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¿Cómo puede ser la ayuda internacional en un estado bajo el dominio de los talibanes? Las organizaciones no gubernamentales y las agencias de la ONU llevan una semana insistiendo: se quedarán en el país porque miles de afganos los necesitan. "Permanecer y cumplir" es su lema en este momento.
"En las últimas semanas, las operaciones humanitarias han continuado a pesar de la complejidad de la situación en las provincias y se han reanudado en Kabul. Esto incluye el apoyo a las escuelas que están reabriendo, el suministro de medicamentos y servicios sanitarios, clínicas móviles, alimentos y agua potable, por ejemplo", declaró a Mediapart Isabelle Moussard Carlsen, jefa de la oficina de la OCHA (Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios) en Afganistán.
Pero las modalidades concretas de esta ayuda siguen sin definirse en gran medida, al igual que las líneas rojas que se marcarán los humanitarios con respecto a las nuevas autoridades.
Las camionetas seguirán rodando, los donantes seguirán financiando campañas de salud pública o de ayuda alimentaria, y los carteles de las agencias de la ONU seguirán viéndose a la entrada de las ciudades. Pero, ¿será posible distribuir productos de primera necesidad en las aldeas hazaras? ¿Podrán financiar las escuelas no confesionales? ¿Podrán las mujeres médicas o enfermeras seguir trabajando?
Los primeros días del nuevo "Emirato islámico" aportaron escasas respuestas a estas preguntas. Las ONG de medicina de urgencia, las que han tenido un contacto más directo con los talibanes debido a su presencia cerca de los combates, dan testimonio de la voluntad de éstos de tranquilizarlos, pero también de un discurso que varía de una región a otra.
"En las cinco provincias en las que estamos presentes, en cuanto los talibanes llegaron a la ciudad fueron a los hospitales y dijeron a nuestros equipos que estaban allí que siguieran trabajando, que respetarían los hospitales", informa Claire Ha Duong, jefa adjunta de operaciones de Médicos Sin Fronteras (MSF).
"Llevamos mucho tiempo en contacto con ellos. Tienen nuestros números. Nos llamaron y nos dijeron: 'Seguid, seguid'. Tenemos la impresión de que quieren que todo siga igual", informa también Erwan Le Grand, director general adjunto de Première Urgence-Aide Médicale Internationale (PU-AMI).
Pero es evidente que la situación es extraordinaria. Detrás de los discursos tranquilizadores, algunas demandas poco comunes han venido a recordarnos que los talibanes no son alcaldes o gobernadores como los demás.
"Nos pidieron que nuestras empleadas fueran acompañadas por un mahram, un miembro masculino de la familia", dice Erwan Le Grand. "Dijimos que no por el momento, y no insistieron. La ONG francesa lleva a cabo actualmente proyectos de salud sexual y reproductiva en Afganistán. Las nuevas autoridades talibanes no han discutido el tema con PU-AMI. Pero lo habrían hecho con otras organizaciones.
Esta diferencia de trato según la región y el interlocutor sugiere que, a pesar de una cierta organización (en las zonas que controlaban, los talibanes habían instalado "comisionados de ONG" y "comisionados de salud"), el nuevo gobierno aún no ha definido su política hacia los trabajadores humanitarios.
"Hay una especie de vaguedad, varía de una provincia a otra. Tenemos la impresión de que las autoridades con las que estamos en contacto no tienen instrucciones muy precisas a nivel central", analiza Erwan Le Grand.
Negociaciones perpetuas
Esta "vaguedad" también afecta a cuestiones que serán cruciales para la salud de los afganos en los próximos meses. ¿Qué pasará con las campañas de vacunación contra el covid-19, dado que los talibanes han prohibido en el pasado las vacunas contra la polio, consideradas como instrumentos de un complot antimusulmán?
Las señales son bastante negativas por el momento: las enfermeras de PU-AMI fueron detenidas hace unos días mientras realizaban vacunaciones. "En una provincia del norte, las autoridades talibanes dijeron hace unos días que prohibían la vacunación. Pero tampoco en este caso hay una instrucción central", dice el subdirector general de PU-AMI.
A la espera de estas famosas instrucciones, cada uno expone sus límites y recuerda sus principios.
