“Hoy Chile debe jugar un partido más importante, el de la igualdad y el cambio para que todos los chilenos puedan vivir en un país más justo”. Así se expresaba Gary Medel, el 13 de noviembre en las redes sociales. El emblemático capitán de la selección chilena hacía de este modo oficial la decisión de los jugadores de la selección (La Roja) de no jugar un partido amistoso contra Perú, en solidaridad con el movimiento social que sacude a Chile desde el 18 de octubre.
Desde el comienzo de las protestas, muchos futbolistas internacionales chilenos han mostrado su apoyo a los manifestantes. Al día siguiente de las primeras protestas multitudinarias contra el Gobierno de Piñera, Claudio Bravo, portero del Manchester City y excapitán de La Roja, denunció en Twitter 30 años de políticas neoliberales en Chile.
Después de dos días de revueltas y el despliegue del Ejército en las calles de Santiago –una primicia desde el fin de la dictadura en 1990– el presidente Sebastián Piñera, para justificar el estado de emergencia decretado el 18 de octubre (que sería levantado diez días después), declaró: “Estamos en guerra”. Gary Medel respondió al día siguiente: “Una guerra involucra a dos bandos y nosotros somos sólo un pueblo que pide más equidad”. El centrocampista del Barcelona Arturo Vidal instó a los “políticos” a “escuchar al pueblo” y la jugadora internacional Fernanda Pinilla pidió abiertamente la dimisión del presidente: “¿Todavía no entiendes que te estamos pidiendo que te vayas? [...] has conseguido unirnos a todos y ahora no lo vamos a dejar”.
Los jugadores de la liga chilena también se han enfrentado a sus dirigentes. Desde los primeros días del estado de emergencia, Jean Beausejour, una estrella del club Universidad de Chile, decía en la radio ADN: “Personalmente relaciono el Ejército con las horas más oscuras de la historia de Chile. Verlo en la calle me asusta como a mucha gente”. Después de que el presidente Piñera llevase a cabo una remodelación del gabinete el 28 de octubre, Nicolás Maturana –de la Universidad de Concepción– afirmaba irónicamente: “Han cambiado los payasos, pero sigue siendo el mismo circo; los pobres seguirán siendo pobres”. Ignacio Nacho Saavedra, un joven jugador de la Universidad Católica, e Iván Morales, delantero del Colo-Colo, marcharon junto a los manifestantes.
Todas estas posiciones recuerdan a las de Carlos Caszely, legendario goleador de Chile durante la dictadura militar, conocido por su compromiso con la izquierda. Durante una presentación a Augusto Pinochet de la selección nacional después de su clasificación para el Mundial de 1974, Caszely se negó a estrechar la mano del dictador. Un gesto fuerte que dio la vuelta al mundo. Como represalia, la madre del jugador fue arrestada y torturada por el Ejército. Juntos hicieron campaña contra la ampliación del mandato de Pinochet en 1988, contribuyendo al triunfo del no y al retorno de la democracia en Chile.
Las estructuras sociales de los clubes (corporaciones) también participan en el movimiento. La corporación Santiago Wanderers se ha comprometido a proporcionar ayuda financiera a las víctimas de la represión policial, mientras que ocho clubes, entre ellos el importante O'Higgins (1ª división), han emitido un comunicado conjunto en apoyo de las demandas sociales de los manifestantes.
El club más popular del país, la corporación del Colo-Colo (cuyo nombre y escudo hacen referencia a un líder de la resistencia mapuche contra la colonización española en el siglo XVI) organizó cabildos (asambleas participativas) en su estadio El Monumental. ¿El objetivo? Lograr que los chilenos debatan para poder expresar sus quejas y prefigurar una asamblea constituyente, una de las principales demandas de los manifestantes.
Al igual que en la primavera árabe de Egipto, donde los hinchas rivales se unieron en El Cairo, o más recientemente durante el hirak argelino, donde los hinchas de los clubes de Argel se aliaron contra Buteflika, los grupos de hinchas de los tres grandes clubes de Santiago (Universidad de Chile, Colo-Colo y Universidad Católica) convocaron una manifestación, dejando de lado sus enemistades.
