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Estados Unidos declara la guerra tecnológica a China con Taiwan de por medio

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Martine Orange (Mediapart)

Al principio, nadie dio importancia a la ofensiva presentada por el presidente americano Joe Biden el 7 de octubre, justo antes del Congreso del Partido Comunista Chino. Las nuevas restricciones a la venta de semiconductores y chips a China suponen sin duda un endurecimiento de las relaciones entre ambos países. Un nuevo elemento de disuasión en un momento en que las opiniones de Pekín sobre Taiwán preocupan cada vez más a Washington. Pero parecían estar en línea con las medidas aduaneras adoptadas contra Pekín desde la administración Trump o con las prohibiciones contra el grupo de telecomunicaciones chino Huawei.

Luego, los especialistas comenzaron a analizar en detalle estas nuevas restricciones. Prohibición de la exportación de todos los chips que puedan utilizarse para la inteligencia artificial, la defensa y los ordenadores de alto rendimiento, mayor control de la venta de equipos para la fabricación de semiconductores, prohibición de cualquier cooperación en estos campos con China... Nunca antes la Administración americana había tomado medidas tan contundentes contra Pekín.

El mundo de los semiconductores, acostumbrado a vivir en la globalización, está asustado: en una semana, los grupos del sector han visto evaporarse su valor de 240.000 millones de dólares en las bolsas. El gobierno de Biden trató de calmar los temores aclarando ciertas medidas. Aunque los mercados financieros se han calmado, al menos temporalmente, todos los demás están preocupado. Para ellos, no hay duda: la estrategia estadounidense hacia China ha dado un giro bélico. 

Se ha producido un cambio sin que nadie se dé cuenta del todo. Thomas Friedman, columnista de asuntos exteriores del The New York Times, comienza su artículo del 12 de octubre diciendo: "Por si no se han dado cuenta, permítanme alertarles del dramático giro de los acontecimientos: Estados Unidos está ahora en conflicto con Rusia y China al mismo tiempo".

Pero el conflicto que Washington está creando con Pekín es de un nuevo tipo. Es una guerra tecnológica, según la embajada china en Estados Unidos. Su objetivo es privar al gobierno de Xi Jinping de todos los medios y equipos que puedan permitirle reforzar no sólo su poderío militar, sino también su capacidad tecnológica y científica. Pretende evitar todo lo que pueda permitir a China desafiar la supremacía estadounidense en los campos de los semiconductores, la inteligencia artificial y las tecnologías más avanzadas. Y se insta a todos los aliados de EE.UU. a que se unan a esta lucha, quieran o no.

"Dada la naturaleza fundamental de ciertas tecnologías, como los chips lógicos avanzados o las memorias, necesitamos estar lo más adelantados posible", explicó el consejero de Seguridad Nacional Jack Sullivan después de los anuncios del Departamento de Comercio. "Se trata de una andanada de Estados Unidos contra los esfuerzos de China por aumentar sus capacidades tecnológicas", dijo Dylan Patel, analista jefe de SemiAnalysis. "No hay posibilidad de reconciliación", dijo un analista chino, citado anónimamente por Bloomberg

En la era de la economía digital, los chips, considerados durante mucho tiempo meros productos, están adquiriendo una importancia estratégica

 Esta confrontación se inscribe en un gran movimiento de desglobalización iniciado hace varios años. Pero en el campo específico de los semiconductores, es la culminación de las tensiones que se han ido cocinando a fuego lento durante más de tres años. Con la crisis de Covid y luego la escasez que apareció en todos los sectores (automoción, defensa, electrónica) al salir del confinamiento, la administración estadounidense tomó conciencia de la vulnerabilidad estratégica del país en el sector clave de los semiconductores.

Porque los chips están ahora en todas partes, en los coches, en los teléfonos e incluso en las tostadoras. En la era de la economía digital, los chips, considerados durante mucho tiempo meros productos, están adquiriendo una importancia y un estatus comparables a los del petróleo a lo largo del siglo XX. Una importancia estratégica.

El espectacular progreso de los semiconductores ha permitido miniaturizarlos más rápidamente aumentando así sus prestaciones y su capacidad de cálculo. Son componentes esenciales para la defensa, la inteligencia artificial, el espacio y las telecomunicaciones o el vehículo autónomo.

