La escena que se vivió en la Sala de las Cuatro Columnas este martes 18 de diciembre es extraña. Se encontraban mano a mano Olivier Faure, líder del Partido Socialista francés (PS), y Ugo Bernalicis, diputado de Francia Insumisa (LFI) del Norte. Uno quiere un “RIC”, otro demanda un “RIP”. Sí, pero el RIP no es factible, dice uno. Y, entonces, ¿el RIC?, pregunta el otro. En la Asamblea Nacional los acrónimos vuelan. Reina la confusión.
Entre el PS y LFI, la batalla se centra en la mejor manera de implicar más directamente a los franceses en la vida democrática. Recientemente, los chalecos amarillos han hecho constar, en los respectivos libros de reclamaciones, la convocatoria de un referéndum de iniciativa ciudadana (RIC): se trata básicamente de presentar leyes, revocar a candidatos electos o cambiar la Constitución sin pasar por el tamiz de los representantes políticos. Esta demanda ha hecho furor entre los manifestantes y en los medios de comunicación. Desde entonces, todos partidos han presentado sus propuestas al respecto.
Desde la izquierda, LFI, que ya aludía en su programa presidencial al RIC entre otras medidas para promover la “intervención popular”, ha decidido seguir los pasos de los chalecos amarillos. La formación de Jean-Luc Mélenchon, que “no teme al pueblo soberano”, presentará un proyecto de ley constitucional para el famoso RIC; en su opinión, bastaría con que el 2% del electorado (es decir, unos 900.000 votantes) presentara una petición, una enmienda legislativa, para la convocatoria de un referéndum. Para reformar la Constitución o revocar a los cargos electos (incluido el presidente de la República) se necesitaría el respaldo del 10% del electorado. El martes 18 de diciembre, LFI hacía pública una web dedicada a “coconstruir” con los usuarios de internet los contornos del RIC. “Recabaremos enmiendas de los ciudadanos durante dos semanas y este el texto enmendado se presentará en el Parlamento el 21 de febrero”, promete el diputado de Seine-Saint-Denis Bastien Lachaud.
Antes incluso de que el grupo parlamentario comunista se hubiera posicionado oficialmente, Elsa Faucillon, diputada, estaba en la línea de LFI: “A favor de los referendos que pasan directamente por el pueblo”. En su opinión, el RIC “permite que los derechos avancen, se trata de una propuesta democrática y no populista. Pero obviamente, necesitamos saber más sobre su implementación y, además, el RIC por sí solo no basta para responder a la cuestión democrática que se está planteando”.
Por su parte, el PS ha optado por otra vía; en lugar de alumbrar un nuevo mecanismo, prefiere trabajar con el ya existente. “¡No me hables del RIC! ¡Nosotros somos partidarios del RIP!”, espeta Valérie Rabault, presidenta del Grupo Socialista en la Asamblea. Todo el mundo parece haberlo olvidado, pero desde 2008 ya existe un referéndum de iniciativa compartida (RIP), recogido en el artículo 11 de la Constitución. Nunca se ha recurrido a él, pero desde lo acontecido con los chalecos amarillos, el PS pretende usarlo para reclamar la recuperación del impuesto a las grandes fortunas.
La idea, desarrollada en un pequeño folleto rojo de 33 páginas que presenta la propuesta legislativa, está firmada por Patrick Kanner, líder de los senadores socialistas. Espera de esta manera dar un buen paso político: por un lado, mostrar que el PS no está tan lejos de las aspiraciones populares como se dice; por otro lado, destacar las diferencias entre una izquierda gubernamental razonable que pueda acomodar al existente (el PS), y una izquierda “populista” que proponga medidas poco realistas (LFI).
