Después de la bofetada griega del verano pasado, distintas formaciones de una izquierda crítica, todavía un poco grogui, procedentes de distintos puntos de Europa intentan volver a ponerse en marcha. (Euro)diputados, activistas y economistas, llegados de diferentes países europeos, y de fuera del continente, tratan de dar forma a un plan B para Europa, en unas jornadas que se celebran en París durante este fin de semana.
En el origen de esta llamada “cumbre del plan B” , se encuentra el llamamiento que realizaba, en septiembre, en la Fiesta de la Humanidad, Jean-Luc Mélenchon y otras cuatro figuras de la izquierda europea (Yanis Varoufakis, Zoï Konstantopoulou, Oskar Lafontaine y Stefano Fassina). Entonces, la declaración de intenciones giraba más bien en torno a un plan A y era algo difusas. Estas jornadas están destinadas a sacar lecciones concretas de los cinco meses de eléctricas negociaciones entre el Gobierno de Alexis Tsipras y el Eurogrupo.
Inicialmente, la reunión debía celebrarse los días 14 y 15 de noviembre, pero los atentados perpetrados en París la víspera por la noche obligó a los organizadores a posponer las jornadas. La idea sigue siendo la misma, con el objetivo declarado –pero que ya parece difícil de llevar a cabo– de reunirse cada seis meses, haciéndo coincidir el encuentro con las cumbres de jefes del Gobierno de la UE. “El objetivo es crear un espacio alternativo de pensamiento, un emisor capaz de trazar un camino alternativo”, explica Jean-Luc Mélenchon, frente a la “dictadura del pensamiento único cuando se trata de pensar en Europa, por no resumirla como una dialéctica entre Merkel y Cameron, el ordoliberalismo o el repliegue nacionalista”.
En su opinión, esta cumbre del plan B es un medio “de avanzar con los que quieren avanzar; de modo que la continuación terminará por desbloquearse necesariamente”. Y de preparar camino para 2017. El que fuera candidato a las presidenciales franceses, listo para volver a dar el paso, avisa: “Además de las dos citas electorales previstas en Francia y en Alemania, se celebrará el referéndum británico y el 'fin de la unión económica y monetaria' propuesta por la iniciativa de los presidentes' de las instituciones europeas. Entramos por tanto en una fase de agitación extrema, por lo que conviene irse preparando”. Pone como ejemplo el Fórum de São Paulo, en el que se dieron cita en 1990 las izquierdas latinoamericanas. “Una corriente intelectual coordinada, que crea una atmósfera y nos fortalece a cada uno de nosotros cuando regresamos a nuestros país”. En su blog, concluye: “De una reunión sin ningún eco mediático salieron diez gobiernos... ¿Quién sabe?”.
El contexto, desde noviembre, ha evolucionado mucho. A la cumbre del plan B le han salido ahora otros competidores, a imagen y semejanza del movimiento que se dispone a lanzar Varoufakis en Berlín, el 9 de febrero, que el exministro griego presenta como una “concentración de personas para tratar de hallar una solución” a la crisis europea. Unos días más tarde, el mismo Varoufakis presentará en Madrid “la red europea antiausteridad”, de la mano de varios de los alcaldes del cambio, entre ellos la regidora de Barcelona Ada Colau. Salvo modificaciones de última hora, no está previsto que Mélenchon se desplace a Berlín ni a Madrid.
En cuanto a Varoufakis, a mediados de semana renunció a acudir a París. El exministro griego, que ha transmitido a los organizadores de la cumbre que problemas logísticos le impiden estar presente –las fechas de la celebración de la cumbre se conocieron hace apenas unas semanas–, ha asegurado que no existen desacuerdos de fondo. Pero la ausencia de Varoufakis es posible que limite el alcance de la cumbre de París. Fundamentalmente por que la iniciativa parece a estas alturas que debe hacer frente a diferentes iniciativas que pueden enmarañar la comprensión del proyecto. Sobre el papel, los pasos dados varían. En lo que compete al plan B, aspira a volver a poner sobre la mesa algunos debates centrales y que generan gran división en el seno de la izquierda europea, como el futuro del euro, mientras que la iniciativa de Varoufakis quiere dar respuesta al déficit democrático en el seno de la UE, reformulando, según parece, las bases de un federalismo europeo.
Sea como fuere, la iniciativa de París cuenta con el apoyo de formaciones más tradicionales: de los alemanes de Die Linke a Izquierda Unida. Estos partidos trabajan ya juntos en el seno de la GUE, el grupo parlamentario al que se adscriben Estrasburgo, o en el seno del Partido de la Izquierda Europea. Pero ambas estructuras no son las más adecuadas para lanzar un debate sobre un eventual plan B europeo, fundamentalmente porque una y otra integran también a los griegos de Syriza (en el Gobierno). Ningún diputado de la coalición de Alexis Tsipras va a participar en las jornadas de París, pero sí acudirá una eurodiputada de Podemos, Lola Sánchez, que intervendrá el domingo para hablar sobre el clima.
“Pierre Laurent [presidente del PGE y del PCF] me ha hecho saber que el plan B no constituía un objetivo”, dice Mélenchon. “De todos modos, no tenemos interés en reunir a fuerzas políticas, las conversaciones están sobrecargadas de contextos locales y nos veríamos abocados a situaciones de equilibrios insostenibles”. En su opinión, Pablo Iglesias y Podemos han evitado posicionarse con respecto a Grecia y han apoyado a Tsipras para impedir que no se hablase de otra cosa durante la campaña de cara al 20-D. “Pero no creo que se puedan evitar los problemas indefinidamente”, dice. “Es perder el tiempo dando rodeos”.
