“¿Qué tienen que hacer? ¿Morir en silencio?": el martirio de Gaza a través de los ojos de un palestino

La familia Maarouf prepara el iftar sobre un fuego en los escombros de su casa destruida durante el Ramadán en el campo de refugiados de Jabalia, en el norte de la Franja.

Gwenaelle Lenoir (Mediapart)

Una vez más, decenas de niños, mujeres y hombres masacrados, estructuras de salud ya destrozadas desbordadas, heridos y supervivientes cubiertos de ese polvo gris del hormigón deshecho por las bombas israelíes. Una vez más familias a pie, cargando las pocas pertenencias que pueden llevar, huyendo tras recibir la orden del ejército israelí. Una vez más, la Franja de Gaza sufriendo un martirio.

Benjamín Netanyahu, decidió, en la noche del lunes 17 al martes 18 de marzo, lanzar la aviación israelí contra la población de Gaza, que intentaba celebrar como podía el mes de Ramadán, propicio para largas veladas y reuniones familiares, en medio de las privaciones impuestas y los duelos interminables.

El miércoles por la noche, el primer ministro israelí lo asumió plenamente. Estos nuevos ataques son “solo el comienzo”, advirtió. Hamás “ya ha sentido nuestra fuerza en las últimas veinticuatro horas. Y quiero asegurarles a ustedes y a ellos, que esto es solo el comienzo”, afirmó Benjamín Netanyahu en un discurso televisado.

De norte a sur, el enclave fue aplastado por el bombardeo del martes. Uno de los corresponsales allí presente del canal qatarí Al Jazeera en inglés, Tareq Abou Azzoum, declaró a su medio: “La mayoría de los bombardeos aéreos se dirigieron a barrios densamente poblados, escuelas improvisadas y edificios residenciales donde se había refugiado la gente”.

A última hora de la mañana del martes, el ministerio de Sanidad de Gaza anunciaba 404 muertos en pocas horas, añadiendo que todavía había muchas víctimas bajo los escombros. Esta nueva matanza se produce tras casi dos meses de tregua, durante los cuales el nivel de violencia contra la población de Gaza había disminuido considerablemente.

Un comunicado del gobierno israelí indica que estos bombardeos “son consecuencia de la reiterada negativa de Hamás a liberar a los rehenes, así como de su rechazo a todas las propuestas que ha recibido del enviado presidencial americano Steve Witkoff y de los mediadores”.

Pero fue Netanyahu quien rompió el acuerdo de alto el fuego firmado con Hamás el 15 de enero, gracias a las mediaciones catarí y egipcia y bajo la fuerte presión de los emisarios de Donald Trump, que había prometido un alto el fuego para su investidura el 20 de enero.

El acuerdo, vinculante, preveía tres fases. La primera, del 19 de enero al 1º de marzo, preveía el cese de las hostilidades, la liberación de los rehenes israelíes más vulnerables que aún permanecían retenidos en Gaza y de decenas de prisioneros y prisioneras palestinos, la retirada de los soldados del Estado hebreo de la mayoría de las zonas del territorio palestino y la posible vuelta al norte de la población que había sido expulsada de la enclave.

Solo se respetó esta fase.

La segunda incluía la liberación del resto de los prisioneros y prisioneras, la retirada total del ejército israelí del Gaza y el cese definitivo de las hostilidades, antes del inicio de la reconstrucción, durante la tercera fase.

Condenas

Varios días antes del 1º de marzo, en lugar de negociar la aplicación de la segunda fase del alto el fuego, Netanyahu la puso en duda, exigiendo la prórroga de la primera fase y la liberación de todas las personas rehenes de una sola vez. Recibió el apoyo del enviado especial americano Steve Witkoff.

Ante la negativa de Hamás a ceder a esas nuevas exigencias, el gobierno israelí, en violación del alto el fuego y del derecho internacional, decidió interrumpir la entrada de ayuda humanitaria en el enclave palestino y cortó el suministro eléctrico que permitía el funcionamiento de la mayor planta desalinizadora de Gaza.

Durante la tregua fueron también asesinadas por el ejército israelí al menos cien personas.  Tel Aviv afirmaba cada vez que se trataba de militantes armados, lo que en algunos casos fue desmentido por testigos presenciales.

En numerosas ocasiones, el gobierno israelí ha venido amenazando con reanudar la guerra, mientras que las familias de los rehenes exigían la aplicación de la segunda fase para conseguir la liberación de los cautivos vivos y la devolución de los restos de los que murieron en Gaza.

El primer ministro ha llevado a cabo pues esa amenaza, subrayando que Estados Unidos había sido advertido y había aprobado los bombardeos. El martes por la tarde, la embajadora accidental de Estados Unidos ante las Naciones Unidas achacó ante el Consejo de Seguridad toda la responsabilidad de la reanudación de la guerra a Hamás.

Numerosos Estados de todo el mundo, ONG y la ONU han condenado la acción israelí o han expresado su preocupación al respecto.