En este mundo, el rendimiento se mide en nanómetros (nm). Cuanto más miniaturizados estén los chips, más potentes serán. Mientras que los chips estándar siguen rondando los 18 nm, los más potentes bajan a 8 o incluso 5 nm. "En 2021, el chip M1 de Apple contiene 16.000 millones de transistores de silicio, cada uno de los cuales con una anchura de 5 nanómetros (5 milmillonésimas de metro, aproximadamente 10 veces más pequeño que la tristemente célebre partícula vírica del SARS-CoV-2)", dice una nota de STMicroelectronics.

Aunque los grandes grupos americanos (Intel, Qualcomm, Nvidia, Texas Instruments) siguen siendo muy importantes en el sector, han perdido su preeminencia, sobre todo respecto a sus subcontratistas, los taiwaneses TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company) y los surcoreanos Samsung. El 90% de los chips más eficientes, los de 5 nm, proceden de Taiwán.

Desde hace más de 30 años, los grupos americanos de semiconductores empezaron a dejar que su producción se fuera al extranjero. En la década de 1990 Estados Unidos tenía más del 37% de la capacidad de producción mundial, y en la actualidad su cuota se ha reducido al 12%. Decidido a arreglar ese fracaso estratégico, el gobierno de Biden aprobó a principios de este año un plan de 52.000 millones de dólares para ayudar a las empresas estadounidenses a restablecerse en su país y desarrollar chips cada vez más eficientes. 

Una prioridad para el régimen de Xi Jinping

El carácter esencial de los semiconductores tampoco ha escapado a la atención del gobierno chino. En 2016, el gobierno chino se propuso ser autosuficiente en semiconductores. Aunque Pekín lleva más de una década aplicando una política para asegurarse un cuasi monopolio sobre las tierras raras, minerales esenciales para toda la producción de componentes electrónicos, nunca ha conseguido dominar el campo de los semiconductores. Cada año, China tiene que importar el 80% de los componentes electrónicos necesarios para estas industrias. En 2019, estas importaciones tuvieron un valor de más de 200.000 millones de dólares, más que su gasto en petróleo.

Con el apoyo masivo del gobierno chino y del ejército, ha surgido toda una industria de semiconductores. El principal fabricante de chips de China, Semiconductor Manufacturing International Company (SMIC), ha avanzado considerablemente en pocos años. Afirma ser capaz de producir chips de 14 nm e incluso de 7 nm. Pero aún falta mucho para poder producirlos a gran escala. Asimismo, el productor de chips Yangtze Memory Technologies Corp (YMTC) ha crecido a un ritmo vertiginoso en los últimos años. El fabricante chino Biren también ha hecho grandes progresos en los chips de alto rendimiento.

Pero todos ellos siguen dependiendo en gran medida de las tecnologías y equipos occidentales y asiáticos para producir y avanzar. El gobierno chino considera que China debe ser totalmente independiente en este sector. En 2021, el Decimocuarto Plan Quinquenal, que va de 2021 a 2025, reiteró que la prioridad era el desarrollo de semiconductores. En su discurso ante el Congreso del Partido Comunista Chino, Xi Jinping insistió en la ambición del gobierno chino de "reforzar el dominio del país en la investigación científica y tecnológica y ganar decididamente la batalla en las tecnologías clave". Una respuesta clara a las restricciones impuestas por la administración estadounidense.

135 páginas de prohibiciones

Las medidas adoptadas por el gobierno americano pretenden acabar con esta ambición. Es muy amplio el abanico de sanciones decretadas por la administración Biden, que alcanza las 135 páginas. Las empresas americanas tienen prohibida la venta de chips para inteligencia artificial y computación de alto rendimiento, así como de los equipos que pueden ayudar a fabricarlos. "China ha invertido inmensos recursos en el desarrollo de capacidades de cálculo de alto rendimiento y pretende convertirse en el líder mundial en inteligencia artificial para 2030. Utiliza estas capacidades para rastrear, localizar y vigilar a sus propios ciudadanos y acelerar la modernización de su ejército. Se trata de nuestra seguridad nacional", explicó Thea Rozman Kendler, miembro del departamento de Comercio Exterior.

