La extrema derecha en los parlamentos europeos: cada país lo lleva a su manera

Donatien Huet / Ludovic Lamant / Amélie Poinssot (Mediapart)

El día después de las elecciones legislativas, Francia se despertó con una Asamblea Nacional fragmentada, sin mayoría absoluta clara, recordando a muchos parlamentos muy fragmentados por toda Europa. Se trata de una situación “terriblemente banal a nivel europeo”, quiso desdramatizar Emmanuel Macron en una cumbre europea el 24 de junio en Bruselas. 

Pero ahora que los diputados deben elegir a los presidentes y vicepresidentes de ocho comisiones de la Asamblea, con la posibilidad de que varios puestos vayan al Rassemblement National (el partido de Marine Le Pen), ¿cómo funcionan otros parlamentos en Europa? ¿Cómo hacen con las fuerzas de extrema derecha? Pasamos revista a siete hemiciclos a través de la UE. 

Bélgica: una presidencia de comisión para el Belang

Desde 2019, en Bélgica hay 18 diputados de Vlaams Belang, la extrema derecha flamenca, en una cámara que tiene 150 electos. Desde el fin de los años 80, en el país se ha puesto en práctica un cordón sanitario que excluye a la extrema derecha de los Gobiernos, tanto del federal como del regional. Esta conducta se formalizó en los “protocolos” firmados por los partidos tradicionales a lo largo de los años, en Valonia (el sur francófono) y en Flandes (el norte neerlandés).

“Este cordón sanitario también prevé, en teoría, que los partidos tradicionales no puedan aprobar leyes gracias a los votos de la extrema derecha, aunque ya ha ocurrido en el pasado”, precisa Benjamin Biard, de Crisp, un centro de investigación político de Bruselas. 

El Belang, desde la oposición, ocupa igualmente desde 2019 la presidencia de una comisión en la Cámara y, no es para menos, la de Interior, con Ortwin Depoortere. “Mientras que el cordón sanitario del lado francófono se mantiene bien, algo que no es muy difícil, pues la extrema derecha es marginal, el bloqueo en Flandes se ha debilitado a lo largo de los años”, precisa Benjamin Biard. 

La N-VA, el primer partido flamenco (independentistas de derechas) de Bart De Wever, no ha firmado nunca el protocolo que organiza el cordón sanitario. Numerosos partidos flamencos, incluidos algunos cuadros socialistas, critican regularmente la pertinencia de este cordón. 

Alemania: un cordón sanitario amenazado en Sajonia y Turingia

La extrema derecha de Alternativa por Alemania (AfD) entró en el Bundestag en 2017. Hoy tiene 80 diputados de un total de 736. En teoría, sus resultados le permitirían obtener hasta tres presidencias de la veintena de comisiones de la cámara baja. 

En 2017 obtuvo las comisiones de Presupuestos - para Peter Boehringer-, Turismo y Asuntos Jurídicos, pero el presidente de esta última fue tumbado en 2019. La AfD no se ha llevado ninguna en esta legislatura al ser puesto sistemáticamente en minoría por las otras formaciones. “La regla que prevalece entre los partidos democráticos del Bundestag consiste en que todas las proposiciones de la AfD son, por defecto, rechazadas”, explica a Mediapart Anton Hofreiter, un diputado ecologista alemán cuyo partido es miembro de la coalición que está en el poder en Berlín. 

“La coalición federal trabaja de manera que nunca depende de los votos de AfD. Sí hay casos a nivel de los Länder, donde la CDU (democristianos) ha impulsado con éxito enmiendas o proposiciones de leyes con los votos de la AfD generando vivos debates”, explica Hofreiter. 

“La disciplina republicana se mantiene de manera muy clara en el nivel federal, pero se está agrietando en el regional, en particular en dos Länder: Turingia y Sajonia”, resume por su parte el historiador Klaus-Peter Sick, del centro Marc-Bloch de Berlín. En 2020, un liberal del FDP protagonizó un escándalo al ser elegido en Turingia gracias a los votos de la CDU y la AfD y acabó dimitiendo. “En estos territorios, el consenso popular que consiste a no dar espacio político a la extrema derecha tiene fisuras y eso puede tener consecuencias en el futuro a nivel federal, a través del Bundesrat [la cámara alta, donde se sientan los representantes de los Länder]”, dice Sick. 

