El desastre climático que sumió en el caos al oeste de Alemania altera la campaña de las legislativas

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Thomas Schnee (Mediapart)

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¿Cómo afectarán las mortíferas inundaciones, que han puesto de luto al país, a las campañas de los principales partidos alemanes de cara a las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre? La Unión Conservadora (CDU/CSU), los socialdemócratas (SPD) y Die Grünen (Los Verdes) achacan, sin excepción, al caos climático el episodio meteorológico que ha provocado inundaciones devastadoras en 20 distritos del oeste del país.

“El debate sobre la lucha contra el calentamiento global, que ya era importante antes de la catástrofe, se reactivará. El candidato conservador Armin Laschet tendrá que salir a la palestra y precisar cuál es su programa climático, que sigue siendo muy confuso. Los Verdes, cuya cabeza de lista, Annalena Baerbock, acumula tropiezos después de un inicio de campaña con buen pie, podrán retomar la esencia de su programa. Al menos habrá un cambio de ritmo en una campaña electoral tediosa”, opina Uwe Jun, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Tréveris (suroeste del país).

El conservador Armin Laschet, bajo presión

“Laschet tiene que despertar” o “final de campaña en coches cama”, titulaban algunos medios de comunicación alemanes pocos días después de las inundaciones. Para el candidato conservador, la llamada de atención es realmente brutal por varias razones. En primer lugar, porque no sólo es el líder de la CDU y candidato a la Cancillería, sino también porque es el ministro-presidente del Estado federado de Renania del Norte-Westfalia, el más afectado por las inundaciones, junto con Renania-Palatinado.

Armin Laschet llegó al escenario de la catástrofe al día siguiente de las inundaciones e inmediatamente señaló que “habría que aumentar y acelerar las medidas de protección del clima”. En los días siguientes, se centró en su papel de coordinador de la ayuda. En este sentido, se le comparó rápidamente con el excanciller Gerhard Schröder, que se ganó el apoyo del electorado al llevar su campaña electoral de 2002 a las ciudades inundadas en aquel momento por el Elba.

Pero a Armin Laschet le cuesta capitalizar la simpatía como hizo Schröder; está inmerso en la polémica sobre el mal funcionamiento del sistema de alarma alemán y su risa, emitida en directo por televisión el jueves 15 de julio, mientras en segundo plano se veía a un presidente federal homenajeando a las víctimas de las inundaciones, indignó a muchos.

“En el frente electoral, Laschet debe cambiar sus métodos. Hasta ahora, ha permanecido en un segundo plano, contentándose con esperar a que otros cometieran errores. Ha aplicado la técnica de Merkel, apodada la canciller Tefal [sin asperezas]”, indica Andrea Römmele, profesora de Ciencias Políticas en la Escuela de Gobierno Hertie de Berlín.

La vaguedad artística y financiera de los conservadores en lo que respecta a la lucha contra el calentamiento global y la transición energética hace dudar de que Laschet haya tenido alguna vez la intención de debatir el tema en profundidad. “Algo que es posible que cambie después de las inundaciones, va a tener que decir realmente lo que quiere y explicarse”, insiste Andrea Römmele, que señala que el líder de la CDU también está bajo presión en sus propias filas, por ejemplo por parte del ambicioso líder bávaro Markus Söder.

¿Cuánto tendrá que cuestionarse a sí mismo? “Los estudios demuestran que, mientras que el principal tema de interés para los menores de 40 años es la cuestión climática, a los mayores de 40 años lo que les preocupa sobre todo es la gestión de la pandemia, seguido de la igualdad social y la seguridad interior. Sin embargo, hay muchos votantes conservadores y de mayor edad que quieren una mejor política climática pero que tienen miedo a los ecologistas, a quienes consideran demasiado radicales. Por tanto, es posible que en las próximas semanas Laschet precise su programa en dos o tres puntos, sin cambiar realmente”, analiza Uwe Jun, que recuerda que la medida central del programa conservador es la recuperación económica tras la pandemia.

posible remontada de Los Verdes

Todos los observadores políticos están de acuerdo en lo que respecta a los Grünen. El principal competidor de la Unión Conservadora debería beneficiarse, lógicamente, de la importancia que ha adquirido de nuevo la cuestión climática. Se trata de un soplo de aire fresco bienvenido, ya que durante varias semanas la cabeza de lista, Annalena Baerbock, ha sido objeto de sistemáticos ataques personales, a raíz de unos cuantos deslices, menores pero muy embarazosos cuando se aspira a canciller.

Tras su investidura, primero admitió que había olvidado declarar, como exige la ley, una prima de 25.000 euros que le abonó el partido. También infló su currículum inventándose unas prácticas. Por último, recibió ataques por incluir unas frases, de sus compañeros de partido, en su último ensayo político sin citar las fuentes.

Para los opositores de los Verdes, la CDU/CSU y el SPD, sobre todo, estos elementos han permitido atacar seriamente la credibilidad de Annalena Baerbock, que además tiene la desventaja, según ellos, de ser una mujer joven de 40 años que nunca ha gobernado y que pretende poner el sistema patas arriba.

“La vuelta a un debate basado en el contenido y en asuntos que Los Verdes, sin duda, dominan sólo puede ser positiva para Annalena Baerbock, que podrá jugar la carta de la innovación, una competencia atribuida a Los Verdes. Al mismo tiempo, no son las inundaciones las que harán que los votantes relean los programas de los partidos. Por lo tanto, es necesario que el partido vuelva al ataque sin dejar pasar el momento”, estima el politólogo berlinés Gero Neugebauer.

Socialdemócratas sin dinámica

Y luego está el difícil caso del SPD. “Los socialdemócratas continúan su travesía por el desierto con un candidato, el ministro de Finanzas Olaf Scholz, que es un socialliberal que no se considera muy cálido pero sí serio y capaz de gobernar. Y un partido que no está realmente en sintonía con su candidato, es decir, en una trayectoria de izquierdas”, explica Uwe Jun.

Además de la igualdad social, el SPD por supuesto ha reforzado su programa en materia de protección del clima y transición energética. También se ha hecho hincapié en la capacidad del SPD para afrontar la revolución eléctrica y digital con el menor daño social posible. “Por desgracia para ellos, este argumento perfectamente válido no es convincente. Es como si la gente pensara que esto es lo menos que puede hacer el SPD”.

Esto significa que, al final, el SPD no tiene realmente un tema distintivo y original en sus propuestas de campaña. “Se considera que la CDU es el partido de la recuperación económica y la estabilidad, mientras que Los Verdes son el partido de la ecología y la innovación. Y el SPD, nada. Y las inundaciones no van a cambiar eso”, concluye Uwe Jun.

En las próximas semanas, será interesante ver cómo cada partido reequilibra y adapta su estrategia. El posicionamiento de los votantes de más edad también será decisivo de cara al futuro, sobre todo por que, además del envejecimiento de la población, el 71,3% de los votantes alemanes pertenecen ahora a la franja de edad de más de 40 años, algo menos proclives a la revolución verde.

“En este momento, también tenemos tres candidatos, cada uno con sus propias deficiencias, sin destacar ninguno. Por supuesto, esto no anima al electorado indeciso a cambiar el sentido de su voto”, subraya Uwe Jun. A diez semanas de las elecciones, los candidatos aún tienen tiempo de enmendarse. Si no hay ningún hecho luctuoso adicional que contar ni sucede nada, la próxima gran cita importante de campaña será el primer debate televisado entre los tres pesos pesados a finales de agosto.

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Traducción: Mariola Moreno

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