un miércoles por la tarde. Hay decenas de autobuses aparcados, algunos de ellos con carteles que dicen “Ve al trabajo con una sonrisa”. Amazon traslada a sus empleados al trabajo todos los días de forma gratuita desde unos 50 destinos en las regiones de Bohemia Central y Ústí nad Labem.

Después de las 5 de la tarde y de las 4 de la mañana, empiezan a circular autobuses que transportan a los empleados que trabajan en dos turnos al centro de distribución. Por la noche, en el vestíbulo de entrada iluminado, aparecen los lemas de Amazon: "Trabaja duro. Diviértete. Haz historia”.

También hay una parada de tren Dobrovíz-Amazon, financiada por la empresa. El tren de Praga llega allí tres veces al día, dos de ellas como conexión pensada para el turno de Amazon. La autopista está conectada con el centro logístico a través de la calle Amazon, que forma parte de la circunvalación que el ayuntamiento exigió a la empresa promotora. A pesar de que se limpia con frecuencia, está llena de basura arrojada por las ventanas por los camioneros.

El centro histórico de Dobrovíz, un municipio de 500 habitantes, está a pocos pasos de Amazon. Frente a la autoridad municipal local, nos encontramos con Hana Veselá, una de las fundadoras de la asociación Ciudadanos por Dobrovíz. El grupo se formó en 2013, cuando los vecinos de la nueva urbanización de la zona quisieron protestar contra el ruido procedente del ya desaparecido centro de reclamaciones de Amazon, situado en el polígono industrial situado detrás de sus casas.

Cuando los ciudadanos empezaron a quejarse de las actividades de Amazon, descubrieron que la región de Bohemia Central, en colaboración con la agencia gubernamental CzechInvest, había prometido a Panattoni la construcción de un nuevo almacén gigante para Amazon. Esto también incluía una carretera de dos carriles justo debajo de las ventanas de los nuevos residentes.

Cuando la asociación se interesó por la construcción del nuevo centro, salió a la luz que el ayuntamiento había accedido a cambiar su propio plan de zonificación sin esperar nada a cambio del promotor. Sin embargo, la asociación Ciudadanos por Dobrovíz no está de acuerdo con dicha normativa. “Tenía contactos y sabía lo que podíamos exigir al promotor”, dice Veselá.

Por ello, a finales de 2013-14, el municipio pasó a estar en el centro de la atención mediática y política. Las autoridades locales recibieron a su vez la visita del ministro de Industria y Comercio, representantes de CzechInvest y funcionarios de Panattoni y Amazon. Los ciudadanos de Dobrovíz preguntaron por el impacto medioambiental y la oportunidad de construir este centro en las inmediaciones de Praga, donde el desempleo no es un problema, a diferencia de otras regiones.

“Los chicos de CzechInvest estaban muy emocionados. Explicaron cómo iba a funcionar todo y se comportaron como si el sol fuera a brillar siempre. Así que les pregunté qué pasaría si llovía", dice Veselá.

Al final, la localidad y Panattoni negociaron la construcción de la citada circunvalación de la ciudad, la ampliación de la depuradora y la asignación de un millón de coronas checas (38.412 dólares) al año al presupuesto local. Posteriormente, la asociación Ciudadanos por Dobrovíz, participante independiente en el procedimiento de concesión de permisos de construcción, firmó su propio acuerdo con Amazon, conforme al cual Panattoni construyó una barrera acústica entre los almacenes y las viviendas familiares. Por último, el centro de distribución de Amazon cerca de Dobrovíz empezó a funcionar en septiembre de 2015.

“Creo que hicimos todo lo posible”, comenta Veselá sobre el acuerdo. Por ello, la asociación decidió finalmente no bloquear la construcción, lo que provocó el resentimiento de algunos vecinos. “Una vez que la región prometió a Panattoni la construcción del almacén, no se pudo impedir la construcción. Lo único que pudimos hacer fue negociar las condiciones con el promotor”, explica, señalando con el dedo a los municipios de alrededor que no reciben nada de los almacenes logísticos de otras empresas.

Veselá destaca la notable mejora de la situación del tráfico en la ciudad, que llevaba años esperando un desvío antes de Amazon. “La mayoría de las veces ni siquiera se ven los camiones, los autobuses o los empleados de Amazon en el centro de la ciudad”, destaca. En la ciudad, señala la existencia de un nuevo parque infantil construido con fondos de Panattoni y el club de fútbol local patrocinado por Amazon. Menciona que, además de las contribuciones negociadas, Panattoni también paga al municipio un impuesto sobre la propiedad de los almacenes. Además de otras contribuciones del aeropuerto cercano, esto hace que Dobrovíz sea una ciudad relativamente rica.