España: sin cordón sanitario pese al ascenso de Vox

El socialista Pedro Sánchez está a la cabeza de un Gobierno minoritario (153 de 349 escaños) mientras que la extrema derecha neofranquista de Vox alcanza los 52 diputados en el Congreso. El Ejecutivo jamás busca sus votos para conformar mayorías, pero “no existe como tal un cordón sanitario en España”, explica el politólogo de la universidad Carlos III de Madrid Pablo Simón. 

Vox tiene un puesto de vicepresidente en la Mesa del Congreso, el órgano de coordinación de la cámara, de entre los nueve puestos que lo conforman en total, y “podría haber obtenido un segundo si Vox se hubiese entendido con el PP”, asegura Pablo Simón. El partido de Santiago Abascal no ocupa ninguna presidencia de comisión parlamentaria. 

En el ámbito de los parlamentos autonómicos, el PP lidera algunos Gobiernos en minoría que se benefician del apoyo indirecto de Vox (fue el caso de Andalucía en la legislatura que terminó a principios de junio). Desde abril de 2022 hay un Gobierno de coalición de PP y Vox en Castilla y León, una novedad desde el regreso de la democracia. 

Grecia: un cordón sanitario eficaz hasta la llegada de la crisis en la década de 2010

En este país, muy marcado por la dictadura de los coroneles (1967-1974), la extrema derecha no tuvo apenas presencia durante mucho tiempo y hasta 2007, permaneciendo arrinconada en movimientos extraparlamentarios. Entró por primera vez en el Parlamento con el partido Laos (acrónimo de “Alerta popular ortodoxa” y una palabra que significa “pueblo” en griego) pero como una fuerza política marginal. 

Todo cambió con la crisis financiera. El 12 de noviembre de 2011 un técnócrata sin legitimidad electoral, Loukás Papadímos, fue nombrado jefe del nuevo Gobierno griego. Este antiguo gobernador del Banco Central puso fin a la era socialista de Papandreu, que había firmado junto a las instituciones europeas y el FMI el primer plan de austeridad para el pueblo griego. Con el fin de retrasar varios meses las elecciones y mientras el país se encontraba a punto del colapso, este Ejecutivo formó una “unión nacional” para su investidura con un llamamiento a los 16 diputados de extrema derecha de Laos.

El partido, neoliberal y xenófobo, contaba con varios miembros que pertenecían a una organización fascista inspirada por los coroneles y con un notable trampolín mediático que nada tenía que ver con su peso electoral (sólo el 5,6% de los votos en las legislativas dos años antes). Se situó en una posición de árbitro en el tablero político como el eslabón que permitía formar una coalición entre la derecha y los socialistas, hasta entonces enemigos declarados en Grecia. 

Esta inestable coalición no duró más que tres meses. Laos no ostentó ninguna presidencia de comisión parlamentaria durante este período, pero sí cuatro ministerios. Cuando abandonó la coalición, coincidiendo con la votación sobre el segundo programa de austeridad, dos de sus representantes más extremos permanecieron igualmente en el Gobierno integrándose en la derecha. 

Desde entonces no se han reproducido esas alianzas. Despojado de tránsfugas, Laos acabó por desaparecer. En su lugar, ha emergido una extrema derecha criminal y neonazi: Amanecer Dorado. Se sentó en el parlamento heleno entre 2012 y 2019 pero fue aislada mientras que sus dirigentes fueron condenados en 2020 tras un largo proceso judicial. 

Austria: una extrema derecha institucionalizada

La diferencia con Alemania es grande. El FPÖ (Freiheitliche Partei Österreichs, Partido de la libertad de Austria) se integra plenamente en el juego de alianzas del Parlamento austríaco. En 1970, la formación dio su apoyo a un Gobierno socialdemócrata. En 1983 y 1986 formó una coalición con ellos. Entre el año 2000 y el 2005 se coaligó con los conservadores, que le dieron acceso a puestos claves en el Gobierno. 

