Cuando el próximo domingo 13 de diciembre se celebre la segunda vuelta de las elecciones, Nicolas Sarkozy se presentará como vencedor y enarbolará como un trofeo aquellas regiones que han pasado a manos de la derecha. Hasta la fecha, 21 de las 22 regiones estaban en manos del Partido Socialista. No obstante, la aritmética no podrá tapar el revés estratégico que ha supuesto para el exjefe del Estado la primera vuelta de los comicios regionales, celebrada este domingo. Nicolas Sarkozy preside el principal partido de la oposición republicana y, como tal, casi de forma automática, tendría que haber sido el principal beneficiario de la inmensa ola de rechazo del Gobierno actual. Así ocurre en cualquier democracia civilizada: el rechazo al Ejecutivo se traduce en una victoria aplastante del principal partido de la oposición.
Pero no ha sido así, al contrario. La antigua formación UMP, rebautizada por Nicolas Sarkozy como “Los Republicanos” (LR), ha sufrido una terrible derrotada: de las 13 regiones en liza, el Frente Nacional se sitúa a la cabeza en seis; LR, en cuatro; el PS y los radicales de izquierdas, en tres. En porcentaje de voto, las cosas no le han ido mucho mejor a LR. Mientras el FN pulveriza su techo del 40% en muchas regiones, el “gran partido de la derecha” apenas logra poco más de un cuarto de los sufragios (en concreto, el 27%). La abstención (próxima al 50%) ha pesado mucho en el resultado de la derecha y ha supuesto un importante castigo para las diferentes formaciones de izquierdas.
Peor aún: el partido de Nicolas Sarkozy –“la familia está unida”, dice– ha obtenido un resultado muy inferior al conseguido en 2010, cuando la presidencia de Sarkozy lograba unir a la oposición. En la primera vuelta de las regionales de 2010, la UMP acaparó, en solitario, más del 26% de los votos y la UMP y la UDI [Unión de Demócratas Independientes] sumaban más del 30% de los sufragios y el Frente Nacional, el 11%. La UMP y la UDI juntas, es decir, la coalición que concurría este 6 de diciembre a las urnas bajo las siglas LR –formaciones de las que, se vanagloriaba Sarkozy, había conseguido la unidad– han conseguido tres puntos menos que en 2010...
La constatación es abrumadora. Pese a concurrir unida, la derecha ha obtenido peores resultados que en 2010, mientras el Frente Nacional ha conseguido la hazaña de prácticamente triplicar sus resultados. En buena lógica –la que se aplica al menos en otros países europeos–, semejante derrota debería acarrear la salida-destitución del líder del principal partido de la oposición. Al imponerse en la primera vuelta de las regionales, la extrema derecha ha firmado la carta de despido del líder de LR. Para la familia Le Pen supone la gran revancha tras la primera vuelta de las presidenciales de 2007, en las que Sarkozy logró acaparar masivamente el electorado del FN.
Casi diez años después, el expresidente pretende presidir una derecha que se ha convertido en un campo de ruinas. Tras ser elegido en noviembre de 2014 por un grupúsculo en la presidencia de la UMP, no ha sido capaz de construir nada en más de un año al frente del partido: las guerras feudales no han cesado; la perspectiva de celebración de primarias en otoño de 2016 funciona como un veneno lento; las divergencias estratégicas no se han reducido ante la falta de un proyecto con capacidad de federar al electorado de la derecha republicana y centrista.
Este mismo domingo esas mismas divisiones han hecho acto de presencia. El primero del partido en intervenir fue Nicolas Sarkozy. A las 20:30 hacía una confusa aparición televisiva, tendía la mano a los electores de extrema derecha y apelaba fundamentalmente a los abstencionistas a movilizarse, un argumento habitual entre los responsables de las derrotas. Ninguna mención a las posibles causas de la derrota, Sarkozy no da su brazo a torcer: la derecha iba a recuperar el electorado perdido echando mano al lenguaje del FN, recuperando sus obsesiones, sus propuestas y sus prioridades. Este 6 de diciembre ha demostrado todo lo contrario.
Dos exministros emblemáticos de Sarkozy, Christian Estrosi y Xavier Bertrand, han quedado literalmente aplastados por el FN en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul [sureste] y en Norte-Pas-de-Calais-Picardía [noreste], donde Marion Maréchal-Le Pen y Marine Le Pen les sacan más de 15 puntos. En la región del sureste francés, donde la amenaza del FN no es nueva, el diputado y alcalde de Niza, promotor de la “quinta columna del islamo-fascismo” ha perdido su grotesca tentativa de apertura hacia el centro y la izquierda. Ha quedado en segunda posición, incluso en tercera, en todos los departamentos, incluso en la región de Alpes Marítimos, donde venía siendo elegido desde hace muchos años.
