Periodista y activista en defensa de los derechos humanos, Omar Radi fue encarcelado por un tuit antiguo en el que denunciaba la Justicia de su país, que encarcela a ciudadanos que se manifiestan por una vida mejor en el Rif.
Un estudiante de secundaria de 18 años, Ayoub Mahfoud, fue condenado a tres años de prisión por promover en su página de Facebook una canción que suma un millón de visitas (3ach' cha3b, o lo que es lo mismo, “Viva el pueblo”) que denunciaba un Marruecos cada vez más desigual y firmado por un trío de raperos, uno de los cuales, Gnawi, había sido condenado a un año de prisión unas semanas antes por “insultar a la Policía”.
Otro rapero, Hamza Asbaar, alias Stalin, fue condenado a cuatro años de prisión por difundir “Fhemna” (“Lo hemos entendido”), otra canción que denuncia el malestar social de Marruecos. Un youtuber Mohamed Sekkaki, alias Moul Kaskita, ha sido condenado a tres años de prisión por “insultar al rey”.
Las condenas no cesan en Marruecos. Y no sólo recaen sobre los disidentes, críticos del régimen generalmente en el punto de mira, como activistas y periodistas, sino también sobre toda la sociedad, artistas y ciudadanos de a pie.
Las ONG han dado la señal de alarma. La Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) critica una “feroz campaña del Estado contra la libertad de opinión y de expresión”. Según Human Rights Watch, “el clima cada vez es más asfixiante”.
Hace unas semanas, el caso de la periodista Hajar Raissouni, que fue encarcelada por “aborto ilegal” y por mantener “relaciones sexuales fuera del matrimonio”, e indultada un mes más tarde por el rey ante la presión popular, arrojaba una dura luz sobre el infierno de ser periodista en Marruecos, lo mismo que el hecho de ser mujer.
Sin embargo, a pesar de las movilizaciones dentro y fuera del país que empañan la imagen de postal de la que sigue disfrutando el reino, el régimen continúa su represión. El caso del periodista Omar Radi constituye un ejemplo. Conocido por sus investigaciones sobre las economías de rentas o la colusión entre el poder y el dinero, así como por su cobertura de los movimientos sociales reprimidos por el Gobierno en las regiones abandonadas (hirak del Rif, de Jerada), fue citado por la Policía para dar explicaciones sobre un tuit publicado hace nueve meses y luego llevado ante un tribunal donde un fiscal solicitó su detención.
Su encarcelamiento desató una ola de indignación. Cientos de manifestantes se movilizaron en la capital marroquí, pero también en el extranjero, en Francia y Bélgica, para denunciar una “Justicia dirigida”, un “Estado corrupto”. “Las medidas coercitivas contra la libertad de prensa y el derecho a informar se han multiplicado en los últimos meses. Las acciones emprendidas contra periodistas, blogueros y meros internautas, así como el retraso en el tiempo transcurrido entre la primera citación de Omar Radi y la reactivación de la denuncia, permiten suponer que su detención forma parte de una amplia campaña destinada a restringir la libertad de expresión y de opinión de los ciudadanos marroquíes”, apuntaba un grupo de personalidades de ambos lados del Mediterráneo en un artículo de opinión.
Liberado tras cinco días de arresto, ante la presión de esta ola de solidaridad internacional, Omar Radi sigue estando encausado por “desacato al juez”. Su juicio ha sido aplazado al 5 de marzo. Se enfrenta a un año de prisión. En una entrevista concedida a Mediapart (socio editorial de infoLibre), denuncia los métodos represivos utilizados, similares a los que se emplean en la dictadura egipcia.
PREGUNTA: ¿Cómo se encuentra?RESPUESTA:
Esta experiencia en la cárcel ha sido todo un acicate. No sé si voy a volver a la cárcel dada la oleada de solidaridad. Y es probable que mi juicio se posponga una y otra vez, como el de la profesora universitaria y defensora de los derechos humanos Maati Monjib, o el del periodista de investigación Ali Anouzla. Mis abogados y yo vamos a trabajar para que me juzguen rápidamente. Mientras, cientos de personas están en prisión. Debemos redirigir la campaña hacia ellos.
En Marruecos, en los últimos años, la represión, sobre todo de las luchas políticas y sociales, ha sumido al país en una gran actitud de pasividad, una depresión. Lo que acaba de ocurrir en mi caso, esta oleada de solidaridad, representa una sacudida al poder.
Sectores enteros de la población que no están acostumbrados a manifestarse, o que se habían resignado, han salido del silencio. Ya no es sólo el clásico microcosmos militante el que se mueve, sino que sectores enteros de la sociedad se están involucrando y volviendo a involucrarse en la vida política y social, parte de la burguesía, funcionarios, jóvenes, artistas, etc.
Hace mucho tiempo que no se veía que los artistas se movilizasen porque el arte se ha alejado de las cuestiones políticas y sociales. En Marruecos, para ganarse la vida como artista, hay que mantener la boca cerrada. Ésa es la economía que prevalece. Pero hoy en día la situación se ha vuelto demasiado insoportable como para callarse. Ahora debemos capitalizarla para empujar los muros desde adentro, para exigir la liberación de todos los prisioneros así como la liberación del espacio público, para que las autoridades puedan escuchar.
P: ¿Cómo explica el hecho de que la represión continúe a pesar de las movilizaciones de la sociedad marroquí, a una escala sin precedentes en su caso y en el de la periodista Hajar Raissouni?
R: Las autoridades marroquíes han llegado a un punto muy elevado de violencia pero también de ridículo. Lo que Hajar Raissouni ha soportado es muy violento, pero lo que me está ocurriendo a mí es, después de todo, un caso banal en Marruecos, un periodista encarcelado por un tuit que critica al Poder Judicial. Es esta ridiculez la que perturba a la sociedad marroquí y provoca su indignación, el sentimiento de que el Gobierno tiene vía libre...
