Bruselas se une a Francia en la defensa de un hidrógeno verde y nuclear que España rechaza

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La Comisión Europea ha vuelto a respaldar a la energía nuclear en la pugna por delimitar qué tecnologías serán claves en el futuro energético de la Unión. El Ejecutivo comunitario presentó este lunes su propuesta para regular el hidrógeno limpio durante las próximas décadas, y el documento es claro: para que sea considerado hidrógeno verde tendrá que ser producido con electricidad renovable. Sin embargo, Bruselas también introdujo a última hora que los países que produzcan grandes cantidades de energía nuclear podrán disfrutar de esa etiqueta, medida que se aplicará a Francia, que posee la mitad de los reactores de toda la UE. 

La Comisión propone, básicamente, que haya tres formas de generar hidrógeno verde mediante electrólisis, que consiste en una descarga eléctrica a una molécula de agua que separa el hidrógeno y el oxígeno. La primera es conectando un electrolizador (la máquina que realiza la electrólisis) directamente a una fuente de energía renovable, como paneles solares o molinos de viento. La segunda es usando la electricidad de la red, pero solo en aquellos países donde más del 90% de la luz sea renovable. Y la tercera, conectando el electrolizador a la red, siempre que ese país tenga una generación eléctrica global que emita menos de 65 gramos de CO₂ por cada kilovatio de luz producido. 

El Parlamento Europeo y el Consejo tendrán ahora dos meses (prorrogables a cuatro) para estudiar el plan y presentar alegaciones, y si no hay, entrará en funcionamiento. La propuesta también incluye moratorias para los electrolizadores que se instalen antes de 2028, que estarán exentos de la normativa hasta 2038. 

De los tres mecanismos para catalogar hidrógeno verde, el tercero es la que ha levantado ampollas, porque se interpreta como un traje a medida para Francia –que también beneficiará a Suecia– para que pueda aprovechar su potencial nuclear y no necesite instalar renovables a gran escala, como sí harán el resto de gobiernos.

España es uno de los países con una posición en principio inamovible en este asunto y defiende desde hace meses que el hidrógeno del futuro debe ser 100% renovable. El choque entre las dos visiones deja en el aire el futuro del hidroducto H2Med presentado hace dos meses por Pedro Sánchez y Emmanuel Macron. Según adelantó la semana pasada la agencia Reuters, Francia dio el visto bueno al canal submarino a cambio de que España y Alemania apoyasen el hidrógeno verde de origen nuclear, el que París espera hacer circular por la tubería que conectará la península con la industria germana. 

La propuesta de la Comisión tampoco saldrá gratis a Francia, que tendrá que cumplir con varios requisitos. Si este país se acoge a la tercera vía propuesta por la Comisión, los promotores de proyectos de hidrógeno verde tendrán que firmar contratos a largo plazo de electricidad 100% renovable (conocidos como PPA) para mover los electrolizadores. La ventaja respecto a la primera fórmula, es que no tendrán que construir un parque renovable explícitamente para la planta, sino que podrán abastecerse con uno que ya exista, según argumentan desde Eurelectric, la patronal eléctrica europea. 

París también reclamó a Bruselas más manga ancha a la hora de definir una economía baja en emisiones. La ministra de Transición Energética francesa, Agnès Pannier-Runacher, pidió en septiembre a la Comisión que fijase el tope de emisiones del sector eléctrico en los 80g CO2/kWh para aspirar a una etiqueta de hidrógeno verde, pero la cifra se ha rebajado hasta los 65 gramos. 

La cifra no es baladí, como explica Timo Gerres, del Instituto de Investigación Tecnológica de Comillas ICADE. Francia generó el año pasado 73 gCO2/kWh, por lo que ahora mismo no podría optar a ese mecanismo. "Claramente, es un toque de la Comisión a Francia para que vuelva a poner en marcha su parque nuclear", opina el experto. Se refiere al bajón de producción atómica que sufrió en 2022 el sistema energético francés debido a las revisiones técnicas de sus reactores, que muchos superan los 40 años de antigüedad. 

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"Tengo bastantes dudas de que a Francia le salgan las cuentas. Su idea es modernizar las centrales para que sigan funcionando, pero la parte central de un reactor no se puede sustituir, es un parche que no durará muchos años", añade Guterres.

La propuesta de la Comisión de este lunes pone al fin una definición clara a una tecnología que crece rápidamente y que a partir de 2030 será uno de los pilares de la reducción de emisiones en la UE. El hidrógeno verde ya permite mover algunos vehículos, pero producido a gran escala permitirá sustituir todo el hidrógeno contaminante que se usa ahora en la industria, y mezclado con CO₂ y nitrógeno se convierte en metanol y amoniaco, dos combustibles que pueden llegar a mover buques. 

Los ecologistas europeos ya han mostrado su firme oposición al proyecto. "Es un escándalo que la Comisión haya cedido finalmente a la desvergonzada labor de lobby de Francia. Se trata de un segundo golpe al clima, tras la taxonomía en la que la energía nuclear y el gas fueron finalmente etiquetados como fuentes de energía verde", afirma Esther Bollendorff, analista de Gas de Climate Action Network, una red de ecologistas europeos.

La Comisión Europea ha vuelto a respaldar a la energía nuclear en la pugna por delimitar qué tecnologías serán claves en el futuro energético de la Unión. El Ejecutivo comunitario presentó este lunes su propuesta para regular el hidrógeno limpio durante las próximas décadas, y el documento es claro: para que sea considerado hidrógeno verde tendrá que ser producido con electricidad renovable. Sin embargo, Bruselas también introdujo a última hora que los países que produzcan grandes cantidades de energía nuclear podrán disfrutar de esa etiqueta, medida que se aplicará a Francia, que posee la mitad de los reactores de toda la UE. 

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