Se prohibirán las exportaciones a China de los chips lógicos o de memoria más potentes. Se prohíbe a las filiales de grupos chinos en Estados Unidos adquirirlos, incluso para utilizarlos únicamente en suelo estadounidense. Ya se ha elaborado una lista de una treintena de empresas chinas, que trabajan en la producción de chips o en equipos, como preludio a la limitación de su actividad o incluso a la prohibición de su entrada en territorio estadounidense. Está prohibida cualquier cooperación con grupos chinos en estos ámbitos. Los ingenieros e investigadores que trabajen con empresas chinas de semiconductores tendrán que obtener una autorización de la administración estadounidense, aunque su cooperación no tenga que ver con estos temas. Naturalmente, los intercambios científicos académicos también están prohibidos.

El alcance es tan amplio que los grupos americanos no saben en este momento qué va a pasar. ¿Empresas como Nvidia o Advanced Micro Devices (AMD) podrán seguir trabajando en China como hasta ahora? ¿Se permitirá a los grupos de materiales para fabricar chips, como KLA Corp, Lam Research y Applied Materials, seguir vendiendo a empresas chinas? A primera vista, parece que todo se vuelve muy difícil, si no imposible. En medio de la incertidumbre, varios grupos americanos ya han detenido todos los envíos a China.

Grupos extranjeros afectados por las prohibiciones americanas

En su guerra tecnológica contra China, Estados Unidos ha incorporado a todos los grupos aliados no americanos que trabajan en el sector. Utilizando el marco legislativo ya utilizado contra Huawei, la administración Biden ha introducido una norma sobre productos extranjeros directos (foreign direct product rule), siguiendo el modelo de ventas de equipos militares. Esto obliga a los grupos extranjeros a solicitar la autorización de Estados Unidos para cualquier venta en China en este sector si el producto contiene componentes americanos. "En efecto, esto significa que ninguna empresa, estadounidense o no, puede suministrar a los grupos chinos equipos o programas informáticos que incluyan tecnología estadounidense", señala el Financial Times.

Este verano, el fabricante holandés ASML, que fabrica equipos de litografía para el grabado de chips, incluidas máquinas ultravioletas para producir los circuitos más pequeños, ya empezó a sentir el peso de la administración americana, que había aumentado la presión y los requerimientos para que dejara de vender sus equipos a los productores chinos. En el futuro, tendrá que solicitar una licencia a la administración americana para poder exportar a China. Dados sus conocimientos técnicos, que son prácticamente los únicos en el mundo que dominan a este nivel, probablemente le será muy difícil obtener una licencia, y sólo para equipos ya desfasados.

Dado el poder de represalia de la administración americana, ningún grupo europeo o asiático se atreverá a desafiar sus prohibiciones, so pena de quedar definitivamente excluido de toda la puesta en común e intercambio de conocimientos y técnicas sobre los que se ha construido esta industria durante cuarenta años. 

Codicia sobre el fabricante taiwanés TSMC, número uno del mundo

Aumenta la preocupación en TSMC, el grupo taiwanés considerado como "el núcleo mundial de los semiconductores", que se encuentra entre cinco y seis generaciones por delante de sus competidores. Mientras que los americanos y los chinos saben diseñar chips de 7 a 10 nm, TSMC fabrica semiconductores de 5 nm e incluso de 3 nm. Suministra a todo el mundo, incluidos los grupos chinos.

Tras el anuncio de Estados Unidos, el ministro de economía de la isla, Wang Mei-hua, trató de disipar los temores. Dijo que el impacto de las medidas de la administración será mínimo para la industria de Taiwán, ya que se centraban en la tecnología avanzada y no en la electrónica de consumo, que constituye el grueso del negocio de los fabricantes taiwaneses. Sin embargo, dijo que el gobierno taiwanés necesitaba más tiempo para analizar en detalle las nuevas restricciones.