En el ámbito interno israelí, como era de esperar, las formaciones de extrema derecha se alegraron de la reanudación de los bombardeos. El partido de Itamar Ben-Gvir, que abandonó el gobierno en enero en protesta por el alto el fuego, ha anunciado su regreso al gobierno.

Las familias de los rehenes, ya enfadadas por el anuncio el domingo de la destitución del jefe del Shin Bet (servicio de inteligencia, ndt), convocaron una manifestación cerca de la residencia del primer ministro en Jerusalén, mientras que varios rehenes recientemente liberados criticaron la decisión de bombardear de nuevo Gaza y acusaron a la administración de haber “condenado a muerte” a los que aún están detenidos en el territorio palestino.

Los opositores al primer ministro subrayan que este nuevo episodio bélico le evita a Netanyahu tener que comparecer en su juicio penal por corrupción, argumentando reuniones urgentes de seguridad, a pesar de que su solicitud de aplazamiento fue rechazada nuevamente por la fiscalía hace dos días.

Mediapart se ha reunido en París con Raji Sourani, abogado, fundador y director del Centro Palestino para los Derechos Humanos (PCHR), la principal organización de defensa de los derechos humanos en la Franja de Gaza. Se encuentra en Francia durante unos días para una serie de reuniones que mantiene con Yuli Novak, presidenta de la organización israelí B'Tselem, y Shawan Jabarin, director de la organización Al-Haq, de Ramala.

¿Le sorprende la reanudación de los bombardeos israelíes en la Franja de Gaza y la masacre perpetrada anoche?

En absoluto. El genocidio lleva en marcha ya más de dieciocho meses. Ni siquiera el alto el fuego del 19 de enero lo ha detenido, simplemente ha hecho que disminuya el nivel de las matanzas. Ahora los israelíes las han reanudado a toda máquina. Y esto es posible porque nadie le pide cuentas a Israel. Nadie critica el genocidio actual. Nadie quiere ponerle fin. Por lo tanto, Israel considera que tiene derecho a matar y a hacer lo que quiera.

Usted ha trabajado con Sudáfrica en la redacción de la demanda por genocidio ante el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ). Por el momento, las decisiones de este organismo y las del Tribunal Penal Internacional (TPI), las órdenes de arresto emitidas contra Benjamín Netanyahu y Yoav Gallant, no han tenido ningún resultado concreto. ¿Se ha puesto en jaque a la justicia internacional?

En primer lugar, creo que Sudáfrica se ha comportado bien y ha hecho historia al presentar el caso ante el TIJ en nombre de Palestina y de los palestinos, y al recordar al mundo el concepto de Estado de derecho. Creo que esta lección ha sido muy dura para los países occidentales coloniales y racistas que, no contentos con mirar el genocidio sin hacer nada, lo han apoyado diciendo que Israel estaba en legítima defensa.

En enero, febrero y abril de 2024 se tomaron tres medidas provisionales consecutivas, solicitando la entrada inmediata de ayuda humanitaria y alimentos en la Franja de Gaza. Pero Israel no las aceptó y el mundo, una vez más, no actuó para poner en práctica esas medidas. Luego, en octubre de 2024, Sudáfrica presentó su memoria. Esto significa que se recopilan los crímenes de un año. Después, tenemos que esperar otros seis meses para la respuesta israelí al respecto.

Mientras tanto, Israel lanzó un ataque criminal contra el norte de Gaza, un ataque sin precedentes, incluso para Gaza. Luego, iniciaron la segunda fase de la guerra genocida en Cisjordania. Comenzó desde el norte y más allá. En tercer lugar, se reanudó el bloqueo de Gaza. E incluso con el acuerdo que alcanzaron [el alto el fuego del 15 de enero, ndr], bloquearon Gaza de nuevo. Bloquearon incluso la poca comida que se suponía que iba a entrar. Hace ya veinte días de eso.

Desde un punto de vista jurídico, algo se mueve. Pero la justicia es lenta en estos tribunales, y no se espera que las cosas se resuelvan en seis meses o un año.

¿No es impotente la justicia? Hemos oído a varios países, entre ellos Francia, afirmar que no detendrían a Netanyahu si viniera a su territorio, a pesar de la orden de arresto emitida por el Tribunal Penal Internacional.

El TPI y el TIJ no tienen ejército ni organismo encargado de la aplicación de la ley. El ejército y el órgano encargado de la aplicación de la ley para el TIJ y el TPI son los Estados. Entonces, si las democracias occidentales avanzadas no respetan las decisiones más importantes de los tribunales, ¿quién las aplicará? Estamos al borde de una situación sin precedentes, en la que el derecho internacional se vuelve selectivo y politizado. ¿Cuál sería la reacción si fueran asesinados 17.000 niños israelíes, cuál sería la reacción si fueran asesinadas 14.000 mujeres israelíes? Eso es lo que está sucediendo en Gaza.

