Pocos días después del motín del grupo Wagner y del comienzo de la caída en desgracia de su dirigente, Yevgeny Prigozhin, finalmente eliminado el 23 de agosto, el periódico de la élite financiera americana, el Wall Street Journal, pronosticaba: "Vladimir Putin se enfrenta a una nueva prueba: gestionar una de las adquisiciones empresariales más complejas de la historia". La imagen es un poco sorprendente para una empresa cuyos empleados torturan y saquean los recursos naturales de los países en los que operan, pero no carece totalmente de sentido.
El imperio militar-comercial levantado por Yevgeny Prigozhin comprendía varios centenares de empresas, que operaban en Rusia y en el extranjero, con un amplio abanico de actividades, muchas de ellas interrelacionadas: grupos armados, restauración, inmobiliaria, logística, desinformación online, etc. En vida de su fundador, el grupo Wagner era tan capaz de montar operaciones para desestabilizar elecciones (a través de su Internet Research Agency) como de vender vodka en la República Centroafricana, combatir junto al ejército ruso en el Donbass o llevar la seguridad de yacimientos petrolíferos en Siria.
Ahora que Prigozhin ha sido eliminado, presumiblemente asesinado por orden del Kremlin tras atreverse a desafiarlo durante su abortada rebelión, ¿qué será de la marca Wagner y sus sucursales?
Durante un tiempo, el Kremlin nos hizo creer que planeaba liquidar la marca. Wagner "simplemente no existe", comentó escuetamente el presidente ruso el 13 de julio, tras el motín de los mercenarios. Una referencia a la falta de existencia legal del grupo, que en aquel momento sonaba más bien a liquidación anunciada de una herramienta que, sin embargo, había sido creada con el consentimiento de Moscú, de la que se había convertido en el brazo armado no oficial.
Dos meses después, su líder está muerto, pero Wagner sigue existiendo. "Siguen ahí. Sus posiciones están a pocos kilómetros de las nuestras y puedo asegurar que no ha habido ninguna salida masiva, ni sustitución por otros", declaró a Mediapart el jefe de un grupo armado centroafricano que lucha contra ellos. Estos últimos proporcionan seguridad al presidente centroafricano Faustin-Archange Touadéra y tienen bases en todo el país, donde están establecidos desde 2018.
Demasiado valioso para ser liquidado
Ahora parece remota la perspectiva de una disolución pura y simple del imperio creado por Yevgeny Prigozhin. A los ojos del Kremlin, el grupo es probablemente demasiado valioso para ser abandonado. El grupo ha creado una red, ha entrenado a combatientes experimentados y ha adquirido una pericia innegable en materia de desinformación. Pero sobre todo, Wagner ha servido a la política exterior rusa durante casi una década sin que Moscú tuviera que rendir cuentas de ello, ya que, oficialmente, el grupo no tenía ningún vínculo con el ejecutivo (Putin admitió finalmente el 27 de junio que, efectivamente, había sido financiado por el Estado ruso).
En el continente africano, los ejecutivos de Wagner han forjado vínculos con numerosos jefes de Estado o de gobierno, han prestado servicios pos-venta para el material militar vendido por Rusia y han avivado las llamas de la ira (incluso burdamente) contra las antiguas potencias coloniales, en particular Francia. Unas maniobras que servían perfectamente a los intereses y ambiciones de Moscú. Los soldados de Wagner también cometieron masacres y robaron recursos naturales pero, magia del mercenariado, el Estado ruso no ha tenido que rendir cuentas.
Unos años antes, en Ucrania, el grupo de mercenarios que daría lugar a Wagner había satisfecho otra necesidad del Estado ruso: prestar apoyo militar a los separatistas de Donbass sin que la Federación Rusa pareciera directamente implicada en el conflicto. El episodio fue relatado por un ex oficial de Wagner, Marat Gabidullin, en su libro Yo, Marat, ex-commandante del ejército Wagner, publicado en 2022.
