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Wiosna, la nueva izquierda polaca que quiere “invertir en el bien común”

Amélie Poinssot (Mediapart)

Una nueva izquierda está emergiendo en Polonia. Mientras que el país está gobernado desde 2015 por un partido ultraconservador y autoritario, el PiS (“Derecho y Justicia”), que tiene plenos poderes en el Parlamento y en el Senado, donde la izquierda no tiene ni un solo escaño, la campaña para las elecciones europeas vuelve a barajar las cartas. Un partido alrededor de Robert Biedron, antiguo militante de la causa LGTB, primero diputado en 2011 y luego el primer alcalde homosexual declarado del país, hace oír un discurso inédito en el paisaje político polaco y se encuentra con un éxito fulgurante.

¿Su nombre? Wiosna, que significa “primavera” en polaco. ¿Su credo? El regreso a un Estado social tras tres décadas de liberalismo desatado. Pero también ambiciones ecológicas, una atención dedicada a los derechos de las mujeres y un discurso proeuropeo.

En la lista de este partido para las elecciones europeas hay muchas mujeres, caras jóvenes, personalidades de la sociedad civil… Una aplastante mayoría está formada por nuevos candidatos. Entre ellos se encuentra Maciej Gdula, profesor de Sociología de la universidad de Varsovia y colaborador de la revista de izquierda polaca Krytyka Polityczna. Autor de una destacada investigación sobre el electorado del PiS, que menciona en el último número de la revista Esprit, dedicada a Polonia, este hombre de 42 años está en posición de ser elegible por la circunscripción Małopolskie i Świętokrzyskie (sureste de Polonia). Mediapart –socio editorial de infoLibre– le ha entrevistado. 

PREGUNTA: ¿Por qué se ha decidido a presentarse en la lista de Wiosna a las elecciones europeas?

RESPUESTA: Yo participé en la creación de Wiosna y fui el responsable de la parte del programa que trata las ciencias y la educación, aunque un poco alejado del partido. Pero cuando se acercó la perspectiva de unas elecciones europeas me sentí mucho más implicado. Las europeas son un escrutinio importante para nosotros: es nuestra primera elección y de su resultado dependerá el lugar de Wiosna en la escena política polaca. El otoño próximo tendremos además las legislativas, por lo que hacía falta reservar candidatos para esas elecciones. Así que decidí presentarme como voluntario para la lista europea.

Teníamos también como objetivo presentar nuevas caras, no personas con mucha experiencia —aunque no nos habría costado mucho encontrarlas entre los simpatizantes de Wiosna—. Queríamos sangre nueva porque en Polonia hay una tradición en la que la elección para el Parlamento Europeo llega al final de una carrera política. Algunos se presentan para asegurarse un buena jubilación. La delegación polaca es una de las de mayor edad en Estrasburgo y, salvo algunas excepciones, no es la que más trabaja. Nosotros queremos cambiar eso.

P: ¿Cómo se posiciona Robert Biedron, el popular líder del partido, respecto a este escrutinio?

R: Robert Biedron es candidato a las europeas y cabeza de lista, pero ya ha anunciado que no terminará el mandato: cederá su puesto a su sustituta para poder presentarse a continuación al Parlamento polaco. La que ocupará su escaño es una mujer muy conocida en Polonia, Joanna Siedlik-Wielgus, una diputada que se hizo conocida por su trabajo a favor de las personas minusválidas y, recientemente, por su implicación en el tema de la pedofilia en la Iglesia polaca. Biedron no podía eludir presentarse a las europeas porque un proyecto necesita un líder, máxime en el momento del lanzamiento de un nuevo partido. Pero, al mismo tiempo, él dice claramente que su objetivo es el Parlamento nacional.

P: ¿Cuáles son los principales puntos de su programa?

R: Cuando presentamos nuestro programa algunos nos dijeron que íbamos a estar completamente marginados en la vida política porque nuestras propuestas son muy atrevidas dentro del contexto polaco. Nosotros estamos, por ejemplo, a favor de la legalización del aborto hasta la décimosegunda semana de embarazo y de forma incondicional [la interrupción voluntaria del embarazo no está autorizada en Polonia salvo en los casos de peligro para la salud de la madre, riesgo vital para el feto, violación o incesto. Es una de las leyes más restrictivas de Europa]. Dicho de otra forma, nosotros reivindicamos el hecho de que es a la mujer a quien corresponde decidir si desea tener o no a su hijo.

En cuanto a la relación de la Iglesia y el Estado, nuestro postulado es también muy claro. Proponemos la liquidación de los fondos públicos asignados a la Iglesia, la supresión de clases de religión en la escuela y terminar con los sueldos de los curas a cargo del Estado. Todo eso representa mucho dinero, la institución eclesiástica en muy rica en Polonia, es también el primer terrateniente del país… Aunque la propiedad puede ser también una fuente de ingresos. Y proponemos dos horas más de inglés en lugar de las dos horas semanales de religión en las escuelas.