Marruecos es un Estado policial como nunca lo fue bajo Mohammed VI. El país está dirigido por el Ministerio del Interior, la Policía y la Fiscalía. Esto todavía es así. ¡El año pasado, en 2019, el diálogo social con los sindicatos, que tradicionalmente se lleva a cabo con el jefe de Gobierno, el ministro de Economía y el ministro de Trabajo, tuvo lugar con el ministro del Interior!
P: ¿Es necesario hacer ruido internacional para recuperar la libertad en Marruecos?
R: El Gobierno siempre me ha considerado de la izquierda radical. En el pasado, la izquierda podía mover las líneas dentro y fuera del país y las autoridades podían temerlo. Ya no es así. La novedad de esta movilización es que es más amplia. Reúne diferentes aristas y tendencias, derechas, políticos, gente de la derecha, de la izquierda, del centro. Cuanto más amplio es, más asusta al régimen. Hace mucho tiempo que no vemos al capitalismo marroquí, a los banqueros, a los burgueses bohemios, indignarse junto a la izquierda radical.
Algunos marroquíes se indignaron de forma sincera y otros, por la naturaleza de su posición cercana al poder, se avergonzaron de no firmar, lo que es contradictorio con su compromiso teórico, anunciado en sus escritos. Los miembros de la comisión creada por el rey para revisar el modelo de desarrollo del país han reaccionado a mi favor, como Rachid Benzine, Driss Ksikes, Karim Tazi y otros.
La pregunta es: ¿en qué tipo de Marruecos vivimos realmente? ¿Por qué los marroquíes dejan el país en masa para vivir en otro lugar? Perfecto si mi arresto desencadena esto, esto es el germen de un proyecto de vida común para todos nosotros en Marruecos. Para mí, eso que ganamos. Existe una dinámica de reanimación en el sentido médico del término en la sociedad marroquí que ha sido desconectada por las autoridades durante mucho tiempo.
P: Nunca antes las libertades se han visto tan amenazadas en Marruecos. Muchos establecen un paralelismo con los años de plomo de Hassan II. ¿Lo ve así usted también?años de plomo
R: Después del hirak del Rif, el Gobierno dio carta blanca a las fuerzas de seguridad para gestionar el país. Lo gestionan con un martillo y un palo. No hay lugar para el debate, no hay lugar para la crítica. Estamos asistiendo a una represión que se dirige sin piedad a las voces disidentes, a los periodistas pero también a cualquier ciudadano.
Al arrestar a un estudiante de secundaria por una publicación en Facebook, el régimen está dando ejemplo y enviando un mensaje a todos los estudiantes de secundaria de Marruecos. Tolerancia cero. No estamos bromeando. Hace unos años se habló de la “benalización” de Marruecos. Hoy en día, diría que el gobierno se está acercando a los métodos de la dictadura egipcia. Tenemos el mayor número de reclusos en la cárcel, periodistas pero también artistas.
Tengo 33 años, 11 de los cuales dedicados al periodismo. Nunca he sido testigo de algo así, hay un desmantelamiento total de todas las estructuras mediáticas serias, una toma de posesión de otras estructuras mediáticas para que nadie abra la boca nunca más y cada aparato de seguridad tiene su propio fondo mediático. En cuanto a la libertad de expresión, nunca ha habido tanta represión.
Los artículos que escribimos en 2006 son hoy inconcebibles debido a la autocensura y al riesgo de represalias. Ya no se trata de dos líneas rojas que no se deben cruzar, como el Sáhara o el Rey, sino de decenas, Arabia Saudí, la violencia policial, la Fiscalía, etc. El país se deja deliberadamente en manos de las fuerzas de seguridad. Han vuelto los años de plomo de Hassan II pero sin las fuerzas políticas de oposición de la época. El régimen se rige por el miedo.
En términos económicos, el Estado no tiene ninguna oferta que hacer. Ahora estoy trabajando en la enajenación de la tierra. El Gobierno va a buscar el capital durmiente, la tierra colectiva, que se utiliza para la agricultura alimentaria, y se lo entrega al sector privado, quitándoselo a la gente que ya se ha quedado atrás y ofreciéndoles una compensación irrisoria. Estamos creando a más gente pobre. Esa es la otra realidad en Marruecos. Tenemos una economía de enajenación y renta.
P: De hecho, usted fue arrestado después de un fin de semana en Argelia, donde habló sobre este tema en una radio...
R: Mi arresto se produjo después de un fin de semana en Argel. Invitado a un premio de periodismo, participé en una conferencia, con colegas argelinos, tunecinos y marroquíes, sobre nuestras prácticas de periodismo de investigación en el Magreb. En una entrevista con una emisora de radio argelina, hablé de mi trabajo sobre la enajenación de la tierra por parte del gobierno marroquí. Todo el mundo me dice que debido a ese vídeo se reabrió la causa en mi contra nueve meses después. Recibí una llamada telefónica como citación y luego una citación por escrito, a petición mía. Me metieron en un coche con dirección al tribunal donde un fiscal solicitó mi detención.
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Ver másSoulaimane Raissouni, el azote periodístico del rey de Marruecos, se debate entre la vida y la muerte en una celda de castigo
Traducción: Mariola Moreno
Leer el texto en francés:
Periodista y activista en defensa de los derechos humanos, Omar Radi fue encarcelado por un tuit antiguo en el que denunciaba la Justicia de su país, que encarcela a ciudadanos que se manifiestan por una vida mejor en el Rif.