¿Un Brexit sin un acuerdo? La hipótesis parece cada vez más creíble al otro lado del Canal de la Mancha, donde se han producido innumerables acontecimientos políticos asombrosos en los últimos dos años, por lo que es poco probable que las negociaciones con la UE concluyan en los próximos ocho meses.
El martes 17 de julio, la primera ministra Theresa May superó una votación en la Cámara de los Comunes que la puso en dificultades, tras la salida la semana pasada de dos ministros clave de su Ejecutivo. La enmienda, apoyada por la facción proeuropea de los conservadores, estipulaba que el Gobierno británico debía intentar negociar la continuación de la unión aduanera de la UE si, a fecha del 21 de enero de 2019, no había logrado negociar con los 27 Estados miembros un acuerdo que permitiera un libre comercio sin contratiempos. La jefa del Ejecutivo no defendió esta postura, que, finalmente, fue rechazada por seis votos.
Al día siguiente, la primera ministra sugería que prefería el escenario de una salida de la UE sin un acuerdo, sólo para negociar mejor después: “En realidad, necesitamos asegurarnos de que estamos preparando las modalidades de una salida sin un acuerdo mientras negociamos con la Unión Europea alcanzar un acuerdo”, dijo. La situación británica se ha vuelto cada vez más compleja desde la victoria del no en el referéndum del 23 de junio de 2016. ¿Sobrevivirán los conservadores británicos a esta crisis? ¿Qué forma puede tomar ahora el Brexit?Brexit Agnès Alexandre-Collier, profesora de civilización británica en la Universidad francesa de Borgoña y especialista en el partido conservador, formación a la que ha dedicado numerosos trabajos de investigación, nos ayuda a entenderlo.
PREGUNTA: En los dos años que Theresa May lleva en el Gobierno, periódicamente se ha anunciado su caída y parece cada vez más debilitada. ¿Cuál es la situación a día de hoy, que acaba de ganar una votación en la Cámara de los Comunes por un estrecho margen? ¿Está amenazado su mandato como primera ministra?
RESPUESTA: Theresa May es más fuerte de lo que parece. Encarna la posición menos mala y, a falta de competidor serio, los conservadores no tienen ningún interés en acelerar su caída. Porque una dimisión de Theresa May conduciría automáticamente a la convocatoria de nuevas elecciones legislativas y no es del todo seguro que los conservadores pudieran ganarlas, ya que el Partido Laborista se encuentra bastante bien situado en estos momentos. Tal renuncia también puede desacreditar al gobierno en su conjunto.
Theresa May es una persona difícil de conocer y así ha sido en toda una serie de cuestiones, aproximadamente durante los últimos 15 años. Hay que recordar, por ejemplo, su discurso de 2002, cuando apareció como la figura feminista y modernista del Partido Conservador. Entonces abogó por la apertura del partido a las personas pertenecientes a minorías. Cambia completamente cuando se convierte en ministra del Interior con Cameron. Entonces decidió llevar a cabo importantes recortes presupuestarios en la Policía y se fijó como prioridad bloquear la inmigración.
Con respecto al Brexit, también cambió de planteamiento. Durante la campaña del referéndum de la primavera de 2016, votó a favor de mantener al Reino Unido en la Unión Europea por lealtad al gobierno. Cuando se convirtió en primera ministra, defendió el escenario de un Brexit duro. Y ahora se está moviendo hacia un Brexit más moderado.
Sin embargo, en todos estos aparentes retrocesos se puede ver un aspecto en el que es coherente: su oposición a la inmigración, a la libre circulación de personas inherente al espacio económico europeo.
P: Las dimisiones, la semana pasada, del ministro de Asuntos Exteriores Boris Johnson y del ministro del Brexit David Davis, ¿no representan una amenaza para Theresa May, que puede ver cómo se organiza un frente en torno a cualquiera de estas figuras?
R: No lo creo. Nadie, ni siquiera los conservadores, se toma en serio a Johnson. Es demasiado impredecible, torpe y variable en sus posicionamientos. Los miembros del partido están más atentos a gente como Jacob Rees-Mogg, un conservador bastante excéntrico al que, en un momento dado, se percibió como un líder potencial de los brexistas. Se dan cuenta de que no necesitan un veleta.
Hay otras figuras que han empezado a surgir entre los brexiteros, como el diputado mestizo James Cleverly. Pero son políticos relativamente jóvenes y todavía poco conocidos por el público en general y que tienen poca experiencia en el gobierno.
