La granada GLI-F4 es peligrosa. Como su prima OF1, prohibida tras la muerte de Rémi Fraisse. Los chalecos amarillos y los manifestantes zadistas lo saben bien. Se trata de una pequeña bomba de 25 gramos de TNT, responsable de lesiones graves y de varias amputaciones en los últimos dos años. Lo que los manifestantes no saben es que el propio fabricante la considera peligrosa e, incluso, defectuosa.
Alsetex, filial del grupo Étienne Lacroix, informó al Ministerio del Interior el 4 de enero de 2018 de que sus granadas instantáneas de gas lacrimógeno GLI-F4 presentaban graves defectos “identificados pero no resueltos”, en una nota a la que ha tenido acceso Mediapart [socio editorial de infoLibre]. Sin embargo, a pesar de esta advertencia, el Ministerio sigue autorizando su uso en operaciones de mantenimiento del orden. Sin embargo, el fabricante advierte del uso de esta granada, que ya ha causado “varios accidentes corporales graves”. Las partes que contienen la carga explosiva deben someterse a “un tratamiento [...] muy artesanal y muy controvertido internamente”, debido al “riesgo [de] seguridad”.
Las GLI-F4, utilizadas para dispersar a las masas durante las manifestaciones de los chalecos amarillos, han mutilado a cinco personas, que perdieron una mano, y provocaron heridas de metralla a 28 más en diferentes partes del cuerpo. Según los datos proporcionados al Consejo de Estado por el Ministerio del Interior el pasado mes de mayo, se utilizaron 1.738 GLI-F4 en el contexto de la crisis de los chalecos amarillos.
Según la Dirección General de la Policía Nacional (DGPN), contactada por Mediapart, la institución policial –excluida la gendarmería– sigue teniendo “10.000 granadas GLI-F4 en stock” stocky “entre enero de 2018 y hoy se han utilizado 583 granadas GLI-F4 [...]. La GLI-F4 se encuentra actualmente en la fase de retirada definitiva y será sustituida por la GM2L, cuyo despliegue progresivo se iniciaba en 2018. Si se encuentran daños en las granadas, se retiran inmediatamente del stock”, ha señalado la DGPN, que reconoce que efectivamente ha encontrado dificultades con estas municiones.
La GLI-F4 parece una bombona de gas lacrimógeno, pero es de una peligrosidad completamente diferente. No sólo libera gases lacrimógenos, sino que su carga explosiva provoca una fuerte detonación, en concreto, 165 decibelios a una distancia de 5 metros, el equivalente a un avión en el momento del despegue y un efecto de onda expansiva, es decir, una onda de choque.
Las GLI-F4, según el código de seguridad interna, clasificadas de categoría A2, sobre “material de guerra,[...] equipos de protección contra los gases de combate”, se definen como munición “destinada específicamente a uso militar o al mantenimiento del orden”.
Autorizadas desde 2011, estas granadas estaban destinadas a sustituir a las del tipo F1, también cargadas con explosivos (60 gramos de TNT), granadas que fueron prohibidas tras la muerte, el 26 de octubre de 2014, de Rémi Fraisse, de 21 años, fallecido a raíz de la explosión de una de estas municiones disparada por un gendarme durante las manifestaciones en contra del proyecto de construcción de una presa.
Pero muy rápidamente, la granada GLI-F4 resultó ser igual de mortal. El 24 de junio de 2014, provocó la muerte de un empleado de Précigné en uno de los talleres de fabricación de Alsetex, hecho que llevó a la empresa a detener la producción. En un informe del 23 de noviembre de 2014, la Inspección General de la Policía Nacional (IGPN) y la Inspección General de la Gendarmería Nacional (IGGN) recordaron que Francia es “el único país de Europa que utiliza artefactos explosivos en sus operaciones policiales”.