En cuanto al caso de TSMC, el ministro también trató de tranquilizar. "Conociendo a TSMC y sus conocimientos en tecnologías avanzadas, creo que están en una buena posición para tener aún más actividad en el futuro", dijo. Sin embargo, el destino del grupo taiwanés parece estar convirtiéndose en una cuestión de seguridad nacional y de diplomacia con Estados Unidos.

Las autoridades americanas, empezando por el departamento de Defensa, consideran ahora que TSMC es una vulnerabilidad estratégica. Es la única empresa del mundo que puede proporcionar a la industria estadounidense los chips más avanzados necesarios para sus actividades en inteligencia artificial, ciberseguridad, defensa o espacio. Pero, ¿qué pasaría si Taiwán fuera atacado por China y, peor aún, si la isla cayera bajo el dominio de Pekín?

Para Estados Unidos es una cuestión estratégica. Desde hace meses, el gobierno de Biden hace ofertas cada vez más tentadoras para convencer a TSMC de que se instale en Estados Unidos. El año pasado, el grupo taiwanés inició la construcción de una planta de fabricación de chips muy grande en Arizona, una primicia en su historia. Pero se niega a deslocalizar sus centros de investigación y diseño, así como la producción de sus semiconductores más avanzados, por considerar que es una forma de preservar su independencia, tanto de Estados Unidos como de China.

¿Está aumentando la presión de Estados Unidos sobre Taiwán? ¿Está Estados Unidos cambiando la protección militar por un mayor intercambio de conocimientos y tecnología de TSMC? Las palabras del ministro de economía de Taiwán sobre este tema parecen esbozar un debate serio: "En mi opinión, los semiconductores son una industria clave para Taiwán, no sólo desde el punto de vista del desarrollo económico, sino también como garantía de seguridad. Así que seguiremos apoyando el desarrollo de TSMC en Taiwán.”

La furia china

"Sólo un pueblo arrogante e ignorante puede realmente creer  que Estados Unidos puede bloquear el desarrollo de semiconductores en China o de otras industrias tecnológicas por esos medios ilegítimos. La hegemonía de Estados Unidos en ciencia y tecnología, que perjudica a otros sin beneficiarse, puede traer dificultades a corto plazo para la industria de los semiconductores, pero a su vez reforzará la voluntad y la capacidad de China de construir su propia capacidad en ciencia y tecnología", escribió el Global Times en un airado editorial que resume el estado de ánimo de las autoridades chinas.

Más allá de las protestas diplomáticas, el gobierno de Xi Jinping no ha reaccionado hasta ahora a las prohibiciones de acceso a tecnologías críticas impuestas por el gobierno americano. El ministerio de Industria e Información Tecnológica ha empezado a reunir a todos los responsables de la industria para evaluar el alcance de los daños causados por la prohibición. Parece que los efectos van a ser considerables, al menos al principio, para los productores de semiconductores chinos, que ya no podrán adquirir los equipos y materiales que necesitan para crecer.

Según algunos observadores, las primeras respuestas del régimen chino deberían llegar después del Congreso del Partido Comunista. Pero ¿cuáles serán, más allá de reafirmar la necesidad de construir una industria de semiconductores totalmente independiente? ¿Optará Pekín por tomar medidas de represalia? Tiene los medios para hacerlo, pues suministra muchos productos industriales esenciales a Estados Unidos y Europa. ¿Incitará esto a Xi Jinping a reforzar su control sobre Taiwán, o incluso a emprender hostilidades para tomar el control, como parecen temer algunos miembros de la comunidad militar y de inteligencia americana? Para mucha gente parece inevitable una escalada de tensiones entre las dos mayores potencias económicas y militares del mundo.

 

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Traducción de Miguel López

 

 

Al principio, nadie dio importancia a la ofensiva presentada por el presidente americano Joe Biden el 7 de octubre, justo antes del Congreso del Partido Comunista Chino. Las nuevas restricciones a la venta de semiconductores y chips a China suponen sin duda un endurecimiento de las relaciones entre ambos países. Un nuevo elemento de disuasión en un momento en que las opiniones de Pekín sobre Taiwán preocupan cada vez más a Washington. Pero parecían estar en línea con las medidas aduaneras adoptadas contra Pekín desde la administración Trump o con las prohibiciones contra el grupo de telecomunicaciones chino Huawei.

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