Gabriel (nombre ficticio), estudiante nigeriano de unos veinte años, nunca hubiera creído encontrarse detenido después de huir de una guerra. Es sin embargo eso lo que le ha ocurrido a finales del pasado febrero después de salir de la ciudad de Jarkov, en el noreste de Ucrania, donde estudiaba en el Instituto Nacional de Economía y Comercio. Desde entonces está internado en el centro vigilado de extranjeros de Lesznowola, en Polonia, a unos cuarenta kilómetros al sur de Varsovia.
Como cientos de miles de personas, Gabriel se ha visto obligado a escapar de la guerra de agresión de Vladimir Putin en Ucrania. Tras un agotador periplo desde Kharkiv a Kyiv (Kiev en ruso), y luego a Leópolis, llegó por fin a Polonia donde esperaba encontrar algo de tranquilidad. "En la frontera, el 27 de frebrero, los guardias fronterizos nos quitaron los teléfonos a la fuerza", dice en una entrevista telefónica a un representante de la diáspora nigeriana al servicio de Lighthouse Reports a la que ha tenido acceso Mediapart .
"Enseguida nos dijeron que pidiéramos asilo. Yo me negué (siguiendo las indicaciones del representante de la diáspora). Me obligaban a firmar la solicitud porque si no iba a la cárcel. Me llevaron a otro sitio y más tarde fui transferido aquí, al centro de detención, en pleno bosque". Gabriel está rodeado de alambradas y las salidas al exterior están muy limitadas, sin hablar de conseguir acceso a un abogado.
En conversación telefónica con el representante de la diáspora nigeriana, este estudiante expresa su profunda desesperanza. "La situación es muy mala. Mucha gente se ha vuelto loca. No sé si es por la comida que nos dan o qué. Estoy aterrorizado. No es fácil salir de aquí. Hay gente que está aquí desde hace nueve meses. Pasan al menos siete meses antes de que puedas salir, salvo que tengas suerte".
Gabriel dice que el uso de un ordenador está limitado a un cuarto de hora: "Sólo puedes escribir en él, todo lo demás está bloqueado. Me han devuelto mi teléfono y mi tarjeta SIM pero no tengo acceso a Internet".
Gabriel ha comparecido ante un tribunal polaco que tomó la decisión de internarle en el centro. "Hablaban en su idioma. Ni siquiera el intérprete sabía inglés. Nosotros hablamos en nuestro idioma. Fuimos esposados durante la audiencia". Este nigeriano nunca ha querido solicitar asilo en Polonia. "Sólo éramos estudiantes en Ucrania", dice en una de las dos conversaciones. Lo único que realmente quiere es una cosa: "Solo deberían expulsarme, dejarme volver a Nigeria. Pero incluso para la expulsión pueden pasar a veces seis meses".
Una fuente al servicio del consorcio de periodistas que trabajan en la investigación de Lighthouse Reports, presente en el centro vigilado de Lesznowola, ha confirmado que Gabriel está allí. Al parecer, no tenía consigo el pasaporte por lo que no pudo presentarlo a los guardias fronterizos al entrar en Polonia.
En Polonia, la ley prevé la posibilidad de detención en el caso de que una persona solicite asilo y no pueda justificar su identidad o que exista la posibilidad de que se escape. Pero ya al comienzo de la guerra en Ucrania, Polonia comunicó que sería cancelada la obligatoriedad de presentar el pasaporte. "Toda persona que huya de la guerra será aceptada en Polonia y toda persona que necesite ayuda en tierra polaca podrá conseguirla, incluso sin pasaporte", repitió Michal Dworczyk, jefe de gabinete del primer ministro el 25 de febrero, al día siguiente del ataque ruso.
Es difícil no ver el racismo porque en el campamento cerca de Varsovia, todos los que conocemos son de origen africano
Otro estudiante nigeriano, Samuel (nombre ficticio), que ha podido hablar por teléfono con nuestra colega de Radio France desde el centro de Lesznowola, tampoco tenía pasaporte. También él huyó de Jarkov y fue obligado a firmar una solicitud de asilo en Polonia. "Entregué mi pasaporte a la universidad porque mi escuela tenía que prolongar mi permiso de residencia. Mi pasaporte lo tienen todavía en el servicio de inmigración ucraniano. Lo único que tenía conmigo era el carnet de estudiante".
Pues parece ser que el mensaje de Michal Dworczyk no ha llegado a esos guardias fronterizos. "Cuando llegué a Polonia, los guardias me dijeron que no me podían dejar circular libremente o dejarme ir a otros países porque no tenía pasaporte, y por eso tenía que quedar detenido. Les expliqué claramente que yo era estudiante y les enseñé la prueba", se defiende Gabriel. Y añade: "Nosotros, los estudiantes de Ucrania, no merecemos estar encerrados en este centro. Nunca creí que iba a encontrarme en esta situación, huyendo como si fuera un criminal".