Subasta inversa

En 2013, cuando Amazon comenzó a interesarse por la República Checa, se enfrentó a una serie de huelgas de los empleados del centro de distribución alemán. Para seguir atendiendo a sus clientes alemanes sin interrupción, Amazon recurrió a CzechInvest para que le ayudara a abrir sucursales en la República Checa. Prometió crear puestos de trabajo permanentes en los centros de distribución de Dobrovíz y Brno para 4.000 personas (en periodos críticos, hasta 10.000). En 2013-14, cuando el desempleo era elevado tras la crisis económica, esta oferta resultaba atractiva para las autoridades checas.

Sin embargo, después de este anuncio, la situación no fue tan sencilla como Amazon había previsto. Mientras que en Dobrovíz los desacuerdos descritos con la población local solo provocaron un retraso de unos meses (Amazon no llegó a tiempo para el periodo navideño previsto de 2014), las negociaciones en Brno se prolongaron hasta el punto de que Amazon decidió cancelar la inversión. Por la misma razón, Amazon no construyó un centro logístico para las mercancías devueltas a Dolní Počernice en 2016.

Los contrarios a la construcción de los centros de distribución de Amazon se vieron presionados en varios frentes durante los trámites de la licencia de obras. Los promotores que debían construir los almacenes de Amazon se quejaron de los retrasos que amenazaban las ventas navideñas previstas. Achacaron el descontento de los ciudadanos a la escasa comunicación de los ayuntamientos y amenazaron con trasladar a Amazon y sus puestos de trabajo a otra ciudad de inversión en Europa central o incluso demandar a la empresa por la inversión y su manchada reputación.

Además, la perspectiva de una gran empresa estadounidense que prometía miles de puestos de trabajo contó con el firme apoyo del gobierno socialdemócrata del ex primer ministro Bohuslav Sobotka, incluido su ministro de Economía (y actual primer ministro) Andrej Babiš y su colega en el Ministerio de Industria y Comercio Jan Mládek.

El presidente Miloš Zeman calificó de “estúpida” la desaprobación de los contratos que permitirían la construcción del almacén en Brno en los plazos previstos. Mientras tanto, los analistas políticos y económicos temían que el país manchara su reputación entre los inversores mundiales.

El cuestionamiento nacional fue alimentado por la retórica de los altos directivos de Amazon, cuando el jefe de Amazon Europa, Tim Collins, dijo que los problemas que se encontraron antes de la construcción del almacén en la República Checa eran únicos. “Pusimos muchas cosas sobre la mesa: muchos puestos de trabajo, grandes inversiones, nuestros planes son un estímulo económico en muchos ámbitos, y ni siquiera pedimos un incentivo financiero a la República Checa”, señaló en una entrevista para el diario económico Hospodářské noviny.

Para Miroslav Pazdera, coautor de Steel Cities: Logistics Architecture in Central and Eastern Europe (Ciudades de acero: arquitectura logística en Europa central y del este), “a empresas como Amazon no les interesa prolongar el proceso de construcción porque necesitan construir sus centros lo antes posible. La construcción del centro de distribución de Amazon en la República Checa estaba sujeta a una condición esencial: una distancia máxima de 300 km de la frontera alemana y una conexión lo más corta posible con la red de autopistas. A Amazon le daba igual que su nuevo almacén estuviera cerca de Praga, Brno o quizás Pardubice”.

De ahí su impaciencia. Dado que un gran número de ciudades checas y extranjeras podían ofrecer estas condiciones, Amazon no tenía muchas razones para perder el tiempo con una comunidad reticente.

Para Pazdera, el problema también radica en la debilidad del enfoque de las autoridades locales a la hora de planificar los centros logísticos. “Las decisiones y responsabilidades importantes recaen en las autoridades locales, que a menudo son un socio demasiado débil en la discusión con un promotor mucho más rico. El plan de zonificación de la ciudad se considera una carga administrativa más que una herramienta eficaz para la planificación de nuestro territorio. Desde el punto de vista del Estado, estas inversiones suelen ser vistas positivamente sin ninguna crítica. No hay un debate de expertos sobre cómo trabajar con este tipo de infraestructuras”, explica.