El casting, muy masculino, (participarán 36 hombres y 10 mujeres) del plan B incluye a personajes de la vida pública francesa, pero también a políticos europeos (una joven diputada eslovena, eurodiputados alemanes o españoles, un representante de Ahora Madrid), profesores universitarios de renombre (el economista griego Costas Lapavitsas y su colega italiano Massimo Amato etc.), figuras de la sociedad civil internacional (venidos de Ecuador o Túnez).
“La oligarquía europea tenía su plan B: expulsar a Grecia de la zona euro [si Tsipras no aceptaba un nuevo memorando]. Frente a esto, debemos reflexionar sobre nuestro propio plan B”, opina la eurodiputada de Die Linke Sabine Lösing. Del mismo aparecer es el eurodiputado de IU Javier Couso, que ve en estas jornadas una “oportunidad magnífica”. “Además de nuestro plan A, que se aplicaría si Europa funcionara normalmente, debemos trabajar en un plan B, para evitar que se reproduzca lo que sucedido en Grecia”. Couso intervendrá este sábado, así como el profesor universitario belga Paul Jorion.
Aclaraciones
Durante el fin de semana, se hablará exclusivamente de economía. El asunto de la inmigración sólo se tratará puntualmente, para abordar la cooperación con el Sur. “Primero hay que ponerse de acuerdo en un marco global económico porque la cuestión migratoria depende directamente de dicho marco”, asegura Mélenchon, quien sigue calificando de “dramáticas” las decisiones de Angela Merkel sobre la cuestión.
Economía por tanto en torno a tres pilares: el euro, la deuda pública y el comercio. El eurodiputado alemán de Die Linke Fabio de Masi, que intervendrá el sábado, estima que “ahora todo el mundo debe tener la respuesta a la pregunta: 'Si se celebran elecciones en Europa, ya puede haber diez o doce gobiernos de izquierdas, pero como el BCE, encargado de imprimir nuestra moneda, diga 'da igual lo que han votado los ciudadanos, da igual que os guste o no la austeridad, si no obedecéis, os expulsamos del euro... ¿Qué hacemos? Eso es exactamente lo que han hecho en Grecia, con la complicidad del ministro de Finanzas alemán Wolfgang Schäuble”.
Estas primeras jornadas de París pueden confirmar el endurecimiento del discurso de numerosas formaciones de izquierda con respecto a la UE y del euro en particular. Los dirigentes de estas formaciones a veces tienen la impresión de verse superadas por una base militante más crítica, especialmente con el euro. “Después del acuerdo de julio, se puso de manifiesto la verdadera naturaleza de la UE. En medio de la desgracia que es la crisis griega, al menos, está bien comprobar que más personas han entendido que cambiar puntos y coma en los tratados no basta”, adelanta David Pestieau, vicepresidente del PTB, partido bélga francófono, ideológicamente a la izquierda del PS.
“No creo que todavía sea posible llevar a cabo políticas de izquierda en el seno de la eurozona”, asegura por su parte el alemán Fabio de Masi, que dice haberse “radicalizado” tras el acuerdo del 13 de julio. “Por supuesto, preferiría seguir apostando por una eurozona reformada, que no imponga mecánicamente la austeridad. Pero en el momento actual, no soy optimista sobre nuestras posibilidades de convencer a Draghi [BCE] y Schäuble [ministro alemán de Finanzas] para acabar con este chantaje. Y no se puede decir a los pueblos de Europa que sufren que hay que esperar a que gane la izquierda en Alemania... soy realista. Por tanto, hay que dar con la manera de ayudarlos desde ya”.
En el seno de Izquierda Unida, el debate sobre el euro tampoco se ha resuelto. “No tenemos una línea única sobre el euro. Algunos están a favor de la salida de la moneda única, otros en contra. Yo mismo no lo tengo claro”, confiesa Javier Couso. “Pero en IU, no descubrimos ahora estas problemáticas; ya en los 90, [Anguita] criticaba la construcción de un euro dependiente de un Banco Central que no funciona como un Banco Central y que no es más que una zona oscura de la democracia europea”.
Así las cosas, las jornadas van a ser agitadas y el objetivo que persiguen parece más el de poner en marcha una dinámica que el de llegar a un acuerdo sobre las conclusiones. “Nuestro objetivo no es presentar un plan B, sino decir que un plan B es posible y que incluso hay varios”, dice Mélenchon. “El plan B como su nombre indica puede querer decir muchas cosas y Mélenchon, Lafontaine, Fassina y, si no me equivoco, Varoufakis no dicen todos exactamente lo mismo”, observa David Pestieau, del PTB.
“Al menos estamos todos de acuerdo sobre determinadas cosas: la zona euro, en su configuración actual, no funciona; la austeridad destruye nuestras economías y se hace necesario volver a plantear la cuestión de quién manda en la zona euro”, prosigue Fabio de Masi. ¿Se dará respuesta a estas cuestiones o la cumbre del plan B no será más que un lugar para la reflexión y el debate? “En el Foro de São Paulo, sólo votaron resoluciones”, dice Mélenchon, “lo que no les impidió llegar al poder”.
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Traducción: Mariola Moreno
Leer el texto en francés:
Después de la bofetada griega del verano pasado, distintas formaciones de una izquierda crítica, todavía un poco grogui, procedentes de distintos puntos de Europa intentan volver a ponerse en marcha. (Euro)diputados, activistas y economistas, llegados de diferentes países europeos, y de fuera del continente, tratan de dar forma a un plan B para Europa, en unas jornadas que se celebran en París durante este fin de semana.