En cuanto a los ministros, no veo a nadie que pueda suceder a Theresa May. Esa es la dificultad actual de los conservadores: mantener a May como primera ministra significa avanzar hacia un Brexit más suave y consensuado de lo que querían los brexiteros. El reto para la jefa del Ejecutivo será adherir a estos brexiters a la causa de una salida más moderada de la UE. No se pondrá del lado de los más radicales, porque con ello alejaría a toda la comunidad política británica, así como a los socios europeos.
Recuperar a los hard brexiters para su causa no es imposible. Vengo estudiando de cerca al Grupo parlamentario desde el referéndum; entre los más radicales, a día de hoy, veo a diputados que no fueron tan duros con sus posiciones hace dos años. Si gestiona bien el partido, Theresa May puede recuperarlos. En cualquier caso, no se trata de mantener al Reino Unido en la Unión Europea, el libro blanco publicado la semana pasada es claro. Lo que May quiere es una forma de acuerdo de libre comercio negociado con la UE.
P: Un acuerdo de libre comercio... Pero sin respetar las cuatro libertades fundamentales del mercado único europeo.
R: En efecto, Theresa May desea separar las cuatro libertades introducidas en 1986 por el Acta Única Europea: bienes, personas, servicios y mercancías. No quiere la libre circulación de personas. Claro que los europeos no se darán por vencidos, parecen decididos a defender la integridad del mercado único.
Theresa May todavía tiene la posibilidad de sacar al Reino Unido de la UE... y luego negociar una nueva forma de asociación. En cualquier caso, no creo que finalmente decida permanecer en el mercado único. En enero de 2017, sólo unos 40 diputados laboristas al Parlamento Europeo aprobaron una enmienda en esa dirección. Los parlamentarios conservadores, de todas las tendencias, lo rechazaron.
La líder británica se enfrenta a todo un dilema. Tendrá que hacer gala de inventiva para crear un nuevo estatus para el Reino Unido, sin olvidar que tampoco quiere copiar los modelos suizo y noruego. Debe dar un salto hacia lo desconocido.
P: ¿Es realista pensar que este nuevo estatuto se alcance de aquí al 29 de marzo, cuando el Reino Unido deje de formar parte oficialmente de la Unión Europea? En Londres se habla cada vez más de un no deal, de una salida sin acuerdo...deal
R: Efectivamente, se trata de una hipótesis que está circulando. De hecho, como exige el artículo 50 de los Tratados europeos, Reino Unido dejará de ser miembro de la UE para esa fecha y es poco probable que las negociaciones hayan avanzado mucho para entonces. Veo el 29 de marzo de 2019 como la fecha de caducidad de una lata de conservas: ese día no va a pasar gran cosa. Sin embargo, se iniciará un largo período de transición, que puede durar años, hasta que concluyan las negociaciones.
P: Los innumerables acontecimientos políticos de los últimos dos años sugieren que los conservadores están atravesando una grave crisis política. ¿Han experimentado crisis similares en su historia?
R: Sí, al menos dos. La primera fue en 1846, cuando se firmó un acuerdo sobre las leyes del trigo (corn laws). Se refería específicamente a la cuestión del libre comercio. En ese momento, el partido estaba dividido entre proteccionistas, que pretendían defender los intereses de los grandes terratenientes, y los partidarios del libre comercio. Esta cuestión del liberalismo es profunda e históricamente divisora para el conservadurismo británico. La segunda gran crisis –que, de haberse resuelto, habría evitado la crisis actual– se produjo cuando se firmó el Tratado de Maastricht en 1992. John Major, que lo ratificó, se enfrentó a una rebelión de una facción significativa del partido. Fue en 1986, cuando comenzaron estos debates, cuando la prensa británica creó el neologismo “euroescéptico” para referirse al posicionamiento de Margaret Thatcher. Desde entonces, el partido nunca ha sido capaz de unirse en lo relativo al liberalismo y al mercado europeo.
Con Europa, de hecho, nos referimos a dos aspectos que son a la vez esenciales y muy controvertidos para los conservadores británicos: la noción de soberanía nacional y la de libre circulación. Siempre habrá facciones y divisiones dentro del partido en estas cuestiones. Y seguirán existiendo cuando el Reino Unido abandone la UE.
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Traducción: Mariola Moreno
Leer el texto en francés:
¿Un Brexit sin un acuerdo? La hipótesis parece cada vez más creíble al otro lado del Canal de la Mancha, donde se han producido innumerables acontecimientos políticos asombrosos en los últimos dos años, por lo que es poco probable que las negociaciones con la UE concluyan en los próximos ocho meses.