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Los tanques de Zelensky en territorio ruso arruinan el discurso de Putin de que su país no está en guerra

El presidente ruso, Vladimir Putin, visita la Universidad de Fuerzas Especiales de Rusia en Gudermes, República de Chechenia, Rusia, el 20 de agosto de 2024.

Estelle Levresse (Mediapart)

Cuando el asalto sorpresa lanzado por Kiev sobre territorio ruso entra ya en su tercera semana, la propaganda del Kremlin ha recuperado su tónica habitual, con informaciones falsas, vídeos secuestrados y amenazas contra Occidente: tanques ucranianos destruidos, soldados que dan testimonio de la debilidad del enemigo, comentaristas que aseguran que la situación está bajo control...

“Al comienzo de la ofensiva, los propagandistas no habían recibido lo que en ruso se conoce como la metodichka, es decir, las instrucciones del Kremlin sobre la narrativa a seguir. El resultado fue una impresión de vacilación, de falta de directrices. Algunos propagandistas patentados llegaron a cuestionar la guerra, diciendo que no se podía ganar y que había que pensar en salir de ella de un modo u otro. Eran palabras que nunca se habían oído en un plató de televisión”, señala la historiadora Françoise Thom, especialista en la URSS y la Rusia poscomunista.

Ahora las cosas han vuelto a la normalidad. “Hemos vuelto a la línea principal impuesta por Putin: negar la guerra. En otras palabras, hacer como si en la región de Kursk no pasara nada especial.

De hecho, desde el inicio de la ofensiva ucraniana, la primera intrusión de un ejército extranjero en territorio ruso desde 1941, Vladímir Putin ni ha hablado con la población rusa ni ha viajado a la zona fronteriza. "Nuestro adversario recibirá una respuesta digna de ese nombre. Y todos los objetivos que nos hemos fijado, tengan la seguridad, serán alcanzados", se limitó a asegurar el jefe del Estado una semana después de la incursión. Hablaba en una reunión, en parte televisada, con jefes de las fuerzas de seguridad, miembros del gobierno y gobernadores de las regiones fronterizas con Ucrania.

“Las autoridades rusas están haciendo todo lo posible para dar la impresión de que lo que está ocurriendo en la región de Kursk no es más que otro desastre natural en una zona remota, y no una guerra en territorio ruso”, afirma en Telegram Farida Roustamova, periodista freelance en el exilio.

Fallos de defensa e inteligencia

Preparada en secreto durante semanas, la ofensiva ucraniana del 6 de agosto no encontró prácticamente resistencia y provocó el caos en esta zona fronteriza visiblemente mal defendida y a sólo seis horas en coche de Moscú. Una auténtica humillación para el jefe del Kremlin, que reveló importantes fallos en la defensa y la inteligencia rusas y socavó la retórica oficial destinada a mantener la guerra lejos de los rusos.

Según el presidente Volodímir Zelensky, el 19 de agosto el ejército ucraniano controlaba más de 1.250 kilómetros cuadrados y 92 ciudades. Kiev afirma también haber capturado un gran número de prisioneros, sin dar más detalles. Las autoridades rusas afirman que han huido de las zonas fronterizas en las últimas dos semanas casi 130.000 personas. Según el ministerio de Situaciones de Emergencia, se han abierto 120 centros de alojamiento temporal en una veintena de regiones de Rusia, que albergan a unas 3.000 personas.

Las autoridades locales, totalmente desprevenidas en los primeros días, tardaron en organizar la evacuación y el refugio de los civiles, lo que suscitó críticas generalizadas. La principal ciudad del oblast, Kursk, con una población de unos 470.000 habitantes, fue testigo de la afluencia de refugiados. Los desplazados, alojados en gimnasios o dormitorios escolares, hacen cola en los puntos de ayuda humanitaria para recibir artículos de primera necesidad, como mantas y ropa. Ya hay numerosos voluntarios movilizados para ayudarles y se están organizando colectas en varias ciudades del país.

Al mismo tiempo, aumenta el número de avisos de búsqueda de personas que viven en zonas que han pasado a estar bajo control ucraniano. Liza Alert, una organización de voluntarios especializada en la búsqueda de personas desaparecidas en Rusia, ha recibido varios centenares de solicitudes en las últimas dos semanas. Según confiesa Aleksei Smirnov, gobernador regional en funciones, el 12 de agosto se desconocía la suerte de unas 2.000 personas.

Cuando tomaron el pueblo de Guevo, los muchachos rodeados enviaron mensajes de texto a sus madres pidiendo ayuda

La madre de un recluta

En las redes sociales, las madres de los reclutas también hacen oír su voz para intentar averiguar la suerte de sus hijos. Aunque la ley rusa exige que estén destinados “fuera de la zona de conflicto”, parece que varios centenares estaban en primera línea cuando las tropas ucranianas cruzaron la frontera.

Yulia vive en Syktyvkar, al norte del país. Su hijo comenzó el servicio en diciembre de 2023, y fue enviado al distrito de Soudjanski en abril de 2024. “Cuando tomaron el pueblo de Guevo, los muchachos que estaban rodeados enviaron mensajes de texto a sus madres pidiendo ayuda. No conseguimos comunicar con la línea directa del ministerio de Defensa en Moscú. En las oficinas de reclutamiento se limitan a decir: ‘¿De qué estás hablando? No están allí, sus teléfonos han sido confiscados’. De hecho, nos tratan como idiotas”, cuenta esta mujer en un artículo publicado en el medio independiente Verstka.

