Las milicias integristas del Estado Islámico sitiaron este jueves 21 de mayo la ciudad histórica de Palmira, a 240 kilómetros al noreste de la capital siria, Damasco. Una victoria estratégica –a la que han seguido múltiples ejecuciones y otros actos violentos– que supone una grave amenaza para el patrimonio arqueológico de la ciudad.
Annie Sartre-Fauriat es profesora emérita de Historia Antigua en Francia y especialista en Oriente Medio grecorromano, además de ser la coautora de las obras Palmyre, la cité des caravanes [Palmira, la ciudad de las caravanas] y de Zénobie, de Palmyre a Rome [Zenobia, de Palmira a Roma].
Pregunta: ¿Qué representa la ciudad antigua de Palmira?
Respuesta: Cuenta con un patrimonio arqueológico excepcional, en el sentido más amplio del término. No solo es una ciudad grecorromana, aunque los monumentos que todavían siguen en pie daten del siglo I al siglo III antes de Cristo. Se trata de una ciudad que ya aparecía citada hace miles de años, por ejemplo en tablillas del siglo XIX antes de Cristo halladas en el valle del río Éufrates, en las que se alude a Tadmor [Palmira, en árabe] y cuyos numerosos restos todavía permanecen ocultos bajo la arena. No olvidemos que el 75% del patrimonio arqueológico todavía no se ha excavado. En recientes excavaciones sirio-germanas, se han hallado elementos de la ciudad helenística del siglo III antes de Cristo, pero nos podríamos remontar a mucho más atrás en el tiempo. Además del evidente riesgo que corren los monumentos existentes, el patrimonio arqueológico puede quedar arrasado. Nos veríamos privados de todo lo que nos queda por saber de la historia de la humanidad, en la que Palmira tiene una importancia primordial, no solo por su antigüedad, sino porque era un punto de encuentro de diferentes culturas.
Palmira está a mitad de camino entre el Éufrates y el Mediterráneo, en un punto de paso de las rutas que llevan, por un lado a la costa fenicia y, por otro, al Golfo Pérsico. Era un punto de comunicación fundamental, que explica que los habitantes de Palmira ejercieran de intermediarios en el comercio de productos básicos llegados de India, China y África a través del Golfo Pérsico y el valle del Éufrates, entre el Oriente y el Occidente, gracias a sus caravanas de camellos y a su perfecto conocimiento del desierto.
Siria en su conjunto es un contenedor de la historia de la humanidad que actualmente está amenazado por todas partes. Pero hay que subrayar que estas destrucciones del patrimonio no solo son obra del Estado Islámico, sino también del régimen. Sobre todo en Alepo, las fuerzas aéreas de Assad están detrás de la destrucción de las mezquitas, de los zocos, de los hammans, etc. Podemos preguntarnos cómo es posible que las fuerzas aéreas hayan dejado llegar al EI hasta Palmira, que está a 300 kilómetros de Deir ez-Zor.
P: ¿Cuáles son los principales edificios amenazados en estos momentos por el EI?
R: Hay muchos. Los más conocidos son las columnatas, una avenida de cientos de metros, más importantes si cabe por que los habitantes de Palmira han ido grabando en el fuste de las columnas los homenajes realizados a los benefactores de la ciudad, cuyas estatuas se erigían sobre las ménsulas. Tenemos ahí un corpus de textos fundamentales para reconstruir la historia de Palmira, su comercio, su funcionamiento como ciudad romana, conocer múltiples nombres y las familias de los notables que la dirigieron y la edificaron.
También hay monumentos religiosos; destaca el templo de Bel, la principal deidad de la ciudad, que se comenzó a construir en el siglo I después de Cristo gracias a los mercaderes de Palmira, enriquecidos e instalados en los puestos comerciales del valle del Éufrates y del Golfo Pérsico. Pero también el templo de Baalshamin, más modesto, aunque perfectamente conservado. Mi miedo es que los yihadistas del EI dinamiten estos monumentos, para acabar con un símbolo. Tienen medios técnicos sofisticados y sería una aberración en la que prefiero no pensar.
