El primer ministro Manuel Valls adora la comunicación. Por eso, aunque los vientos no soplen a su favor, sus dotes en la materia le permiten salvar los muebles. Al menos en una jornada electoral. Lógicamente, el pasado domingo, los resultados obtenidos en la primera vuelta de los comicios departamentales eran lo más parecido a una pesadilla para el primer ministro. Sin embargo, puesto que vio venir los resultados y optó por dar la cara, gracias a la dramatización electoral y al hiperactivismo del que hace gala, Valls ha conseguido que los resultados pareciesen de ensueño.
Ha sudado la camisa, se ha subido a los estrados, asumió la “estigmatización del FN. Sin embargo, el Partido apenas ha conseguido el 20% de los votos, más de 500 candidatos socialistas a otros tantos cantones han quedado eliminados y pueden perder entre 30 y 40 departamentos, mientras que el FN llega a la segunda vuelta con el 25% de los sufragios emitidos.
Manuel Valls se “congratula(ba)” de que la abstención fuese inferior a la prevista. Sin embargo, esta mayor movilización –comparada con las últimas cantonales celebradas en 2011–, apenas ha beneficiado al Gobierno socialista. Manuel Valls se congratula pese a todo porque quiere ver al Partido Socialista más allá del Partido Socialista. Gracias a su implicación durante la campaña “las formaciones republicanas se han mantenido” y “el FN no es la primera fuerza”. Valls tampoco ha escatimado un ápice de autocomplacencia al lanzar un profético: “Cuando se moviliza a los franceses, se ven los resultados”.
Eso sí, por obra y gracia del Ministerio del Interior, en estos comicios departamentales, la izquierda se presentaba algo unida, eso sí, muy a su pesar. Hasta el punto de que la cadena pública France 2 presentó agrupados, durante toda la noche, los resultados del “PS y de otras fuerzas de izquierdas”, de modo que unos y otros sumaban el 28% de los votos. Y todo ello pese a que, en la mayoría de los casos, el Frente de Izquierda y los ecologistas no eran “fuerzas de izquierdas” que concurrían a los comicios con los socialistas, sino que eran competidores directos de estos. La realidad, rectificada a última hora desde el Ministerio, otorgó al PS poco más de 20% de los votos, mientras que el resto de fuerzas de izquierdas, muy atomizadas, logró acaparar en torno al 15% de los sufragios.
Por su parte, el investigador Fabien Escolona –presente el domingo en el plató de Mediapart con motivo de la noche electoral– resumió como sigue la situación actual de los socialistas y la repartición de papeles de los que orientan al partido: “Hay una parte de sinceridad en la voluntad del PS de luchas contra el FN. Si Jean-Christophe Cambadélis [primer secretario del Partido Socialista francés] lleva insistiendo desde 2012 en la amenaza que supone el FN y el tripartidismo es para hacer un llamamiento a las demás formaciones de izquierda para que den su apoyo al PS. El caso de Manuel Valls, es distinto. Su estrategia es cambiar el núcleo ideológico del PS y su sistema de alianzas” . El primer ministro quiere presentarse como garante de la República Francesa, más que del socialismo. De la izquierda disciplinada que ya no es solo una.
Al hacer un llamamiento para que “cada uno adopte una postura clara y vote por el candidato republicano de izquierda, o de derechas, en caso de que se enfrente a la extrema derecha” en la segunda vuelta, Manuel Valls invita a votar a la UMP en caso de disputa con el FN o a retirarse en caso de triangulares. El primer secretario Cambadélis ha ido más allá haciendo un llamamiento a la “retirada” allí "donde la izquierda no tiene opciones”. A buen entendedor...
“Ahora la izquierda debe unirse”, reclamó el domingo Manuel Valls, precisamente el artífice de su división en estos tres años. Pero eso no es asunto de un primer ministro porque, en el mundo imaginario de los socialistas, no hay alternativas. Se ordena la ley de silencio en las filas del partido y adelante.
"La alternancia está en marcha"
Mientras, en las filas de la alianza de derechas y centro (UMP-UDI), los resultados electorales obtenidos –en torno al 30%, lo que sitúa al partido de Nicolás Sarkozy al frente de la segunda vuelta– avalan la estrategia de “derecha desacomplejada” que preconiza su jefe de filas. Apenas cuatro meses después de la designación de Sarkozy como líder de la UMP, el jefe de la oposición puede contar con sus incondicionales a la hora de confirmar su estrategia. “¡La alternancia está en marcha y nada la puede parar!”, se emocionó el exjefe del Estado ante las cámaras de televisión. En palabras del investigador Escalona, sin embargo, se trata de un “éxito relativo”: la derecha y el centro obtuvo el 32% de los votos en las elecciones cantonales de 2001 y el 40% en 2008, por lo que la unión de derechas mantiene ahora una horquilla estable, incluso más baja. Tampoco hay que olvidar que en estos momentos se encuentra en la oposición, lo que le proporciona automáticamente una ventaja con respecto a la izquierda.
Ante los suyos, Nicolás Sarkozy se felicitó sobre todo por que, en su opinión, los resultados de esta primera vuelta ratifican sus pronósticos; solo Sarkozy, que justificó su regreso a la política porque era el único que podía frenar a la extrema derecha, puede congratularse por una victoria semejante.
El hecho es que UMP ha conseguido estos resultados favorales gracias a que se ha presentado en coalición con la Unión de los Demócratas e Independientes (UDI). Al aliarse con la UDI, en el 80% de los cantones, la UMP ha permitido “a la derecha republicana” hacer frente en bloque a una izquierda dispersa. “Seguiré haciendo de la unidad de nuestra familia política nuestra prioridad”, ha señalado Sarkozy. “Esta unidad es la condición previa, en opinión de los franceses, para alzarse en la alternativa republicana que esperan con impaciencia”.
Aunque la UMP tenía previsto reunirse a última hora de este lunes para definir su estrategia para la segunda vuelta, Sakozy ya adelantó el domingo por dónde irán los tiros: “En los cantones en los que nuestros candidatos no concurran a la segunda vuelta, la UMP no llamará a votar ni al Frente Nacional, con quien no tenemos nada en común, ni al candidato de izquierdad, cuya política combatimos”. Una nueva reedición del ni-ni.
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Traducción: Mariola Moreno
El primer ministro Manuel Valls adora la comunicación. Por eso, aunque los vientos no soplen a su favor, sus dotes en la materia le permiten salvar los muebles. Al menos en una jornada electoral. Lógicamente, el pasado domingo, los resultados obtenidos en la primera vuelta de los comicios departamentales eran lo más parecido a una pesadilla para el primer ministro. Sin embargo, puesto que vio venir los resultados y optó por dar la cara, gracias a la dramatización electoral y al hiperactivismo del que hace gala, Valls ha conseguido que los resultados pareciesen de ensueño.