En la biblioteca Andrew Heiskell de Manhattan se vuelve a respirar la calma. En la vitrina del espacio dedicado a los más pequeños, que da directamente a la calle, los niños han dibujado flores y pollitos. Hace algunas semanas, sin embargo, protestantes ultraconservadores descargaron allí su odio. "¿Tú quién eres? ¿Un pedófilo? ¿Te paseas con tu ropa de mierda? Lárgate de aquí", gritó uno de ellos a un político local homosexual.
"Maricón quejica", añadió otro, haciendo un corte de mangas al político. En las pancartas de los manifestantes se podía ver el mismo discurso. "Dejad de aleccionar a los niños con el sexo". El objeto de la ira es la "Drag Story Hour", un espacio de lectura organizado antes en la biblioteca por voluntarios drag (queens la mayoría de las veces, y a veces king).
Desde 2015, este tipo de evento se celebra en todo Estados Unidos y tiene como objetivo enseñar a los jóvenes "la diversidad del mundo que les rodea". En la ciudad de Nueva York, el año pasado tuvieron lugar cerca de 250 lecturas, interpretadas por artistas drag especialmente formadas para ello. Esa popularidad no ha pasado desapercibida para la derecha, cuyas reuniones provocan regularmente protestas e incluso violencia en pleno Manhattan (y también en Francia).
El pasado diciembre, cuando terminó la Drag Story Hour en esa misma biblioteca, manifestantes ultraconservadores persiguieron a la artista drag que había acudido a leer ese día y rodearon su coche, impidiéndole arrancar, teniendo que ser dispersados por agentes de policía. Cuando Mediapart entrevistó a la bibliotecaria que supervisa la mayoría de estas lecturas parecía todavía afectada. "No quiero hablar de ello.”
El incidente no es un caso aislado. Según el último informe publicado por la organización Glaad, de defensa de los derechos LGTBIQ+, en 2022 se produjeron al menos 141 protestas o "amenazas significativas" contra actos que incluían la presencia de intérpretes drag. Forman parte de un patrón más amplio de violencia contra la comunidad LGTBIQ+.
"Nos acusan de ser pedófilos. Eso forma parte de la teoría de la conspiración de QAnon. Cuando trabajaba por los derechos de los homosexuales en la década de los 80, yo hablaba con los legisladores en Washington y literalmente me paseaba con documentación del FBI en mi maletín que demostraban que la mayoría de los pedófilos eran heterosexuales y no homosexuales", explica a Mediapart Arline Isaacson, activista LGTBIQ+ y consultora de políticas públicas.
“La derecha siempre ha utilizado esa acusación de pedofilia", prosigue, "como motivo para negarnos derechos. Insistían en que éramos malos, que reclutábamos niños, cosas así. Ahora hay un resurgimiento de ataques de la derecha y la extrema derecha que la emprenden abiertamente contra eventos como Drag Story Hours o incluso simplemente contra los libros, que traten de personajes o temas LGTBIQ+ en sus historias".
La única diferencia, concluye Arline Isaacson, es que en los años 80 ó 90 estaban escondidos. Para ser elegidos en puestos clave, a bajos niveles como las federaciones de padres, la derecha utilizaba candidatos aparentemente anodinos pero que, en realidad, "ocultaban su radicalidad". Pero ahora es "muy explícita, muy clara en este tema".
La guerra cultural
En los últimos años, la cuestión del género se ha convertido en la nueva obsesión de la derecha americana, tanto de los medios de comunicación como de los políticos. Entre sus objetivos están las drag queens, pero también las personas trans, especialmente los menores. Las terapias hormonales de transición, por ejemplo, se han convertido en uno de los temas estrella del Partido Republicano. Sin embargo, solo afectan a una ínfima proporción de adolescentes trans (unos 15.000 jóvenes en Estados Unidos desde 2017).
"Tengo la impresión de que la administración Trump realmente ha abierto la veda”, dijo a Mediapart William, una drag queen de unos cincuenta años que actúa en la Costa Este. “La gente cree que ahora puede decir cualquier cosa sin ninguna repercusión porque Donald Trump lo hace."
A pesar de los recientes reveses de Donald Trump, su imputación en Nueva York entre ellos, muchos de sus partidarios siguen "aterrorizando" a la comunidad LGTBIQ+, lamenta William. "Como los Proud Boys", un grupúsculo de extrema derecha. En Ohio, medio centenar de ellos acudieron a una iglesia, armados, para protestar contra una Drag Story Hour.
En total, entre 2021 y 2022, las milicias de extrema derecha triplicaron su presencia en actos anti-LGTBIQ+. También se han disparado los proyectos de ley antitrans de los legisladores republicanos. Se han presentado casi 400 proyectos de ley, frente a los 150 del año pasado, según la ACLU, una famosa organización de derechos civiles. De esos proyectos de ley, una docena van ahora directamente contra las intérpretes "drag".
Un montón de leyes represivas
A finales de marzo, en Nashville, a sur del país, un juez federal suspendió una ley destinada a prohibir completamente los espectáculos de drags. La ley en cuestión, bastante imprecisa, aprobada por legisladores republicanos locales, no mencionaba explícitamente a las drags, pero pretendía prohibir, entre otros, los espectáculos de "cabaret" destinados a adultos.
En Montana, un proyecto de ley podría prohibir en breve los drag shows para menores en las escuelas y bibliotecas que reciban determinados fondos públicos. Lo mismo en Arizona. En Virginia Occidental, son los padres los que podrían estar en el punto de mira. Al menos los que permitan a sus hijos asistir a espectáculos de cabaret.
A esos padres se les podría exigir que asistieran a cursos de "paternidad" o incluso a talleres de "prevención de drogas". Pero fue en Florida donde los conservadores se mostraron más agresivos. Allí, la administración del gobernador Ron DeSantis, posible candidato presidencial en 2024, dio la orden a agentes estatales de infiltrarse en un espectáculo navideño representado en un pequeño teatro por artistas drag.
"Aparte de algunos atuendos provocativos (bikinis y pantalones cortos), los agentes no presenciaron ningún acto obsceno", decía el informe de los agentes según una investigación del diario local Tampa Bay. Pero eso no impidió que los equipos del gobernador DeSantis persiguieran al teatro con argumentos falsos.
Para la prensa de izquierdas americana, el fenómeno es preocupante e intentan examinarlo en detalle. Hasta ahora, los espectáculos de drags no eran motivo de preocupación", afirma Joe E. Jeffreys en el New York Times, historiador especializado en el movimiento drag. “Se emitían tarde en la televisión o en los bares. Pero los Drag Story Hours los hizo más públicos, más comunes.” En otras palabras, más accesibles.
Por el lado contrario, en el muy conservador canal Fox News, se organizó rápidamente la ofensiva. El ex presentador estrella Tucker Carlson llega a asociar en su programa a los espectáculos de drags con "agresiones sexuales" a menores. Esa retórica se repitió ampliamente en las redes sociales, sobre todo en TikTok.
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En la Biblioteca Andrew Heiskell de Nueva York han continuado no obstante las Drag Story Hours. A la entrada del espacio dedicado a los más pequeños, uno de los primeros libros disponibles en las estanterías se titula Call me Max (Llámame Max), y cuenta la historia de un niño que descubre su identidad transexual. Un libro que la derecha también intenta prohibir.
Traducción de Miguel López