La web de investigación Important Stories ha podido confirmar la identidad de veinticinco reclutas estudiando vídeos de prisioneros de guerra publicados en los últimos días por el ejército y los medios de comunicación ucranianos.

Moscú no responde

A 500 kilómetros del nuevo frente, los acontecimientos de Kursk no parecen causar mucho revuelo en la capital. Los moscovitas disfrutan del tiempo soleado en las terrazas de los cafés.

“Mientras la guerra no llegue a sus casas, la gente no la siente”, siente decir Olga (nombre ficticio), de 43 años, contactada por teléfono. Esta empleada de una empresa de servicios, contraria a la guerra, siente pena por los evacuados. “Por ejemplo, hay muchas madres solteras con un hijo y una madre discapacitada, o abuelos sólos con andador. ¿Cómo están? ¿Adónde van? ¿Volverán a sus casas? Están alojados en gimnasios. En Rusia hay muchos sanatorios, ¿por qué no están en mejores condiciones?

Olga también admite tener sentimientos encontrados. “Por supuesto, cuando la guerra llega a tu país, es preocupante. Por otro lado, me da un poco de esperanza de que esto termine antes”. ¿Teme una nueva movilización para reponer las filas del ejército? “Ya me preocupaba que las autoridades iniciaran una nueva movilización, pero ahora me preocupa aún más.”

Igual que luchamos contra los terroristas, ahora debemos luchar contra quienes están cometiendo crímenes en la región de Kursk, en el Donbás, en la Nueva Rusia

Vladimir Putin

De momento, las autoridades rusas han optado por responder a la ofensiva ucraniana instaurando el 9 de agosto un régimen especial antiterrorista en las regiones de Kursk, Belgorod y Briansk, tres regiones fronterizas con Ucrania. Una decisión que no sorprende a Françoise Thom: “Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, Vladimir Putin intenta convencer a los rusos de que no hay guerra, de que se trata de una 'operación militar especial'. La razón fundamental está implícita: no considera a los ucranianos como una nación por derecho propio, sino como pueblo ruso, y por eso habla de operación antiterrorista”.

El jefe del Kremlin ha comparado la ofensiva ucraniana en la región de Kursk con la masacre de Beslán en el Cáucaso ruso en 2004. “Igual que luchamos contra los terroristas, hoy debemos luchar contra quienes están cometiendo crímenes en la región de Kursk, en el Donbás, en Nueva Rusia”, declaró el presidente ruso durante una visita a Beslán el martes 20 de agosto, la primera desde la trágica toma de rehenes por un comando checheno en una escuela de esta pequeña localidad de Osetia del Norte hace veinte años.

La etiqueta de “operación antiterrorista” aplicada a la respuesta a la ofensiva ucraniana en suelo ruso ha permitido también al Kremlin destituir al mando militar, en el punto de mira desde el 6 de agosto. Al parecer el Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, Valeri Guerassimov, hizo caso omiso de los informes sobre la concentración de tropas enemigas en la frontera.

La tarea de coordinar el contraataque fue confiada al coronel general Alexei Diumin, de 52 años, célebre por su lealtad sin fisuras al Jefe del Estado, de quien fue guardaespaldas durante muchos años. Nombrado jefe adjunto del servicio de inteligencia militar (GRU) en 2014, luego viceministro de Defensa brevemente en 2015, para luego convertirse en gobernador de la región industrial de Tula, especializada en la producción de armas, fue llamado de nuevo a Moscú en mayo para asumir el cargo de secretario del Consejo de Estado.

“Es un íntimo del jefe del Kremlin, un chekista como él, que empezó su carrera en los servicios secretos”, señala Françoise Thom, autora de Poutine ou l'obsession de la puissance (Putin o la obsesión por el poder, edit. Litos, 2022). “Vladimir Putin confía mucho más en él que en los militares. Más aún en el contexto de una gran purga en el ejército”. En las últimas semanas han sido detenidos varios oficiales de alto rango por corrupción.

Para la historiadora, una cosa es cierta: “El periodo inicial de caos que siguió a la ofensiva ucraniana no debe extrapolarse. A Vladimir Putin no le gustan las sorpresas y su primera reacción es siempre quedarse quieto, pero no hay que dejarse engañar. Semejante humillación no la va a perdonar. Podemos esperar una reacción extremadamente brutal, como en el caso de Yevgeny Prigozhin.” El líder del grupo paramilitar Wagner, que se rebeló contra el poder ruso en junio de 2023, murió dos meses después al estrellarse su avión.

Ataque con drones contra Moscú y varias ciudades rusas

Según anunció el miércoles el alcalde de Moscú, Sergei Sobyanin, en un comunicado en Telegram, la capital rusa fue blanco en la noche del martes 20 al miércoles 21 de agosto de “uno de los mayores” ataques de drones ucranianos de su historia. Según el Ministerio de Defensa ruso, durante la noche “fueron destruidos once drones” sobre Moscú y su región.  Al menos tres aparatos fueron derribados en el distrito de Podolsk, en el sur de la región moscovita, sin causar heridos ni daños, según el ministerio.

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En total, fueron destruidos 45 drones ucranianos por los sistemas de defensa antiaérea rusos sobre las regiones de Moscú (11), Briansk (23), Belgorod (6), Kaluga (3) y Kursk (2), según el ministerio. También fue derribado un misil hacia la una de la madrugada hora local (22.00 GMT del martes) en el oeste de la región de Rostov, fronteriza con Ucrania, según el gobernador regional, Vasili Golubev.

 

Traducción de Miguel López

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