Presidente Macron, vergüenza la suya

Cientos de palestinos frente a un comedor social en Gaza para recibir raciones limitadas de alimentos.

Edwy Plenel (Mediapart)

“Una labor siniestra”: así comenzó su presentación ante el Consejo de Seguridad Tom Fletcher, secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, el 13 de mayo. Sí, es una labor siniestra, insistió, informar “una vez más” a la comunidad internacional sobre “la atrocidad del siglo XXI que presenciamos a diario en Gaza”.

¿Qué diremos a las generaciones futuras?, preguntó de entrada a los diplomáticos reunidos en Nueva York. ¿Que “hemos hecho todo lo que hemos podido”? “Palabras vacías de sentido”, espetó, ya que es todo lo contrario. Merece ser citado extensamente el balance que hizo, más bien ruinoso, aunque solo sea por la historia, ya que, según precisó, es “lo que vemos” y, sin embargo, el mundo lo permite, en una mezcla de complicidad, indiferencia e impotencia.

“Israel impone deliberadamente y sin vergüenza alguna condiciones inhumanas a la población civil en los territorios palestinos ocupados. Desde hace más de diez semanas, no ha entrado nada en Gaza: ni alimentos, ni medicamentos, ni agua, ni tiendas de campaña. Cientos de miles de palestinos han sido, una vez más, desplazados a la fuerza y confinados en espacios cada vez más reducidos, ya que el 70 % del territorio de Gaza se encuentra en zonas militarizadas por Israel o bajo órdenes de desplazamiento”.

“Cada uno de los 2,1 millones de palestinos de la Franja de Gaza se enfrenta al riesgo de hambruna. Uno de cada cinco corre el riesgo de morir de hambre. A pesar de que ustedes han financiado los alimentos que podrían salvarlos. Los pocos hospitales que se han salvado de los bombardeos están desbordados. Los médicos que han sobrevivido a los ataques con drones y francotiradores no pueden hacer frente a los traumas y la propagación de enfermedades.

“Hoy mismo, el hospital europeo de Gaza en Jan Yunis ha sido bombardeado una vez más, causando aún más víctimas civiles. Yo, que he visitado lo que queda del sistema sanitario de Gaza, puedo decirles que la muerte a esa escala tiene un sonido y un olor que no se borran de la mente. Como describió un empleado del hospital, los niños gritan cuando les quitamos la piel quemada.... Y, sin embargo, se nos dice que hemos hecho todo lo que hemos podido...”.

Las alarmas de la ONU

“No es solo Gaza. La violencia atroz también está aumentando en Cisjordania, donde la situación es la peor que se ha vivido en décadas. El uso de armas pesadas, métodos de guerra militar, fuerza excesiva, desplazamientos forzados, demoliciones y restricciones de movimiento. Expansión continua e ilegal de los asentamientos, comunidades enteras destruidas, campos de refugiados despoblados.”

“Se expanden los asentamientos y la violencia de los colonos continúa a un nivel alarmante, a veces con el apoyo de las fuerzas israelíes. Recientemente, unos colonos secuestraron a una niña de 13 años y a su hermano de 3. Fueron encontrados atados a un árbol. ¿Debemos decirles también que hemos hecho todo lo que hemos podido?”.

Al día siguiente de esta presentación, complementada por la de Angélica Jácome, directora de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) —”el riesgo de hambruna es inminente”, advirtió—, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) difundió su boletín semanal sobre la situación en Gaza.

Cada miércoles, la OCHA actualiza el recuento de la masacre: entre el 7 y el 14 de mayo de 2025, a mediodía, 275 palestinos muertos y 949 heridos; entre el 7 de octubre de 2023 y el 14 de mayo de 2025, al menos 52.928 palestinos muertos y 119.846 heridos; cifras que incluyen los 2.799 muertos y 7.805 heridos desde el 18 de marzo de 2025, fecha en que Israel rompió el alto el fuego.

Dos días más tarde, el 16 de mayo de 2025, otra agencia de las Naciones Unidas, la UNICEF, dedicada a la protección de la infancia, informaba de “la muerte de al menos 45 niños en la Franja de Gaza en los últimos dos días”: “Desde hace diecinueve meses, Gaza es un cementerio para los niños y ya no hay ningún lugar seguro. De norte a sur, mueren o resultan heridos en hospitales, en escuelas convertidas en refugios, en tiendas de campaña improvisadas o en brazos de sus propios padres. Solo en los dos últimos meses, en toda la Franja de Gaza, habrían muerto más de 950 niños a causa de los ataques”.

Esas cifras, en su crudeza, no lo dicen todo sobre el desastre, esa destrucción no solo de vidas humanas, sino de la propia existencia de un pueblo, de sus casas, de sus lugares, de su tierra, de su cultura, en definitiva, de su mundo.

Ni siquiera agotan el macabro recuento: el 20 de julio de 2024, un estudio de la revista médica The Lancet ya estimaba que había muerto el 8 % de la población de Gaza, sin limitarse a contar las personas asesinadas directamente, sino incluyendo también una evaluación de las muertes provocadas por el bloqueo, la hambruna y las enfermedades.

Es cierto que el asedio total que sufre desde el 2 de marzo de 2025 la Franja de Gaza, un pequeño territorio superpoblado (365 kilómetros cuadrados para 2,1 millones de habitantes), despierta alguna lucidez tardía. Pero, por el momento, no ha cambiado nada la inacción del mundo.