Sin embargo, mientras precisa que “los dispositivos deflagratorios producidos por una sustancia explosiva o deflagrante pueden mutilar o causar lesiones mortales a una persona, mientras que los que tienen un efecto sonoro intenso pueden causar daños irreversibles de audición (para que el efecto sea efectivo, se requiere una intensidad sonora de 160 db medida a un metro)”, el IGPN y el IGGN recomiendan el uso de la GLI-F4.
La empresa que fabrica las granadas cuestionará finalmente su propia comercialización por razones económicas y de seguridad.
En su nota titulada “Sustitución de la granada GLI-F4 por la granada GM2L” de 4 de enero de 2018, firmada por el responsable de Marketing y Ventas, Aseltex informa al Ministerio del Interior de la peligrosidad de la GLI-F4, recordando que es su “único cliente” de esta granada que “no puede ser exportada”.
Como preámbulo, Alsetex recuerda que ante el accidente del 24 de junio de 2014, ocurrido en su propia fábrica, “la reanudación de la producción es imposible sin una revisión completa del proceso de producción” y que “un estudio de seguridad en el trabajo” daría lugar a considerables “inversiones[...]”.
La propia empresa, especializada en la producción de productos fumigéneos y pirotécnicos, considera que, dada la peligrosidad de esta llamada granada ofensiva, que ya ha causado “varios accidentes personales graves”, su prohibición se decidirá inevitablemente, como en el caso de la granada de OF1.
Pero los riesgos de la GLI-F4 no se limitan a las consecuencias letales de su carga explosiva, sino que también provienen de sus múltiples defectos. Alsetex enumera así con el Ministerio del Interior los defectos de la granada inducidos por su obsolescencia. Las piezas que contienen la carga explosiva deben someterse a “un tratamiento [...] muy tradicional y muy controvertido internamente”, debido al “riesgo para la seguridad” de sus empleados.
El fabricante también observó “defectos de envejecimiento” en el cuerpo de la granada, deterioro “identificado pero no resuelto”. También en este caso, este problema requiere inversiones, “la búsqueda de otra tecnología y otros proveedores”, a los que la empresa renuncia. Finalmente, se encontraron otras anomalías en el sistema de detonación de la granada.
Todas estas irregularidades llevan a la empresa a ofrecer a sus clientes en 2018 una granada de nueva generación, la GM2L, “con idéntico funcionamiento y prestaciones sin los principales inconvenientes de la GLI-F4 (exportabilidad, uso, transporte, costes....)”. Si la operación de estas granadas es la misma, el efecto de sonido es, en el caso del GM2L, causado no por un explosivo sino por una composición pirotécnica.
“Los huesos y las manos pueden convertirse en proyectiles”
Aunque está plenamente informado de estas disfunciones, el Ministerio del Interior francés sigue vendiendo las existencias de la GLI-F4, sobre todo por razones económicas. Una fuente cercana a la gendarmería nacional estima “que una de cada tres granadas GLI-F4 está defectuosa. Pero sólo se puede saber lanzándola. Y, en stock, todavía hay suficientes para durar hasta el verano de 2020. Es decir, hay varios miles de granadas”.
Expertos del Instituto Nacional de Investigación Criminal de la Gendarmería (IRCGN) señalaban en un informe fechado el 11 de julio de 2018 que los peligros de esta granada han sido minimizados por el fabricante y el Ministerio del Interior. En el marco del procedimiento judicial sobre la mutilación de Maxime Peugeot, herido el 22 de mayo de 2018 en Notre-Dame-des-Landes, el IRCGN constató en múltiples pruebas que la explosión de la granada produjo “proyecciones de fragmentos que atraviesan la piel y de diversos materiales parcialmente calcinados”. Sin embargo, según los “datos del fabricante, la granada está normalmente diseñada para no generar astillas”.
