Liz Truss pasará a la historia, no sólo por su desastrosa gestión en Downing Street, sino también por la duración de su mandato como primera ministra: 45 días. "Truss será la primera ministra que menos tiempo ha estado en el cargo en la historia del Reino Unido", señalaba The Guardian al anunciar su dimisión. El anterior poseedor de este récord fue un conservador, George Canning, que gobernó durante 119 días hasta su muerte el 8 de agosto de 1827, según el diario británico.
Durante su campaña, desencadenada por la dimisión de Boris Johnson a principios de este verano, Liz Truss prometió una vuelta a los días de gloria del thatcherismo. Sin embargo, tres semanas después de su toma de posesión, la libra se desplomó y el Banco de Inglaterra se vio obligado a intervenir.
La génesis de esto fue su programa de recorte de impuestos, que supuestamente iba a liberar la economía e impulsar el crecimiento, pero los inversores financieros lo vieron como nada más que un programa de reducción de ingresos sin financiación. Había sido presentado el 23 de septiembre por su nuevo ministro de Economía británico, Kwasi Kwarteng. Finalmente fue sustituido por Jeremy Hunt, que el 17 de octubre revirtió la mayoría de los anuncios de su predecesor.
Esta crisis ha debilitado considerablemente a Liz Truss. Ha visto partir a algunos de sus ministros clave. Y el miércoles por la noche, los diputados tories protagonizaron un patético choque, con golpes, insultos y lágrimas, al enfrentarse a una votación propuesta por la oposición laborista sobre el plan del Gobierno de permitir la fracturación hidráulica para extraer gas y petróleo de esquisto.
El diputado laborista Chris Bryant declaró a la BBC que había visto a uno de sus colegas tories ser "manoseado". Una veintena de diputados tories, dijo, rodearon a los diputados de la oposición para obligarles a votar a favor del gobierno. "Fue muy agresivo, hubo muchos gritos", dijo, asegurando tener "pruebas fotográficas de la mano de un diputado sobre otro". Estas escenas deplorables han servido para socavar la credibilidad de Liz Truss y sus partidarios.
El caos político ahoga el mandato de Truss
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Ante el número 10 de Downing Street a primera hora de la tarde del jueves, Liz Truss habló brevemente tanto para anunciar su retirada, hasta que se nombre a un sucesor, como para defender su escaso historial, explicando que había expuesto "una visión de una economía de baja fiscalidad y alto crecimiento, que se beneficiaría de las libertades del Brexit". Sin embargo, no explicó por qué tiraba la toalla, limitándose a decir que la semana que viene se celebrará una votación. "Esto nos mantendrá en el camino para cumplir nuestros planes presupuestarios y mantener la estabilidad económica y la seguridad nacional de nuestro país", dijo.
La oposición convocó inmediatamente elecciones generales tras 12 años de gobierno conservador que vieron al país salir de la Unión Europea y hundirse en la crisis. En una declaración, el líder del Partido Laborista, Keir Starmer, dijo que "el Partido Conservador ha demostrado que ya no tiene mandato para gobernar".
"Los tories no pueden responder a su último desaguisado simplemente chasqueando los dedos y remodelando a las personas de la cúpula sin el consentimiento del pueblo británico", subrayó, diciendo que "los ciudadanos británicos merecen tener voz y voto en el futuro del país".