En este país federal, los partidos no imparten nunca una directriz de voto que excluya a la extrema derecha. El Land oriental de Burgenland también ha vivido el mismo tipo de coalición: de 2015 a 2020, el FPÖ dirigió el consejo regional con los socialdemócratas. Ocupó el puesto de número 2 del Land con responsabilidades en seguridad. El partido estuvo de nuevo en el centro del juego parlamentario entre 2017 y 2019 a pesar de ser la tercera fuerza en las legislativas, con 51 escaños de 183. Se convirtió en el aliado de los conservadores que no querían a los socialdemócratas en el poder. El FPÖ se hizo con numerosas comisiones parlamentarias: Defensa, Sanidad, Educación, Investigación e Innovación, Consumo, Deporte, Turismo, Ciencia o Transparencia. Obtuvo cinco ministerios, incluyendo Defensa, Interior y la vicecancillería. 

“La ausencia durante mucho tiempo de reeducación y el trabajo de memoria ha permitido a las tradiciones racistas, antisemitas y autoritarias sobrevivir bastante bien en Austria”, nos explicaba hace algunos años el investigador austríaco Bernhard Weidinger. “Los socialdemócratas y los católicos conservadores han visto a menudo a FPÖ como un elemento estratégico: el partido de extrema derecha ha sido utilizado a menudo dentro de las coaliciones para ejercer presión sobre un socio. Su presencia ha proporcionado un arma de negociación”. 

Italia: el cordón sanitario, enterrado desde los años de Berlusconi

Desde los años 90, Silvio Berlusconi decidió gobernar en coalición con la Alianza nacional y, desde 1994, con la Liga Norte. El concepto de cordón sanitario mordió el polvo así en el paisaje italiano. En el seno de la cámara baja, su presencia es masiva si contamos con los 37 diputados de Fratelli d’Italia (el partido de Giorgia Meloni) y los 131 de la Liga de Matteo Salvini de entre un total de 630. Pero los primeros están en la oposición, mientras que los segundos participan del Gobierno de Mario Draghi. 

Fratelli d’Italia, una formación heredera de un movimiento postfascista, detenta un puesto de cuestor y otro de vicepresidente de la Mesa de la Cámara de Diputados. Pero su influencia es limitada, ya que sólo obtuvo el 4,3% de los votos en las legislativas de 2018, lejos de los dos dígitos que les auguraban los sondeos. 

Eurocámara: la dispersión de las extremas derechas perjudica su influencia

El hemiciclo europeo practica una suerte de cordón sanitario a la hora de repartir, según la ley d’Hondt, las presidencias y vicepresidencias de sus 20 comisiones parlamentarias. Los grupos mayoritarios se entienden para aislar a los candidatos de la extrema derecha una y otra vez. En consecuencia, la institución no cuenta con ningún presidente de grupo político o vicepresidente que provenga del grupo Identidad y Democracia (donde están los franceses del Rassemblement National).

Pero en la práctica hay geometría variable. De apariencia más respetable al ser creado por los conservadores británicos, el Grupo de Conservadores y Reformistas (ECR) cuenta hoy entre sus filas con los polacos del PiS, los españoles de Vox o los italianos de Fratelli d’Italia. 

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ECR tiene una de las 14 vicepresidencias de la Eurocámara, pero también la presidencia de la poderosa comisión de Presupuestos con el belga Johan Van Overtveldt, de la N-VA, la derecha independentista flamenca. También cuenta con varias vicepresidencias de comisión, entre ellas Agricultura. A la inversa, la candidatura de la antigua jefa de gobierno polaco Beata Szydlo, dirigente del PiS, fue rechazada en 2019 cuando se postuló para la presidencia de la comisión de Empleo. 

“Se trata de una mecánica de régimen parlamentario muy informal y las líneas se mueven con cada elección”, explica un buen conocedor de la institución. Las extremas derechas en Estrasburgo están rotas, divididas entre los grupos ECR y ID, incluyendo a un buen número de los no inscritos donde están Reconquête o los húngaros de Fidesz. Disponen en total de unos 130 electos entre 705 diputados. Esta dispersión explica también por qué apenas alcanzan puestos en la institución. 

Leer el texto en francés:

El día después de las elecciones legislativas, Francia se despertó con una Asamblea Nacional fragmentada, sin mayoría absoluta clara, recordando a muchos parlamentos muy fragmentados por toda Europa. Se trata de una situación “terriblemente banal a nivel europeo”, quiso desdramatizar Emmanuel Macron en una cumbre europea el 24 de junio en Bruselas. 

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