Casper Gelderblom, principal organizador de las protestas “Haz que Amazon pague” para la Internacional Progresista, considera que el comportamiento de Amazon en 2014 es un ejemplo típico de la “subasta inversa”. “Las distintas jurisdicciones se enfrentan entre sí y tratan de ofrecer a la empresa las mayores ventajas fiscales, las mejores infraestructuras y la mano de obra más barata. La empresa puede ir de un lado a otro y elegir o trasladar la producción cuando no le guste algo en una jurisdicción concreta”, explica.

Las jurisdicciones más ricas, como Alemania en 2013, se mantienen en este sistema por el miedo constante a que la empresa se vaya en busca de mano de obra más barata. “Amazon no es en absoluto la única multinacional que se comporta de esta manera, pero es una de las que destaca en este juego”, señala Gelderblom.

Dado que no se espera que Amazon entre en el mercado checo, algunos de los problemas asociados a esta empresa en Europa Occidental y Estados Unidos no afectan a la República Checa. No existe el problema de las prácticas monopolísticas de Amazon que oculta las ofertas de las pequeñas tiendas online en sus páginas cuando no puede acordar algo. En Estados Unidos, donde Amazon cubre cerca del 40% del comercio electrónico, este es uno de los motivos más frecuentes de crítica.

Sin embargo, este país, al igual que otros de la región, sigue afectado por la empresa. La República Checa proporciona a Amazon una infraestructura física en forma de almacén en Dobrovíz y, por tanto, no se pueden ignorar las cuestiones relativas a la situación de los empleados de Amazon, la huella ecológica de la empresa y su impacto en las ciudades locales.

Aquí son la norma salarios más bajos que en Europa Occidental por el mismo trabajo, como en otros países poscomunistas. Las condiciones de trabajo en otras empresas son –a juzgar por las pruebas aportadas por los empleados– comparables o incluso peores que las de Amazon. Sin embargo, la República Checa sirve sobre todo a Amazon de reserva de mano de obra barata para el mercado alemán y, aquí, Amazon puede salirse con la suya con prácticas que nunca se darían en Alemania, incluso sin discusión pública.

Todos los empleados de Amazon contactados se quejaron de que sólo percibieron la mitad de la prima por coronavirus de la empresa. Puede decirse que son precisamente estas prácticas las que hacen que los checos se sientan ciudadanos europeos de segunda clase, un sentimiento que no debe subestimarse. Ivo Mayer, que citó con precisión párrafos del código laboral durante nuestra entrevista y me habló de todas las iniciativas paneuropeas de apoyo a los sindicalistas de Amazon, comentó sin embargo, cuando me iba, que preferiría “salir de la UE como hicieron los británicos”.

Amazon no llegó a Dobrovíz para ayudar a combatir el desempleo, sino para estar lo más cerca posible de la autopista a Alemania. No emplea a mucha gente de la ciudad o de sus alrededores y no cultiva el sentido de pertenencia entre los habitantes. Amazon emplea a las personas que trae en autobús desde las regiones checas más desfavorecidas desde el punto de vista social, pero no desarrolla servicios, infraestructuras ni vínculos comunitarios en sus lugares de residencia.

Al mismo tiempo, el crisol de extranjeros procedentes de diferentes ciudades hace más difícil que los empleados se organicen, lo que facilita a Amazon la realización de una campaña eficaz contra los sindicatos. Mientras tanto, los terrenos agrícolas (y no sólo) de las afueras de Praga están siendo explotados por nuevos almacenes logísticos. Si el actual auge de la logística en Europa Central llegara a su fin, no está claro cómo se utilizarían.

En el contexto de los cambios en el mercado laboral, la creciente crisis económica y el aumento de la popularidad de las compras en línea, no se puede excluir que la oferta y la demanda de puestos de trabajo en los almacenes siga aumentando. En caso de que esto ocurra, esperemos que los checos sean más previsores en sus relaciones con Amazon y otros centros logísticos que en 2014. El primer paso es obvio, empezar por ser críticos, también con los inversores estadounidenses que traen regalos.

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Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

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Este artículo fue publicado en el sitio web de

Jacobin y posteriormente se publica en Mediapart (socio editorial de infoLibre), vía la Internacional Progresista (responsable de la traducción al francés). Inicialmente se publicó en Voxpot. Klára Votavová trabaja en un departamento de la administración pública checa, es sindicalista orgullosa de serlo y también colabora con Voxpot.cz.

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