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Los (otros) rivales de Hillary Clinton

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Iris Deroeux (corresponsal del Mediapart en Nueva York)

Hacerse con el voto de los jóvenes. Ésa era la ambición de Hillary Clinton la semana pasada. Tras dos episodios catastróficos de comunicación, que han repercutido en la intención de voto, la candidata demócrata vuelve a la campaña de las presidenciales. A un mes y medio de los comicios, Donald Trump le pisa los tales en los sondeos y ambos candidatos están empatados en algunos Estados clave como Florida (véanse los sondeos diarios). 

En este contexto incierto, el primero (de los tres) debates presidenciales televisados –previsto para este lunes 26 de septiembre– se percibe como decisivo, ya que puede contribuir a aumentar las diferencias entre los dos candidatos. Mientras, uno y otro continúan centrados en los diferentes grupos de electores, que representan –al menos en la teoría– sus respectivas bases electorales, los demócratas tratan de hacerse con el voto de los menores de 30 años. Precisamente, este colectivo tuvo un papel decisivo en las victorias de Barack Obama en 2008 y de 2012: casi el 70% votó por el presidente.

“He comprendido perfectamente que queréis votar por algo y no sólo en contra de alguien”, espetaba el pasado día 19 la candidata demócrata a los estudiantes en la Universidad de Temple, en Filadelfia. Trataba con ello de corregir el tiro, tras meses de campaña centrados en criticar a su oponente en lugar de poner énfasis en su programa. La mañana misma, firmaba esta tribuna en Mic, un sitio web destinado a los jóvenes, que llevaba por título: “Lo que los millenials me han enseñado” (millenial, en el mundo anglosajón designa a la generación que cumplió 18 años en el año 2000 o después). En esa columna, dice admirar la valentía de una generación a la que la economía mundial ha dado la espalda, que se encuentra endeudada y que no dispone de un buen trabajo, pero que no ceja en su lucha por conseguir una sociedad “más justa”, “diversa” y “tolerante”.

“En parte gracias a vosotros, pienso que los buenos tiempos están por venir, que no son cosa del pasado [...]. Necesito que trabajéis conmigo, que sigáis luchando por vuestros ideales y que me obliguéis a rendir cuentas”, prosigue antes de insistir en su voluntad por introducir reforma. Reducción de la deuda estudiantil, revisión de las reglas de financiación de las campañas electorales, aumento del salario mínimo, creación de un sistema público de guarderías... Se trata de asuntos en los que hizo mucho hincapié su antaño rival y ahora aliado Bernie Sanders, quien también se patea los campus con el fin de movilizar a los estudiantes de entre 18 y 30 años en nombre de la candidata. “Éste no es buen año para emitir un voto de protesta”, insiste.

Pero Hillary Clinton y su equipo todavía tienen trabajo por delante antes de conseguir el apoyo masivo de los jóvenes. Los estudios de opinión ponen de relieve que el apoyo de los millenials ha caído desde principios de agostomillenials. La candidata, que en verano sacaba 20 puntos a su rival republicano, apenas va cinco puntos por delante entre los menores de 35 años. Esto explica en parte porqué en estos momentos la carrera está tan igualada.

“Los jóvenes, en general, suelen ser menos fieles a un partido que el resto de electores. Además, estos comicios presidenciales tienen una peculiaridad, los dos principales candidatos alcanzan niveles de impopularidad inéditos desde que se realizan sondeos. Hillary Clinton sigue obteniendo mejores resultados que Donald Trump entre los menores de 30 años, pero la ventaja es pequeña si se compara con el éxito de Barack Obama en las últimas elecciones. Los jóvenes la ven como una candidata anticuada, sin ideas nuevas. Ella es la que sacó de la carrera al que era su héroe, Bernie Sanders”, señala a Mediapart Robert Born, politólogo en el Vassar College. “En estas elecciones, los millenials muestran más intereses por aquellos candidatos que consideran más puros desde el punto de vista ideológico”, añade.

Los más beneficiados por la desafección son dos pequeñas formaciones, el Partido de los Verdes y el Partido Libertario, una formación política absolutamente norteamericana cuyo lema resume bien sus ambiciones: “Un mínimo de Gobierno, un máximo de libertad” y que defiende principios conservadores, desde el punto de vista económico, y progresistas, desde la perspectiva social, de modo que no encaja con el eje izquierda-derecha tradicional.

Se trata de dos partidos considerados “menores” porque tienen dificultades para sobrevivir en las elecciones nacionales norteamericanas habida cuenta de las reglas electorales vigentes, tanto en las presidenciales como en los comicios en los que se elige a los representantes del Congreso. Los comicios uninominales que se celebran a una sola vuelta, la ausencia de representación proporcional y la necesidad de disponer de una sólida infraestructura nacional –para soportar las largas y costosas campañas, que son la norma en Estados Unidos– han favorecido el bipartidismo y, con él, al Partido Demócrata y al Partido Republicano.

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Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

Hacerse con el voto de los jóvenes. Ésa era la ambición de Hillary Clinton la semana pasada. Tras dos episodios catastróficos de comunicación, que han repercutido en la intención de voto, la candidata demócrata vuelve a la campaña de las presidenciales. A un mes y medio de los comicios, Donald Trump le pisa los tales en los sondeos y ambos candidatos están empatados en algunos Estados clave como Florida (véanse los sondeos diarios). 

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