Un avión cargado de cadáveres que despegó de Ámsterdam y que se desvió de su ruta habitual para sobrevolar exactamente el territorio ucraniano controlado por separatistas, un error de los servicios de seguridad ucranianos que confundieron el MH17 con el avión presidencial de Putin. Se trata sólo de algunas de las teorías de las que se han hecho eco los medios de comunicación rusos en los últimos días. Y eso cuando no se trata de la existencia de un supuesto complot norteamericano para desencadenar una guerra con Rusia...
Lejos de apaciguar las tensiones, el accidente del Boeing 777 va a contribuir sin ningún género de dudas a radicalizar la opinión de Moscú, contribuyendo con ello aún más a la guerra informativa que libran los medios de comunicación rusos desde el inicio de las manifestaciones en el Maidán, el pasado invierno, y la derrota del Gobierno de Yanukóvich y que se ha visto amplificada con la anexión relámpago de Crimea. La brecha entre el relato ruso de los acontecimientos y el que ofrecen los medios de comunicación europeos y anglosajones no deja de aumentar un poco más cada día. Mientras que, en Rusia, el espacio que se otorga a las voces independientes y a las versiones contradictorias cada vez cada vez es menor, varios periodistas y jefes de redacción fueron apartados el pasado invierno de los medios de comunicación en los que trabajaban. Además, el Kremlin alienta todo lo que puede a los periodistas de su cuerda.
No se trata de un simple bombardeo mediático. Estas teorías son la imagen de lo que la sociedad rusa cree a día de hoy. Es difícil imaginar cómo Vladímir Putin podría dar marcha atrás, excepto si quiere ver mermada su popularidad construida con buenas dosis de propaganda... lo que sería una forma de reconocer la derrota. Más bien al contrario, el hecho de sentirse en el punto de mira de todas las Administraciones occidentales va a contrariar, muy probablemente, al presidente ruso, que continúa negando cualquier implicación en el conflicto ucraniano.
La versión oficial del suceso llegada de Rusia vino a confirmar el pasado lunes 21 que la retórica moscovita no tiene intención de cambiar un ápice. Durante la conferencia de prensa retransmitida en director por Russia Today, un alto responsable del Ministerio de Defensa ruso, Andreï Kartapolov, aseguró que un caza ucraniano abatió al Boeing de la compañía Malaysia Airlines mediante misiles aire-aire capaces de destruir un objetivo situado “hasta 5 km”, mientras que se había visto un avión ucraniano “a una distancia de entre 3 a 5 km” del MH17.
Putin, atrapado en su propio juego
Vladímir Putin –ahora prisionero de la maquinaria mediática rusa que se ha salido de madre, donde las teorías conspiracionistas siguen su curso– ha caído atrapado en su propio juego en la región de Donetsk, donde el accidente y el modo en que las tropas separatistas han bloqueado el inicio de la investigación ha dejado en evidencia que las autoridades rusas han perdido el control de las tropas. Efectivamente, el presidente ruso afirmó el lunes 21 que debía hacerse todo lo posible “para garantizar la seguridad en la zona del accidente de los expertos internacionales”. Sin embargo, al mismo tiempo, convocó una reunión del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa, prevista para el día siguiente, sobre “la soberanía y la integridad territorial del país”... Moscú no ha dicho la última palabra.
En Kiev, el accidente sólo ha servido para reforzar un poco más la convicción de que los separatistas son “terroristas” y que el Kremlin hará todo lo que esté en su mano para desestabilizar el país de forma duradera e impedir su unidad. Sin embargo, quizás porque los separatistas no reconocen a Kiev el derecho a intervenir en esta zona bajo su control, el poder ucraniano no toma el liderazgo de la investigación. En una rueda de prensa ofrecida este lunes en el “centro de prensa de crisis”, situado en el hotel Ucrania que domina el Maidán, el primer ministro, Arseni Yatseniuk, daba paso a Holanda para dirigir y coordinar la investigación sobre el accidente del Boeing de Malaysia Airlines.
Además, hizo hincapié en que los cadáveres hallados (277, según cálculos de los separatistas, de los 298 ocupantes del avión) estaban retenidos en la ciudad próxima de Torez y acusaba directamente al poder ruso: “Controlados y coordinados por Rusia, los terroristas armados no nos dejan enviar los cuerpos a Ámsterdam”, donde hay un centro de medicina legal muy prestigioso.