Un miembro del servicio consular nigeriano que se reunió con Samuel no ha podido comprobar si es o no ciudadano de Nigeria. "Le dije que tengo doble nacionalidad", dice este joven veinteañero. "Están jugando con mi vida aquí. Quiero anular mi solicitud de asilo. Tengo familia en Alemania que puede acogerme", dice, desesperado.
Malgorzata Rycharska, de la ONG Hope & Humanity Poland, confiesa que no entiende por qué han sido encerradas esas personas que estaban estudiando legalmente en Ucrania, y cita el caso de otro estudiante también detenido en Lesznowola. Es uno de los cuatro estudiantes procedentes de Ucrania de los que tenemos la seguridad de que están detenidos actualmente en ese centro.
"Un estudiante intentó escapar de los guardias fronterizos en la parte ucraniana porque estaba asustado y se sentía en peligro (este estudiante, Paul -ficticio-, explicó en una grabación recibida en Lighthouse Reports que temía por su vida porque los soldados ucranianos querían recrutarle a la fuerza en el ejército) y entonces saltó la valla fonteriza. Tenía pasaporte y documentos de identidad, pero el hecho de que haya saltado la valla le convierte en criminal, aunque Ucrania sea un país en guerra. Es difícil no ver ahí un comportamiento racista ya que en ese centro cerca de Varsovia, porque todos los que conocemos son de origen africano", dice preocupada Malgorzata Rycharska.
El guardia del centro de Lesznowola confirmó, durante una visita de Lighthouse Reports el 12 de marzo, que allí tenían al menos veinte ciudadanos extranjeros que habían huído de Ucrania. Samuel asegura que hay unas diez personas más, todas procedentes de Ucrania.
Al teléfono, nos dicen en la célula de crisis de la embajada del Camerún en Berlín que están al corriente de la estancia en los centros vigilados de Polonia de tres ciudadanos suyos que tenían pasaporte. "No conocemos por qué razón están detenidas esas personas. Estamos trabajando para conseguirles un salvoconducto".
En la repuesta al diputado polaco Tomasz Anisko, conseguida por Lighthouse Reports, que preguntaba por la detención de ciudadanos de terceros países no ucranianos en Polonia, las autoridades fronterizas confirman que "durante el período del 24 de febrero al 15 de marzo de 2022, han sido internados 52 extranjeros no ucranianos en centros vigilados para extranjeros".
Marcin Sosniak, jefe adjunto del departamento de derechos de migrantes y minorías nacionales, que pertenece al equipo de igualdad de trato de la oficina de derechos humanos de Polonia, se ha hecho cargo también del expediente y confirma que han "solicitado formalmente más detalles a las autoridades fronterizas el viernes 18 de marzo".
La sección de guardias de fronteras competente en la zona por la que pasaron esos cuatro estudiantes no quiere por su parte confirmar nada "sobre los procedimientos sobre extranjeros en base a la protección de sus datos personales", respondió Piotr Zakielarz, afirmando que "es un tribunal el que decide internar a esas personas en centros vigilados para extranjeros".
El ministerio de Interior cita lacónicamente en un tuit del 2 de marzo una declaración de Maciej Wasik, su viceministro: "Hay ucranianos que huyen de la guerra, pero también hay personas de otras nacionalidades. Todos los que no posean documentación y no puedan justificar su nacionalidad ucraniana serán examinados con precisión. Si fuera necesario, serán internados en centros especiales de la guardia fronteriza".
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Steve Peers, profesor de derecho de la Universidad de Essex, del Reino Unido, no ve por su parte "ninguna buena razón que justifique la detención de un inmigrante en esas circunstancias". Para él, "se trata de un caso claro en el que los estudiantes no han podido pedir un visado y podían no cumplir los criterios normalmente necesarios para pasar las fronteras externas, sin embargo existen razones imperiosas para permitirles pasar por razones humanitarias".
Traducción de Miguel López
Texto en francés:
Gabriel (nombre ficticio), estudiante nigeriano de unos veinte años, nunca hubiera creído encontrarse detenido después de huir de una guerra. Es sin embargo eso lo que le ha ocurrido a finales del pasado febrero después de salir de la ciudad de Jarkov, en el noreste de Ucrania, donde estudiaba en el Instituto Nacional de Economía y Comercio. Desde entonces está internado en el centro vigilado de extranjeros de Lesznowola, en Polonia, a unos cuarenta kilómetros al sur de Varsovia.