Igualmente tenemos un programa ambicioso en materia de ecología: queremos que Polonia abandone el carbón de aquí a 2035.  Hemos soportado muchas críticas sobre esto, nos han dicho que no lo conseguiríamos, que suprimiríamos empleos en la minería… Nosotros decimos: "De acuerdo, hoy esto representa empleos en la mina, pero si transformamos nuestra economía hacia energías renovables tendremos nuevos empleos". Para ello hay que planificar esta transición. En realidad, no hay tantos mineros en Polonia. Son alrededor de 90.000 e importamos mucho carbón de Rusia. El carbón polaco está ahora a demasiada profundidad y es muy difícil extraerlo, los mineros están también muy perjudicados. Incluso en Silesia (región minera al sur del país) cada vez más gente dice: "No queremos más minas porque la calefacción con carbón contamina el aire y porque la industria destruye el paisaje". La mayor parte de los mineros tienen cuarenta años o más y en unos quince años estarán a punto de retirarse. Por tanto, es ahora cuando hay que preocuparse de su reconversión. Tienen aún una edad en la que pueden cambiar de sector.

P: ¿Qué dice Wiosna en materia de política social?

R: Nosotros damos mucho valor a los bienes públicos: la educación, el sistema sanitario, la función pública, etc. En especial, los tribunales y la administración. Es una esfera que no está valorada por PiS, el partido en el poder, y esto produce efectos muy negativos. La visión de Polonia difundida por PiS es la de un partido muy poderoso que controla diferentes esferas de la vida y que ejerce el poder en diferentes sectores que antes eran autónomos, como los medios de comunicación públicos, los tribunales y la cultura. Y, al mismo tiempo, es un partido que asegura el apoyo a sus administrados por medio de transferencias directas.

El programa “500+”, que funciona desde 2015, es eso [se trata de una prestación de 500 zlotys —unos 117 euros— concedida a partir del nacimiento del segundo hijo]. Yo no critico esa medida como tal: como elemento de una política social, está bien. Eso ha permitido luchar contra la pobreza de la que eran víctimas muchos niños. No obstante, justo antes de las elecciones, el jefe del PiS, Jaroslaw Kazynski, prometió un “500+” desde el primer hijo, un pago único de un 13º de la pensión de jubilación —es decir, una medida que no resuelve en absoluto el sistema— y, para los agricultores, un cheque de 500 zlotys por cada vaca vendida y un cheque de 100 zlotys (unos 23 euros) por cada cerdo vendido, con el fin de compensar las pérdidas causadas por los bajos precios de mercado.

Es una lógica en la que Kaczynski toma la decisión de ocuparse una vez de los agricultores, otra vez de los jubilados… Todo lo que tiene que ver con lo público —educación, sanidad, medio ambiente—, en cambio, lo desatiende. Para mí, la principal división actual de Polonia se basa en eso, lo que produce ya efectos catastróficos. Tras dos años de gobierno del PiS, por primer vez desde 1989 la esperanza de vida ha empezado a disminuir. Es muy débil, pero la tendencia está ahí, cuando somos una economía rica  y en desarrollo.

En este momento estamos viendo una amplia huelga de profesores que están viendo aumentar los salarios en otros sectores mientras que los suyos están congelados desde 2012. El 75% de los maestros se declaró en huelga desde el primer día del movimiento. Piden un 30% de aumento de sus salarios y el gobierno no quiere escucharles: dice que no hay dinero cuando hace dos años había prometido un gigantesco programa social. La cuestión es: ¿Invertimos en el bien común o invertimos en los vínculos con los electores a través de transferencias directas?

P: Hace unos diez años los temas que usted propone no eran en absoluto debatidos en el espacio público y la población parecía aceptar el modelo neoliberal que se había impuesto tras la caída del comunismo. ¿Esta temática es popular hoy?

R: A decir verdad, la cuestión de la relación Iglesia-Estado es una preocupación importante para nuestros electores. Es algo que ha atraído a la gente hacia Wiosna. Observamos esa reacción en el interior mismo de la Iglesia: la gente está harta de la tolerancia concedida a la pedofilia. La Iglesia ha terminado por reconocer que había un problema, pero no es todavía capaz de tratarlo seriamente, e incluso trata de evitar el tema. Recientemente, un informe del episcopado polaco sobre la pedofilia consideró que había que tener en cuenta el sufrimiento de los curas que cometieron actos pedófilos, que las víctimas no son sólo los niños… La Iglesia mantiene la duda en este asunto y esto es lo que enerva a la opinión pública. Es uno de los elementos que explican la pérdida de prestigio de la institución.