Por lo tanto, el Kremlin tiene todo el interés en mantener en sus manos las empresas de la galaxia Prigozhin, pero ponerlas todas bajo control estatal parece excluido. En primer lugar, porque perdería uno de sus principales intereses: no tener que asumir oficialmente la responsabilidad de todas sus actividades. En segundo lugar, sería una tarea titánica para una administración ya desbordada por la guerra de Ucrania y sus consecuencias económicas. El traspaso se parecerá más a la dispersión de un puzzle, bajo la atenta mirada de las autoridades rusas.
En el plano militar, Konvoy y Redut, bajo la lupa
El brazo estrictamente militar del Grupo Wagner parece haber encontrado ya varios herederos. Los más destacados son Konvoy y Redut, dos empresas militares privadas con un perfil tranquilizador para el Kremlin.
Konvoy, creada a principios de 2023, está comandada por Konstantin Pikalov, alias "Mazaï", que trabajó para Wagner en Madagascar y la República Centroafricana, y está en la lista de sancionados de la Unión Europea. "Todos sus comandantes son antiguos empleados de Wagner", aseguró un ex soldado de Konvoy a la web rusa iStories en marzo de 2023.
Tras la muerte de Prigozhin, el número dos de esta nueva empresa militar, Vasily Yashchik, confirmó al Wall Street Journal que algunos de los combatientes de Wagner se habían pasado a Konvoy, aunque el grupo no había organizado una campaña específica para reclutarlos.
A diferencia de Wagner, sus líderes parecen haber aceptado una forma de vinculación al Ministerio de Defensa ruso. El centro de entrenamiento de Konvoy se encuentra en Perevalne (Crimea), junto a un centro de entrenamiento del ejército ruso. Konvoy tiene el estatus de "reserva militar" y sus combatientes firman dos contratos al alistarse: uno con Konvoy y otro con el Ministerio. Prigozhin siempre se opuso a que los soldados de Wagner firmaran contratos con el Ministerio, con el que mantenía muy malas relaciones.
Según la ONG Dossier Center (financiada por el opositor ruso Mijaíl Jodorkovski, cuyo objetivo es "documentar las actividades criminales de individuos vinculados al Kremlin" y con la que Mediapart ha publicado dos investigaciones sobre las actividades de Wagner en África), Konvoy está financiado en gran parte por el Estado ruso y personas cercanas al presidente Putin.
"Konvoy recibió 437,5 millones de rublos [algo más de cuatro millones de euros] en apenas un mes y medio en otoño de 2022", escribe Dossier Center, basando su análisis en documentos bancarios. De ellos, "120 millones de rublos procedían de una empresa propiedad de un amigo de Putin", el oligarca Arkadi Rotenberg, "otros 200 millones de un banco estatal, y el resto de compañías petroleras sin vínculos con la empresa militar privada".
El 21 de agosto, Konvoy publicó un anuncio clasificado en su canal de Telegram para reclutar pilotos de drones "de hasta 45 años" para trabajar "en la zona SWO", acrónimo ruso de "operación militar especial", es decir, en Ucrania, "y en África". El grupo cuenta actualmente con varios centenares de combatientes.
La segunda empresa militar privada que podría recuperar parte del legado de Wagner, Redut, también estaría financiada por un oligarca identificado como próximo a Putin, Gennady Timchenko. Pero tiene más experiencia que Konvoy: Redut fue fundada en 2008 por ex oficiales de las Fuerzas Especiales y de la inteligencia militar.
Excombatientes de Redut han asegurado, con aportación de muchos detalles, que el grupo participó en los primeros avances en territorio ucraniano durante la gran invasión de febrero de 2022. También habría operado en Siria para proteger instalaciones de la empresa rusa Stroytransgaz.
De forma aún más explícita que Convoy, Redut busca reclutar a soldados de Prigozhin, lo que puede hacer pensar que sirve de "vehículo de reclutamiento del Ministerio de Defensa para atraer a excombatientes de Wagner que no aceptarían firmar contratos con el ejército regular", escribe el Wall Street Journal, citando a una fuente cercana al Ministerio de Defensa ruso.
