El mortífero ataque, en la noche del domingo 26 de mayo, contra un campo de desplazados en el barrio de Tel Al-Sultan de Rafah causó la muerte de al menos 45 personas, algunas de las cuales fueron quemadas vivas, y heridas a más de 200, y provocó una andanada de condenas internacionales sin precedentes.
Pero ni esas críticas ni la decisión adoptada el viernes 24 de mayo por el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ), que exigía el cese de la ofensiva sobre Rafah, han convencido a Israel para que cese sus operaciones contra la ciudad del sur de la Franja de Gaza. Al contrario, el ejército israelí las intensificó, avanzando sobre el terreno hacia el oeste y prosiguiendo sus bombardeos sobre los barrios superpoblados.
En la noche del lunes 27 al martes 28 de mayo, la población huía aterrorizada del centro de la ciudad de Rafah. El martes, un bombardeo volvió a alcanzar las tiendas de campaña de la zona costera arenosa de Al-Mawasi, a pesar de que había sido declarada zona humanitaria, matando al menos a 21 personas, entre ellas mujeres y niños. Israel negó toda responsabilidad. Pero este nuevo episodio ha forzado a más familias a ponerse en ruta, familias que ya se habían desplazado muchas veces y pensaban que habían encontrado un lugar relativamente seguro en Al-Mawasi, ya que al instalarse allí habían cumplido las órdenes del ejército israelí.
Según la UNRWA, la agencia de la ONU encargada de asistir a los refugiados palestinos, desde el comienzo de la ofensiva terrestre contra Rafah hace tres semanas, ha huido ya un millón de personas. Una vez más, llegan imágenes de la Franja de Gaza del éxodo masivo en coches, carros y a pie. La población que huye está aún más aterrorizada si cabe porque el ejército israelí, contrariamente a la costumbre que había establecido y puesto en práctica a principios de mayo, esta vez no ha emitido ninguna orden de evacuación forzosa.
Las instalaciones sanitarias también son víctimas de la ofensiva israelí. El hospital kuwaití, el principal que sigue funcionando en Rafah, ha tenido que cerrar. El martes, los equipos médicos informaban de que estaban siendo atacados varios hospitales de campaña. El miércoles 29 de mayo, a mediodía, la Media Luna Roja palestina anunció que había evacuado su hospital de campaña de Al-Mawasi.
El miércoles por la mañana, Mediapart se puso en contacto con la doctora Karin Huster, referencia de la organización Médicos Sin Fronteras (MSF) en el sur de la Franja de Gaza, que se unió a los equipos de MSF en Rafah hace cinco días. Se trata de su segunda visita al enclave palestino desde el inicio de la guerra contra Gaza, lanzada tras las masacres del 7 de octubre de 2023 organizadas y cometidas por Hamás en ciudades israelíes cercanas al pequeño territorio palestino.
Mediapart: ¿Cómo transcurrió la noche de ayer?
Dra. Huster: Desde nuestro alojamiento hemos estado oyendo bombardeos por todos lados, desde aviones, barcos y artillería, tanto sobre Rafah como sobre Nousseirat, más al norte, pero anoche fue un poco más tranquila que las anteriores. La noche del 26 al 27 de mayo fue terrible, con una actividad militar extremadamente intensa y bombardeos muy violentos. Y anoche vimos cómo cundía el pánico entre la población.
Nuestras oficinas están en el oeste de Rafah, junto al mar, pero por motivos de seguridad no dormimos allí, sino en Deir Al-Balah, en el centro de la Franja de Gaza. En teoría, ambos lugares no están muy alejados, ya que se trata de un territorio muy pequeño. En la práctica, dada la cantidad de desplazados que viven en la playa y en las calles, tardamos una hora, a veces dos, en hacer el trayecto.
¿De qué instalaciones sanitarias disponen en Rafah?
El 14 de mayo abrimos un centro de estabilización en previsión de una ofensiva israelí. Es una estructura bastante básica, con unas quince camas, que colocamos estratégicamente detrás de la línea del frente para atender a los heridos, hacer un triaje y estabilizarlos si hay que enviarlos a hospitales cercanos más alejados de la línea del frente.
La noche del 26 de mayo, tras el bombardeo de Tel Al-Sultan, atendimos a 180 pacientes heridos y, por desgracia, otros 28 ya habían muerto cuando llegaron.
¿Funciona todavía ese centro de estabilización?
No, porque la noche siguiente, del lunes 27 al martes 28 de mayo, nuestros colegas palestinos allí presentes tuvieron que evacuar el centro. Las fuerzas israelíes habían seguido avanzando y se encontraban a unos 100 metros del centro de estabilización. Nuestros colegas vieron tanques, hubo fuego de artillería y cayó metralla sobre la estructura. En un momento dado, decidieron que era demasiado peligroso quedarse. Y además no tenía sentido, porque las ambulancias no podían llegar al centro de todos modos.
