Hamás sigue siendo un actor crucial en el conflicto palestino-israelí pese a estar muy debilitado

El 8 de junio, el ejército israelí anunció que había identificado el cadáver del líder de Hamás en Gaza, Mohammed Sinouar. Según los militares, sus restos fueron hallados “en un túnel subterráneo situado bajo el hospital europeo de Jan Yunis”, en el sur del enclave palestino. El combatiente palestino habría sido asesinado el 13 de mayo, junto con el comandante de la brigada de Rafah, Mohammed Shabaneh. El movimiento islamista palestino no ha confirmado sus muertes.
En menos de un año, Hamás ha perdido al jefe de su rama militar, Mohammed Deif, asesinado el 13 de julio de 2024; a su líder político, Ismael Haniyeh, fallecido en Teherán el 31 de julio de 2024; y a su jefe en Gaza, Yahya Sinouar, asesinado con las armas en la mano en Rafah, en el sur de Gaza, el 16 de octubre de 2024 (había relevado a Haniyeh al frente del movimiento). Esos tres líderes, artífices de los atentados del 7 de octubre, estaban en el punto de mira del fiscal del Tribunal Penal Internacional (TPI), Karim Khan, que había solicitado que se dictara una orden de detención contra ellos por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.
Mohammed Sinouar, de 50 años, hermano de Yahya Sinouar, no tuvo tiempo de alcanzar la notoriedad de su hermano mayor. “Su muerte no cambia gran cosa, salvo que acelera un poco más el agotamiento del movimiento militar en la Franja de Gaza”, analiza Sarah Daoud, doctora en ciencias políticas asociada al Ceri del Instituto de Ciencias Políticas de París y al Cedej de El Cairo (Egipto). “Sobre el terreno, se habla de que hoy en día solo hay una treintena de cuadros de Hamás que toman decisiones efectivas. En cuanto a armamento, según los servicios de inteligencia israelíes, no hay más de 10.000 kaláshnikovs en la Franja de Gaza”.
Israel afirma haber matado a 20.000 combatientes palestinos en el enclave, cifras imposibles de verificar. El historiador Jean-Pierre Filiu, que pasó un mes en Gaza entre el 19 de diciembre y el 21 de enero (Israel prohíbe el acceso a los periodistas extranjeros desde hace veinte meses), afirma que “la recopilación de fuentes israelíes” arroja un balance cercano a los 8.500 hombres muertos. “Israel tiene además una definición amplia de los ‘terroristas’ de Hamás, que incluye a líderes políticos, cuadros administrativos y policías”, escribe en su libro Un historien à Gaza (Un historiador en Gaza), publicado por Les Arènes (224 páginas).
Dos fuentes del Congreso de los Estados Unidos afirmaron a la agencia de noticias Reuters, a principios de 2025, que Hamás había “reclutado entre 10.000 y 15.000 miembros” desde el 7 de octubre. El movimiento islamista lleva a cabo acciones tipo guerrilla: ataques lanzados por una escuadra de hombres armados contra posiciones militares israelíes en el enclave.
“Dado que los contactos entre los combatientes son difíciles, el mando está descentralizado”, explica Reham Owda, analista política palestina de Gaza, exiliada en Turquía. “Cualquiera puede autoproclamarse líder, ya sea un combatiente de primera línea o un joven recién incorporado. Así es como Hamás sigue resistiendo hasta ahora y, en ocasiones, consigue infligir bajas al ejército israelí”.
Vacío de seguridad
El movimiento parece seguir afianzando su autoridad en algunas zonas de Gaza. Conserva funcionarios, administra en parte el sector sanitario y gestiona la comunicación de algunos ministerios. También trata de conservar el control de seguridad del enclave.
“Actualmente, Hamás se centra en perseguir a los saqueadores, las bandas y los colaboradores”, afirma Reham Owda. En noviembre, el movimiento islamista anunció que había matado a una veintena de personas a las que acusaba de saqueos. Por esas mismas fechas, el Financial Times informaba de que varios hombres sospechosos de robo habían resultado heridos de bala en la rodilla por fuerzas de seguridad vinculadas a Hamás, que intentaba al mismo tiempo regular los precios de los productos en los mercados.
Enfrente, Israel, que somete a la población de Gaza a un bloqueo y la priva de sus medios de subsistencia destruyendo los campos y las explotaciones agrícolas, intenta instrumentalizar un vacío de seguridad cada vez mayor. El 6 de junio, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, reconoció, “siguiendo el consejo de los servicios de seguridad”, haber “activado a clanes en Gaza que se oponen a Hamás”. El día anterior, el exministro de Defensa pasado a la oposición, el ultranacionalista Avigdor Liberman, en una entrevista en la radio pública israelí, había acusado al Gobierno de haber suministrado “rifles de asalto y armas ligeras a bandas criminales de Gaza”.
En realidad, más que un clan, se trata, entre otros, de una banda liderada por Yasser Abou Shabab, originario de Rafah, repudiado por su propia familia, que ha confirmado sus vínculos con las fuerzas israelíes. Los anteriores intentos israelíes de ganarse el favor de familias influyentes de Gaza fracasaron. Yasser Abu Shabab, líder de una milicia bautizada como “fuerzas populares”, es un ex traficante de drogas condenado y encarcelado en Gaza antes del 7 de octubre, liberado gracias a un bombardeo israelí sobre su prisión.
