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El Consejo Constitucional iba desencaminado. Durante la fiscalización de la campaña de Nicolás Sarkozy de 2012, los sabios descubrieron que se habían disimulado gastos por importe de 1,6 millones de euros. En realidad, el montante de gastos ocultos asciende a unos “11 millones, relacionados directamente con mítines organizados por Bygmalion, la empresa de comunicación preferida por el candidato y por la formación conservadora UMP.

Así lo aseguró en rueda de prensa Patrick Maisonneuve, abogado de la empresa de eventos, el pasado lunes 26 de mayo, aunque sin presentar pruebas. Si los sabios no están completamente ciegos, son miopes, tuertos o, incluso, ambas cosas.sabios

La empresa de eventos, fundada por personas del entorno del presidente de la UMP Jean-François Copé [que presentó la dimisión horas después de estallar el escándalo], presuntamente falseó, de forma sistemática, facturas de 2012, emitidas a nombre del equipo de campaña de Nicolás Sarkozy por importe inferior al real y con el objetivo de ayudar al exjefe de Estado a ocultar que se habían superado los gastos autorizados (22,5 millones de euros como máximo para un candidato en segunda vuelta).

Para cobrar por los eventos organizados, presuntamente, la empresa de comunicación expidió facturas a la UMP por actos ficticios entre los meses de enero y junio de 2012. Entre dichos actos inexistentes hay, sobre todo, decenas de “convenciones” temáticas que nunca se llegaron a celebrar (tal y como desveló el diario Libération). “Se trataba de facturarlo de este modo o de no cobrar [...] No se pudo hacer de otra forma, es un chantaje económico”, aseguró el lunes el abogado de Bygmalion, en un intento desesperado por limpiar la imagen de la compañía. Y añadió: “Se habla del caso Bygmalion, cuando se trata del ¡caso de las cuentas de la campaña de Sarkozy!caso Bygmalion).

Si estas acusaciones se demuestran, Nicolás Sarkozy no pagó 96.000 euros a Bygmalion por organizar el mitin de Marsella, por poner un ejemplo, sino 200.000 euros; ni 155.000 euros por el acto de campaña celebrado en Clermont-Ferrand, sino más bien 300.000 etc.

Según el letrado Patrick Maisonneuve, las cuentas del exjefe de Estado, fiscalizadas por el Consejo Constitucional por superar el gasto en apenas 470.000 euros, hicieron saltar presuntamente todas las alarmas. Si se incurrió en un gasto adicional de “11 millones” de en mítines (casi el doble de lo declarado), el expresidente supuestamente gastó 34 millones de euros en la campaña, es decir ¡un 50% más de lo que permite la ley!

Falta ahora saber de dónde salen los “11 millones” a los que se refiere el abogado Maisonneuve, que admite que la “horquilla [...] está por determinar”.

El jefe de gabinete de Jean-François Copé, Jérôme Lavrilleux, también director adjunto de campaña de Sarkozy en 2012 y peón presente en todos los mítines, confirmó con los ojos llenos de lágrimas, en una entrevista concedida a BFM-TV, esta curiosa forma de “desglosar los gastos. “La UMP abonó facturas que correspondían a gastos de campaña” del jefe de Estado saliente, según confesó, para justificar la "disparidad en el número de eventos organizados”. El flamante eurodiputado trataba con ello de cubrir las espaldas de dos campeones: “No informé ni a Sarkozy ni a Copé”.

El mismo al que Nicolás Sarkozy condecoró con la medalla del Orden Nacional del Mérito, un día después de la derrota de 2012, sugirió que Hollande había hecho trampa: “Tenemos una legislación relativa a los gastos de campaña que es irreal. Es imposible hacer una campaña para las presidenciales con 22 millones de euros. Los dos [candidatos de la segunda vuelta] están obligados a tirar de recursos”.

Este harakiri realizado en directo es inédito en la historia de los escándalos políticofinancieros. “Me quedé estupefacto”, dice Philippe Briand, tesorero de campaña de Nicolás Sarkozy, a preguntas de Mediapart, tras desmentir las acusaciones. “Declaramos oficialmente 13,7 millones de euros en la organización de actos públicos, una suma nada desdeñable. Más allá de esto, soy incapaz de decir cuánto cuesta un mitin”. ¿No es la labor de un tesorero la de comprobar la credibilidad de las facturas? “No, yo me ocupo de la contabilidad, no me encargo de hacer los pedidos. Ocupaos más bien de ver a quien beneficia...”.

La Justicia será la encargada de esclarecer, en los próximos meses, las responsabilidades de unos y otros, de decir si los Copé-boys no terminan por salpicar al antiguo jefe del Estado para ocultar sus ignominias; si las facturas locales de Bygmalion no han alimentado una caja b de Jean-François Copé, visto el tren de vida que lleva el clan.

El lunes, agentes de la policía Anticorrupción de Nanterre se personaron en la sede de Bigmalyon, de la UMP y del micropartido de Jean-François Copé (Generación Francia). Pase lo que pase, van a escudriñar en las tuberías de las cuentas de Sarkozy y revisar en detalle los gastos de la campaña; no solo el importe de los mítines.

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Con este caso de libro, la Justicia va a investigar las fallas de un sistema de control de cuentas de campaña y de los partidos políticos, confiado a una autoridad administrativa independiente, la CNCCFP, que cuenta con recursos limitados. Los investigadores corren el riesgo de desvelar mañana que las cuentas presentadas por los candidatos a la segunda vuelta en las presidenciales, que rozan sistemáticamente el límite máximo del gasto autorizado sin franquearlo nunca de forma oficial (salvo Sarkozy), son probablemente simples trampantojos.

Al sugerir el lunes por la noche que una parte de los salarios de la campaña de Hollande pudo haber salido de las cuentas del Partido Socialista, en lugar de proceder del candidato del PS, el conservador Jérôme Lavrilleux abrió la caja de los truenos.

Traducción: Mariola Moreno

El Consejo Constitucional iba desencaminado. Durante la fiscalización de la campaña de Nicolás Sarkozy de 2012, los sabios descubrieron que se habían disimulado gastos por importe de 1,6 millones de euros. En realidad, el montante de gastos ocultos asciende a unos “11 millones, relacionados directamente con mítines organizados por Bygmalion, la empresa de comunicación preferida por el candidato y por la formación conservadora UMP.

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