¿Tiene la sensación de que al pueblo palestino se le niega el derecho a que se respete el derecho internacional?

Los americanos introdujeron la terminología del derecho a la autodeterminación, que luego fue adoptada por la ONU y se convirtió en parte integral del derecho internacional. La autodeterminación significa que todo pueblo sometido a represión, opresión y colonialismo tiene derecho a decidir su destino y su futuro por todos los medios. Esto es exactamente lo que se le ha negado a Ucrania cuando fue invadida y ocupada por Rusia.

¿Qué deben hacer los palestinos? ¿Ser buenas víctimas? ¿Morir en silencio?

¿Deberíamos ser reprobados entonces por recurrir al derecho, al derecho internacional? El TPI y el TIJ no son invenciones de los palestinos, ni tampoco el derecho internacional, el derecho internacional humanitario. Ni la Convención para la Prevención del Genocidio. Hemos recurrido a ellos y los hemos utilizado eficazmente. Pero parece que vivimos en un mundo donde reina la ley de la jungla, y no el Estado de Derecho.

Pero, ¿cuál es la diferencia entre terroristas, delincuentes y gente civilizada? Es la ley. Si no respetas la ley, si violas la ley, si cometes un crimen, eres el terrorista, eres el criminal y eres tú quien debe ser responsabilizado. Pero estamos en Kafka: la práctica de la ocupación, los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad, la persecución, el genocidio, todo eso está cubierto.

¿Qué deben hacer los palestinos? ¿Ser buenas víctimas? ¿Morir en silencio?

¿Ha muerto el derecho internacional en Gaza?

Eso es lo que quieren. Quieren que Gaza sea el cementerio del derecho internacional.

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, las declaraciones y posiciones del nuevo presidente americano debilitan aún más el derecho internacional. ¿Cómo reacciona usted ante eso?

No creo que el mundo deba actuar en función del estado de ánimo de Su Excelencia el Sr. Trump. Trump ha lanzado un ataque severo y sin precedentes contra el sistema judicial mundial. Los dos tribunales más importantes del planeta, el TPI y el TIJ, son objeto de sus ataques. Ya durante su mandato anterior, amenazó con procesar al fiscal y a los jueces de TPI. Hoy lo vuelve a hacer.

Hoy, en pleno genocidio, los dirigentes franceses dicen que si Netanyahu viniera a Francia, sería bienvenido y no se le haría responsable de lo que sugiere el tribunal de justicia más importante del mundo

No queremos que el mundo sea rehén de un país, de un presidente en particular. Están en el lado equivocado de la historia. La comunidad internacional, después de las duras lecciones de las dos guerras mundiales, ha dicho que existen crímenes y que quienes los cometen deben responder por ellos. Debemos luchar por ello y debemos hacer lo que tenemos que hacer como comunidad internacional.

Usted ha recibido varios premios honoríficos en Francia, de manos de los presidentes Jacques Chirac y Emmanuel Macron. ¿Cómo se siente hoy con respecto a esos honores?

Mal, muy mal. Estaba muy orgulloso de haber recibido estos premios en el país que difundió mundialmente el lema “libertad, igualdad, fraternidad”. Pensé que era un reconocimiento no de lo que hago personalmente, sino un reconocimiento de las víctimas que defendemos, de los derechos que ponemos de relieve, del derecho a hacer respetar la justicia y la dignidad humana en esta parte del mundo, y de tener nuestro derecho a la autodeterminación. Hemos aprendido de Francia que la resistencia no es solo un derecho, sino una obligación para todo pueblo libre.

Y hoy, los dirigentes franceses dicen, en pleno genocidio, que si Netanyahu viniera a Francia, sería bienvenido y no se le haría responsable de lo que sugiere el tribunal de justicia más importante del mundo. No les pedimos que envíen armas a Palestina. No les pedimos que envíen voluntarios para tomar las armas y luchar a nuestro lado. No les pedimos que nos apoyen legalmente o de otra manera, pero al menos que tomen una posición de base, apropiada, contra lo que está sucediendo.

Hay un genocidio en marcha, transmitido en vivo, el mundo entero lo está viendo. Los franceses lo saben. Europa lo sabe y saben que es un crimen contra la humanidad. Y no hacen nada para ponerle fin. Es injusto.

¿Su equipo consigue trabajar en Gaza?

Es casi una misión imposible. Pero el equipo está haciendo un trabajo heroico en Gaza documentando todos los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, las persecuciones y el genocidio que están teniendo lugar allí. Y llevándolo ante las instancias jurídicas más importantes del mundo, es decir, el TPI y el TIJ.

Tiene una cita con responsables franceses. ¿Qué les va a decir?

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Que detengan el genocidio. Es su deber. Debemos elegir el mundo que queremos. Un mundo regido por el estado de derecho o por la ley de la jungla. Si eligen la ley de la jungla, todos pagarán el precio.

 

Traducción de Miguel López

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