En la última cumbre europea del 22 de marzo, los 27 países de la Unión Europea (UE) acordaron apoyar a Ucrania "todo el tiempo que haga falta y con la intensidad que sea necesaria". Pero la fórmula ha llegado ya a su límite, y el enfado de los agricultores en la UE señala la afluencia de importaciones agrícolas ucranianas y su efecto en la caída de los precios de venta.
A última hora del miércoles 27 de marzo se alcanzó un compromiso en la mesa de representantes de los 27 Estados miembros de la UE en Bruselas sobre la delicada cuestión de las ayudas al sector agrícola ucraniano. A grandes rasgos, el acuerdo reitera el ya alcanzado el 20 de marzo: la UE prorrogará un año, hasta junio de 2025, su apoyo al sector agrícola ucraniano manteniendo la no aplicación de aranceles.
Sin embargo, ahora podrán volverse a aplicar para determinados sectores sensibles, como las aves de corral, los huevos, el azúcar, la avena y la miel, si los volúmenes superan la media observada durante un periodo de referencia (en este caso, de junio de 2021 a diciembre de 2023).
En esta cumbre europea, varios países, considerando que la agricultura europea no estaba suficientemente protegida, se pronunciaron a favor de "reabrir el texto", como explicó Emmanuel Macron en su rueda de prensa de la noche del 22 al 23 de marzo en Bruselas, poniendo en duda la posibilidad de un acuerdo final.
Polonia, Francia, Hungría y Eslovaquia piden que se amplíe la lista de sectores a los que se pueden aplicar esas medidas de protección y que se revise la forma de calcular los umbrales máximos. Frente a ellos, Alemania, Países Bajos, Suecia y Portugal apoyan a Ucrania.
París se remite a los estudios de la Comisión Europea, que muestran un aumento significativo de las importaciones agrícolas de Ucrania al mercado europeo a partir de 2022 en comparación con 2021 (+62% para el maíz, +960% para el trigo, en términos de volumen). En concreto, las importaciones ucranianas del llamado trigo blando de alta calidad ya se benefician desde hace tiempo de la ausencia de aranceles, y el acuerdo en ciernes no cambiará nada. Pero París pedía que se reintrodujeran para el trigo blando de calidad baja y media.
Doble discurso de Francia
A fecha de 27 de marzo, París no ha logrado lo que quería sobre el trigo, que no figura entre los sectores para los que pueden reintroducirse aranceles. En cuanto al periodo de referencia para el cálculo de los umbrales, se trata de una victoria a medias, ya que Francia defendía volver al 1 de enero.
Según los primeros cálculos de la Comisión, el acuerdo alcanzado el 20 de marzo reducirá los ingresos agrícolas de Ucrania en 400 millones de euros a lo largo del año, suponiendo que Kiev no encuentre canales de exportación alternativos. La solución franco-polaca los reduciría otros 800 millones más. Según diplomáticos citados por el Financial Times, el acuerdo de la semana pasada representa un déficit de 330 millones de euros.
Como era de esperar, estos debates han avivado las críticas por el doble discurso de Francia y otros países, que dan la impresión de abandonar a Ucrania en materia agrícola: "Esto sólo aumentaría el riesgo de que la guerra se eternice", advertía el ministro ucraniano de Agricultura, Mykola Solskyi, en una entrevista concedida al Financial Times el martes 26 de marzo, haciendo hincapié en los costes de la guerra en curso.
"No podemos tomar medidas que perjudiquen a Ucrania y reduzcan sus ingresos", declaró también el canciller alemán Olaf Scholz a sus homólogos de los Veintisiete en el último Consejo Europeo, según Le Monde. El compromiso alcanzado el miércoles por la noche envía "señales equivocadas tanto a Moscú como a Kiev", opina un diplomático europeo citado por Politico.
El ministro polaco de Agricultura, Czesław Siekierski, reconoció el miércoles que las conversaciones con Ucrania sobre este asunto habían sido "muy difíciles": "Hablamos de la necesidad de separar la ayuda humanitaria, la ayuda militar o el apoyo económico en su conjunto" de las cuestiones agrícolas.
Las tímidas propuestas del gobierno llegan demasiado tarde.
"No queremos cuestionar estas medidas de solidaridad, pero sí hacer frente a las perturbaciones del mercado resultantes", dicen desde el Gobierno francés. El 22 de marzo, Emmanuel Macron negó cualquier traba a la solidaridad con Ucrania: "Decimos: tenéis facilidades de acceso al mercado europeo, hasta un cierto nivel que corresponde más o menos a lo que hacíais antes de la guerra [antes de 2022 - nota del editor] y, para los volúmenes adicionales, ponemos algunos frenos porque vemos que algunos se aprovechan de ello."
Al comienzo de la guerra, Ucrania ya no podía exportar a sus mercados tradicionales de Asia y África debido al bloqueo ruso del Mar Negro. Pero los diplomáticos partidarios de endurecer las medidas de protección de los agricultores de la UE señalan que Ucrania está consiguiendo exportar de nuevo a través del Mar Negro, desafiando las amenazas de Moscú.
