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En Reino Unido no andan escasos de imaginación cuando se trata de hacer frente a la migración. Tras estudiar la posibilidad de generar grandes olas artificiales en el mar para repeler a los migrantes o de encerrarlos en transbordadores fuera de servicio mientras se examina su situación, el Gobierno británico se mostró la semana pasada dispuesto a devolver las embarcaciones que se acerquen al sur de Inglaterra "bajo ciertas condiciones" tras constatar un aumento del número de cruces del Canal de la Mancha en las últimas semanas. Y ello a pesar de que las devoluciones están prohibidas por el derecho marítimo internacional y por la Convención de Ginebra sobre los Refugiados.
Según la prensa británica, la policía fronteriza británica ya se está entrenando para hacer retroceder a las embarcaciones de migrantes en el mar. Dos voluntarios de la ONG Channel Rescue afirman haber presenciado este tipo de entrenamiento el pasado lunes 13 de septiembre, refiriéndose en sus denuncias públicas a "embarcaciones llenas de policías fronterizos, vestidos con chalecos salvavidas, que eran empujados hacia atrás por dos o tres motos de agua con técnicas para darles la vuelta y empujarlos hacia atrás".
"Hoy hemos sido testigos de cómo la policía fronteriza ha practicado estos ejercicios en el Canal. Estamos horrorizados. Esto es cruel, inhumano e ilegal", lamentó el equipo de la ONG en un vídeo publicado en Twitter. Según Financial Times, la ministra de Interior británica, Priti Patel, ya ha propuesto que Reino Unido reinterprete el derecho marítimo internacional en este sentido.
"Esto es totalmente ilegal según la Convención de Ginebra de 1951 de la que Reino Unido es firmante. Se trata de una pura maniobra política: Priti Patel codicia el puesto de primera ministra y sueña con ser la nueva Margaret Thatcher y tiene la necesidad de satisfacer a los partidarios del Brexit que votaron para recuperar el control de sus fronteras", analiza el investigador François Gemenne, experto en migración.
Y añade: "Hay algo paradójico en el hecho de que Inglaterra se proponga aceptar a los refugiados afganos que huyen de Kabul, mientras que al mismo tiempo rechaza a los migrantes en el mar. Hay una especie de proceso de selección en el que se elige a los que se les concede el asilo, distinguiendo entre las clases privilegiadas y las demás, que se consideran migrantes económicos ordinarios".
En un tuit, el ministro francés del Interior, Gérald Darmanin, reaccionó a estos anuncios al día siguiente de una reunión con su homólogo británico en Londres el pasado miércoles 8 de septiembre: "Francia no aceptará ninguna práctica contraria al derecho maritimo, ni ningún chantaje financiero. El compromiso de Gran Bretaña debe mantenerse", dijo en referencia a las amenazas de Priti Patel de no pagar la ayuda económica de 62,7 millones de euros prometida para financiar el refuerzo de las fuerzas policiales francesas en la costa.
El ministro galo también le envió una carta en la que subrayaba que la devolución de migrantes en el mar "podría tener un impacto negativo en [su] cooperación". "En el mar, la salvaguarda de la vida humana tiene prioridad sobre las consideraciones de nacionalidad, estatus y política migratoria", escribió, según AFP.
"Francia ya practica la devolución por sí misma"
"La devolución de personas en el mar es una forma horrible de ver la migración. Condenamos enérgicamente estas políticas y lucharemos contra ellas", afirma Marguerite Combes, coordinadora de la asociación de ayuda al exilio Utopía 56 en Calais, que dice estar "por una vez de acuerdo con Gérald Darmanin", pero aprovecha para subrayar las contradicciones del Estado francés: "La propia Francia ya practica la devolución en la frontera franco-italiana".
"Que Gérald Darmanin reaccione sobre este tema es lo mínimo que puede hacer. Pero el problema en Francia es la profunda discordancia entre las palabras y los hechos. Las devoluciones son casi sistemáticas en Ventimiglia, Francia no está realmente en condiciones de dar lecciones a nadie en materia de respeto de los convenios internacionales y de los derechos humanos", aborda François Gemenne.
