A China se le acumulan las malas noticias en el frente económico

“En tres meses, no tendremos dinero para pagar los salarios”, anunciaba Jiao Guolong, al frente del grupo de restaurantes Xibei Xiaomiancun, a principios de febrero. La epidemia de coronavirus que sufre China desde finales de diciembre está teniendo un impacto importante, aunque subestimado, en la economía. Mientras que las autoridades quieren tranquilizar tanto a la población como al mundo exterior y sólo hablan de una ralentización temporal del crecimiento, un estudio minucioso de la prensa china ofrece un panorama más desalentador. A mediados de febrero, la economía del país estaba prácticamente paralizada, hasta el punto de que el Gobierno central está instando a las autoridades locales a relajar las cuarentenas para no lastrar aún más la economía.

La epidemia no llega en un buen momento. La economía china –que pierde fuelle desde hace varios años, bajo presión de la guerra comercial y especialmente tecnológica con Estados Unidos– está tratando de hacer una transición hacia una economía de mayor valor añadido, menos basada en la exportación y más basada en el consumo. Así pues, el margen de maniobra del país es menor de lo que parece, no sólo por el contexto sino también por los altos niveles de endeudamiento de las autoridades locales y las empresas estatales. El Año Nuevo chino, y las dos semanas de vacaciones que lleva aparejadas, suelen ser un buen momento para el consumo, pero también para el turismo y los sectores en relación con éste.

Así, la crisis sanitaria está golpeando duramente a las pequeñas empresas, pymes, hoteles y restaurantes. Además del impactante anuncio del director general de Xibei, un artículo publicado en el sitio web Jiemian informa de que la tasa media de ocupación de los hoteles del país ha caído un 80% en comparación con el mismo período del año anterior, lo que ha obligado a muchos de ellos a cerrar sus establecimientos. La asociación culinaria China, que representa a la industria de la restauración, asegura que el 78% de sus miembros están experimentando una caída en los ingresos de casi el 100% en comparación con el año pasado. Si la crisis continúa, la mayoría de los propietarios de restaurantes no podrán pagar los salarios y alquileres y se verán obligados a hacer despidos. Las contrataciones en estos sectores también está en su punto más bajo, y hay que tener en cuenta que en este periodo es cuando se suelen hacer contrataciones. Según la plataforma de reclutamiento BOSS, el número de empleados contratados por empresas con menos de 100 empleados ha disminuido en un 60% en este sector.

El transporte también se ve afectado, corolario de la caída del turismo; las aerolíneas se enfrentan a una caída sin precedentes del tráfico. De hecho, el tráfico aéreo se desplomó bruscamente a partir del 24 de enero, y el número de pasajeros se redujo en casi un 85% en febrero. La ruta Pekín-Shanghái, una de las más frecuentadas, con un vuelo cada 20 minutos en circunstancias normales, se está reduciendo a unos pocos vuelos al día. A fecha de 15 de enero, las líneas aéreas chinas ya han desembolsado el equivalente a 2.600 millones de euros en compensación por la cancelación de billetes. Otros medios de transporte presentan descensos similares en este período.

El retorno de los trabajadores

En la industria, la situación no es mucho mejor. El dato clave es el retorno al trabajo de los empleados (incluyendo un número significativo de trabajadores migrantes que volvieron a casa durante el Año Nuevo lunar). Por ejemplo, The South China Morning Post sugiere que dos tercios de los trabajadores aún no han vuelto a sus puestos. En la industria de los semiconductores (microprocesadores) y otras industrias de circuitos integrados, las plantas de montaje y pruebas esperan que los trabajadores se reincorporen esta semana del 24 de febrero y ya anticipan una caída en la producción. Haier, un gigante de los electrodomésticos, asegura que el 52% de sus trabajadores están disponibles, pero que las líneas de montaje se centran en los productos médicos. Otros grupos nacionales, como el fabricante de automóviles BYD o las empresas asociadas Wuling y General Motors en Shanghái, han reconvertido parcialmente sus instalaciones para la producción de máscaras y material médico.

Otro sector que se ha visto fuertemente afectado por la epidemia es la agricultura. Por una parte, los agricultores tienen dificultades para vender sus productos debido a las limitaciones impuestas a los viajes por todo el país. Las autoridades han establecido rutas prioritarias en las zonas agrícolas para facilitar los traslados, pero Shi Yan, dirigente de una cooperativa en los suburbios de Pekín, explica a Jiemian que todavía no se le ha suministrado arroz (que viene de Heilongjiang, en el noreste) ni carne de cerdo (que procede de Gansu, en el noroeste). Al igual que la industria, los trabajadores migrantes que proporcionan la mano de obra en muchas granjas no han vuelto todavía. Ninguno de los 20 trabajadores de la granja de Shi Yan ha regresado, lo que podría interrumpir seriamente la plantación de los cultivos en las próximas semanas.

Por su parte, el mercado inmobiliario contiene la respiración y con él el sector de la construcción. Da Gong, una agencia de calificación financiera, habla de un mercado moribundo, que en el mejor de los casos se mantendrá “estable”. Con el virus, las ventas de nuevas construcciones han cesado en el país, mientras que los alquileres están en suspenso; ¿cómo iban a pagar los alquileres las empresas si no tienen clientes? Da Gong prevé una mayor presión sobre las empresas del sector, especialmente las de tamaño medio, que también son las más endeudadas.

El panorama no es bueno. El Gobierno central parece ser consciente de ello: si la propaganda supone una victoria sobre la epidemia, también contribuye a animar a la gente a volver al trabajo. El primer ministro Li Keqiang, en la semana del 10 de febrero, instó a las autoridades a combatir activamente los despidos masivos, el principal temor del Partido Comunista. El canal de noticias estatal CCTV pide a los Gobiernos locales que diferencien entre zonas “gravemente afectadas” y “moderadamente afectadas” para facilitar la vuelta al trabajo, poniendo a los trabajadores locales en una situación imposible. Por una parte, se les debe garantizar que la epidemia permanece bajo control y, por otra, que se mantiene cierta apariencia de actividad económica. En cualquier caso, los pronósticos no pueden ser optimistas. Con un país paralizado, ¿cómo puede Pekín anunciar de verdad una tasa de crecimiento del 4,5% en el primer trimestre?

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Traducción: Mariola Moreno

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“En tres meses, no tendremos dinero para pagar los salarios”, anunciaba Jiao Guolong, al frente del grupo de restaurantes Xibei Xiaomiancun, a principios de febrero. La epidemia de coronavirus que sufre China desde finales de diciembre está teniendo un impacto importante, aunque subestimado, en la economía. Mientras que las autoridades quieren tranquilizar tanto a la población como al mundo exterior y sólo hablan de una ralentización temporal del crecimiento, un estudio minucioso de la prensa china ofrece un panorama más desalentador. A mediados de febrero, la economía del país estaba prácticamente paralizada, hasta el punto de que el Gobierno central está instando a las autoridades locales a relajar las cuarentenas para no lastrar aún más la economía.

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