El periodista palestino Rami Abu Jamous describió ya en noviembre de 2024 en su columna para el periódico online Orient XXI la complicidad de esas bandas con el ejército israelí. “Siempre siguen el mismo guion: los israelíes obligan a los camiones a circular por carreteras prohibidas a la población de Gaza, excepto a los hombres de Abu Shahab, que los esperan, a menudo con armas nuevas, lo que ya hacía sospechar que eran suministradas por los israelíes. Los objetivos de Israel son evidentes: sembrar el caos, demostrar que la ONU no puede proteger sus convoyes y acusar a Hamás”, denuncia de nuevo a raíz de las revelaciones aparecidas en los medios de comunicación israelíes.
Sigue siendo más popular que Fatah
Pero los palestinos de Gaza no somos tontos, añade. “Distinguimos entre los colaboradores y nuestros hermanos”, escribe el periodista afincado en la ciudad de Gaza, en referencia a Hamás. “Podemos tener un hermano que comete muchos errores, que nos sumerge en una guerra sin fin. Pero ese hermano, independientemente de lo que le podamos reprochar, muere con nosotros, vive el genocidio con nosotros. Abu Shabab y sus hombres, en cambio, trabajan para el ocupante”. Hamás había perdido su popularidad en el enclave costero mucho antes del 7 de octubre, sobre todo por sus métodos autoritarios y su nepotismo.
Su popularidad cayó aún más a partir de marzo de 2024. Muchos habitantes de Gaza le reprochan haber iniciado una guerra con Israel en la que los civiles pagan el precio más alto: cerca de 55.000 palestinos muertos en veinte meses. Esta ira popular se vio especialmente durante las manifestaciones de finales de marzo, reprimidas violentamente por el movimiento islamista, que recurrió a “amenazas, actos de intimidación y acoso, en particular interrogatorios y palizas”, según informó a finales de mayo la organización de defensa de los derechos humanos Amnistía Internacional.
A lo largo de los años, Hamás [...] se ha convertido en un movimiento muy importante dentro del movimiento nacional palestino
No obstante, el movimiento islamista sigue siendo más popular que la Autoridad Palestina asociada a Fatah, aún más corrupta y cuya legitimidad se ve empañada por su colaboración en materia de seguridad con la ocupación israelí. A falta de elecciones legislativas o presidenciales, las encuestas del Centro Palestino para la Investigación Política y Encuestas miden el pulso de la opinión palestina tres o cuatro veces al año. Según su último estudio, publicado a principios de mayo, Hamás cuenta con el apoyo del 32 % de los encuestados, frente al 21 % de Fatah. Su popularidad se ha reducido ligeramente en Cisjordania y ha repuntado muy ligeramente en Gaza.
“Esa popularidad, más allá de las cifras, refleja un apoyo a Hamás que no es necesariamente partidista, sino un apoyo de los palestinos a la lucha armada”, observa Sarah Daoud. “A lo largo de los años, desde su creación en 1987 y con la evolución ideológica y política que ha seguido, Hamás se ha convertido en un movimiento muy importante dentro del movimiento nacional palestino. Por eso se ha dicho que Hamás no iba a desaparecer tan fácilmente”.
Paradójicamente, aunque se encuentra acorralado en las negociaciones, Hamás sigue siendo el único que se opone a Israel en el terreno político. Sus dirigentes se aferran a la consecución de un acuerdo de alto el fuego “a largo plazo, al menos durante una década, en la Franja de Gaza, con la garantía de que no habrá evacuación forzosa de palestinos y se restablecerá el gobierno político palestino”, señala Sarah Daoud.
Un lugar en la posguerra
El movimiento palestino ya ha dejado claro que no aspira a gobernar Gaza, pero por el momento se niega a deponer las armas. Para Hamás se trata de conservar un poco de credibilidad, mientras no se le ofrezca una salida digna, opina Reham Owda, “pero no tiene tanques, aviones de combate ni defensa antimilitar”.
La analista de Gaza cree que la solución aceptable para todos debe encontrarse en los Estados árabes: podrían garantizar la seguridad del enclave con sus fuerzas militares. El plan propuesto por la Liga Árabe a principios de marzo sugería la posibilidad de desplegar una fuerza internacional similar a los cascos azules de la ONU en Cisjordania y Gaza. Pero los candidatos no tienen prisa. El activismo de la Autoridad Palestina en el plano diplomático y jurídico es inútil, afirma Reham Owda: “El reconocimiento del Estado palestino no detendrá el genocidio”.
Si se desmantela el brazo armado de Hamás, habrá que encontrar también una solución para exfiltrar a sus líderes. Porque el movimiento palestino ya está negociando constantemente su permanencia en terceros países, en particular en Qatar. En El Cairo hay setenta ex detenidos de Hamás, liberados en el marco de las negociaciones con Israel pero a los que se les prohíbe regresar a los territorios palestinos ocupados, que están vegetando en un hotel a la espera de que un Estado extranjero los acoja.
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En cuanto a la rama política de Hamás, no puede ser evacuada de la escena palestina. El 17 de junio, Francia y Arabia Saudí presidirán una conferencia sobre la solución de dos Estados en la ONU. “Los diplomáticos franceses que preparan esta cumbre son muy conscientes de que hay una falta de legitimidad por parte de la Autoridad Palestina”, señala Sarah Daoud. París y los países árabes, resume, se enfrentan hoy a esta pregunta: ¿cómo dar un lugar político a Hamás en la posguerra, a pesar de todo?
Traducción de Miguel López