P: Es un cambio considerable para la sociedad polaca, marcada por el papel de oposición de la Iglesia en la época comunista, la figura del papa Juan Pablo II y luego el poder ejercido por el clero en los debates de sociedad en los años 1990 y 2000…

R: En efecto. Pero también es que la Iglesia polaca ya no tiene líder. La Iglesia polaca ha tenido un poder simbólico tan importante que nadie de la élite le había interrogado hasta ahora. Y nadie en el seno de la Iglesia ha pensado que eran  necesarios representantes que se preocuparan de su imagen. A decir verdad, hoy es una institución sin dirigentes. Hay algunos obispos reconocidos e interesantes, pero son una minoría. La personalidad espiritual más conocida hoy en Polonia es desgraciadamente el padre Rydzyk, que dirige Radio Marya (radio ultracatólica que, según asegura, tiene 3 millones de oyentes).

El tema de la Iglesia no es sólo importante para la gente vinculada a la izquierda y al centro. Incluso en la derecha, el postulado de una separación más grande entre la Iglesia y el Estado es cada vez más popular. Hay que decir también que el número de católicos practicantes no para de disminuir en Polonia. Cada vez más gente decide no bautizar a sus hijos.

Otro tema que no era popular hace diez años: la ecología. Era visto como algo muy radical. Hoy, en las grandes ciudades todo el mundo parece preocuparse por la contaminación. Es algo que se ha desarrollado, entre otras cosas, gracias a la creación de aplicaciones en los smartphones con las que los polacos se han puesto a medir el nivel de contaminación diaria.

P: Por su radicalismo y su autoritarismo, ¿el gobierno del PiS no ha provocado una repolitización de la gente? ¿La emergencia de Wiosna no es también el resultado de los temas prohibidos?

R: Tenemos de hecho en el poder a un partido que es mucho más conservador que el que le ha precedido, Plataforma Cívica, que era ya una formación conservadora respecto a su visión del mundo. El PiS, forzando este conservadurismo aún más hacia la derecha, ha provocado la reacción de la gente que ha comenzado a pensar en la posibilidad de un cambio. Pero no sólo en un cambio de mayorías: se ha instalado el sentimiento de que Polonia necesita cambios de mayor calado.

En realidad, se enfrentan dos tendencias. Por un lado, está el conjunto de los viejos partidos de la oposición cuyo único objetivo es tumbar al PiS para llegar al poder y poner las cosas tal como estaban antes de la llegada del partido. La otra visión, la que lleva Wiosna, es la necesidad de realizar grandes cambios. Nosotros pensamos que la victoria del PiS no era un accidente, era la consecuencia de una cierta organización del país, y lo que nos hace falta es repensar Polonia desde cero. En definitiva, hay tres campos: el PiS, la restauración y el cambio.

P: ¿El asesinato del alcalde de Gdansk, Pawel Adamowicz, el pasado 13 de enero, influye en esa reconfiguración del paisaje político?

R: Sí, eso tiene una influencia considerable en la estructura del debate público y la vida política polaca, y de manera inesperada, un poco como el accidente de Smolensk hace diez años [accidente aéreo en el que murió una gran parte de la élite dirigente, entre ellos el presidente] o la crisis de los refugiados en 2015. Esta vez me parece que esto ha apaciguado un poco las discusiones. La gente ha comprendido que el nivel de tensión, de odio y de emociones negativas que se habían alcanzado en política podían tener consecuencias trágicas.

Adamowicz era una personalidad interesante. Era un conservador que estaba al mismo tiempo a favor de los refugiados y a favor de las minorías. Era la prueba de que se podían conciliar estas diferentes posiciones. Hay muchos alcaldes en Polonia que, como Adamowicz, han tratado de hacer cosas con una visión ambiciosa para su ciudad articulando otros valores diferentes a los transmitidos por el gobierno. Robert Biedron, que era el alcalde de Słupsk hasta octubre, es fruto también de esto, aunque se posiciona en un registro mucho más liberal que Adamowicz.

P: ¿Qué dice Wiosna sobre el tema de la acogida de refugiados?

R: El tema de los refugiados estuvo muy presente en la campaña electoral de 2015, tras la que llegó al poder el PiS. Pero este tema está prácticamente ausente de la campaña de las europeas. En las municipales del otoño pasado, el PiS intentó de nuevo agitar esta baza presentando la inmigración como una amenaza para nuestro país, pero eso no funcionó. Los electores han visto que ya no había ola migratoria en Europa y el PiS terminó por abandonar el asunto. Su nueva diana son los LGTB.