El poder de esta munición es tal que los fragmentos que produce también pueden ser de origen corporal, ya que los huesos del cuerpo se transforman en proyectiles. Preguntado el IGPN en el marco de la investigación preliminar sobre la mutilación de Gabriel, un chaleco amarillo cuya mano quedó mutilada por efecto de un GLI-F4, el propio Jefe de la Sección de Ingeniería de la Policía Nacional fue testigo de “la explosión de una GLI en la mano de un agente de policía en 2002”. Además de “la pérdida de audición o el astillamiento, los huesos de la mano pueden convertirse en proyectiles (elementos de fragmentación)”, explica, para concluir que no existe protección contra esta munición. “Llevar un guante de cuero u otro material, incluso reforzado, no cambiará nada, dada la explosión de este tipo de armas”.
Defectuosa y letal, esta granada sigue siendo lanzada a mano o con lanzagranadas, por gendarmes móviles y agentes de policía durante las manifestaciones. Según una instrucción del 27 de julio de 2017, debe utilizarse en presencia de un supervisor, por orden del prefecto o de su representante y después de dos advertencias. En algunos casos previstos en el Código de Seguridad Interna, “si se recurre a la violencia contra la Policía” o si “no pueden defender de otro modo el suelo”, los disparos no pueden ir precedidos de órdenes.
Un agente de policía, que prefiere permanecer en el anonimato, ha declarado que “el marco legal no elimina el peligro de esta arma de ninguna manera. Sobre todo porque se parece a cualquier otra granada y los manifestantes que la toman en sus manos cuando cae no pueden saber que explota”. También señala que las GLI-F4 “normalmente deberían explotar en el aire cuando se disparan con lanzagranadas. Explotan rápidamente 4,5 segundos después de haber sido extraídos del pasador. A veces, una vez en el suelo, pueden tardar más en explotar. Estos son incidentes que pueden estar relacionados con el material”.
Así lo observó también un comandante de policía encargado de las operaciones policiales en Tours el 1 de diciembre de 2018. Ese día, durante la manifestación de los chalecos amarillos, una GLI-F4, disparada por un oficial de policía con un lanzagranadas, le arrancaba la mano de Ayhan. Entrevistado por el IGPN en el marco de la investigación preliminar abierta por “violencia voluntaria con un arma por un responsable de la autoridad pública”, el comandante explicó que “la explosión debe ser instantánea. La granada explota tan pronto como llega al suelo. Sin embargo, en el vídeo [que muestra el momento en que la granada cae y Ayhan la recoge], el tiempo de explosión parece anormalmente largo. Puede haber ocasiones en las que se produzcan incidentes relacionados con el material”.
El número de personas mutiladas y la gravedad de las heridas causadas por esta granada han llevado a un grupo de seis abogados (Arié Alimi, William Bourdon, Chloé Chalot, Raphaël Kempf, Céline Mokrane y Aïnoha Pascual) a exigir su prohibición. El recurso presentado no pretende comprometer la responsabilidad del Estado por “la falta cometida, por la Policía, en el uso de granadas”, sino “establecer la ilegalidad manifiesta del uso de la granada GLI-F4 en la aplicación de la ley, debido a sus características intrínsecas, de las que resulta su peligro”.
Lamentan que el hecho de la “lógica económica de acabar con los stocks”, cuando “las GLI-F4 pueden matar”, pueda así “sopesarse frente a los derechos y libertades fundamentales, incluido el derecho a la vida”. El Consejo de Estado rechazó su solicitud el pasado mes de julio.
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La empresa Aseltex no ha respondido a las peticiones de entrevista que ha realizado Mediapart.
Traducción: Mariola Moreno
Leer el texto en francés:
La granada GLI-F4 es peligrosa. Como su prima OF1, prohibida tras la muerte de Rémi Fraisse. Los chalecos amarillos y los manifestantes zadistas lo saben bien. Se trata de una pequeña bomba de 25 gramos de TNT, responsable de lesiones graves y de varias amputaciones en los últimos dos años. Lo que los manifestantes no saben es que el propio fabricante la considera peligrosa e, incluso, defectuosa.