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Reino Unido: “Los conservadores tienen un problema"

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Boris Johnson fue elegido el pasado martes líder del Partido Conservador, muy por delante del otro aspirante, Jeremy Hunt. Desde el miércoles sustituye también a la ex primera ministra Theresa May. El nuevo jefe del Gobierno del Reino Unido es una figura muy conocida en Gran Bretaña. El exalcalde de Londres (2008 a 2016) y posterior ministro de Asuntos Exteriores (2016 a 2017) se ha distinguido durante mucho tiempo del resto de la clase política inglesa por cultivar un estilo excéntrico.

Sus payasadas y sarcasmos lo hicieron muy popular entre el electorado cuando dirigía la capital británica. Pero su papel protagonista en la campaña del BrexitBrexit en 2016 –construida en gran medida sobre la base de mentiras– le convierte en un político vilipendiado por el electorado proeuropeo minoritario.

Tim Bale, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Queen Mary de Londres, ha escrito dos libros sobre la historia del Partido Conservador. En esta entrevista concedida Mediapart (socio editorial de infoLibre), Bale analiza la irresistible atracción de Boris Johnson a ojos de su partido y los principales escollos que puede encontrar.

PREGUNTA: Antes de ser alcalde de Londres, ¿conocían los británicos a Boris Johnson?RESPUESTA:

Sí, porque se había hecho un nombre como periodista y porque participaba en muchos programas satíricos, incluyendo un programa de la BBC, Have I Got News for You? Era una celebridad. La gente le conocía por eso [también era diputado por una circunscripción del condado de Oxford desde 2001], y por eso fue elegido candidato del Partido Conservador. Como tenía menos de 45 años, representaba a Londres en el Parlamento y en la televisión, se percibía a Boris Johnson como un miembro del ala más liberal del Partido Conservador, en el sentido anglosajón de la palabra.

P: Como edil de Londres de 2008 a 2016, Boris Johnson tenía la imagen de un político centrista. Esta imagen ¿era usurpada?R:

Esto se debe en parte a que los poderes del alcalde de Londres, que dirige la Greater London Authority, son limitados. Controla la Policía, el transporte público y es responsable de las políticas de vivienda. Estas no son áreas que permitan jugar una carta partidista más que otra, lo que permitió que Boris Johnson se comportara de forma relativamente apolítica. Incluso adoptó una posición muy sorprendente como conservador electo: pidió una amnistía para los inmigrantes indocumentados. Dicho esto, dado que Londres es una de las ciudades más cosmopolitas del planeta, ese posicionamiento era lógico.

P: La campaña del referéndum de 2016 supuso un punto de inflexión para Boris Johnson.

R: Exactamente. Hasta entonces, era euroescéptico, al igual que muchos otros conservadores a los que no les gustaba la Unión Europea sin por ello querer dejarla. El posicionamiento de Boris Johnson a favor del Brexit fue asombroso. Sin embargo, estaba claro que estaba cumpliendo con su ambición de convertirse un día en primer ministro del Reino Unido y suceder a su antiguo compañero de clase de la Universidad de Oxford, David Cameron, entonces en el 10 Downing Street.

P: Ideológicamente, ¿dónde se sitúa Boris Johnson con relación al resto del Partido Conservador?

R: Es partidario de la ideología liberal tradicional de Margaret Thatcher. Está en perfecta armonía con el resto de su partido. Defiende la visión de una reconquista comercial del resto del mundo por parte del Reino Unido, lo que el gobierno de Theresa May ha llamado global Britain.

Boris Johnson también está a favor de la idea de un Estado muy poco intervencionista [durante la campaña, criticó que se gravaran los productos azucarados]. Se trata de una idea que prevalece en el Partido Conservador, un reflejo de Pavlov. Los partidarios del Brexit están convencidos de que la salida de la UE les permitirá ir más lejos en esta dirección. Al deshacerse de la UE, que creen que es una organización estatal esclerótica, el Reino Unido podrá llevar a cabo una política comercial más agresiva.

P: La campaña interna del Partido Conservador fue muy pobre en ideas. ¿Eso lo convierte en una campaña aparte o, por el contrario, en una campaña muy clásica?

R: Ni Boris Johnson ni Jeremy Hunt revelaron gran cosa de las políticas públicas que aplicarían si llegaban a Downing Street. No querían alcanzar ningún compromiso vinculante. Esta es una actitud clásica en las elecciones internas del Partido Conservador.

Esta campaña, en particular, se jugó en diferentes tonos más que en ideas. Una vez más, esto demuestra la homogeneidad ideológica del Partido Conservador. El único candidato a la sucesión de Theresa May que tenía ideas algo diferentes a las de los otros nueve diputados que se postularon a mediados de junio fue Rory Stewart. El ministro saliente de Desarrollo Internacional abogó por una mejor atención estatal a las personas mayores dependientes y discapacitadas. Pero el asunto no se debatió durante la campaña.