La marca Sarko ni siquiera desagrada, deja indiferenteSarko
Tanto Estrosi como Xavier Bertrand se beneficiarán de la retirada de los candidatos del PS, tal y como anunció el secretario de los socialistas Jean-Christophe Cambadélis, en beneficio del llamado “dique de contención republicano”. Pero conocido el pedigrí de ambos, procedentes la derecha más dura y dada la distancia que los separa de sus respectivos candidatos del FN, las posibilidades que tienen de imponerse el 13 de diciembre son prácticamente nulas. Por esa razón, la decisión de los socialistas no ha gustado en la calle Vuagirard [sede de LR]. “El Frente Republicano es una ideal del PS para jodernos. Para poder decir el 13 de diciembre: 'Ni retirándonos, ni con los votos de la izquierda, Xavier Bertrand es capaz de imponerse al FN'”, aseguraba el viernes a Mediapart una persona del entorno de Sarkozy.
De poco ha servicio que el exjefe del Estado haya multiplicado sus comparecencias públicas, entrevistas y desplazamientos. A día de hoy, la marca Sarko ni siquiera desagrada, deja indiferente. La “derecha sin complejos” ha hecho aguas allí donde los electores han preferido el original a la copia, salvo en la región de Auvernia-Ródano-Alpes, donde Laurent Wauquiez se ha impuesto en la primera vuelta (32,34%) a su adversario del FN Christophe Boudot (26,42%).
Los otros dos candidatos de LR-UDI que han ganado en la primera vuelta, Hervé Morin (Normandía) y Bruno Retailleau (País del Loira), tienen fama de ser bastante más moderados que el exministro.
Para evitar que la derecha se disuelva definitivamente entre el PS y el FN, Nicolas Sarkozy reafirmó el domingo su principio de “ni retirada ni fusión” que viene defendiendo desde hace varios días y que conseguirá imponer en el partido este lunes sin demasiadas dificultades. No obstante, no será suficiente.
Salvo que LR se resigne a ver cómo aparece un nuevo escenario político, que daría como resultado un cara a cara François Hollande-Marine Le Pen en 2017, la derecha republicana debe reconstruir un liderazgo, un partido coherente y un programa que no se reduzca a unos pocos lemas. ¿Una derecha para qué y para decir qué? Eso es lo que deberán abordar en las próximas semanas y es posible que no pueda esperar al calendario fijado, las primarias del próximo año.
El pasado domingo se advirtió, una vez más, la existencia de dos líneas. La primera, la mantenida por Alain Juppé, que tomaba nota de la derrota. “Vamos a tener que abordar la mejor manera de retomar el combate para ganarlo”, decía, dando a entender que Nicolas Sakorzy no conseguirá la victoria. “La fuerza del FN obliga a la derecha a reformularse. El problema no es decir demasiado, sino no decir bastante”, declaraba por su parte Laurent Wauquiez, cabeza de lista de Ródano-Alpes-Auvernia, y representante de la ultraderecha de Sarkozy.
La victoria del Frente Nacional en varias regiones, el próximo 13 de diciembre, puede proporcionar argumentos adicionales a aquellos candidatos dispuestos a disputar el liderazgo del partido al exjefe del Estado, en primarias. Tan pronto como se conozcan los resultados de la segunda vuelta, podrán lanzar su campaña frente a este supuesto “hombre fuerte” que, desde hace diez años, no ha sabido serlo lo suficiente como para impedir que la extrema derecha siga ascendiendo peldaños.
Ver másLos socialistas franceses se retiran de varias regiones para evitar la victoria del Frente Nacional en segunda vuelta
Traducción: Mariola Moreno
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Cuando el próximo domingo 13 de diciembre se celebre la segunda vuelta de las elecciones, Nicolas Sarkozy se presentará como vencedor y enarbolará como un trofeo aquellas regiones que han pasado a manos de la derecha. Hasta la fecha, 21 de las 22 regiones estaban en manos del Partido Socialista. No obstante, la aritmética no podrá tapar el revés estratégico que ha supuesto para el exjefe del Estado la primera vuelta de los comicios regionales, celebrada este domingo. Nicolas Sarkozy preside el principal partido de la oposición republicana y, como tal, casi de forma automática, tendría que haber sido el principal beneficiario de la inmensa ola de rechazo del Gobierno actual. Así ocurre en cualquier democracia civilizada: el rechazo al Ejecutivo se traduce en una victoria aplastante del principal partido de la oposición.