Para el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no lanzar una ofensiva sobre Rafah sería, si no una falta, al menos un error. Allí, en pleno sur de la Franja de Gaza, en la frontera con Egipto, se encuentran las últimas fuerzas de Hamás, e incluso sus dirigentes, según las autoridades, el Estado Mayor y la prensa israelíes. No habrá “victoria total” sobre el enemigo, prometida tras las masacres del 7 de octubre de 2023, sin la conquista de Rafah.
No se trata de un anuncio nuevo: Benjamin Netanyahu ya había declarado en una conferencia de prensa el 17 de febrero que estaba decidido a llevar a cabo esa operación militar. “Cualquiera que quiera impedirnos llevar a cabo una operación en Rafah nos está diciendo, de hecho, que perdamos la guerra”, dijo entonces, respondiendo a todos los que se mostraban reticentes, desde Washington hasta El Cairo, pasando por París.
Unas semanas más tarde han vuelto a aparecer con más fuerza que nunca los rumores de una ofensiva israelí sobre la gran ciudad meridional gazatí. El 30 de abril, Netanyahu comunicó a las familias de los rehenes retenidos en Gaza que la operación seguiría adelante, haya o no un acuerdo sobre el intercambio de prisioneros y una tregua. Sus aliados de extrema derecha impulsan la ofensiva. El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, ha amenazado con derribar el gobierno si Netanyahu renuncia a invadir el sur del enclave palestino. Y le ha seguido Itamar Ben Gvir, ministro de Seguridad Nacional.
Una vez más, hay muchas voces que se alzan para frenar el ardor guerrero de Tel Aviv. El secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, de gira por la región para defender la normalización entre el Estado hebreo y Arabia Saudí y para presionar a Hamás para que acepte las condiciones de la tregua propuesta, ha reiterado la oposición de Washington a esta ofensiva.
Sobre el terreno, los aterrorizados habitantes de Rafah, la mayoría de los cuales se han visto ya desplazados varias veces, sufren bombardeos cada vez más frecuentes y mortíferos. También se han enterado con preocupación de que Israel ha comprado decenas de miles de tiendas de campaña y que la Media Luna Roja egipcia ha instalado un campamento cerca de Jan Yunis, de donde se han retirado las fuerzas israelíes, dejando la ciudad en ruinas.
Desplazar a un millón de personas
Una vez más, la ONU ha pronosticado una “masacre” si produce la ofensiva. Esto refleja la preocupación, por no decir pánico, que se ha apoderado de todas las organizaciones humanitarias que trabajan en el sur del enclave palestino.
Michel Lacharité, responsable de emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF), acaba de regresar de Jerusalén y ha hablado con Mediapart.
Mediapart: Las autoridades israelíes, encabezadas por el primer ministro Netanyahu, no dejan de repetir que habrá una ofensiva sobre Rafah. Usted acaba de regresar de Jerusalén. ¿Está esta operación en el orden del día de las conversaciones que usted mantiene con el ejército israelí?
Michel Lacharité : Desgraciadamente, esperamos que se ordene esta ofensiva en cualquier momento, precedida de una orden de evacuación de la población que vive en Rafah. Durante nuestras reuniones con los órganos de coordinación del ejército israelí en las últimas dos semanas, la cuestión no era si esta ofensiva tendría lugar, sino cuáles serían los parámetros.
Desde el 15 de abril, este mismo mensaje se ha transmitido a las organizaciones de Naciones Unidas, al Comité Internacional de la Cruz Roja y a otras ONG. Les hemos expresado nuestra indignación, recordamos que el 70% de las víctimas desde el inicio del conflicto son civiles, mujeres y niños, y repetimos que una ofensiva de este tipo sería catastrófica, pero está claro que el ejército israelí hace oídos sordos a estas consideraciones humanitarias.
Pensar que las operaciones de socorro se organizarán en unos días, que los hospitales podrán desplazarse [...], es mostrar una total falta de conciencia de las dificultades.
Usted y todas las organizaciones que trabajan en la Franja de Gaza, ONG y agencias de la ONU, afirman que una ofensiva sería catastrófica. ¿Puede explicar por qué?
Se habla de desplazar a más de un millón de personas y ordenarles que se dirijan hacia Jan Yunis y la zona central, es decir, hacia campos de ruinas. La población que vive hoy en Rafah está debilitada, ya ha sido desplazada muchas veces. Van a tener que desplazarse una vez más con sus refugios improvisados a zonas parcial o totalmente destruidas.