P: En la primera fase de las elecciones internas, Boris Johnson recibió muchos más votos de sus colegas diputados que cualquier otro candidato. ¿Cómo podemos explicar por qué este apoyo es tan amplio, cuando los brexiters más radicales del partido no son mayoría?brexiters

R: El riesgo inmediato para los conservadores es que el Brexit no se lleve a cabo. En esta situación, es Nigel Farage, el exlíder del UKIP y fundador del Partido del Brexit, quien saldría beneficiado. Por lo tanto, los conservadores necesitan encontrar un antídoto a Farage, de ahí el apoyo a Boris Johnson. Se le percibe como el único capaz de cumplir esta función. No es una persona de confianza, pero su carisma es equivalente al de Farage.

Además, creen que en caso de elecciones parlamentarias, Boris Johnson es capaz de convencer a algunos de los miembros del Partido Laborista de Londres para que voten a los conservadores e incluso ganen nuevos votantes fuera de la capital. Pueden estar equivocados, porque siempre tienen en mente el Boris Johnson de 2012 ya mencionado. Pero tienen un problema. No se puede olvidar que, en las europeas de mayo, obtuvieron el 8,8% de los votos.

Resultado, los conservadores se aferran a cualquiera que pueda sacarlos del atolladero.

P: ¿No existe el riesgo de que el puñado de diputados conservadores contrarios al Brexit unan sus votos a los de los diputados de la oposición para acabar con el Gobierno de Boris Johnson si decide una salida sin la aprobación de la UE?Brexit

R: En realidad, no. Incluso los diputados conservadores que odian a Boris Johnson probablemente no van a intentar echarlo. Intentarán impedir una salida sin acuerdo, un no deal, por otros medios. No se puede descartar por completo una moción de censura contra Boris Johnson, pero sería el último recurso.

P: ¿Cuál será la relación de Boris Johnson con Donald Trump? La negativa de Johnson a apoyar a Kim Darroch, embajador de Londres en Estados Unidos, llevó a la renuncia del diplomático el 10 de julio. ¿Hay que preocuparse por el asunto?

R: Uno de los principales argumentos de los brexiters es que la salida de la UE proporcionará una oportunidad fantástica para firmar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. Boris Johnson no ha querido comprometer esa posibilidad. Pero es muy, muy preocupante que no haya apoyado al embajador del Reino Unido en Washington. Esto demuestra lo dependientes que somos de Estados Unidos. Es humillante y muy doloroso. Pero Boris Johnson cree que es necesario mantener una buena relación con Washington... Es real politik.

P: ¿Hasta dónde puede llegar Boris Johnson en esta actitud sumisa hacia Estados Unidos?

R: Lo veremos cuando negociemos el tratado de libre comercio. Es la duda que surge ante la posible importación al Reino Unido de pollos americanos lavados con cloro [cuya importación está prohibida en la UE].

P: ¿Cuál puede ser la relación de Boris Johnson con Nigel Farage, el gran ganador de las elecciones europeas?

R: Se ve obligado a tomar distancias con Farage. Farage es una figura extremadamente polarizadora. Una cosa es lustrar las botas de Trump. Otra distinta es encerar las botas de Farage. Boris Johnson no puede hacerle muchos favores.

P: Boris Johnson ha sido respaldado por los militantes conservadores, pero ¿cómo puede obtener el apoyo de una gran parte del pueblo británico?

R: Les ofrece pan y circo. Funcionó para los emperadores romanos y tal vez a él le funcione durante un tiempo. El contraste con la personalidad de Theresa May es obvio. Quizás la determinación y el optimismo de Boris Johnson animen a la gente a pensar que las cosas pueden mejorar... Pero no tenemos ni idea de qué política seguirá. ¿Jugará la carta del one nation conservatism [una versión paternalista del conservadurismo]? ¿Distribuirá generosamente dinero público? Tal vez esto pueda tener un impacto a corto plazo.

P: ¿Puede la elección de Boris Johnson aumentar la popularidad del líder laborista Jeremy Corbyn?

R: No lo creo. A menos que Boris Johnson se sitúe muy a la derecha, no creo que Jeremy Corbyn se beneficie de su llegada al frente del Gobierno. La mayoría de la gente no está dispuesta a convertirlo en su primer ministro. Sin embargo, en caso de una salida sin acuerdo de la UE, una parte de los antiguos votantes laboristas que recientemente han votado por los demócratas liberales podrían dar su voto al Partido Laborista. Pero sería una votación por descarte.

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Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

Boris Johnson fue elegido el pasado martes líder del Partido Conservador, muy por delante del otro aspirante, Jeremy Hunt. Desde el miércoles sustituye también a la ex primera ministra Theresa May. El nuevo jefe del Gobierno del Reino Unido es una figura muy conocida en Gran Bretaña. El exalcalde de Londres (2008 a 2016) y posterior ministro de Asuntos Exteriores (2016 a 2017) se ha distinguido durante mucho tiempo del resto de la clase política inglesa por cultivar un estilo excéntrico.

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