Para mí, Polonia debe acoger a los refugiados. Tenemos la capacidad organizativa y debemos hacerlo también por solidaridad con las personas que huyen de la guerra. Polonia habría podido acoger algunas decenas de miles de refugiados sin ningún problema. Ya lo hicimos, por otra parte, en los años 1990: el país acogió unos 45.000 chechenos y eso nunca fue visto como una carga. En la actualidad tenemos, además, cerca de dos millones de ucranianos en Polonia. No es un país cerrado a las migraciones.

Wiosna desea que Polonia adquiera sus responsabilidades como miembro de la Unión Europea. En este sentido, nosotros queremos respetar las cuotas definidas en el programa de reubicación de refugiados llegados a través de Grecia y de Italia.

P: Hay otro partido de izquierdas en Polonia, Razem [“Conjunto”, próximo al DiEM25, el “Movimiento para la Democracia en Europa” fundado, entre otros, por el exministro griego de finanzas Yanis Varoufakis y el filósofo croata Srecko Horvat]. ¿Por qué no hacen ustedes frente común?

R: Hay una diferencia de principio entre Razem y Wiosna. Razem promete a los electores dar más que el PiS. Ellos piensan poder ampliar los programas sociales del gobierno. Nosotros pensamos que podemos repartir de forma diferente los beneficios económicos invirtiendo más en educación, sanidad y ecología. Esto no quiere decir que ellos no tengan elementos ecológicos en su programa, pero nuestro modelo es diferente.

Otra diferencia es que Razem no quiere tener un líder político. Nosotros pensamos por el contrario que es absolutamente necesaria una figura para llevar un partido.

En fin, tenemos una visión divergente de nuestra forma de funcionar. Razem ha perdido mucha energía en los procesos de discusiones internas, lo que ha bloqueado su desarrollo. Por nuestra parte, hemos preferido confrontarnos más rápidamente con el gran público. Robert Biedron ha viajado por toda Polonia para hablar con el mayor número de personas posible. No nos limitamos a la comunicación vía medios y redes sociales, nosotros vamos al contacto directo, y esto gusta mucho a la gente.

P: ¿Quién será el socio ideal de Wiosna en Europa?

R: Estamos actualmente hablando con diferentes facciones del Parlamento Europeo y también con representantes de Emmanuel Macron, con los Verdes, los socialdemócratas, los liberales y también con el socialista holandés Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión Europea, que vino la semana pasada a Polonia. Pero no presumimos todavía de nuestras futuras alianzas.

Sobre la manera de afrontar los problemas hay cierta similitud entre Macron y Biedron. Si queremos renovar nuestra democracia no hay que huir de los problemas y yo creo que Macron ha inspirado en cierta forma a Biedron. Pero si miramos el programa económico, nosotros estamos más a la izquierda que el presidente francés y las divergencias aparecen cuando miramos nuestras propuestas concretas. Nosotros somos, por ejemplo, favorables a un aumento del salario mínimo hasta el 60% del salario medio. Nuestro universo es además diferente del de Macron. Biedron repite a menudo que es importante para nosotros no dejar a nadie de lado, pues tenemos un fuerte componente socialdemócrata.

No queremos decidir antes de las elecciones con quién formaremos grupo en el Parlamento Europeo porque el hemiciclo será muy diferente al de hoy y no se sabe nada sobre qué partidos conseguirán puestos claves en las instituciones. Creo que la ambición de Macron de crear un nuevo centro en el Parlamento es desmedida.

P: Polonia no es el único país de Europa central que ve evolucionar su paisaje político. Recientemente, una abogada ecologista y anticorrupción, Zuzana Zuzana Čaputová, ha sido elegida presidenta de Eslovaquia. ¿Ve usted ahí una tendencia que se eleva frente los autoritarismos de la región?

R: El éxito de Zuzana Čaputová y la popularidad de Biedron, para mí, son fenómenos que muestran que no estamos condenados al populismo. Una nueva lucha política se está configurando, es una lucha entre diferentes valores, diferentes visiones del mundo y diferentes líderes. Y si los ideales liberales tienen representantes auténticos y creíbles, pueden ganar. Si los populistas han ganado hasta ahora es porque han sabido cómo atraer y movilizar a los electores: construyendo dramas políticos. El populismo no es solamente la expresión de una insatisfacción. En Polonia, el PiS ha ganado a pesar del hecho de que el país había conocido diez años de crecimiento ininterrumpido y de bajada del paro, además de un alza de los salarios reales del 50% en ese período. Kaczyński ha tenido éxito porque ha respondido a ciertas aspiraciones de gente que quería más control y más influencia. El PiS está en una lucha de influencias, en una voluntad de dominación. ¿Queremos construir ese mundo o construirlo por el contrario en base a la cooperación para resolver los problemas? Nosotros podemos contar cosas diferentes de la narración del PiS. _____________

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  Traducción de Miguel López

Puedes leer el texto completo en francés aquí:

 

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