En esta batalla actual, París puede contar con el apoyo implícito del Parlamento Europeo, que aprobó la inclusión del trigo, y de un periodo de referencia que se remonta a enero de 2021, en un informe aprobado el 13 de marzo. Esto ha llevado a la eurodiputada de Les Républicains (LR) Anne Sander a afirmar que "el Gobierno llega demasiado tarde, con propuestas tímidas". "Hemos tenido que esperar hasta el final de las negociaciones [el 20 de marzo] para tener una posición clara sobre el tema. Esto es inusual y [...] difícil de entender para los agricultores franceses".
El Copa-Cogeca, que representa en Bruselas a la poderosa Federación Nacional de Sindicatos de Agricultores francesa, la FNSEA, ya había expresado su decepción por el acuerdo inicial alcanzado el 20 de marzo: hablaba de un "compromiso débil" que "no responde a las preocupaciones de los agricultores", aunque aseguraba comprender "la naturaleza políticamente sensible de este acuerdo y la necesidad de ayudar a Ucrania".
Indignación por las importaciones rusas
Aparte del aspecto altamente técnico del tema, es probable que esta cuestión gane intensidad durante la campaña electoral europea. Entre líneas, plantea una pregunta incómoda para muchos: ¿hasta dónde hay que llegar en el apoyo a una Ucrania desgarrada por la guerra sin perjudicar los ingresos de una agricultura francesa ya debilitada?
Contactados por Mediapart, varios candidatos a las elecciones europeas subrayan las grandes diferencias de enfoque con el gobierno francés. No hay que elegir entre una cosa u otra, entre el apoyo a Ucrania y el apoyo a la agricultura", dice Philippe Clergeau, eurodiputado socialista saliente y número cinco de la lista PS-Place publique. “Los volúmenes ucranianos son sólo una parte de los problemas a los que se enfrentan los agricultores europeos, junto a las importaciones de productos agrícolas rusos, los efectos de los acuerdos de libre comercio y la supresión de la ‘eco-condicionalidad’ de la Política Agrícola Común, que volverá a introducir la competencia desleal entre países europeos.”
En lugar de señalar a los ucranianos, impidamos que los rusos ataquen los mercados europeos.
A corto plazo, Philippe Clergeau está a favor de que se creen reservas en la UE a partir de los excedentes de productos ucranianos. También pide que se ayude a los productos ucranianos a volver a sus canales tradicionales de exportación fuera de Europa. Por último, este socialista acoge con satisfacción el anuncio de la Comisión del viernes 22 de marzo de endurecer los aranceles sobre las importaciones de cereales rusos: "¡Esa debería ser la prioridad! En lugar de señalar a los ucranianos, impidamos que los rusos ataquen los mercados europeos: los ucranianos tienen una necesidad vital de vender sus productos, mientras que los rusos venden a pérdida para desestabilizar nuestros mercados".
Por su parte, el ganadero y eurodiputado verde saliente Benoît Biteau, sexto en la lista de los ecologistas de Marie Toussaint, avanza: "Proponemos restablecer los aranceles con un mecanismo que garantice su devolución a Ucrania una vez que haya garantías de que los productos ucranianos que sólo debían transitar por la UE salgan realmente de ella. En nuestra opinión, es una forma de salvaguardar la producción europea, pero también de no penalizar la producción ucraniana, que está volviendo a la ruta que solía seguir, hacia el norte de África y Egipto en particular".
Manon Aubry, cabeza de lista de La France Insoumise, y su grupo votaron en contra del informe del Parlamento Europeo del 13 de marzo sobre las medidas de apoyo a las importaciones de productos agrícolas ucranianos. Y se explica: "Este texto es de facto una extensión ilimitada del libre comercio agrícola con Ucrania. No es una ayuda a Ucrania, sino una autorización a los oligarcas agrícolas ucranianos para inundar la UE de productos baratos. Apoyo decididamente al pueblo ucraniano [...]. Pero exponernos a la competencia desleal de las mega explotaciones privadas, que producen en condiciones sociales y medioambientales inaceptables, simplemente deja a nuestros agricultores en la ruina sin apoyar de forma efectiva el esfuerzo bélico ucraniano."
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El Parlamento Europeo aún tiene que aprobar, probablemente en abril, el compromiso alcanzado el miércoles por los 27 Estados miembros. El asunto no es tan sencillo, sobre todo porque París aún no ha abandonado su propuesta sobre el trigo, del que Francia es el primer productor de la UE. Sea como fuere, estas tempestuosas discusiones constituyen un anticipo de lo que les espera a los negociadores europeos cuando se trate de integrar a Ucrania en la UE, una potencia agrícola que está llamada a recibir a largo plazo no menos de una quinta parte del presupuesto de la PAC.
Traducción de Miguel López
En la última cumbre europea del 22 de marzo, los 27 países de la Unión Europea (UE) acordaron apoyar a Ucrania "todo el tiempo que haga falta y con la intensidad que sea necesaria". Pero la fórmula ha llegado ya a su límite, y el enfado de los agricultores en la UE señala la afluencia de importaciones agrícolas ucranianas y su efecto en la caída de los precios de venta.