Para el primer ministro ucraniano, Rusia tiene una responsabilidad evidente en la tragedia, por haber “entrenado, formado y armado a criminales”. Síntoma de que el accidente radicaliza las posturas que se mantienen del lado ucraniano, el jefe del Ejecutivo de Ucrania dice “no esperar nada del Gobierno ruso” en lo sucesivo, convencido que Rusia “orquestó este crimen indescriptible”. Paralelamente, la ofensiva de Kiev contra Donetsk, feudo de los separatistas, parecía haberse retomado el pasado lunes, aunque las autoridades de Kiev siguen negando cualquier participación. Los periodistas presentes en la zona sin embargo hablaron de la existencia de bombardeos y de tiroteos que causaron cinco muertos en medio de una completa confusión. Quizás estamos ante la primera consecuencia del accidente del Boeing 777: el lodazal ucraniano se embarra, inexorablemente.
¿Se sabrá alguna vez lo que ocurrió exactamente el pasado 17 de julio? ¿Quién disparó, siguiendo órdenes de quién, con qué fin y, en caso de haber errado con en el objetivo, cómo se puede meter la pata así? A raíz de las declaraciones del primer ministro ucraniano, Holanda ha abierto una investigación por homicidio, crimen de guerra y derribo intencionado de un avión, acogiéndose a una ley sobre crímenes internacionales que permite a los procuradores neerlandeses perseguir a cualquier individuo que hubiese cometido crimen de guerra contra un ciudadano del país.
En el vuelo MH17 viajaban 193 holandeses...
A día de hoy, según los diferentes Gobiernos occidentales, sólo hay una cosa sobre la que se tiene certeza: el accidente del avión lo provocó el lanzamiento de un misil suelo-aire desde una zona del territorio ucraniano que en estos momentos se encuentra bajo control separatista. Pero hasta que se conozca el contenido de las cajas negras, es difícil reconstruir los hechos.
Indecisión europea
Estas cajas negras parecen haber sido recuperadas por el primer ministro autoproclamada de la “República Popular de Donetsk” –entidad que no ha sido reconocida por ningún Estado, ni tampoco por la Federación Rusa–, el ciudadano ruso Alexandre Borodai. El hombre, poco cooperativo, declaró el domingo en rueda de prensa: “Son objetos técnicos. No podemos decir con seguridad que son cajas negras”. Parece que los grupos separatistas hacen todo lo que está en su mano por dificultar y ralentizar la investigación, pese a que el miércoles por la tarde observadores de la OSCE empezaron a examinar algunos cuerpos, cuyo estado se deteriora a medida que transcurren los días. En estos días, los observadores internacionales, sobre todo los expertos de la OACI, la Organización Civil Internacional, no habían tenido acceso al lugar de los hechos.
El lunes pasado, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas votó por unanimidad una resolución por la que se pedía “a todos los países y protagonistas de la región” colaboración plena para “una investigación internacional completa, minuciosa e independiente”. El domingo por la noche Moscú solicitaba incluir algunas enmiendas a dicho texto, rechazando que las autoridades de Kiev investiguen en el lugar de los hechos, aunque finalmente optó por sumarse a esta resolución cuyo texto había presentado Australia, que perdió a 23 de sus ciudadanos en la masacre. El texto sin embargo se modificó para dar satisfacción a las exigencias de Rusia: el término en inglés utilizado inicialmente para el accidente fue reemplazado por una fórmula vaga y que no sugiere ningún disparo de misil (“shooting”). Esta resolución no lleva aparejada ninguna sanción.
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Por su parte, los europeos continúan con sus indecisiones, con la amenaza de nuevas sanciones contra las personalidades rusas, sin ir más allá. El domingo, Francia, Alemania y Gran Bretaña amenazaron a Rusia con nuevas sanciones si el presidente Vladímir Putin no lograba de los separatistas prorrusos el acceso libre y total a la zona del accidente. El asunto se abordó en el Consejo Europeo de Asuntos Extranjeros que se celebró el martes en Bruselas. A día de hoy, desde la anexión de Crimea, en marzo, la UE ha elaborado una lista de 72 personas a las que ha sancionado con la congelación de activos que pueden tener en la UE y prohibido el visado para entrar en territorio comunitario, por llevar a cabo actividades que comprometen la integridad territorial de Ucrania.
Una medida que ha quedado sin efecto, mientras que Francia no ha querido renunciar a la entrega del navío Mistral a Rusia y los europeos, muy divididos en cuanto a la respuesta que se debe dar a Rusia, no prevén pasar a la fase 3, de las sanciones, es decir, medidas susceptibles de afectar de manera importante a la economía rusa.
Traducción: Mariola Moreno
Un avión cargado de cadáveres que despegó de Ámsterdam y que se desvió de su ruta habitual para sobrevolar exactamente el territorio ucraniano controlado por separatistas, un error de los servicios de seguridad ucranianos que confundieron el MH17 con el avión presidencial de Putin. Se trata sólo de algunas de las teorías de las que se han hecho eco los medios de comunicación rusos en los últimos días. Y eso cuando no se trata de la existencia de un supuesto complot norteamericano para desencadenar una guerra con Rusia...