Preguntado en TF1 la noche del 13 de mayo, el mismo día de la presentación ante el Consejo de Seguridad de la ONU, Emmanuel Macron se negó a mencionar la palabra “genocidio” durante los escasos seis minutos dedicados a la guerra de Gaza en un interminable programa de más de tres horas. Es un asunto que compete solo a los historiadores, afirmó. En resumen, cuando todo haya terminado, cuando se haya cometido el crimen, cuando ya no haya supervivientes para dar testimonio. Porque no habremos hecho nada para salvarlos.

Al mismo tiempo, en Nueva York, Tom Fletcher respondía por adelantado al presidente de la República Francesa: “Ustedes disponen por tanto de esta información. Hoy, el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) examina si se está cometiendo un genocidio en Gaza. Examinará los testimonios que hemos compartido. Pero será demasiado tarde. Consciente de la urgencia, el TIJ ha indicado medidas provisionales claras que deben aplicarse ya, pero no se han aplicado. […] Entonces, los que han sido asesinados y aquellos cuyas voces han sido silenciadas: ¿qué más pruebas necesitan ahora? ¿Actuarán, de manera decisiva, para prevenir el genocidio y garantizar el respeto del derecho internacional humanitario? ¿O dirán más bien que hemos hecho todo lo que hemos podido?”

La vergüenza es no hacer nada para detener un genocidio, salvar a un pueblo, sancionar a los líderes criminales, defender el derecho internacional

La cuestión del genocidio ya no es objeto de debate entre juristas y trabajadores humanitarios. Ha sido documentado por Amnistía Internacional el 5 de diciembre de 2024, por Médicos Sin Fronteras el 18 de diciembre de 2024 y por Human Rights Watch el 19 de diciembre de 2024, tras haber sido documentado ya el 24 de marzo de 2024 por Francesca Albanese, relatora especial de las Naciones Unidas para los territorios palestinos ocupados. Esta palabra, que califica y criminaliza, describe una voluntad de aniquilación de una parte del pueblo palestino. De destrucción, de eliminación, de desaparición.

Es un proceso indisociable de toda empresa colonial, de apropiación de un territorio y de expropiación de un pueblo. La semana pasada, los días 14 y 15 de mayo, los palestinos conmemoraban su Nakba, la primera “catástrofe”, la de 1948, que en realidad nunca ha cesado, sino que dura ya setenta y siete años. “Un futuricidio en Palestina”, resume Stéphanie Latte Abdallah en la obra colectiva que ha codirigido, Gaza, une guerre coloniale (edit. Sindbad-Actes Sud): “Desde el 7 de octubre de 2023, los gazatíes y demás palestinos tienen la sensación de estar viviendo una nueva Nakba, debido a una guerra genocida que apunta directamente a la población civil y a todo lo que permite vislumbrar un futuro en Gaza”.

En la página web del Tribunal Penal Internacional (TPI) dedicada a Benjamín Netanyahu, el estatus del principal responsable de esos crímenes, bajo una orden de detención emitida el 21 de noviembre de 2024 es: “Actualmente fugitivo”. Primer ministro en el momento de los hechos, es “sospechoso de ser responsable de crímenes de guerra consistentes en dejar morir de hambre deliberadamente a civiles como método de guerra y en dirigir intencionadamente un ataque contra la población civil; y de crímenes contra la humanidad, como asesinatos, persecuciones y otros actos inhumanos, desde al menos el 8 de octubre de 2023 hasta al menos el 20 de mayo de 2024”.

En abril, la fuga de este sospechoso de altos vuelos —que también trata de eludir la justicia de su propio país, donde está procesado por corrupción— le llevó sin ningún problema a Europa, donde fue acogido por Viktor Orbán en Hungría el 3 de abril, y luego a Estados Unidos, donde fue recibido por Donald Trump en la Casa Blanca el 7 de abril. De un continente a otro, incluso pudo atravesar sin problemas el espacio aéreo francés.

Desde la nueva guerra de Israel en Gaza, mientras otra guerra continúa en Europa, la de Rusia contra Ucrania, son innumerables las pruebas de este “doble rasero” occidental que está arruinando el derecho internacional.

Mientras Europa, con Francia a la cabeza, debate nuevas sanciones y represalias contra la Rusia de Putin, no se hace nada contra el Estado de Israel de Netanyahu. Medidas diplomáticas, militares, comerciales: el abanico es amplio y la lista de países que ya las han adoptado es larga, nada menos que veintiocho, si nos limitamos a las sanciones económicas y financieras.

En su entrevista televisiva del 13 de mayo, Emmanuel Macron ni siquiera mencionó el reconocimiento del Estado de Palestina, una iniciativa que se barajó en su momento y que, sin embargo, seguirá siendo puramente simbólica.

“Es una vergüenza”, se limitó a decir el presidente francés sobre lo que está haciendo Israel en Gaza. No, la vergüenza es no hacer nada para detener un genocidio, salvar a un pueblo, sancionar a unos dirigentes criminales, defender el derecho internacional.

El apoyo a Israel y la tibia respuesta a la guerra en Gaza ponen en cuestión los valores de Occidente

El apoyo a Israel y la tibia respuesta a la guerra en Gaza ponen en cuestión los valores de Occidente

Una vergüenza de la que Emmanuel Macron y sus semejantes tendrán que responder ante la historia, como profetizó, ese mismo 13 de mayo de 2025, Tom Fletcher ante el Consejo de Seguridad: “Para aquellos que no sobrevivirán a lo que tememos que suceda, a la vista de todos, no es un consuelo saber que las generaciones futuras nos pedirán cuentas en esta sala. Porque lo harán. Y si no hemos hecho seriamente todo lo que podíamos, deberíamos temer ese veredicto”.

 

Traducción de Miguel López

Más sobre este tema
stats