Impuesto a las grandes fortunas
Claro que la aplicación del RIP es de una complejidad increíble debido a las drásticas condiciones que impuso Nicolas Sarkozy, su inventor –la oposición intentó rebajar las condiciones para su aplicación durante los debates sobre la reforma constitucional antes del verano–. El primer paso es la recogida de 185 firmas de diputados (una quinta parte de los diputados y senadores) para presentar el proyecto de ley que someta a referéndum la restauración del impuesto a las grandes fortunas. Los promotores tienen a continuación nueve meses para obtener las firmas de una décima parte del electorado (unos 4,7 millones de personas). En estos tiempos de chalecos amarillos, superar los cuatro millones de apoyos de soporte parece factible... pero ¿en pocos meses?
Porque el RIP que quieren los socialistas, de momento, está lejos. ¿Cómo se pueden recoger 185 firmas de parlamentarios, si la izquierda sólo suma 155 parlamentarios en total? “Tenemos pistas”, promete Valérie Rabault, sonriente, que dice que ha revisado todos los archivos Excel de los parlamentarios, de izquierdas, de centro, e incluso de LREM, que se opuso a la abolición del impuesto a las grandes fortunas. El PS va más allá, por si acaso: 230 firmas de parlamentarios.
Al LFI, que no descarta firmar el proyecto de ley de aplicación del RIP, la iniciativa del PS hace sonreír. “La idea de los socialistas es, en el mejor de los casos, ingenua; en el peor de los casos, deshonesta: todo el mundo sabe que el RIP es imposible de aplicar porque no se pueden recoger las firmas de tantos parlamentarios”, dice Bastien Lachaud. Ugo Bernalicis arremete: “¿Cómo quieres tener éxito con la iniciativa? Y, además, ni siquiera conduce automáticamente a un referéndum”, añade.
Claro que el RIC de Francia Insumisa parece igual de improbable. “No nos hacemos ilusiones de que nuestro proyecto de ley [sobre el RIC] se apruebe, pero estamos haciendo nuestro trabajo: obligando a la mayoría [La República en Marcha] a posicionarse, obligándoles a responder a esta demanda democrática", admite François Ruffin, diputado.
También en el fondo hay discrepancias en la izquierda. Mientras que Francia Insumisa cree en la gente, y sólo en la gente, el PS desconfía del RIC. Olivier Faure, que ha hecho campaña durante mucho tiempo a favor de otros mecanismos de participación como la “enmienda ciudadana”, teme la multiplicación de los RIC “reactivos”: “No debemos engendrar un monstruo jurídico que lleve a la puesta en marcha de una herramienta reaccionaria”, dijo. “No caer en un exceso en el que todo sería posible, todos los días, a partir de un petición a través de internet. No caer en la dictadura de la emoción, de la inmediatez. La democracia debe caminar sobre dos pies: la democracia representativa, con representantes electos en su lugar, con experiencia, y el movimiento social que debe ser capaz de dar la voz de alarma y ser escuchado”. Una forma de decir que el RIP no impide el RIC. Habría que verlo.
Entre Los Republicanos (LR), donde la idea de un referéndum promovido por las bases nunca ha sido demasiado popular, el movimiento de los chalecos amarillos ha obligado al partido a revisar sus propios principios. El diputado de LR Julien Aubert presentaba, el pasado 13 de diciembre, un proyecto de ley para “hacer más democrático el referéndum sobre la iniciativa compartida”. En comparación con el elaborado por Nicolas Sarkozy, el número de firmantes se dividiría entre tres (1,5 millones de franceses) y todo lo que se necesitaría es el apoyo de cuatro parlamentarios de cuatro grupos diferentes. Una propuesta que presenta como un punto de equilibrio. “No hay que oponer democracia representativa y democracia directa”, dice desmarcándose de un “referéndum constituyente o revocatorio defendido por la extrema izquierda y que supone negar la legitimidad de los cargos electos”. Para el historiador de derechas Gilles Richard, el hecho de que un diputado republicano se esté aventurando en este campo, que no corresponde en absoluto a su ADN político, “muestra lo alarmados que están en Los Republicanos, donde todas las alarmas están encendidas”. Y cuán urgente parece ser atenerse a una propuesta defendida durante mucho tiempo por el FN.