¿Qué hay de las posibles demandas de los talibanes para las empleadas? "Ya veremos cuando eso ocurra. Intentaremos negociar. En general, nos adaptamos. En todas las zonas en las que estamos presentes, las negociaciones son constantes", dice Claire Ha Duong, de MSF, con pragmatismo. Algunas de estas negociaciones y los dilemas éticos que plantean han sido relatados en un libro (¿Agir à tout prix?, La Découverte, 2011) y en este largo artículo de 2015 sobre el trabajo de MSF en zonas controladas por Al Qaeda o el Estado Islámico.
Los "médicos franceses", como otros, ya trabajaron bajo el régimen talibán entre 1996 y 2001, sin que la cuestión de tener mujeres entre sus empleados fuera un problema, señala.
"Ya hemos tenido solicitudes de presencia de mahrams por parte de los talibanes en el pasado. En estos casos, negociamos. Estamos dispuestos a discutirlo. Por otro lado, nuestra línea roja sería que nos dijeran: "Ya no podéis tratar a las mujeres", o que nos dijeran a quién debemos tratar. Eso sería inaceptable", dice Erwan Le Grand, de PU-AMI.
En la batalla contra los islamistas, no todas las organizaciones tienen el mismo peso ni el mismo margen de maniobra. "Por supuesto, hay una gran diferencia entre las ONG internacionales, que disponen de recursos para dar a conocer posibles problemas, y las ONG locales, que hacen lo que pueden en un contexto muy complicado", subraya Abdullah Ahmadi, presidente de un colectivo de organizaciones de la sociedad civil afgana (el Grupo de Trabajo Conjunto de la Sociedad Civil).
Según las primeras observaciones de Ahmadi, las ONG que trabajan en el sector sanitario se ven menos afectadas que las que se dedican a cuestiones sociales, derechos humanos, derechos de la mujer o consolidación de la paz. Muchos de los empleados de esta última han preferido huir del país cuando han podido.
Sistema bancario fallido
Para los que se quedan, los retos van más allá de negociar con los talibanes para obtener el permiso para trabajar. En un estado que se ha puesto patas arriba en cuestión de semanas, lo que se daba por hecho ayer se ha convertido en retos insondables. ¿Seguirán considerándose válidos los permisos de residencia del personal expatriado? ¿Hay alguien en la torre de control donde tienen que aterrizar los aviones para ir a abastecer de medicamentos a los centros de salud? ¿Cuál es el estado de las pistas?
La incertidumbre también pesa sobre el personal presente. En el caos de los últimos días antes de la toma de Kabul, muchos afganos optaron por huir o esconderse. Los trabajadores de las ONG no fueron una excepción, ya que algunos sentían que su trabajo con los occidentales podía ser motivo de represalias por parte de los talibanes.
Todavía estamos tratando de encontrar a parte de nuestro personal", dice Claire Ha Duong, de MSF. Algunos de ellos se fueron para poner a sus familias a salvo durante el bombardeo. Algunos volvieron, otros aún no, supongo que algunos tuvieron que huir para siempre. A otros les gustaría hacerlo, pero de momento siguen trabajando... Hay una verdadera preocupación entre nuestros equipos.
Por último, pero no por ello menos importante, está la incertidumbre sobre el dinero. El país, sometido a fuertes sanciones financieras, está asfixiado. La mayoría de los bancos ya no funcionan. Varios responsables de ONG afirman que ya no pueden hacer transferencias ni retirar dinero en efectivo. Los empleados exigen que se les deje de pagar en afganis, cuyo valor se ha depreciado demasiado. ¿Cómo pagar a los proveedores y empleados? "Nos quedamos con los portamaletas, pero no durará mucho más, tendremos que encontrar una solución...", suspira un humanitario.
Aunque los cajeros automáticos volvieran a funcionar, ¿se financiarán los programas de ayuda? El sistema sanitario afgano estaba siendo apuntalado a distancia por los donantes internacionales, no todos los cuales han indicado si seguirán financiando programas bajo el gobierno talibán.
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Nos preocupa mucho la financiación del sistema sanitario y el funcionamiento del sistema bancario", confirmó Erwan Le Grand. Podemos discutir todo lo que queramos con los talibanes [sobre las condiciones de trabajo de las ONG], pero si no hay más bancos, no servirá de mucho..."
Texto original en francés:
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