El ejército israelí está forzando a marchar a los civiles, pero ni siquiera sabemos hacia dónde. La gente está aterrorizada y huye
Afortunadamente, consiguieron evacuar a todos los pacientes y salir ellos mismos. El martes por la mañana, cuando nos dimos cuenta de que el avance israelí iba a continuar, al ser alcanzadas las casas cercanas, decidimos que el centro de estabilización ya no era útil donde estaba. A partir de ahora, habrá que llevar a los pacientes directamente a los hospitales, que esperamos puedan seguir abiertos.
¿Qué se sabe del martes 28 de mayo, cuando se produjeron nuevos ataques aéreos contra tiendas de campaña, esta vez en Al-Mawasi?
Estos ataques se llevaron a cabo sin avisar a la población, en pleno día, en lugares que la población consideraba seguros. El ejército israelí está forzando a marchar a los civiles, pero ni siquiera sabemos hacia dónde. En cualquier caso, el resultado es que la gente está aterrorizada y huye.
Tenemos un centro de atención primaria en Al-Mawasi, a cuatro kilómetros de nuestras oficinas, pero estamos reduciendo las actividades allí y mantenemos sólo las actividades críticas para los pacientes, como los que tienen enfermedades crónicas, o las emergencias menores. Estamos evacuando nuestros medicamentos y equipos médicos, porque es tan raro y tan difícil conseguir nuevos, que no queremos correr el riesgo de perderlos.
Además, estamos intentando seguir a la población, que está desplazándose. Al menos lo intentamos, porque ayer por la tarde era imposible llegar desde nuestra oficina al centro de salud primaria, ya que la carretera de la costa hacia el norte estaba abarrotada de gente que huía.
No nos ha llegado nada en tres semanas, ni un solo medicamento
Hay cientos de carros tirados por burros con personas, sus familias, colchones y bidones de agua. Intentan salvar todo lo que pueden, salvar el trozo de plástico que servirá de tienda allá donde se instalen. Los coches van tan abarrotados que el conductor suele tener la mitad del cuerpo fuera y la otra mitad en el asiento para conducir. Es un pueblo que camina, un pueblo que huye, pero francamente no tienen adónde ir.
Jan Yunis y Deir Al-Balah fueron completamente destruidos hace semanas o meses por el ejército israelí, así que la gente se va a asentar entre las ruinas. Vamos a tener víctimas indirectas por obuses sin explotar y por objetos punzantes en las casas destruidas.
El 7 de mayo, el ejército israelí tomó el control del paso fronterizo de Rafah y lo cerró. ¿Qué consecuencias tiene para ustedes?
Llevamos tres semanas sin poder introducir material médico. Y en lo que respecta a alimentos y gasolina, es extremadamente complicado, así que es imposible para los trabajadores humanitarios dar la respuesta que deberíamos. Hoy, las ambulancias tienen que racionar la gasolina. Los pacientes no van a ser trasladados a centros sanitarios que puedan tratarlos lo mejor posible porque las ambulancias no tienen suficiente combustible para ello.
No se va a intubar a los pacientes porque no hay garantías de disponer del combustible necesario para mantener en funcionamiento el respirador. Anteayer, el hospital Al-Aqsa de Deir Al-Balah se quedó sin electricidad durante tres horas. Todos los pacientes intubados tuvieron que ser ventilados manualmente. Esto es insostenible.
Dado que el paso fronterizo de Rafah está cerrado, ¿cómo entró usted en la Franja de Gaza?
Hay que pasar por Kerem Shalom [el paso fronterizo entre Israel y el sur de la Franja de Gaza, ndr], en un convoy de las Naciones Unidas, un convoy humanitario que atraviesa la zona de combate. No ha llegado nada en tres semanas, ni un solo medicamento. No sé cómo van a poder seguir trabajando los hospitales ni qué tipo de atención sanitaria vamos a poder prestar.
¿Cuál es el estado de sus stocks?
Para mí, los stocks son más valiosos que los diamantes. Como responsable de las actividades sanitarias, una de mis principales responsabilidades es intentar llevar mis existencias donde estén seguras, donde el riesgo sea menor. Porque es más que precioso. Porque es imposible hacer llegar material.
Así que una ecosonda portátil para hacer ecografías, glucómetros, incluso cosas que se pueden conseguir en cualquier farmacia, valen su peso en oro.
Como todas las organizaciones humanitarias, teníamos nuestros almacenes en Rafah y, como todo el mundo, estamos ahora trasladándolos, o al menos de intentar salvar los muebles. Ahora estamos trabajando con la OMS para intentar ir a recuperar el material que teníamos en nuestro almacén, si el ejército israelí da el visto bueno. Las bombonas de oxígeno, las camas y todo ese material son productos muy escasos.
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Traducción de Miguel López
El mortífero ataque, en la noche del domingo 26 de mayo, contra un campo de desplazados en el barrio de Tel Al-Sultan de Rafah causó la muerte de al menos 45 personas, algunas de las cuales fueron quemadas vivas, y heridas a más de 200, y provocó una andanada de condenas internacionales sin precedentes.