La postura de Le Pen
En las filas de Agrupación Nacional (RN), están encantados de recordar estos días que la idea de un referéndum sobre una iniciativa popular figura en el programa Marine Le Pen desde 2012. La propuesta ya la había presentado Jean-Marie Le Pen a finales de los años ochenta; pretendía devolver “la voz al pueblo” y, de paso, retorcer el brazo del parlamentarismo. “El RN ha estado defendiendo el referéndum de iniciativa popular durante treinta años y estoy encantado de que hoy reciba un apoyo bastante fuerte”, se felicitaba este domingo el eurodiputado de RN Nicolas Bay, tras señalar que está totalmente de acuerdo con los chalecos amarillos.
“Porque en una democracia, sólo el pueblo tiene razón y nadie tiene razón contra el pueblo, vamos a celebrar un referéndum de iniciativa popular”, decía Marine Le Pen en un mitin en las últimas elecciones presidenciales. “¿Estáis esperando una ley, no llega? Medio millón de los aquí presentes pueden convocar un referéndum y el pueblo hablará [...] Se ha aprobado una ley, ¿no les convence? Medio millón de los aquí presentes podrán solicitar su revisión en referéndum”, precisaba la presidenta del Frente Nacional.
Nicolas Dupont-Aignan defiende una propuesta similar. Desde 2012, propone que el 10% del electorado pueda reclamar la celebración de un referéndum. Acoge con un poco de ironía el reciente entusiasmo por la idea. “Es extraordinario, este entusiasmo repentino... Pero en realidad creo que si todo el mundo habla de ello, nadie lo quiere realmente”, afirma, señalando en particular las ambigüedades de LR sobre la cuestión. Para él, la propuesta de Julien Aubert es hipócrita, ya que hecha un nuevo cerrojo al condicionar el apoyo de los parlamentarios. “Entre Le Pen, Mélenchon y yo obtuvimos el 45% de los votos en las últimas elecciones legislativas y el 4% de los diputados. El principio del RIP es precisamente eludir al Parlamento, que no puede tener el monopolio de la expresión de los ciudadanos. Este tipo de referéndum debe ser completamente ajeno a los partidos y al Parlamento”, precisa.
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Para Julien Aubert, el inconveniente de las propuestas de RN y del presidente de Debout la France es que los umbrales propuestos “son demasiado bajos. Esto llevaría a la celebración de referendos semanales, lo que resulta costoso y obviamente inmanejable”, dijo el diputado. A lo que Dupont-Aignan responde que LR, al hacer una nueva propuesta que es imposible de implementar (poner de acuerdo a cuatro diputados de cuatro grupos diferentes), simplemente está tratando de parecer que avanza en las reivindicaciones de los chalecos amarillos sin renunciar a nada sobre el fondo. Recordó que cuando Laurent Wauquiez propuso un referéndum sobre inmigración, se negó a apoyar la misma propuesta realizada por Dupont-Aignan unos días antes. “Y sin embargo, habría tenido el número de parlamentarios necesarios para apoyarme”, recuerda el presidente de Debout la France.
Para el historiador Gilles Richard, la reforma de 2008 de Nicolas Sarkozy ya hacía gala de la misma hipocresía: “Se hizo exprés para aparentar que se iba a dar voz al pueblo, pero sobre todo para que fuera imposible de aplicar”. Si el actual debate constitucional agita hoy a la clase política, todavía marcado por la movilización de los chalecos amarillos, cree que “es improbable que algo salga realmente de ello, pero también permite que el Gobierno se distraiga de la cuestión social”. ________________
Traducción: Mariola Moreno
La escena que se vivió en la Sala de las Cuatro Columnas este martes 18 de diciembre es extraña. Se encontraban mano a mano Olivier Faure, líder del Partido Socialista francés (PS), y Ugo Bernalicis, diputado de Francia Insumisa (LFI) del Norte. Uno quiere un “RIC”, otro demanda un “RIP”. Sí, pero el RIP no es factible, dice uno. Y, entonces, ¿el RIC?, pregunta el otro. En la Asamblea Nacional los acrónimos vuelan. Reina la confusión.