En las dos últimas semanas, varios centenares de migrantes han conseguido cruzar el Canal de la Mancha a bordo de pateras, aprovechando las condiciones meteorológicas favorables. Según el Ministerio del Interior, más de 13.500 personas han conseguido llegar al Reino Unido de esta manera desde principios de año, incluidas 1.000 en sólo dos días a principios de la semana pasada.
"La explicación a corto plazo es muy sencilla", asegura Marguerite Combes. Debido al mal tiempo durante todo el verano, mucha gente se quedó atascada. Han podido cruzar durante las dos últimas semanas, porque hay ventanas climáticas, y así el número de cruces se está disparando.
A largo plazo, prosigue, son las políticas de militarización de las fronteras, con una fuerte presencia policial, muros de alambre de espino, controles reforzados sobre los camiones y el Eurostar, las que han llevado a los exiliados "a recurrir a otros medios de cruce", como el barco. "Es bastante nuevo, la gente vio que podía salir adelante con esto el año pasado y se ha democratizado".
Según el investigador François Gemenne, otro elemento explica también el "repunte" de las salidas en las últimas semanas: "Todo esto está muy relacionado con los anuncios de Priti Patel, que muestran su voluntad de endurecer la política migratoria británica. Esto anima a la gente a marcharse antes de que se pongan en marcha las medidas", observa, señalando un efecto contraproducente.
Ante este aumento del número de salidas, desde hace varias semanas la policía francesa ha incrementado sus patrullas en las playas y dunas de la Costa de Ópalo, alejando a los migrantes de la zona de Calais, desde Wimereux hasta Ambleteuse (al norte de Boulogne-sur-Mer), pasando por Leffrinckoucke (al este de Calais).
"Salimos de noche y caminamos durante horas para intentar llegar a los puntos de partida. Siempre está muy lejos y es muy difícil", nos dijo hace un año Adam, un joven sudanés. "Antes, la gente salía de Sangatte, a 30 kilómetros de la costa inglesa. Hoy intentan cruzar desde Boulogne-sur-Mer, es decir, desde más lejos", explica Marguerite Combes, que dice tener miedo "de lo que pueda pasar después" e insiste en la necesidad de crear un "puente humanitario" entre Francia y el Reino Unido.
"La policía ha empezado a patrullar en otros lugares de la costa. Si los migrantes ya no pueden salir de Boulogne, ¿intentarán salir cuando no haga buen tiempo? Las personas que están allí están decididas a cruzar por diferentes razones. A algunos se les ha denegado el asilo en otros lugares de Europa, no se les ha renovado el permiso de residencia de la noche a la mañana, tienen lazos comunitarios y familiares en Inglaterra o facilidades lingüísticas. Así que, si se complica demasiado, sólo habrá más naufragios", insiste.
A mediados de agosto, el hundimiento de una embarcación causó la muerte de un eritreo. Cuatro miembros de la misma familia kurda iraní también perdieron la vida en octubre de 2020, y el cuerpo del menor, Artin, de apenas 15 meses, fue encontrado dos meses después frente a las costas de Noruega, según informó la prensa británica en junio.
"El ministro del Interior puede seguir gastando dinero público, pero nada cambiará a menos que esté dispuesto a cambiar sus políticas ineficaces e inviables. Las personas tienen todo el derecho a solicitar asilo en el Reino Unido, y si hacen viajes peligrosos y dependen de los contrabandistas es porque no hay alternativas seguras a su alcance", declaró Steve Valdez-Symonds, director del Programa de Derechos de los Refugiados y Migrantes del Reino Unido de Amnistía Internacional.
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El verano pasado, en una entrevista concedida a Mediapart, el investigador François Gemenne explicó por qué el cierre de las rutas migratorias era "absurdo y peligroso", abogando por el establecimiento de vías de acceso "seguras y legales" a corto plazo, y por una verdadera política europea a medio plazo.
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