Las camisetas y banderas de los clubes aparecieron masivamente a la cabeza de las protestas, en la Plaza de la Dignidad y en la primera línea de las batallas callejeras contra las fuerzas del orden. Mientras que unos días antes las barras bravas –colectivos de hinchas ultras– de La Garra Blanca (Colo-Colo) y Los de Abajo (Universidad de Chile) todavía se enfrentaban en los partidos, los grupos confraternizaron en las manifestaciones y convocaron a una huelga general (ver más abajo). “No trabajes, o si trabajas, hazlo mal. Defender las pequeñas empresas y atacar los símbolos del neoliberalismo. [...] Pon una barricada y defiéndela. Roba a los ricos y organízate con los pobres", decía un comunicado de la sección antifascista de la Garra Blanca el 21 de octubre.
En el marco del estado de emergencia, la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) suspendía el campeonato profesional chileno el 19 de octubre. Sin embargo, en interés tanto del Gobierno como de los accionistas de los clubes, la ANFP pidió rápidamente la reanudación de los partidos. Esto se debe a que las autoridades futbolísticas y el poder político están estrechamente vinculados en Chile. En 2005, Sebastián Piñera fue el instigador de una ley conocida como la ley de las “sociedades anónimas deportivas”, que promovió la liberalización del fútbol chileno. Además, hasta 2010, Piñera fue el primer accionista del Colo-Colo, convirtiendo al club más popular de Chile en un trampolín para su primera elección presidencial en enero del mismo año.
Sin embargo, el deseo de relanzar la liga chocó con los jugadores y los aficionados, que detectaron un intento de extinguir el desafío. El capitán del Colo-Colo, Esteban Paredes, explicaba en los micrófonos de Radio Cooperativa el 4 de noviembre: “El gobierno y la ANFP quieren relanzar el fútbol para calmar a la gente. [...] Pero siempre estaremos del lado de la gente, porque los futbolistas también venimos de familias que sufren". "Quieren agotarnos, aburrirnos, alienarnos y hacernos olvidar la lucha", denunciaron los hinchas del club, mientras que los aficionados se manifestaron en las calles con la consigna: “No hay fútbol sin justicia”.
A pesar de los llamamientos al boicot de las barras bravas, la ANFP organizó una jornada de campeonato el 22 de noviembre. Pero para el primer partido de la mañana, que enfrentaba a Unión La Calera con Deportes Iquique, el ayuntamiento de La Calera se negó a prestar su estadio en apoyo del movimiento y, para la foto previa al partido, los jugadores pusieron las manos sobre su ojo izquierdo en homenaje a los cientos de personas mutiladas por la Policía.
A los diez minutos de juego, los futbolistas dejaron de jugar repentinamente y se alinearon detrás de una pancarta donde se leía "Por un Chile más justo", para guardar un minuto de silencio por los manifestantes asesinados por la policía. Los hinchas del Colo-Colo invadieron el estadio en la segunda mitad e interrumpieron el partido. Los futbolistas de los equipos que debían jugar en el partido del día comunicaron inmediatamente su negativa a jugar.
Ante este amargo fracaso, y para gran disgusto del Gobierno, la ANFP anunció el 29 de noviembre la cancelación total de la temporada 2019-2020. ¿Una suspensión que marca el final del partido por el compromiso de los aficionados? El 6 de diciembre, en el 50º día de protesta contra Piñera, la Garra Blanca volvió a convocar una manifestación, proclamando: “Nada ha cambiado, todavía no se nos escucha. ¡Todos en la calle!”. ______________
Traducción: Mariola Moreno
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“Hoy Chile debe jugar un partido más importante, el de la igualdad y el cambio para que todos los chilenos puedan vivir en un país más justo”. Así se expresaba Gary Medel, el 13 de noviembre en las redes sociales. El emblemático capitán de la selección chilena hacía de este modo oficial la decisión de los jugadores de la selección (La Roja) de no jugar un partido amistoso contra Perú, en solidaridad con el movimiento social que sacude a Chile desde el 18 de octubre.