De hecho, aunque las autoridades rusas hayan animado a los antiguos combatientes de Wagner a "reconvertirse" directamente en el ejército regular, no es nada seguro que acepten servir a un gobierno que asesinó a su líder. A pesar de todas sus fechorías, Prigozhin había adquirido cierta popularidad entre sus combatientes, les visitaba en el frente y defendía pública y regularmente a los "soldados rasos" ante la dejadez de la burocracia estatal.
Para mantener bajo control a estas nuevas empresas militares privadas, el aparato estatal ruso puede contar con las ganas de los oligarcas que las poseen o financian de demostrar su lealtad –y de ganarse las recompensas materiales que conlleva– y con el efecto disuasorio del precedente Prigozhin: los traidores ahora ya saben que se juegan el pellejo. No es descartable que también haya dado instrucciones al temido GRU (servicio de inteligencia militar ruso) para que vigile de cerca la evolución de esas empresas.
"Parece claro que el GRU se va a implicar", afirma Lou Osborn, coautora de un libro-investigación sobre Wagner publicado el 15 de septiembre (ver nuestra reseña). "El jefe de las operaciones clandestinas del GRU, que por definición se supone que debe permanecer también clandestino, acudió al foro Rusia-África y se reunió con los jefes de los Estados donde estaba presente Wagner. Eso no es algo insignificante", observa. "Además, Convoy, Redut y todas las demás empresas militares privadas de Rusia han firmado un contrato con una entidad del GRU, la 'Unidad 35 555', que se presenta como un laboratorio de investigación psicológica".
Los trolls siguen trabajando, pero ¿quién los alimenta?
Hay otros dos sectores de la galaxia Prigozhin: sus actividades comerciales y las del sector de la "influencia" y la guerra de la información.
De momento, poco se sabe sobre el futuro de sus actividades comerciales. Los registros comerciales y de empresas, muy apreciados por los investigadores de fuentes abiertas, no han revelado todavía ningún movimiento importante entre las docenas de empresas que componían el grupo Concord, que gestionaba las actividades de restauración del imperio Prigozhin, las actividades que le hicieron rico y le valieron el apodo de "cocinero de Putin". Aún no se sabe qué papel desempeñarán, si es que desempeñan alguno, el hijo y la esposa del empresario, que ocupaban cargos importantes en Concord.
En términos de influencia, "algunas de las actividades [de Wagner] han sido asumidas, pero aún no sabemos por quién", afirma Lou Osborn. Junto a otros investigadores, afirma haber observado que algunas cuentas de redes sociales identificadas como vinculadas a las empresas de Prigozhin han retomado sus publicaciones. Esta tendencia la confirma Maxime Audinet, investigador del Instituto de Investigación Estratégica de la Academia Militar (IRSEM), especializado en Rusia y estrategias de influencia.
Al igual que Lou Osborn, subraya que esto se aplica más concretamente a las actividades de Wagner en África. "A pesar de su muerte, está surgiendo una forma de continuidad en este aparato informativo. Las publicaciones no son masivas, pero continúan", observa el investigador. Por el momento, no se sabe quién paga a los empleados que están detrás de las cuentas que inundan la web en Malí y la República Centroafricana.
El Kremlin hará todo lo posible para no acabar en lo mismo: un hombre que acaba concentrando mucho poder y guardando muchos secretos.
Por otra parte, los portales de información de la red Prigozhin con sede en Rusia han sido bloqueados por las autoridades –como en el caso de la web Ria Fan– o han anunciado el cese de sus actividades. En cualquier caso, la jefa de Russia Today, Margarita Simonyan, ha intentado atraerlas, afirmando este verano que los empleados de Wagner estaban "entre los mejores relaciones públicas del país" y que le gustaría poder contratar a estos "superprofesionales".
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La cuestión ahora para Putin es asegurar la supervivencia del legado de Prigozhin, sin que nazca involuntariamente un nuevo monstruo que no pueda controlar y amenace su poder. "Van a hacer todo lo posible para evitar acabar en lo mismo: un hombre que acaba concentrando mucho poder y guardando muchos secretos", resume Lou Osborn. Aunque Putin se enfrenta a una adquisición empresarial especialmente difícil, ya tiene un método: la adquisición del grupo Wagner será una "venta por lotes".
Traducción de Miguel López