Los escombros están sembrados de artefactos explosivos sin detonar. El acceso al agua es imposible. El ejército israelí presenta un barniz humanitario, asegurando que se mantendrá el acceso del personal y los suministros humanitarios internacionales, pero sabemos por experiencia que no hay ningún lugar seguro en la Franja de Gaza. Hay bombardeos todos los días, sobre Rafah y sobre todas las zonas de la Franja de Gaza.
Usted tuvo que evacuar el Hospital Nasser de Jan Yunis en febrero, y ahora está preparando su regreso. ¿En qué condiciones podría plantearse este regreso, en caso de ofensiva israelí sobre Rafah?
Hemos regresado al Hospital Nasser a mediados de abril. A día de hoy, todavía no está operativo. Hay que alcanzar una serie de hitos antes de que podamos volver a trabajar. Tenemos que reconstruir el muro perimetral, gran parte del cual ha quedado destruido, al igual que gran parte del equipamiento. Necesitamos un generador para suministrar electricidad y agua, que son condiciones previas esenciales para prestar socorro.
Nuestros equipos han limpiado las salas del hospital y han instalado camas. Pero no abriremos el hospital ni las camas quirúrgicas si no está operativa la sala de urgencias. Esperamos poder reanudar las actividades en el hospital dentro de unas dos semanas. Así que está claro que si se ordena una ofensiva en los próximos días, el Nasser no estará operativo.
En caso de ofensiva, ¿podrá hacerle frente el sistema sanitario?
Según la Organización Mundial de la Salud, todavía hay unos once hospitales que funcionan parcialmente, además de los hospitales de campaña creados por algunos gobiernos, ONG y el CICR. En toda la Franja de Gaza, la OMS contabilizaba 700 camas de las 3.500 existentes al comienzo de la guerra, mientras que las necesidades se estiman en 7.000.
En los últimos seis meses se ha paralizado el sistema sanitario. Está claro que otros hospitales dejarán de funcionar en caso de ofensiva sobre Rafah. Es probable que el hospital emiratí, en el centro de la ciudad, sea evacuado, al igual que el hospital indonesio. Tendremos que recurrir a los hospitales de campaña y al Nasser durante un tiempo indeterminado. Pero está la incertidumbre: ¿quién nos dice que el Nasser no va a volver a ser atacado? Tuvimos al-Shifa 1, el primer asalto, luego al-Shifa 2, el segundo asalto...
Es más, hoy los servicios sanitarios y de urgencias los prestan colegas palestinos. MSF tiene 400 empleados palestinos. Todos ellos tendrán que hacer frente a las mismas urgencias que el resto de la población. ¿Cómo imaginar que podrán organizar las emergencias cuando su prioridad será, evidentemente, salvar a sus familias en una situación caótica y peligrosa? Pensar que las emergencias pueden organizarse en unos días, que los hospitales pueden trasladarse, que los sistemas de agua pueden reubicarse, es realmente mostrar una falta de conciencia de las dificultades a las que se enfrenta la población.
¿Qué le dicen las autoridades israelíes encargadas de coordinar la ayuda humanitaria?
Por el momento, los esfuerzos de comunicación se centran principalmente en el suministro de agua y asistencia. Un cambio importante es la reapertura del puerto de Ashdod, que permitirá el paso de suministros y equipos a través de Israel y su transporte a Gaza. Pero en cualquier caso, las cantidades son insuficientes. Es más, seguimos bloqueados en lo que respecta a los productos de doble uso.
Por ejemplo, no podemos importar vehículos, equipos biomédicos como máquinas de rayos X o equipos de producción de oxígeno, ni siquiera generadores. Eso es esencial, porque sin ello puedes tener tres toneladas de paracetamol, pero no sirve para nada. Lo que está claro es que ninguna coordinación con las fuerzas armadas, ninguna nueva capacidad de suministro, evitará una masacre cuando se lance la ofensiva sobre Rafah.
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Traducción de Miguel López
Para el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no lanzar una ofensiva sobre Rafah sería, si no una falta, al menos un error. Allí, en pleno sur de la Franja de Gaza, en la frontera con Egipto, se encuentran las últimas fuerzas de Hamás, e incluso sus dirigentes, según las autoridades, el Estado Mayor y la prensa israelíes. No habrá “victoria total” sobre el enemigo, prometida tras las masacres del 7 de octubre de 2023, sin la conquista de Rafah.