También podría mencionar todos los edificios públicos, sobre todo el teatro, con su escenario, que sirve de telón de fondo, y que era sin duda el punto de reunión del pueblo de Palmira cuando este era consultado. También hay termas, emblemáticas de la civilización romana, a las que se acudía a diario.
Por supuesto, no hay que olvidarse de las necrópolis que rodean la ciudad de Palmira, con sus características torres funerarias de 4 o 5 plantas en las que se enterraban a los notables y a sus familias. En estas tumbas aéreas, igual que en los hipogeos (como el de los Tres Hermanos), encontramos aún magníficas pinturas del siglo II y numerosos bustos que representan a los difuntos.
La lista no está cerrada, pero los monumentos más valiosos son los construidos entre los siglos I y III, cuando Palmira vivió su época de esplendor, antes de que comenzara su declive, cuando el emperador Aurelio tomó la ciudad en el 272, en una campaña iniciada por los ejércitos romanos para frenar la ambición de Zenobia, la reina que había conferido todo su esplendor a Palmira y ampliado su influencia hasta Egipto y Asia Menor, hasta el punto de proclamarse emperatriz de Roma con su hijo.
P: ¿Por qué el patrimonio de Palmira está tan bien conservado?
R: Las ruinas permanecen intactas sobre todo porque la ciudad inició el declive después del siglo III. Las rutas tradicionales del comercio dejaron de pasar por Palmira. Los habitantes eran cada vez menos y estas ruinas pasaron a ser territorio de tribus nómadas hostiles con los viajeros. Entre los siglos XV y XVII, nadie se atrevía a pasar por Palmira, considerado un territorio muy peligroso. A finales del siglo XVII, comerciantes ingleses, instalados Alepo, redescubrieron la ciudad. Al hecho de que la ciudad no volviera a ser ocupada, se suma que el clima desértico propicia la conservación de las ruinas y que la ciudad fue construida en piedra calcárea resistente y no en ladrillo de adobe como en las ciudades del Éufrates.
En el siglo XIX, cuando los viajeros llegaron a Palmira, encontraron, a los pocos habitantes que quedaban, instalados en el recinto de templo de Bel, donde se había reconstruido una especie de pueblo, que pervivió hasta mandato francés, tras la Primera Guerra Mundial. En 1929, se fundó otro pueblo fuera de estas ruinas, la actual ciudad moderna, para poder comenzar las excavaciones arqueológicas.
P: ¿Hay otros yacimientos arqueológicos importantes en Siria que estén en peligro?
R: Sí, por supuesto. Pienso sobre todo en Bosra, un yacimiento excepcional, construido en basalto, en la región de Haurán, al sur de Siria, a una cincuentena de kilómetros de la frontera jordana, donde se encuentra el teatro romano más bonito del mundo antiguo. Pero hace dos meses, el ejército sirio libre alcanzó al ejército de Basar al Asad y la población expulsó al grupo yihadista Al-Nosra, que sin embargo es menos iconoclasta y peligroso que el Estado Islámico para el patrimonio. Los daños producidos en Bosra han sido menores y reparables, salvo que se produzca un nuevo avance del EI en esta dirección.
El otro yacimiento que puede correr un grave peligro si el EI avanza en dirección noroeste es la región de las ciudades muertas, al norte de Alepo, con un patrimonio de valor incalculable, clasificado por la UNESCO, que contiene sobre todo numerosas localidades e iglesias intactas de los siglos IV y V después de Cristo.
El Estado Islámico puede destruirlo todo, porque para ellos no existe nada anterior al origen del islam. En Raqqa, incluso destruyeron mausoleos de la época islámica. Yo misma, que llevo 40 años trabajando en Siria –estaba allí en 2011–, que he ido una veintena de veces a Palmira, estoy aterrorizada con la idea de que se pueda atentar contra el patrimonio, pero desde hace cuatro años, el martirio que sufre el pueblo sirio me resulta completamente insoportable.
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Traducción: Mariola Moreno
Leer el texto en francés:
Las milicias integristas del Estado Islámico sitiaron este jueves 21 de mayo la ciudad histórica de Palmira, a 240 kilómetros al noreste de la capital siria, Damasco. Una victoria estratégica –a la que han seguido múltiples ejecuciones y otros actos violentos– que supone una grave amenaza para el patrimonio arqueológico de la ciudad.